EL ARTE DE PERDER CLIENTES

Soy un Facilón. Mucho. Mi primer móvil fue un MoviStar. Desde entonces, siempre he tenido un teléfono de dicha compañía. Mi ADSL casero es de Telefónica y, por eso, cuando me compré un microportátil HP, me fui a un Espacio (que suena más bonito que Tienda, pero que es lo mismo) MoviStar. Allí me hice con un módem que me permitía ser libre y feliz como un pájaro, siempre on line, siempre conectado.

 

Quiso la mala suerte que, un mes después de haber vencido la garantía, el HP petara. Tras decirme que pitos y que flautas, me proponían que se lo mandara y que por una pasta gansa, me hacían un presupuesto y calendario para la posible reparación. Ya se podrán imaginar mi respuesta al los (de) HP.

 

Máxime, cuando vi el iPad y me enamoré del iChisme de Jobs. Que, me temo, esta vez sí caigo en sus garras, abandonado por los (de) HP.

 

Compuesto, sin HP, pero con un módem inútil, me dejé seducir por la simpática publicidad de MoviStar en que, aludiendo a que nos encanta cambiarle el nombre a las cosas, podremos llamarles como queramos, pero que Telefónica, MoviStar y demás partes del conglomerado de la comunicación, desde ahora, son una única cosa: MoviStar. ¿Lo habéis visto? Está muy bien.

 

Porque, además, he leído que a los titulares de un smartphone, cuando se compren el iPad, les darán un duplicado de la tarjeta SIM para usar ambos cacharros por el mismo precio.

Así las cosas, me planté en un espacio MoviStar. Y le expliqué a la zagala lo que quería.

 

Mi idea era sencilla:

– Comprarme un Smartphone que sustituyera al extinto y denostado HP.
– Reservar un iPad, para en cuanto salga.
– Que me cambiaran la línea del módem inútil por la del SmartPhone, aunque ésta fuera más cara. Si era una subida razonable, me conformo.

 

Soy Facilón.

 

Lo dije antes.

 

Y un punto caprichoso.

 

Me molaba llevarme el Smartphone y conectar con Twitter y Facebook desde la calle, subir fotos y demás. Y me hacía ilusión encargar mi iPad. Además, seguro que reservaba el más caro. Para una vez que iba a hacerme con un iAlgo… ¡que fuera el mejor!

 

Pero, entonces, surgió el problema.

 

Mi gozo en un pozo.

 

Resulta que mi línea de módem tiene una cláusula de permanencia que dura hasta noviembre de 2010.

– ¿Y no podemos convertirla en una línea para un teléfono?
– No – me dijo amablemente la chica que me atendía. – Es que los módems son una línea y los teléfonos son otra.

¿Sabéis lo malo de ser un Facilón?

 

Que, cuando te tocan la moral, no discutes mucho. Volví a explicarle a la mozuela lo que pretendía, pero no le puse excesivo empeño. Tampoco me alteré. Sencillamente pasé. Pasé mucho. Pasé del todo.

 

Es como cuando empiezas a ir a la cafetería de debajo de casa. Uno se deja llevar. Mientras te traten con una cierta cordialidad, todo va bien. Mientras te pongan la tostada medianamente pasada, todo va bien. Mientras te pongan el café razonablemente rápido, todo sigue yendo bien.

 

Hasta que, por la razón que sea, algo se tuerce: una mala contestación, una mala cara, tenerte 15 minutos esperando por un café, que atiendan a todo pichichi antes que a ti, aunque hayas llegado antes… entonces, sencillamente, buscas otra cafetería y sanseacabó.

 

Por eso, ahora, estoy mirando las ofertas de Smartphones de Vodafone y la reserva del iPad la haré con dicha compañía.

 

No por nada. Sólo porque soy un Facilón que no entiende ciertas cosas y, sobre todo, que no tiene ganas de pelearse.

 

Se me hace extraño entrar en una tienda (o espacio) de la que soy cliente, mostrar interés no sólo en seguir siéndolo, sino en serlo más todavía… para salir siendo un próximo y convencido ex – cliente.

¡Entré dispuesto a gastarme una buena pasta en los chismes y conexiones que venden y salí pensando en hacer negocio con la competencia!

 

Seguramente, el raro soy yo. Y seguro que estoy equivocado en mi forma de encarar este asunto. Pero ¿qué le vamos a hacer? Ser un Facilón, es lo que tiene.

 

Jesús FáciLensón,
ex cliente de MoviStar,
recién converso a Vodafone.