COPIA CERTIFICADA

Comentábamos hace unos días que, a veces, hacemos programas dobles de cine. Y que, tras disfrutar de la exhuberancia estética de ESTA “Flamenco, flamenco” nos dimos el gusto de ver la última película del venerado y veterano iraní Abbas Kiarostami que, por primera vez, ha rodado fuera de su Irán natal.

La trama de “Copia certificada” se desarrolla en la Toscana italiana, a lo largo de un puñado de horas en que un escritor y una galerista de arte se encuentran y comparten una tranquila excursión por la región, antes de que él tenga que tomar el tren para marcharse.

El personaje interpretado por William Shimell acude a presentar un libro en que defiende que, en arte, las copias deberían tener mayor relevancia de la que tienen ya que históricamente se ha puesto el acento en la originalidad, en la pieza única y maestra, cuando no debería ser así. Una película que enlaza con ESTO que escribíamos ayer, sobre el atrás y el adelante.

La galerista, interpretada por Juliette Binoche y más que merecidamente ganadora de los premios a la mejor interpretación por este papel tanto en el Festival de Cannes como en el de Valladolid, defiende la importancia de la originalidad, aunque lleve a su interlocutor a visitar una de las copias más famosas de la historia del arte, albergada en un museo de la región.

Cuando hacen un alto en su camino para descansar, la camarera del café en que entran interpreta que son marido y mujer y, mientras él atiende una llamada de teléfono, ellas aprovechan para hablar de las relaciones de pareja. Y, desde ese momento, entre los dos protagonistas se inicia un juego que tiene un punto de masoquismo y sufrimiento al simular que, en realidad, sí son pareja. Pero una pareja mal avenida. Una pareja de vuelta de todo. Una pareja que hace aguas y cuya relación está en vía muerta.

Ella, que se quedó con el hijo de ambos y ha tenido que educarlo sola; por una parte le reprocha su despreocupación. Por otro, intenta atraerle de nuevo a una vida familiar, a la vida compartida. A la vida de pareja.

El cine de Kiarostami, tan especial, te hace ser testigo de un pedacito de la vida de sus personajes. Que podríamos ser cualquiera de nosotros, con nuestras razones, sinrazones, errores y aciertos. Pero que son ellos. Los actores que, a través de un trabajo descomunal, nos mantienen imantados a la pantalla.

Una pena no haber podido ver la película en versión original para haber podido disfrutar de toda la tragedia y el dramatismo que rodea al personaje de la Binoche, un auténtico monstruo de la interpretación que, en “Copia certificada” está inconmensurable.

Una película para disfrutar sin prisas y sin urgencias. Como los buenos vinos o una buena comida. Como todo lo que merece la pena en esta vida.

Una película excelente, de las que dan que pensar y sobre la que te gustaría hablar con personas íntimas y cercanas, a ver qué opinan, cómo la ven y qué les parecen las tesis sostenidas por sus personajes.

¿Hablamos?

Jesús Lens.

CORREGIR, ROMPER, TIRAR, REESCRIBIR

“Corregir, borrar, reescribir, cortar, recortar… reordenar, recolocar, abrir, cerrar. Tirar, tirar, tirar, tirar. Y dejar atrás lastres ;-)”

Eso escribía en mi Twitter hace un rato, en plena vorágine dominguera de autoimpuesta esclavitud.

Porque esto de los repasos y las correcciones, como escribíamos AQUÍ, es una tortura. Pero necesaria, si queremos hacer un trabajo digno y decente que os guste a la hora de leer el resultado.

El caso es que, para no despistarme, rehabilité mi despacho, quitándome de la tentación de la tele, el Satélite, el DVD, la Sierra llena de nieve… yo es que me distraigo con una mosca.

Un despacho lleno de libros. Y de papelajos, fruto de mi inveterado vicio por los recortitos, de lo que hablaba AQUÍ.

El caso es que, a la vez que corrijo el texto de “Café-Bar Cinema”, voy ajustando cuentas con el pasado que, en el despacho, me asalta por doquier.

Tirando papeles, recuerdos, notas, mensajes… me deshago de un pasado, más o menos reciente, que ya no me aporta, no me sirve, no me gusta, no me interesa. Soltar lastre. Dejar espacio y hueco para lo que esté por venir. Porque el Tiempo, como escribíamos ESTA MAÑANA, es traicionero.

Igual, estoy cambiando la decoración: cuadros, imágenes, fotos, figuritas, libros…

A ratos leo, subrayo, tacho y reescribo.

A ratos miro, leo, veo, recuerdo… y tiro, rompo y sepulto.

Cuando se abre la veda del romper, se rompe. ¡Vaya si se rompe! De repente y a nada que lo piensas, eso que en su momento tanto te preocupó, ahora sientes que te importa un carajo. Aquello que tanto te hizo sentir, ahora no te dice nada. Eso sin lo que no podías vivir, ahora no te parece más que un mero trámite. Lo que entonces tenía un valor incalculable, ahora no vale más que un puñado de céntimos. Lo que te conmovía hasta las lágrimas, ahora te deja frío como un carámbano. Insensible. Impasible. Indiferente.

¡Uf! No pensaba yo que un fin de semana de enclaustramiento y acartujamiento podía dar tanto de sí.

¡Menudo proceso de adelgazamiento vital!

Siento que me he quitado un buen puñado de kilos de encima.

Ahora, a buscar con qué recuperarlos, para volver a engordar. No vaya a quedarme enflojinao.

Jesús en tránsito Lens