LÍBANO

Ayer anticipábamos este fin de semana que vamos a dedicar al Líbano con una foto muy sencilla. Las de hoy, ilustrando la columna de IDEAL, no lo son tanto, por desgracia. Mañana sí tocamos una cara más amable del Líbano. Por cierto, ¿han comprado la edición impresa del periódico? ¿Han reparado en un importante detalle?

 

Lo escuché mientras me lavaba los dientes, en el boletín radiofónico de la mañana: «Líbano lanza tres misiles contra Israel». Y me dio un escalofrío. Porque sólo hacía tres días que había regresado de mi viaje por aquellas tierras mediterráneas. Después, a lo largo de la mañana, las webs de los periódicos abundaban en ello: «Israel responde al ataque con misiles lanzado desde Líbano.»

 

Cuando decidí pasar las Navidades en el Oriente Próximo, nada hacía pensar que se iba a producir una escalada bélica como ésta, aunque la verdad sea dicha, Oriente Próximo, violencia y odio cerval parecen ser sinónimos desde tiempos inmemoriales.

 

Las sensaciones vividas a lo largo de estas dos semanas han sido extremas. Por un lado, la magia de una ciudad milenaria como Damasco, cargada de historia y una belleza todavía suspendida en el tiempo. Después, la singular orografía libanesa, el súbito tránsito de los bosques de cedros cubiertos por la nieve a la paz de un Mediterráneo en calma. La quietud de las majestuosas ruinas romanas de Baalbek y los paseos por los zocos medievales de ciudades como Tiro y Sidón. Y la radical modernidad más chic y cool de una Beirut vibrante, divertida e hiperactiva.

 

Pero, por la noche, en la seguridad del hotel, poníamos la televisión y sus imágenes nos ponían los pelos de punta. Porque si, en general, los informativos occidentales suelen mostrar a los árabes furibundos, clamando venganza y poco menos que echando espumarajos por la boca, los noticieros del país mostraban los cadáveres de los niños palestinos, muertos por los misiles israelíes.

 

Y, por la mañana, te levantabas y salías de nuevo a hacer turismo por las tierras que vieron nacer la historia de la humanidad, tal y como la conocemos, de una belleza sin igual, pero tristemente situadas en un lugar muy próximo al centro del infierno.

 

Esquizofrenia viajera (así lo contamos en su día, desde Damasco), como la que nos asaltó cuando arribamos a la ciudad de Trípoli y subimos al famoso castillo de Saint Giles, construido durante las Cruzadas, y nos lo encontramos literalmente tomado por el ejército libanés. No es que hubiera unos cuantos militares por allá. Es que el ejército parecía haber instalado en el mismo su cuartel general. En la puerta, tres tanquetas perfectamente equipadas con sus ametralladoras y, circulando por el interior del castillo, decenas de soldados impecablemente pertrechados, con sus chalecos antibalas, sus cascos y, por supuesto, sus armas reglamentarias.

 

Aunque no decían nada, nos miraban extrañados, ataviados con nuestros vaqueros y forros polares, armados de nuestras diminutas cámaras digitales. Y, entonces, surgía la famosa pregunta que, en algún momento, se hace todo viajero y que fuera inmortalizada por Bruce Chatwin: «¿qué hago yo aquí?» Y, la verdad, de vuelta en casa, horrorizado antes las noticias que nos llegan de Oriente Próximo, todavía no he terminado de encontrar una respuesta.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

IMÁGENES DEL LÍBANO I

A modo de anticipo de la columna de mañana de IDEAL y de un reportaje que espero publique el periódico el sábado, en la sección Vivir, sobre el reciente viaje al Líbano, subo esta foto.

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Me gusta porque, sobre el sol del Mediterráneo, aparece una bandera que incorpora un cedro. Me gusta porque, en tiempos de oscuridad, es una foto luminosa. Me gusta porque la pesca está en el origen del hombre, porque me gusta el mar, adoro los puertos y, bueno, porque es una imagen muy sencilla.

Jesús Lens.  

STAND BY ME

Poníamos este vídeo del «Stand by me», como celebración de la amistad, que tantas lágrimas está haciendo derramar.

 

Pero podemos ir más allá.

 

¿Saben ustedes quién es Kanouté? Ayer marcó un gol con el Sevilla en la Copa del Rey y, en la celebración, se levantó la elástica de su equipo, dejando ver una camiseta negra con una leyenda muy especial.

 

Su gesto le costó una tarjeta amarilla y, además, le van a multar por pronunciarse acerca de cuestiones políticas y sociales en el campo, habiendo sido muy criticado su gesto en distintos medios. Es curioso. Por lucir la publicidad de un Casino Virtual que fomenta la ludopatía, los jugadores del Sevilla cobran una pasta. Por solidarizarse con la causa palestina, Kanouté será multado.

 

¿Por qué será, sin embargo, que a mí me ha encantado su gesto?

 

Quizá porque es un grito como el de El Roto, por fortuna menos dramático, pero que ha conseguido llegar muy lejos.

 

¿No piensan que Kanouté estaba cantando, él también, el Stand by me, dedicándolo a las víctimas inocentes que estos días están muriendo en Palestina?

 

Jesús Lens   

AMISTAD

Ayer hablábamos de amistad, a resultas del poema en prosa de Khalil Gibran. Y, por aquello de las casualidades, revisando el correo acumulado estos días me encontré este vídeo, enviado por nuestro querido e imprescindible Antonio Lozano. Aconsejable hacerse con un pañuelo, que conste.

 

Por la noche, cenando con Pepe, Panchi, Álvaro y Julia, salió a colación el tema: una canción inmemorial a través de una grabación muy especial de «Stand by me».

 


Playing For Change: Song Around the World | Stand By Me from Concord Music Group on Vimeo.

Espero que la disfruten.

CELDA 211

Sí. Hay muchos estrenos por venir, los próximos meses. A buen seguro, de aquí a nada estaremos flipando con «El gran Torino» de Clint Eastwood, su megahit tras «El intercambio», con «Shutter island» de Martin Scorsese o con «Watchmen».

 

Pero hay una peli, un proyecto que terminó llegando a buen puerto, que me pone y me excita cantidad: «Celda 211». Y son muchas las razones para ello. Pero la primera y principal está pinchando en la imagen. (Con sonido, please) Las demás, se las cuento otro día, que hoy voy ajustado de tiempo. 🙁