‘La Babilonia, 1580’, libertad con ira

Contundente. Es muy contundente. Lo que más me gusta de la novela más reciente de Susana Martín Gijón es que no se va por las ramas: sus personajes son los que son, sin medias tintas. Al que le gusten, bien, y al que no… pues también. Casi que mejor. Eso significa que ‘La Babilonia, 1580’, publicada por la editorial Alfaguara, no provoca indiferencia. 

Tengo muchas ganas de escuchar esta tarde a la aguerrida estirpe lectora que conforma Uno de los nuestros, el Club de Lectura y Cine de Granada Noir. Nos toca reunión mensual en Librería Picasso y espero que sea movida. Porque la novela en cuestión tiene miga, mucha miga. 

Las dos protagonistas principales de la novela son Damiana, una puta, y sor Catalina, una monja. Ambas viven en Sevilla, en mundos que deberían estar alejados. Pero aquella ciudad, también de los prodigios en pleno siglo XVI, permitía que el prostíbulo más famoso del momento lindara con un convento.

Las dos caras de una misma moneda: las mujeres de la época tenían pocas oportunidades para ser libres si no querían depender de un hombre vía matrimonial. Aunque sometida a normas y obligaciones, invisibilizada, el convento le permitió a Catalina leer y formarse, acceder a los libros y a la cultura. “Para la mayoría de las hermanas, la sencillez está reñida con el saber, que sólo lleva a la soberbia, pecado tan propio de poetas e intelectuales. Sin embargo, para la priora el convento debiera ser un centro de erudición y creatividad femeninos, como lo es tantas veces en el caso de los varones”, escribe la autora, que defiende el legado de Santa Teresa de Jesús.  

La prostitución, por su parte, es la única fórmula al alcance de la indómita Damiana para no tener que darle explicaciones a nadie de lo que hace con su vida. “Vendo mi cuerpo, amigo. Mi alma es pedirme demasiado”, dirá en un momento dado.  

Más allá del trasfondo histórico, perfectamente documentado por la autora sin que la erudición pese en la narración o lastre la lectura, pero haciéndola vívida y palpitante; la acción tiene que ver con un barco, la Soberbia, que debe capitanear la flota con destino a las Indias. Todo parece ir bien en su puesta a punto. Hasta que un mal día, su mascarón de proa aparece crudamente violentado con el pellejo de una mujer, literalmente hablando. Entonces se desencadenarán todas las supersticiones. 

Hay más personajes importantes, como el líder de la flota, un curtido marino con mucha(s) historia(s) a cuestas, y un joven grumete que hará lo posible, y casi lo imposible, por enrolarse. Está el inversor-capitalista, caballero veinticuatro. Y está ella, temible siempre: la Inquisición. “Quien condena a las brujas no es el demonio, sino los tuyos”, leeremos en un momento dado. Sabido es que, históricamente, a las mujeres que trataban de salirse de la senda marcada y, por ejemplo, hacían por curar a sus semejantes, se las tildaba de eso, de brujas. Y como tales se las trataba. 

Y nos queda la travesía, claro. Porque ‘La Babilonia, 1580’ trufa el noir histórico con la novela de aventuras pura y dura. Y no hay mayor aventura que hacerse a las aguas del Océano Atlántico en un barco de vela para enfrentarse a los elementos. Y a los hombres, que en alta mar, las tempestades humanas pueden ser peores que las meteorológicas. Me dejo en el tintero la trama africana. Y la del machito. Y la de… Porque son muchas las historias que cuenta Susana Martín Gijón en esta gran novela. 

Jesús Lens

Un cómic del que sales diferente

Al hablar de novelas, películas o cómics que me han gustado sobremanera, procuro ser extremadamente cauto a la hora de tildarlos como ‘imprescindibles’. Por dos razones. La primera, por pudor. En esta vida, imprescindible es comer, beber, vestirse y tener un techo bajo el que cobijarse. A partir de ahí…

Y luego está el prurito intelectualoide. Oyes que la última película de Fulanito es imprescindible para comprender el mundo de hoy o que el ensayo más reciente de Menganito es esencial para descubrir la verdadera naturaleza de… ¡Qué pereza, oigan!

Dicho lo cuál, permítanme que me contradiga. Primero, porque estoy convencido de que el arte sí es necesario, básico y esencial. Lo he dicho otras veces: una vez cubiertas nuestras necesidades básicas y dado que tenemos la suerte de haber nacido en una sociedad desarrollada del primer mundo; despreciar la inmensa oferta cultural que tenemos a nuestro alcance debería estar penado por la ley. 

Y segundo porque sí hay manifestaciones artísticas que podemos tildar de ‘imprescindibles’. Para mí, imprescindibles son esos libros, películas, pinturas o partituras que, cuando terminas de leerlos, verlas o escucharlas, además de haber disfrutado, eres diferente. Porque el arte, el bueno, tiene capacidad transformadora, individual y colectiva. 

Sirva este larguísimo preámbulo para decir que un cómic, ‘El cielo en la cabeza’, de Sergio García, Antonio Altarriba y Lola Moral, publicado por Norma Editorial, reúne esas características. Además de ser una genialidad, sales diferente de sus páginas. No eres la misma persona antes y después de leerlo. Cuenta la historia de un niño, Nivek, que trabaja como esclavo en una mina de coltán, en Congo, y el largo viaje que emprende en busca de la libertad. 

Nivek representa a todos esos millones de personas que, en este momento, vagan por el mundo huyendo de la guerra, el hambre, la sed y la miseria. Son los protagonistas de La Odisea del siglo XXI y García, Altarriba y Moral han contado su(s) historia(s) con todo lujo de detalles. Que no sólo lo digo yo, ojo. Lo dice la mismísima Asociación de Críticos y Periodistas de Cómic francesa, que acaba de concederle al álbum su prestigioso, preciado y codiciado Gran Premio de la Crítica a este “retrato sin concesiones del lado oscuro de la humanidad”.

Parafraseando a Walt Whitman, ‘El cielo en la cabeza’ contiene multitudes, en todos los sentidos de la expresión. Si aún no lo tienen, ¿a qué esperan?

Jesús Lens

La isla del tesoro noir

Estos días hemos fallado el IV Premio ‘Paco Camarasa’ de novela negra y la ganadora ha sido ‘Buenos tiempos’, de Victoria González Torralba. Se trata de una maravillosa historia de iniciación a caballo entre el noir y las aventuras. 

El galardón fue creado en 2020 para reconocer talentos emergentes y, en esta nueva edición, amplía su propósito original para premiar la novela negra del año 2023. El jurado está constituido por los responsables de nueve festivales punteros de nuestro país: Aragón Negro, BCNegra, Las Casas Ahorcadas de Cuenca, Getafe Negro, Semana Negra de Gijón, Granada Noir, Pamplona Negra, el Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca y Valencia Negra

‘Buenos tiempos’ de Victoria González Torralba, publicada por la editorial Siruela, retrata la España de los años 70, en pleno despertar turístico. Un siniestro hallazgo en un pueblo de la costa mediterránea transforma a Laura, la involuntaria protagonista, en la investigadora de una trama donde acecha una galería de inquietantes personajes. El jurado ha destacado “la indiscutible calidad y fuerza literaria de la novela, que, desde lo cotidiano y una sensibilidad narrativa plena de autenticidad, narra una trama sólida muy alejada de giros efectistas”. ‘Buenos tiempos’ representa “un soplo de aire fresco dentro del panorama de la literatura negra nacional, con una atmósfera intimista y una originalidad que abre puertas en el género y dota al texto de capacidad de perdurar”.

Hay un homenaje en esta historia a las clásicas narraciones de aventuras, incluyendo un garito imposible de olvidar en el que podrían haberse citado piratas con parche en el ojo y pata de palo para estudiar el mapa de la isla de la Tortuga donde se oculta un tesoro de valor incalculable. La clave de la novela: la contradictoria relación de la protagonista con los diferentes personajes con los que le toca relacionarse, más o menos voluntariamente.  

‘Buenos tiempos’ es la segunda novela de la autora tras la publicación de ‘Llámame Méndez’ con la editorial Planeta, una precuela de la serie del famoso inspector creado por su padre, el mítico escritor Francisco González Ledesma. 

Junto al libro premiado, optaban a este galardón otros tres títulos finalistas de los que hemos hablado ya en esta sección: ‘Crisanta’ de Juan Ramón Biedma, ‘Hontoria’ de Juan Carlos Galindo y ‘La ley del padre’ de Carlos Augusto Casas. Cuatro excelentes libros que son buena prueba del nivelazo y la variedad temática y estilística de la novela negra española contemporánea.   

Victoria González Torralba (Barcelona, 1966), licenciada en Ciencias de la Información, ha desarrollado su trayectoria profesional en diferentes publicaciones, principalmente en revistas culturales, femeninas y de viajes. “Recibir el premio Paco Camarasa me hace tremendamente feliz”, declaró tras el anuncio. “A la satisfacción que supone que la novela reciba un reconocimiento como éste se añade una gran carga emocional para mí: que el nombre de Paco Camarasa quede vinculado a ‘Buenos Tiempos’ me conmueve profundamente. Era imposible conocer a Paco y no quererlo”, explica.

Además de reconocer el trabajo de la ganadora, se pretende seguir honrando la memoria del librero valenciano Paco Camarasa, que regentó durante 12 años la librería ‘Negra y criminal’ en la Barceloneta. Camarasa puso al alcance del público las mejores novelas de género negro, tanto nacionales como internacionales, dirigió durante su consolidación el festival Barcelona Negra y luchó por descubrir nuevos talentos, muchos de los cuales apadrinó en su librería.

El premio, que no tiene dotación económica y reviste carácter anual, también persigue el objetivo de impulsar la carrera literaria del galardonado. Por ello, un año más, la ganadora recibirá invitación para acudir a los nueve festivales que otorgan esta distinción.

Jesús Lens

De asesinos, voces en off y The Smiths

Por fin llegó a Netflix ‘The Killer’, la nueva, maravillosa y polémica película de David Fincher. Si son ustedes seguidores habituales de esta sección sabrán que le tenía ganas, muchas ganas. Casi tantas como a ‘Los asesinos de la luna’, de Scorsese. 

¿Se acuerdan del fervor con que les recomendé la lectura de los tres tomos que conforman el integral de ‘El asesino’, el maravilloso cómic de Matz y Jacamon publicado por Norma Editorial? Pues si me hicieron caso y lo leyeron, la controvertida voz en off de Michael Fassbender no les habrá pillado de sorpresa. 

Digámoslo desde el principio: ‘The Killer’ no es para todos los gustos. En términos gastronómicos, sería una carne con varios meses de maduración y muy poco hecha, más para paladares curtidos que para los aficionados a las hamburguesas industriales. Es una película de las llamadas lentas: la mayor parte de su metraje está más pendiente de lo que pasa por la cabecita del protagonista que de lo que le pasa a él como persona. Y menuda cabecita tiene el hombre. 

Sobre la trama, muy brevemente, diremos que un asesino a sueldo pierde la confianza de la organización para la que trabaja y se ve solo y abandonado, teniendo que actuar en consecuencia. Durante la magistral primera media hora, que transcurre en París, asistimos al soliloquio del ‘shooter’, un trabajo que pierde todo su glamour, por cierto. ¡Menuda ‘peoná’, eso de liquidar a alguien descerrajándole un tiro lejano! Es un poco como la ingrata investigación del Asesino del Zodíaco que el propio Fincher nos contó en esa obra maestra que es ‘Zodiac’. 

A partir de ahí y tras un fugaz paso por el Caribe, el asesino empieza a moverse por todos los Estados Unidos, que visitará Chicago, Nueva Orleans, Miami y Nueva York. Y no necesariamente en ese orden. ¿Nos lleva Fincher de turismo, a través del imponente Fassbender? La verdad es que… no. Ni falta que hace.

Su personaje es un experto en moverse por lo que Marc Augé bautizó felizmente como ‘no lugares’. Terminales de aeropuertos, desmesurados edificios corporativos, parkings de vehículos de alquiler, impersonales hoteles de cadenas internacionales, restaurantes de comida basura, barrios residenciales clónicos y hasta anónimos y fríos gimnasios a los que te puedes inscribir usando nada más que el móvil, sin necesidad de interactuar con humano alguno. Pocas veces como en ‘The Killer’, la soledad, el desarraigo y la frialdad del siglo XXI han quedado tan expuestas. 

Si a todo ello le sumamos la música electrónica de esos dos genios que son Trent Reznor y Atticus Ross, este cóctel de gélida tecno-existencia hermana a Fincher con David Cronenberg. ¿Y las canciones de The Smiths? Ahí hay que dominar el inglés a nivel pro: las letras sirven para pespuntear el ánimo del protagonista en cada momento. Cuando se enchufa los auriculares para escuchar ‘How Soon Is Now’ a modo de mantra, por ejemplo, deberíamos comprender eso de “Soy el hijo y el heredero de una timidez que es criminalmente vulgar. Soy el heredero de nada en particular. ¡Cierra la boca! ¿Cómo puedes decir que hago las cosas mal? ¡Soy humano y necesito ser amado! Igual que todos los demás”.

Se ha comparado a ‘The Killer’ con ‘Le Samuraï’, y algo de eso hay, claro. Pero con la controvertida voz en off. A mí, otra referencia que se me vino a la cabeza fue ‘A quemarropa’, la maravillosa brutalidad de John Boorman, aunque aquella Angie Dickinson y esta Tilda Swinton se parezcan tanto como el cine de finales de los 60 al de estos primeros 20.

Jesús Lens

En el comienzo de Granada Noir

El jueves arranca Granada Noir con la presencia de todo un Premio Cervantes, Sergio Ramírez, en el Palacio de los Condes de Gabia de Diputación, acompañado por Daniel Rodríguez Moya. Después, en el 4U Hostel, le escucharemos en conversación con Men Marías y brindaremos con unas cervezas Alhambra. No pensará usted perdérselo, ¿verdad? Sería un crimen.

Todavía no hemos arrancado el Festival, pero ya voy como las motos. Estuve en Getafe Negro, participé en un combate Hammett vs. Chandler de lo más animado y tuve la oportunidad de ver, escuchar y saludar a Don Winslow, nada menos. ¡Me traje firmado su libro más reciente, publicado por Harper Collins, y hasta foto-fan me hice con él!

Pero la foto que con más ahínco perseguí fue una con mi querido Lorenzo Silva, a quien se rindió un emocionante homenaje en el que varias de las personas de su vida, familiar y literaria, leyeron pasajes de la serie Bevilacqua y Chamorro. Hubo devoción, admiración, respeto y, sobre todo, cariño a raudales. ¡Qué gran trabajo están haciendo Maica Rivera y su entregado equipo en Getafe Negro! 

Y estuvieron las conversaciones, las birras, los planes, las propuestas… Todo un anticipo de lo que está por venir en Granada. Está feo que yo lo diga, pero si a usted le gusta el género negro, no se puede perder esta cita. Y si (cree que) no le gusta… ¡tampoco! Traemos un ramillete de novelistas, artistas, ensayistas y propuestas tan diferentes que se va usted a sorprender. Para bien. 

La novela negra granadina va a tener mucha presencia, otra vez. Nos parece un ejercicio de responsabilidad y compromiso con nuestra tierra. Es obligatorio contar con Clara Peñalver, Men Marías y May R. Ayamonte; presencia habitual en los festivales más prestigiosos de España. También estarán Andrea Ambel, José Antonio Piqueras, José Carlos García, Nicolás Díez, Hermógenes Patón… El nivel literario de la Granada más negra y criminal es extraordinario, no deja de crecer y ha de tener su reflejo en la programación del festival.

De ahí que no nos duela en prendas darle el Premio Granada Noir a toda una trayectoria a artistas y escritores de la tierra. Si el primero fue para el maestro Juan Madrid y hace unos años para nuestro Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales por ese tótem que es Blacksad, este año hay que reconocer el inmenso talento de más de los nuestros: los artistas Sergio García y Lola Moral, junto a Antonio Altarriba.

Habrá periodismo y periodistas en el programa, otro de nuestros clásicos. Abordaremos la espinosa cuestión de la marihuana con María Victoria Cobo y Quico Chirino le dará otra vuelta de tuerca a sus ‘Jazmines torcidos’. Y también ciencia & noir, con José Antonio Pérez Ledo en conversación con Ángel Ibarra, director de Ifmif-Dones España. Y la colaboración con el Cine-Club Universitario. Y música con El Hombre Garabato en el Metro. Y, y, y…  

Y viene gente de fuera, por supuesto que sí. Este año hemos planteado varias conversaciones de fondo con los autores en las que, a partir de su obra, se aborden diferentes cuestiones de actualidad. Algunas de ellas serán conducidas por los propios lectores que conforman el Club de Lectura y Cine de Granada, que mantiene su actividad cultural a lo largo de todo el año y son unos fieras.

Todo ello en escenarios muy diversos, pero sobre todo en uno al que nos encanta ir: los bares. El apoyo de Cervezas Alhambra a Granada Noir va más allá de lo material. Es toda una filosofía que nos permite ser gamberros, accesibles, divertidos y desenfadados. ¡Vengan a comprobarlo! Información en www.granadanoir.com 

Jesús Lens