KILÓMETROS DE LIBROS

Cuando mi cuate Pepe y yo salíamos de una Granada abrasada por los cuarenta grados del calor de un mediodía de agosto, con rumbo a Villena (Alicante), con el fin último de presentar «Hasta donde el cine nos lleve» (para hacerse con un ejemplar, lo más fácil es ESTO) en el pueblo de mi querido Frankie, coautor del libro y amigo del alma, inevitablemente nos preguntamos aquello de «qué hago yo aquí».

 

Nuestro libro, bien acompañado
Nuestro libro, bien acompañado

Así lo contaba esa tarde, unas horas después, a las más o menos cincuenta personas que se concitaron en la Casa de la Cultura de Villena para escucharnos a Fran, a mí y, sobre todo, al escritor y periodista Mariano Sánchez Soler, quién se metió al público en el bolsillo con una charla tan culta y cargada de emoción como amena y divertida. Suya fue la responsabilidad de que, al terminar la presentación, Fran y yo firmáramos unos veinte libros. ¡Qué sensación más gustosa y placentera, como ya comentamos sobre la presentación de Semana Negra!

 

¡La fama cuesta!
¡La fama cuesta!

Y es que, a lo largo de mi vida, he hecho muchos viajes. Pero ninguno como éste. El objetivo y fin último era, por supuesto, presentar el libro. Pero, en realidad, y como también he comentado más de una vez en las distintas presentaciones que he hecho del libro en estas semanas, lo realmente trascendente de los viajes es, siempre, el Factor Humano. Paisajes, monumentos y geografías son importantes, pero la esencia del viaje, además de tus propios compañeros, viene dada por la gente con la que te encuentras y a la que conoces durante el periplo.  

 

Así, Pepe y yo disfrutamos de una magnífica cena tras la presentación del libro, con Cris, Fran, Miguel y Mariano. Felices porque la misma hubiera sido un éxito y firmando sobre la mesa del restaurante un par de ejemplares más, destinados a personas muy, muy especiales, dimos cuenta de una generosa ración de pescado de lo más variado y sabroso, hablando sobre mil y una cosas, películas incluidas. Y después, en el copeo, salió a relucir ese tema que a Frankie le tiene alucinado: qué es y qué no es vida social, desde mi punto de vista, un asunto sobre el que tendremos que volver más pronto que tarde.

 

Mi Cuate Pepe
Mi Cuate Pepe

Y entre unas cosas y otras, Pepe y yo nos fuimos al catre bien entrada la madrugada de un viernes que nos encontró durmiendo cerca de las doce de la mañana. Un café más tarde, on the road again. Qué ilusión ese chaval de Yecla, que me preguntara por el libro referencial de Kerouac en la presentación. ¿Lo hará Coppola alguna maldita vez? On the road. Música alta y camino de Águilas, donde habíamos quedado con Txomin para comer otro pescado, igualmente espectacular y sabroso, en el restaurante de su amigo Boli.

 

A punto estuvimos de no poder entrar en el pueblo murciano, por mor de un brutal accidente que había colapsado el tráfico, pero un giro de Pepe, digno del mejor Alonso, consiguió que cogiéramos la salida oportuna en el último segundo y que pudiéramos disfrutar de un festín de pescado sin parangón y, sobre todo, de la afabilidad de Yolanda, Txomin y sus dos chiquitines (¿qué tal va esa otitis?)

 

En casa de Colin, con mi camiseta de Bill Evans
En casa de Colin, con mi camiseta de Bill Evans

No conocía Águilas. Y Domin nos hizo un completo, rápido y somero recorrido por sus puntos más interesantes. Me gustó. Y mucho. De hecho, ya hay una palabra en nuestro diccionario atlético viajero de la próxima temporada: Media Maratón de Lorca y, después, dosis en vena de los productos del Boli. Esa gamba roja, esos letones, ese gallopedro, ese pez gato, ese tomate con bacalao, esas tostas de tomate y, de postre, ¡esa fideuá! Imperiales.

 

Me gustan los restaurantes en los que la confianza de los clientes con sus dueños te permite dejarte aconsejar por ellos. Suele ser sinónimo de triunfo seguro. Como en Villena y Águilas.

 

De vuelta a Granada, recogimos a Panchi y, sin solución de continuidad, enfilamos para Salobreña. Habíamos quedado con Colin Bertholet para tomar unos espetos de sardinas antes de ir a la Casa Roja, al concierto de Angelique Kidjó.

 

La diosa de ébano
La diosa de ébano

Y allí comenzó todo. De nuevo. Kilómetros, carretera, otro hotel, ducha y a seguir con la acción. El Bahía, pedazo de chiringo, nos sirvió unas Alhambras espaciales heladas y unos espetos que estaban para chuparse los dedos.

 

A Colin y su estupendo Blog, «La otra mirada», ya lo conocen ustedes sobradamente. Y si compraron el sábado la Opinión, verían que la foto de portada era de Angelique Kidjó y que venía firmada por Dominique Bertholet, la hija de Colin, estupenda periodista y fantástica conversadora.

 

Llenazo total en el Tendencias de Salobreña
Llenazo total en el Tendencias de Salobreña

El concierto, colosal. Lean la crónica que Colin ha publicado. Y disfruten de sus fotos. Una explosión de ritmo y potencia sonora que nos metió en la madrugada costera, tomando copas en el garito de Mariano, al que veríamos al día siguiente en el refugio salobreñero que Colin y Encarni tienen en el corazón del casco antiguo del pueblo granadino.

 

Donde Encarni & Colin
Donde Encarni & Colin

Porque el sábado fue una revelación. Uno de esos días fundacionales que se quedan grabados en la memoria no sólo de las cosas que pasaron, sino también de las que están por venir. Porque la larga y productiva velada en casa de Colin y Encarni, además de ser genialmente divertida, gastronómica espectacular y amistosamente generosa, nos abre las puertas a proyectos, trabajos, fiestas y colaboraciones que nos enriquecerán a todos. Cuando hay feeling y sintonía, las ideas caen en terreno fértil y fructifican.

 

Lens, Tintín y el Cuate Pepe
Lens, Tintín y el Cuate Pepe

Las fotos que acompañan a toda esta entrada son de Colin.

 

Y, tras el remate del DJ y el VideoJ de la playa de La Caleta, a eso de las 2 de la mañana volvimos a casa. Tres días de carretera, amigos, libros, música y coche que hacen que haya descubierto una nueva dimensión en esto de viajar y que, aún cansado, ya me esté planteando hacia qué nuevos horizontes poner rumbo, con la intención de seguir hablando de libros, cine y viajes. Tras Agüimes, Gijón y Villena, la idea es continuar en Septiembre, en Granada. En Octubre volveremos a bajar a Salobreña. Mariano nos hablaba de Alicante…

 

La terraza de casa de Encarni y Colin, un lujo
La terraza de casa de Encarni y Colin, un lujo

¿Más ideas? ¿Voluntarios para unirse a la troupe? ¿Propuestas de viaje? Espero que, al menos, mi Cuate siga dispuesto a embarcarse conmigo en estos disparates, de forma que sean muchas más las ocasiones en que nos preguntemos «¿qué hago yo aquí?» Signo de seguir vivos y con energía.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

En casa, pero ardiendo por volver on the road…             

ALMED Y HASTA DONDE EL CINE NOS LLEVE

A ver. En las librerías Picasso y Atántida de Granada, en «Negra y Criminal» de Barcelona y en Estudio en Escarlata de Madrid podéis comprar nuestro libro, «Hasta donde el cine nos lleve», de cuya exitosa presentación en Villena (Alicante), pronto hablaremos.

 

Pero, además, si pedís el libro a nuestra editorial, la granadina editorial Almed, os lo mandan sin gastos de envío, tal y como se señala en el enlace referenciado.

El mail es almed@almed.net y fijaos qué chula ha quedado la home de la web de la editorial Almed… nos encanta a Fran y a mí esa luna azul.

 

En serio, anímense a comprar el libro, que a la peña le está gustando bastante, sirve para recordar películas vistas y para que te den ganas de ver otras. Y para viajar con la imaginación, desde el sofá de casa y desde la tumbona de la playa. Y si alguien se lleva el libro a la cama, que nos cuente qué sueños de provoca su lectura.

 

De verdad, lo pasarán bien leyéndolo. Palabrita de Niño Jesús 😉

 

Jesús Lens, autobombeando sin descanso.

ARRÁSTRAME AL INFIERNO

Hay películas para las que los conceptos «buena» o «mala» no aplican. ¿Es buena o es mala «Arrástrame al infierno»? No lo sé, la verdad. Pero reconozco que lo pasé pipa viéndola, con su desmesurada carga de hemoglobina, vísceras, ungüentos, sustos, repullos y asquerosidades varias.

 

El momento que, posiblemente, mejor define la última gamberrada/katxondada de Sam Raimi es ése en el que un yunque le cae en la cabeza a la vieja gitana, haciendo que los ojos se le salgan de las órbitas y se incrusten en la angelical carita de la protagonista. Asco, repulsión, risas y un cruel buen humor presiden todas esas sevicias que el director impone a los protagonistas de esta demencial historia.

 

Una historia, por cierto, que deberían proyectar en los cursos de formación de las entidades financieras de todo el mundo, sobre todo, cuando se hable de Responsabilidad Social Corporativa y otros conceptos semejantes.

 

Porque en el punto de partida de la historia se encuentra un banco cuyo director, para estimular la competencia entre sus empleados, les invita a tomar decisiones duras y difíciles que, perjudicando a los clientes, redunden en beneficio de la entidad. Como, por ejemplo, no refinanciar el pago de su hipoteca a una dulce, tierna y cariñosa ancianita que se ha retrasado en el pago por mor de una enfermedad.

 

Maldiciones gitanas, brujería, sortilegios, demonios desatados y misas negras serán el resultado final del abuso de un capitalismo voraz y desmedido que, está claro, cuando se le deja campar a sus anchas, termina por arrastrarnos a todos en una espiral destructiva, demencial y homicida.

 

Corta, contundente, directa y a la cabeza, «Arrástrame al infierno» es una de esas películas de lo que antes se llamaba serie B, destinadas a provocar una mezcla de atracción/repulsión en los espectadores. Raimi, como buen profesional y, además, como inmejorable aficionado al cine de terror, maneja a la perfección los ingredientes necesarios para conseguir la justa dosis de risas y de asco en una película modélica.

 

Desde luego, no es apta para estómagos delicados. Por eso, contará con el fervor de los buenos aficionados al cine de terror en su versión más gore y pasada de vueltas y, sin embargo, hará que los espectadores más tranquilos y pacíficos miren a la persona que los ha arrastrado a la sala con cara de pocos amigos, pidiendo explicaciones y mascullando frases del tipo: «¿cómo se te ha ocurrido traerme a ver este montón de basura?»

 

Desde luego, si te gustan las emociones fuertes y el terror más bromistamente desenfadado, pasar una hora y media de este tórrido verano viendo «Arrástrame al infierno» no es de las peores ideas que se puedan tener.

 

Valoración: 6.

 

Lo mejor: Su contundencia y lo claro y diáfano de su apuesta por esa especial mezcla de terror y humor.

 

Lo peor: Lo previsible de todo lo que pasa. Aunque, en realidad… ¿a quién le importa? 

Jesús Lens      

¿UN FESTIVAL DE FLAMENCO JAZZ?

La columna de hoy viernes de IDEAL, haciendo extensiva una excitante propuesta…

 

El pasado lunes, cuando entramos en el Corral del Carbón y nos encontramos con un escenario en que convivían dos pianos enfrentados, cajones flamencos, sillas de enea, un contrabajo y un par de trompetas; supimos que algo nuevo y diferente iba a pasar en la noche granadina.

 

Fusión, fusión, fusión de la buena
Fusión, fusión, fusión de la buena

Fusión. ¡La de sentidos tan diferentes que puede tener una palabra! Depende del lugar y el contexto en que oigas eso de la fusión, lo mismo te echas la mano a la cartera, entre temblores y taquicardia, que se te eriza el vello de la nuca, expectante y excitado ante la sorpresa por venir.

 

La exquisita digitalización de Sergio Pamies al piano, experto conocedor de las raíces y las claves de toda la historia del jazz, combinada con la hondura del flamenco de nuestra tierra, permitió que canciones como «Sólo quiero caminar», de Paco de Lucía, sonaran radicalmente nuevas o que bulerías como «Vivan los gitanos» te transportaran por imprevisibles universos sonoros en los que no caben fronteras, límites o barreras culturales. Una noche sensacional.

 

Sergio Pamies, un lujo de pianista
Sergio Pamies, un lujo de pianista

No es de extrañar, pues, que Pamies reivindique la conveniencia de que se celebre un festival de Flamenco Jazz en España, una denominación de origen que empieza a tener la solera que ha alcanzado el celebrado y reverenciado Latin Jazz. Y fue leer esa propuesta y pensar que el lugar más apropiado para su materialización sólo puede ser esta Granada nuestra en que el Sacromonte convive con dos de los Festivales de Jazz más consolidados y veteranos del panorama musical español.

 

Las músicas que surgen de la tierra, más pronto o más tarde están condenadas a entenderse, mezclarse y fusionarse. Así lo reconoce Pamies, cuando señala que el jazz es un arte mestizo por definición, que siempre fue ‘café con leche’ y, sobre todo, que lo importante es que nunca sea descafeinado. Cualquiera que haya escuchado el New Flamenco Sound de Chano Domínguez puede dar fe de la que fusión entre el flamenco y el jazz es cualquier cosa menos aburrida, guardando aún en la memoria aquella entrevista en la añorada revista «Ajoblanco» a Miles Davis, en la que el trompetista declaraba que, cuando escuchaba flamenco, se hincaba de rodillas.

 

El hombre y el piano, frente a frente
El hombre y el piano, frente a frente

Tenemos a Jorge Pardo y sus Vientos Flamencos, al Niño Josele interpretando con su guitarra las memorables canciones del pianista Bill Evans y, ahora, un trompetista tan clásico, puro y exquisito como Wynton Marsalis está preparando la grabación, en el País Vasco, de su recién compuesta «Vitoria Suite», con la colaboración de Chano Domínguez y Paco de Lucía.

 

¡De rodillas!
¡De rodillas!

«Lo gracioso del caso es que el flamenco y el jazz son muy parecidos, tocamos los mismos acordes, tenemos una relación parecida con el tempo, sin embargo, los significados de uno y otro lenguaje son totalmente diferentes», señala Marsalis. Porque nadie dijo que esto de la fusión fuera como echar un huevo a freír. Ni mucho menos. Para evitar engrudos indigestos, hay que trabajar, estudiar y, siendo innovadores, respetar las tradiciones.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

DE LIBROS, PRESENTACIONES Y AMIGOS

Ustedes ya lo conocen. La niña literaria de nuestros ojos: «Hasta donde el cine nos lleve».

Hoy jueves, a las 20 horas, Fran y yo la ponemos de largo en Villena (Alicante), de la mano del escritor, periodista y cinéfilo Mariano Sánchez Soler, tal y como mi querido partenaire literario anuncia en su imprescindible Blog.

¡Os esperamos!
¡Os esperamos!

Y como testigo de excepción, mi cuate, Pepe, que no dudó ni un segundo en embarcarse en este bolo, que nos lleva hoy a Alicante en un viaje relámpago, que nos devolverá mañana a Salobreña, pasando por Águilas y parando en Granada, brevemente.

¡La fama cuesta!
¡La fama cuesta!

Aunque algo estresante, mola esta vida en la carretera. A fin de cuentas, si hablamos de un libro de viajes y películas, ¿qué mejor forma de presentarlo por esos mundos que tirando de carretera y manta?

Para ambientar, añadimos fotos de la presentación en Semana Negra, tomadas del fantástico Post que Fran publicó hace unos días…

Jesús Lens, on the road.