No dejen esta novela atrás

Ya vienen los Reyes con el aguinaldo y nos gusta que tenga formato rectangular y paginado. Antes de entrar a fondo en la distópica, fascinante y perturbadora ‘Dejar el mundo atrás’, les recomiendo un tebeo muy, muy especial: ‘Piel de hombre’, de Hubert y Zanzim, publicado por Norma Editorial.

Se trata de un álbum de gran formato, 160 paginazas que mezclan el Renacimiento con la identidad de género. La premisa es sencilla y revolucionaria a la vez. En una acaudalada familia guardan un importante secreto. Se llama Lorenzo y es una piel de hombre. Cuando una mujer se viste con ella, se transforma total y absolutamente, convirtiéndose en uno de ellos. De esa forma, la protagonista, una joven prometida a un desconocido, se viste de Lorenzo y descubre el mundo de los hombres, tan diferente al de las mujeres, obligadas a quedarse en casa y a no salir, a aparentar, esperar y disimular. A desesperar y, en muchos casos, a morirse de pena. Y asco.   

Con recursos gráficos extraordinarios y páginas completas repletas de hallazgos narrativos, ‘Piel de hombre’ recuerda a aquella temporada de ‘Juego de Tronos’ protagonizada por una rigurosa y puritana secta religiosa, que de eso también hay en este álbum. No lo dejen escapar. 

¿Hablamos del fin del mundo? Esta Navidad, la película ‘No mires arriba’ ha estado en boca de todos, con ese cometa que amenazaba con destruir el Planeta. ¿Pero y si el Apocalipsis no fuera tan estruendoso? ¿Y si, de hecho, ya hubiera comenzado? Por ejemplo, cuando el pasado otoño fue usted a la ferretería del barrio a comprar linterna, pilas y un infiernillo, alarmado por las noticias sobre el Gran Apagón. 

En ‘Dejar el mundo atrás’, publicada por Salamandra, Rumaan Alam cuenta la historia de una familia estresada que alquila una cabaña alejada del mundanal ruido para pasar unas merecidas vacaciones. No está demasiado lejos de Nueva York, pero camuflada en el bosque, es como si estuviera a años luz del aquí y el ahora. Por eso, que alguien merodee en el exterior, una noche cualquiera, da tanto miedo. 

Hasta ahí les puedo contar de la novela más atípica sobre el fin del mundo que he leído estos años. Y ya saben ustedes que a mí, las distopías me gustan desde mucho antes de su popularización por culpa de zombis… y pandemias. 

‘Dejar el mundo atrás’ habla de la amenaza. Y de la confianza. De las esperanzas, rotas o por romper. Del miedo a lo desconocido. Del paradigma del cambio. Rumaan Alam ha escrito una novela atmosférica en la que, desde el principio, el lector sabe que pasa algo, pero no sabe qué pasa. Ni por qué. 

En mitad de una narración clásica, morosa y pausada, el autor mete algunas frases que restallan como latigazos en pleno rostro. Frases cortas, muy cortas, esparcidas a lo largo de la historia, que obligan al lector a parar y releer, confuso y noqueado. Son flashes del futuro que llegan al presente y funcionan como los fotogramas pornográficos escondidos en ‘El club de la lucha’: duran tan poco tiempo que no eres consciente de haberlos visto, pero te queda la sensación de desasosiego, la perturbación, la incomodidad.

Netflix está preparando una adaptación de ‘Dejar el mundo atrás’ con Julia Roberts como protagonista y productora. Le iba a acompañar Denzel Washington, pero las últimas notician apuntan a que será el doble ganador del Oscar, Mahershala Ali quien le dé la réplica. 

Finalista del National Book Award de 2020 y omnipresente en la lista de los mejores libros del año en los medios más prestigiosos de EE.UU., estamos ante una de esas novelas que se convierten en referente de su época, básica para entender la confusión que nos invade en estos tiempos inciertos.

Jesús Lens

Luther, mi serie noir del año

Si les digo que me he cepillado las 5 temporadas de ‘Luther’ en poco más de seis meses podrían pensar que soy un ansia viva, un espectador desaforado loco por competir en algún concurso de devoradores de series.

Los más avisados sabrán que, en realidad, no es para tanto. Cada temporada tiene muy poquitos episodios y de una duración asumible, además. La versión extendida de ‘El Señor de los Anillos’, por ejemplo, sería más larga.

‘Luther’ arrancó allá por 2010 con una primera temporada de seis capítulos que causó sensación. Su protagonista es un policía particularmente inteligente y mentalmente bien dotado que, en la estela de Sherlock Holmes, tiene una prodigiosa capacidad de observación, análisis y síntesis. Entregado a su trabajo, su vida personal (apenas) existe. Y como le descubrimos en mitad de una persecución, tomando una decisión moralmente cuestionable que no dejará de perseguirle, ya tenemos las mimbres de uno de los grandes personajes de la televisión del siglo XXI.

Interpretado por el gran Idris Elba, Luther se debate entre la ley y la moral, siempre tentado de tomar atajos en la resolución de los casos a los que se enfrenta. Que no son fáciles. Porque le toca lidiar con delitos graves y, después, con despiadados asesinos en serie.

Decir que cada temporada de ‘Luther’ comienza ‘in media res’ es quedarse corto: su arranque es tan brutísimo que dispara las pulsaciones del espectador desde el primer minuto. Y la cosa ya no decae, que los andares, ademanes y verborrea del protagonista transmiten una intensidad electrizante.

Como es marca de fábrica en la BBC, además de un cuidado diseño de producción en el que Londres ofrece su mejor cara y también la más sórdida e inquietante; hay unos secundarios de lujo. Como muchos de ellos son susceptibles de morir y desaparecer de una temporada para otra, no les hablo de ninguno en concreto.

En cada temporada de la serie, que se puede ver entera en Netflix, hay un caso central protagonizado por un asesino de crueldad sin límites. Y con una imaginación homicida a la altura de los peores villanos de la literatura negra escandinava. Pero, y ahí está la gracia de ‘Luther’, le conocemos casi desde el primer episodio. A su identidad, me refiero. Sabemos quién es, pero no resultará tan fácil echarle el guante como descubrir su identidad. Los genios del mal son así.

Además, están las tramas relacionadas con el protagonista que hilan y trenzan todo el arco narrativo, dándole continuidad: sus relaciones con las mujeres y sus compañeros de trabajo, sus problemas con los superiores, sus enganchones con la mafia londinense y, la relación más especial, con una mujer inquietante, perturbada y pertubadora.

El creador y máximo artífice creativo de ‘Luther’ es Neil Cross, guionista y novelista que comenzó fogueándose en la mítica serie ‘Doctor Who’ y que ahora está detrás de una nueva adaptación, esta televisiva, de la novela ‘La Costa de los Mosquitos’, de Paul Theroux.

Además de todos los episodios de ‘Luther’, Cross escribió una novela que aún no he leído, pero a la que estoy loco por echar el guante: ‘Luther. El origen’. En España la ha publicado la editorial Es Pop y, como les digo, le tengo muchas ganas: el viaje hacia delante en la tempestuosa y agitada vida del inspector se me hizo bola en la cuarta temporada y la quinta y más reciente resultó un tanto repetitiva, como si fuera un Greatest Hits de las anteriores. De ahí que me apetezca viajar en el tiempo hacia el pasado del personaje encarnado por Idris Elba.

Y la gran pregunta: ¿habrá sexta temporada? Según el prota, no. Lo que sí podría haber es película. Y eso sí es un notición de lo más estimulante.

Jesús Lens

‘Condena’ y ‘Los que merecen morir’

Quería yo seguir escribiendo esta semana de mis lecturas veraniegas de corte negro-criminal, pero se ha metido por medio una miniserie portentosa que no puede dejar de recomendarles.

En España se ha titulado ‘Condena’, es de la BBC y te deja noqueado. Son solo tres episodios, por lo que la denominación de miniserie está completamente justificada. Los dos protagonistas son Sean Bean y Stephen Graham y cuenta con un soberbio plantel de secundarios marca de la casa.

La película comienza con un tipo corriente ingresando en la cárcel. No tardaremos en saber que se trata de un profesor que, borracho, mató a una persona y ha sido condenado a pasar cuatro años encerrado. A la vez, un funcionario de prisiones plancha primorosamente su camisa antes de comenzar su turno en la misma cárcel. A partir de ahí, la ambrosía, el néctar noir.

Dentro del género negro, el subgénero de cárceles y prisiones ocupa un lugar destacado, desde el clásico francés ‘La evasión’, de Jacques Becker a ‘Fuga de Alcatraz’ o ‘Brubaker’. En España, ‘Celda 211’ fue todo un bombazo. Dicho lo cual, olviden cualquier referencia anterior y entren libres de prejuicios a ver ‘Condena’, repleta de momentazos, como el de la escritura de una carta que sirve como acicate para enseñar a leer y a escribir a un preso iletrado, además de ser una preciosa declaración de amor.

Hay personajes inolvidables como el de la monja de la prisión, que protagoniza otro momento para el recuerdo. Y el final. ¡Ay, el final! Cuántos sentidos y lecturas tiene ese final. Con tanto realismo como sensibilidad, sin eludir la crudeza y la violencia, pero sin cebarse en ellas, ‘Condena’ es la quintaesencia del género carcelario excepcionalmente traído al siglo XXI.

Hablando de series, solo me queda una temporada para ponerme al día con un clásico contemporáneo que también es de visionado imprescindible: ‘Luther’. Vayan viéndola si aún no lo han hecho y la comentamos.

Ahora, sí. Vuelvo a los libros. La novela más reciente de Carlos Salem, ‘Los que merecen morir’, publicada por la editorial Alrevés, nos trae al Salem de siempre y, además a uno nuevo. Al de siempre, pero depurado. Y el nuevo, muy salemiano. Dos Salem por el precio de uno.

Para empezar, se ha marcado un policial canónico, de ley, en el sentido de que los personajes son policías encargados de una investigación. Pero, por supuesto, ‘Los que merecen morir’ tiene el toque Salem, tan reconocible en sus novelas como el toque Lubitsch de las películas. Un asesino en serie que se hace llamar Nadie anda suelto. Sus víctimas: personas que, por una razón o por otra, son despreciables. La hez. Lo peor de lo peor. De ahí el título de la novela.

Para capturarle mandan a Severo Justo. Con ese nombre, poco más podemos añadir, ¿verdad? Se trata del policía más laureado del cuerpo y, además, el más minuciosamente apegado al reglamento. Su equipo, eso sí, estará conformado por policías y colaboradores mucho más amplios de miras que él, de un forense que habla con ‘sus’ muertos a la hacker más improbable que imaginarse pueda. Y Dalia Fierro, una psiquiatra tan prestigiosa como confusa, dado que en su cabeza son muchas y variadas las Dalias que hablan, opinan, piensan y ejecutan.

Y están las calles de Madrid, sus bares, cafeterías y habitantes. Los más visibles, pero también los habitualmente invisibles, a quienes el Salem más intimista da voz e insufla vida. ‘Los que merecen morir’ es una novela larga, de más de 400 páginas, en la que Carlos Salem construye un nuevo imaginario, pero con los ecos de siempre, saliendo airoso del envite.

Jesús Lens

Jueces en tela de juicio

Que los jueces españoles protagonicen portadas, debates y discusiones por su gobierno y no por su trabajo diario en los juzgados se hace difícil de comprender. Por su gobierno… o más bien por su falta de; que la renovación del CGPJ está paralizada sine die y esto es un sindiós.

Las razones de Gobierno y oposición para mantener el desgobierno judicial las conocen ustedes de sobra, por lo que les ahorraré el refrito. No tengo intención de entrar en el debate sobre culpabilidades partidistas. Lo que me preocupa es el descrédito. La desafección. El distanciamiento de la ciudadanía.

El guirigay diario protagonizado por Lesmes & Co. se suma al contradictorio fallo del Tribunal Constitucional sobre los Estados de Alarma y Excepción y a los continuos fallos de los Tribunales Superiores de Justicia en contra de los toques de queda, certificados Covid y demás instrumentos para luchar contra el coronavirus. Hablo con gente de diversos ámbitos y extracciones y existe una sensación creciente de que los jueces viven en una realidad paralela cada vez más alejada de lo que ocurre en la calle.

Toda generalización es injusta y, cada día, miles de jueces dictan las sentencias que sostienen en pie el estado de derecho que tenemos la suerte de disfrutar en España. Pero la sensación de desafección está ahí.

Permítanme que vuelva, imagino que por última vez este año, a la brillante e imprescindible serie ‘The Good Fight’: nunca me cansaré de recomendársela encarecidamente. En su temporada más reciente, el personaje interpretado por Mandy Patinkin decide impartir justicia desde la trastienda de una copistería. Se erige en una especie de juez de paz, un hombre bueno que dirime casos livianos y poco importantes de forma estrafalaria, con la anuencia de las partes involucradas.

Poco a poco, la cosa crece y el teatrillo se convierte en un reality show televisivo, con el juez convertido en estrella mediática, cada vez más metido en su papel, hasta el punto de decretar multas de cuantioso importe económico y hasta penas de reclusión.

El público le adora y la propia policía empieza a derivar al tribunal fake a algunos de sus detenidos, a sabiendas de que acabarán encerrados. No les cuento más. Solo les diré que en el origen de esa justicia paralela se encuentra la creciente desconfianza de la gente de a pie en la labor de los tribunales ordinarios. Lo de la desafección y esas zarandajas, o sea.

Jesús Lens

Deporte y género negro

En principio, no parece un buen maridaje. Y sin embargo, casan bien. Ahora que estamos en plenos Juegos Olímpicos y no dejamos de escuchar el lema ‘Citius, Altius, Fortius’, es necesario recordar que hay deportistas sin empacho en tomar atajos para llegar más rápido, más alto y más fuerte.

El novelista Eugenio Fuentes, un enamorado del deporte de la bicicleta, escribió un novela policíaca centrada en el mundo del ciclismo. En ‘Contrarreloj’ se cuenta el asesinato de Tobias Gros, el favorito e imbatible ganador de las cuatro últimas ediciones del Tour de Francia. El impacto es brutal y se dispara una rumorología que apunta a Santi Mieses, rival que habló con Gros poco antes de su muerte.

Luis Carrión, el director del equipo donde pedalea Mieses, contrata al detective Ricardo Cupido, que anda de espectador de una de las etapas reinas: el ascenso al Tourmalet. A través de sus pesquisas, Cupido se adentra en el pelotón para descubrir al lector los entresijos de la carrera, las rivalidades y hasta enemistades declaradas entre ciclistas o el tantas veces sospechoso trabajo de algunos médicos.

El gran thriller sobre el mundo de la corrupción en el ciclismo, sin embargo, está basado en hechos reales. Y visibles. Públicos y notorios. Porque se desarrollaron a la vista de todo el mundo. No me cansaré de recomendar un documental vertiginoso del año 2013 dirigido por Alex Gibney y titulado ‘La mentira de Lance Armstrong’. El director era amigo del ciclista y uno de sus grandes admiradores.

Comenzó a filmar en 2009 su regreso a la competición, pero fue percibiendo síntomas de que las pertinaces acusaciones de dopaje contra él tenían visos de ser ciertas. Y cambió el objeto de su trabajo: de la devoción a la duda y a la investigación. Cuatro años después, la historia concluye el día en que el ciclista fue desposeído de sus siete maillots amarillos de ganador del Tour. Un trabajo sobresaliente. Además, el año pasado, la ESPN, cadena especializada en deportes, emitió ‘Lance’, con la vitola de ser “el documental definitivo” sobre uno de los estafadores más grandes de la historia del deporte.

Cambiemos el paso. El escritor norteamericano Harlan Coben tiene una serie de novelas policíacas protagonizadas por el personaje Myron Bolitar, un antiguo jugador de baloncesto universitario al que una desgraciada lesión impidió convertirse en profesional y llegar a la NBA. En ‘Motivo de ruptura’, Bolitar aparece convertido en agente de un prometedor jugador de fútbol americano con aspiraciones de alcanzar la NFL y al que todo parece irle bien… hasta que una antigua novia dada por muerta aparece en escena, lo que obligará al protagonista a convertirse, también, en detective privado.

B18. BARCELONA, 09/09/2010.- El escritor norteamericano Harlan Coben, autor de la serie protagonizada por el personaje de Myron Bolitar, ha resultado ganador del IV Premio Internacional de Novela Negra RBA, que, con 125.000 euros, es el mejor dotado del mundo en su categoría. EFE/Xavier Bertral

A partir de ahí, diferentes profesionales del tenis, del golf y del propio baloncesto irán requiriendo los servicios de Bolitar cuando sus carreras se tuerzan por motivos extradeportivos. Porque es un tipo fiable que conoce los entresijos del deporte profesional y a los tipos que pululan entre bambalinas. Una excelente serie de novelas para los amantes del Noir que, además, sean buenos aficionados al deporte.

Terminamos hablando de las apuestas, esa otra lacra que amenaza la limpieza del deporte. Una de las subtramas más interesantes de la serie televisiva ‘Todo por el juego’, que cuenta con dos temporadas.

Describe con todo lujo de detalles cómo se las ingenian las mafias para aprovecharse de los futbolistas más vulnerables y conseguir que jueguen para ellos: les ponen delante de las narices coches deportivos de alta gama, despampanantes mujeres, pases VIP para las mejores discotecas, sustancias tóxico-recreativas… Y cuando pican, aunque sea una sola vez, ya los tienen agarrados por donde más duele.

Jesús Lens