Gastronómadas 2014

Aunque ahora llegan semanas de replegar velas y de “disfrutar” lo más crudo del crudo invierno atrincherados en casa, ascendiendo lentamente la cuesta de enero y su continuación en febrero, así como el falso llano de febrero, me apetece hablar de comidas.

Entre mis propósitos para el 2014 están, lógicamente, el volver a disfrutar del buen hacer y del saber estar de algunos de mis restaurantes favoritos.

Álvaro Arriaga, por supuesto. Dani, de este primer semestre no pasa que hagamos un maridaje de cervezas como está mandado. Y esa joya escondida en el Realejo que es el “Damasqueros”. Imprescindibles.

 Damasqueros

En Salobreña, tenemos que volver con más tiempo y mayor calma y sosiego a disfrutar del Tajine de Cordero que probamos hace unas noches y que nos dejó un inmejorable sabor de boca. Y al atún del Trasmallo también le debemos una visita.

Además, hay que perseverar en los sabores exóticos del japonés Zakuro y darle otra vuelta a La Moraga, aunque sea en versión barra, antes de ir a alguno de los conciertos del Club de Jazz malagueño.

Y como novedades, tengo muchas ganas de probar dos restaurantes granadinos. Uno está en la capital, es mexicano, se llama “El Delirio” y me gusta su decoración y presentación.

 El Delirio

El otro está en mitad del valle de Lecrín. Éste requiere mayor parafernalia ya que se trata de un sorprendente Thai Restaurant, que solo abre los fines de semana.

Que hay mucha más oferta, por supuesto, pero que tirando de memoria gustativa, ésta es la que ahora mismo tengo presente.

 Thai Elephant

Dicho lo cual, ¿alguna recomendación por tu parte? ¿Algún garito realmente imperdible en el que comer, sentados, con mesa, silla y mantel? De bares, raciones y tapas hablamos otro día.

Jesús Lens, el Gastronómada hambriento.

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La Moraga, experiencia total

Ir a La Moraga de Málaga es una experiencia sensorial total.

Pero empecemos por el principio.

¿Os acordáis de los artículos que hemos ido escribiendo sobre el Fusión de Salobreña, en los últimos meses?

Pues ahora, el Fusión es La Moraga Jazz Club y se ha trasladado a Málaga. No voy a disimular ni negaré que el cierre del Fusión fue un palo para mí, algo doloroso y desolador. Porque Salobreña, sin Paco y Concha, no es la misma. Y las noches de esos sábados en las que nos refugiábamos en el Templo del Jazz de la Costa Granadina, dándonos igual si el mundo se terminaba, afuera; son imborrables.

 La Moraga Jazz Club

Pero no irrepetibles.

Porque nada más traspasar las puertas de La Moraga Jazz Club y ver a Paco y a Concha tras la larga barra… ¡nos sentimos como en casa! En la casa del jazz. El vello erizado te dice que sí. Que lo han conseguido. Que el espíritu del Fusión sigue vivito y coleando en un local más grande y mejor acondicionado, con un gran escenario y una acústica excepcional.

 La Moraga Paco Carmona

Vestida de fuertes rojo y negro, La Moraga no tardará en convertirse en el Club de Jazz de referencia en Andalucía, tanto por la personalidad de Paco y de Concha como por la del tercer artífice de la puesta en marcha de esta iniciativa, Sergio, el inventor del Soho malagueño, un curtido activista cultural con amplia experiencia y noble prestancia.

Y por la propia ciudad que lo alberga, Málaga, la auténtica y verdadera capital cultural de la Andalucía del siglo XXI, le duela a quién le duela.

Pero esa es otra historia.

Por el escenario de La Moraga ya está empezando a pasar lo más granado de la escena jazzística andaluza del momento. Músicos como Ernesto Aurignac, Eneko Alberdi, Lito o Guillermo Morente ya han tocado allí. Y eso que la singladura no ha hecho sino comenzar.

 La Moraga jazz

Pero La Moraga es más que jazz, unos excelentes combinados y el calor de Concha y Paco. ¿No recuerdas que ya hablamos de ella, de La Moraga, hace ahora… dos años? ¡No! ¡Tres años, ya! ¡Cómo pasa el tiempo!

Pero, claro, esta Moraga de ahora ya no es la de antaño. La de Dani García, que ahora está popularizando otra marca: Manzanilla.

La Moraga, ahora, es La Moraga de Antonio Martín y, entre otros lugares, tiene restaurante abierto en la Plaza de la Malagueta, a pie de playa y junto a ese puerto malacitano donde, dentro de no mucho, el Museo Pompidou abrirá su primera sede fuera de Francia.

 La Moraga Menú

No es el mismo restaurante. Ni el mismo concepto. Pero el disfrute gastronómico es idéntico, aunque más clásico y tradicional, con una carta repleta de sugerentes platos del Mediterráneo.

Pescado frito, extraordinario. Y pescados de roca, como el pargo, cuyos lomos son un puro deleite para el paladar, además de componer un impactante mosaico de colores sobre el plato. Y el atún de almadraba, fileteado, acompañado por ese wasabi que quita el hipo y te arranca hasta las lágrimas.

¡Si es que desde que pruebas esas aceitunas con las que te reciben en La Moraga, rugosas, gruesas y añejas; ya sabes que vas a disfrutar de una experiencia gastronómica de primer orden! Por cierto, imperial el entrante de verduras al wok con esos tallarines orientales que me dislocan.

Es decir: cocina glocal. Globalizada, pero con productos locales.

 La Moraga

Ahora bien, la gustosa experiencia no se termina al pagar la cuenta en el restaurante, después del postre. Porque ahora, tras la cena, es imperativo y obligatorio recorrer los diez metros que hay entre La Moraga Restaurante y La Moraga Club de Jazz. Pero eso ya lo saben ustedes, ¿verdad?…

Jesús Lens

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Al estilo Tarantino

Es una de las bromillas que me gusta hacer, cuando veo una cierta complicidad con el camarero:

– ¿Cómo pongo la carne? ¿Al punto? ¿Pasada?

– A mí, al Estilo Tarantino: tan poco hecha que, al pincharla, salpique la sangre.

Me acordaba de ello hoy, que toca comer buena carne en compañía de los Gastrocafres, cuando vi que Fran Ortiz, mi estimado coautor, anunciaba este lanzamiento.

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¡Viva Tarantino!

Y ya sabéis: la carne, que sangre.

Jesús Lens , sanguinolento.

El Twitter: @Jesus_Lens

Una mesa con vistas

A mí, con esto de viajar, me pasa como con los marranos: que me gustan hasta los andares. Por ejemplo, fíjense en esta imagen, captada por Natalia, una de nuestras compañeras de viaje, en Noruega:

Viaje a Escandinavia almuerzo

Ese día, ni los comensales de los mejores restaurantes galácticos de la Guía Michelín, cargados de estrellas, comieron mejor que nosotros. Comerían más sabroso, más rico y más exquisito. Sin duda.

Pero mejor, lo que es mejor… mejor no comieron.

¡Salud!

En Twitter: @Jesus_Lens

De la cata de vinos convertida en relato

Hace unos días fuimos a comer a casa de Álvaro Arriaga, que es casi tanto como decir a nuestra casa, dado el nivel de confianza, amistad y buen rollo que siempre nos envuelve cuando el ascensor del Edificio Pantalla de CajaGRANADA abre sus puertas y nos franquea el paso a uno de los restaurantes con más personalidad de todos los que conozco.

 alvaro arriaga

Antes iba más a menudo a visitar a Álvaro, Dani y su gente, pero ahora todo resulta más difícil y complicado. Lo único bueno de espaciar tantísimo estas visitas es que cada vez que consigo comer allí, la ocasión se convierte en toda una experiencia. Y, tal y como escribe Dominique Bertholet en este preclaro artículo, de eso se trata, cuando nos liamos la manta a la cabeza y decidimos tirar la casa por la ventana, gastronómicamente hablando: de convertir el momento en una experiencia para los sentidos.

Y justo ahí es donde entra el Relato de Cata de Vinos. O, mejor dicho, la capacidad de Daniel Castro para convertir una improvisada cata de vinos en un relato que resulta sencillo de comprender para un olfato obtuso como el mío, cuando se trata de paladear y saborear determinados caldos.

“Aroma a coco y vainilla”.

Vale. Yo no dudo de Dani. ¡Seguro que estaban ahí, en la copa, dando vueltas y penetrando en mi pituitaria! Pero yo no los percibía.

 Daniel Castro

Menos indignado que decepcionado, Dani fue por un vino blanco y cambió su discurso: “cerrad los ojos y concentraos. Pensad en la Nochevieja, mientras suenan las campanadas. Y ahora… ¡oled! ¿No os recuerda a esas uvas que se atropellan en la boca, una con la otra? Porque no has terminado de masticar la anterior cuando ya te tienes que comer la siguiente, los segundos pasando, a punto de dar las doce…”.

¡Ahora sí! Efectivamente. ¡Allí estaba! Allí estaba aquel olor, aquel sabor; fuerte e intenso, con ecos y reminiscencias a momentos memorables y… fácilmente reconocibles.

 Álvaro Arriaga restaurante

Seguimos comiendo. Nos tomamos un carpaccio increíble y dimos cuenta de un txangurro cantábrico, para agasajar nuestros imborrables orígenes gallego-bilbaínos y, de paso, hacer más perceptible y cercana esa sensación de estar como en casa. Fue entonces cuando Dani nos propone otro reto, haciéndonos cerrar nuevamente los ojos.

Aquello era raro.

Es decir, aquel vino olía raro.

– Esto no me huele bien, pero que nada de bien… –hubiéramos afirmado, de estar en un relato negro y criminal, sintiendo la imperiosa necesidad de soltar una frase tópica.

Pero quedaba feo decirlo. ¿O no? Fue Dani el que tomó la palabra, viéndonos indecisos y timoratos:

– ¿No huele como un flotador de plástico barato comprado por un euro en una tienda de chinos?

 

 

– Hombre, así explicado…

Pero es que así era, efectivamente. Aquel vino olía (levemente) a petróleo. Porque se trataba de un vino orgánico con reminiscencias a hidrocarburos. Que suena francamente mejor que lo del flotador de plástico de un euro. Pero que es menos expresivo. Y, desde luego, mucho menos divertido.

 Daniel Castro at work

Y es que a Dani le gustan los relatos. Y las poesías. Y contar cosas curiosas y anécdotas sobre platos, bebidas y comidas. Y hacer maridajes especiales con distintos tipos de cervezas. O escribir qué vinos acompañarían a un buen asesinato, si nos volvemos a poner en clave negra y criminal.

Y así, claro, se pasan las horas, entre platos, copas, risas, descubrimientos, aprendizajes y postres que uno nunca quiere comer, pero siempre termina probando; antes de ese digestivo que ayuda a asentar la comida.

Experiencias.

Porque la vida son momentos. Y los momentos, gracias a los relatos y las narraciones, tienen un sabor especial.

El talento está en saber contarlos. En saber transmitirlos.

Y en eso, Dani, es un maestro.

¡Salud!

En Twitter: @Jesus_Lens