Me hago mayor

Tengo que reconocer que me hago mayor. Síntomas, hay muchos, más allá de que me adelanten hasta las ardillas, en las carreteras de montaña. Los madrugones de los fines de semana, por ejemplo, es irrebatible.

IRA

Pero la prueba más clara e incontestable de que me pesa el paso del tiempo, además de los kilos, es que he perdido mi proverbial capacidad de indignación. Antes me solía indignar, de media, dos o tres veces al día. Ahora ya no. Me cuesta mucho más.

Entre mis últimas indignaciones: el enaltecimiento a Otegi al que estamos asistiendo estos días. También me asquea que a los condenados por diversos delitos relacionados con el terrorismo se les considere presos políticos. Y me hierve la sangre con la manipulación en pro del nacionalismo. De los nacionalismos. De todos ellos. Y de cualquiera. Porque supone espolear los más bajos instintos. Y convertir en adversarios a los vecinos.

Ira Inside Out

También me indigna el tema de la corrupción. Lo reconozco. Pensé que no. Que con lo extendida y generalizada que está, me habría acostumbrado. Pero confieso que se me abren las carnes con cada nuevo caso de presuntas irregularidades en la gestión patrimonial público-privada.

¿Y los que nos dan lecciones de moral, patriotismo, ética y compromiso; para terminar saliendo en los Papeles de Panamá? Otros que me indignan. Como los supuestos paladines de los consumidores que, efectivamente, eran unos extorsionadores y mafiosos de tomo y lomo…

Ira fuego

Y ya puestos, no voy a negar que no puedo con el pasotismo, el conformismo y el fatalismo que nos rodean. No puedo, no puedo, no puedo. Lo siento. Esa rendición que, a veces, se percibe alrededor. Como si todo lo malo que nos ocurre lo fuera por designio divino. Y no, ¿eh? Es que no…

Cambiando de tercio: me indignan esos conductores que circulan por las calles de Granada como si estuvieran compitiendo en Montecarlo. Y, ya puestos, me irrita sobremanera la zafiedad que tenemos que soportar con las despedidas de soltero. ¿Y los que gritan y vociferan, bien entrada la noche? Casi tanto como el mala follá que decide tirar 37 botellines, uno por uno, al contenedor de vídrio, pasadas las 1 am.

¿Ven lo que les decía? Me hago mayor. Que acabo de repasar esta columna y resulta que soy un viejo cascarrabias y gruñón que se indigna con cualquier cosa.

Jesús Lens

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Tender puentes

Hay puentes que llegan. Como este del 1 de mayo, con el Día de la Cruz asomando la patita por ahí detrás. Pero la mayoría de los puentes, los puentes de verdad, no llegan solos ni son sinónimo de ocio y esparcimiento. Esos puentes, los puentes sólidos, útiles y duraderos, hay que construirlos. A pico y pala. Sudando.

Tender puentes

A lo largo de las diversas conversaciones propiciadas por el Tres Festival, organizado por la Fundación Tres Culturas en la Feria del Libro de Granada, se habla mucho de ellos. De los puentes. Y de la necesidad de tenderlos. Me encanta cómo suena la expresión: tender puentes. Y es que, cuando el español es rico, es rico de verdad.

Puentes tendidos. Los ya candidatos a las próximas elecciones del 26-J también se están hartando de invocarlos, de cara al futuro. Lo que choca con su inoperancia para construirlos en los últimos meses. Cuando oigo a Rajoy, Sánchez o Iglesias utilizar la expresión, me acuerdo del desaguisado que ha montado la empresa española Azvi en Chile, al construir un puente levadizo sobre el río Cau Cau… e instalar al revés sus plataformas. El resultado, un desastre. Un puente inútil que será necesario desmontar íntegramente para volver a construirlo, con un sobrecoste de 13 millones de euros. Ejem.

Tender Puentes erróneos

El bochorno y la rechifla sobre el Cau Cau, sin embargo, no deben hacernos perder la perspectiva del auténtico sentido de una palabra preciosa. Puente. Una palabra con dos significados complementarios: “Construcción que se levanta sobre una depresión del terreno para comunicar dos lados” y, más poética y literaria, “Persona o cosa material o inmaterial que sirve para poner en contacto o acercar dos cosas distintas”.

En ambos casos, la construcción de puentes requiere voluntad, determinación, inteligencia, trabajo y esfuerzo. Lo dicen los autores marroquíes, israelíes, egipcios o españoles que, estos días, hablamos de la literatura como puente para facilitar y propiciar en descubrimiento y el entendimiento mutuo. Entre culturas. Entre religiones. Entre etnias. Entre personas.

Tender Puentes trabajo

Propuesta: este fin de semana largo, y aprovechando que estamos en la Feria del Libro, ¿qué tal si, además de pasarnos por el Centro Lorca para escuchar a estas preclaras e imprescindibles voces del Mediterráneo, compramos y leemos algo con un puente como protagonista? Sugerencia: “Un puente sobre el Drina”, del Premio Nobel de Literatura Ivo Andric. Ahí lo dejo.

Jesús Lens

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Tres Culturas y el Mediterráneo

No creo que sea muy original confesar que mi número favorito siempre fue el tres. Para una mente caótica y desenfrenada como la mía, el 3 -resultado de la suma de los tres números primigenios, el 0, el 1 y el 2- aglutina a todo el universo cuántico en sí mismo y, por tanto, es un número mágico, místico y eterno. Y de ello hablo en mi artículo de IDEAL. No tardarán en saber el porqué.

Una vez que llegué a una conclusión tan peregrinamente absolutista, me he pasado la vida poniendo en práctica mi favoritismo por el tres. Por ejemplo, comprando décimos de lotería que acaban en 3 y tachando la casilla correspondiente del boleto de la Bono-Loto. ¡No por casualidad, el trío de piano es mi formación jazzística favorita! Me apunto a cualquier 3×3 de baloncesto que se me pone a tiro y creo que idolatro tantísimo a Jordan, además de por razones obvias, porque lucía el 23 en la camiseta de los Bulls.

3 23

Sirva este preámbulo para decir que, a mí, una Fundación que se llama Tres Culturas, ya me tiene ganado, de antemano. Me gusta ese nombre. Sencillo y, a la vez, de largo aliento.

Pero, más allá de la cuestión nominal, hay que agradecer a la Fundación Tres Culturas que estos días, en el marco de la Feria del Libro de Granada, haya organizado el “Tres Festival. Voces del Mediterráneo”, un certamen literario que nos permitirá escuchar a algunos de los escritores más reconocidos de ambas orillas de un mar que, por desgracia, separa más que une.

Tres Festival

Cuando hablamos de tender puentes entre las culturas, un Festival como Voces del Mediterráneo se convierte en la plasmación práctica, visible y tangible de tan noble como habitualmente fútil propósito. En los últimos meses he tenido ocasión de colaborar con la Fundación Tres Culturas y, en concreto, trabajar con Olga Cuadrado es un lujazo: facilidades, profesionalidad, compromiso…

Pásense estos días por el Centro Lorca para escuchar a escritores como  Mircea Cartarescu, Mahi Binebine, Abraham B. Yehoshua o Nawal al-Saadawi. Descubriremos nuevos horizontes literarios, culturales y vitales.

Tres Lorenzo Silva

En concreto, yo estoy deseando que llegue el sábado por la mañana, para compartir mesa y escenario con Lorenzo Silva, uno de los padres de la novela policíaca española, y Fatos Kongoli, el escritor albanés, autor de “Tirana Blues”, que tan bien nos ha contado el horror de las dictaduras comunistas del pasado siglo. ¿Nos vemos?

Jesús Lens

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Granada Sin

Ya hemos hablado de las playas granadinas, sin arena y repletas de pedruscos y escalones, convertidas en campos de minas e impracticables para personas mayores o de movilidad reducida. Playas que a duras penas se pueden denominar como tales, como señala Mercedes Navarrete en este reportaje.

Playas de piedra playa granada

Reflexionando sobre el tema, he llegado a la conclusión de que nuestras playas sin arena son una perfecta metáfora de una tierra que podría acuñar la marca “Granada Sin”, por la cantidad de Sines que empieza a acumular. El más actual: Sin el Legado de Lorca, por supuesto. Que las informaciones sobre su posible venta al Harry Ransom Center de Texas explicarían la urgencia de la BIC-Declaración y contribuyen a complicar aún más las cosas. Si cabe.

Otro ejemplo de una Granada Sin lo tuvimos hace un par de fines semana, cuando se abrieron al público dos flamantes estaciones de Metro, sin metro, por supuesto. Lo curioso de estas visitas es que concitan el interés de miles de granadinos a los que les gusta bichear por los intersticios más recónditos del Subte. Es lo bueno de un Metro que se presentó como proyecto en 1998 y cuyas obras arrancaron en 2007: han sido tantos años de excavadoras, túneles y discusiones sobre el soterramiento que, al final, aun sin verlo, le hemos tomado cariño.

Cruda Realidad metro

Y, por supuesto, está la Madre de todos los Sin. Sin AVE. Y digo más: sin trenes, volando o sin volar. ¡Eso sí que es un logro! Más de un año sin ferrocarril. Y lo que te rondaré. Y aquí no pasa nada. El día del aniversario, un poco de ruido. Nada más. Es que ni una fecha aproximada. Aunque luego se salten el plazo a la torera. ¡Un algo, por favor!

Además, estamos sin alcalde. Y sin gobierno. Y ya estamos sufriendo las consecuencias: parálisis, prórrogas, comisiones que no se celebran, órdenes del día que quedan completamente desordenados…

Torres Hurtado dimisión

Granada es, también una ciudad sin cine. Sin cine en versión original. Sin cine alternativo. Las salas comerciales lo obvian y al único Festival que nos daba un poco de oxígeno, Cines del Sur, lo han puesto en hibernación. En barbecho. En standby. Como si lo hubieran castigado al rincón de pensar.

Sí. Granada Sin. Un eslogan que, si pensamos en su traducción al inglés, resulta ser una condena. Sin. Pecado. Granada Sin. Pecaminosa. Abúlica y perezosa. Sin nervio. Sin tensión. Sin liderazgo.

Jesús Lens

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Suspensos y repetidores

Ea. Es oficial. El 26-J, nuevas elecciones generales. Para nada ha servido el último escorzo de Compromís, que no parecía tanto una opción válida de formar gobierno cuanto una dosis de munición extra para el depósito de Y-tú-más de Narciso Iglesias.

Suspenden Día de la Marmota

El Día de la Marmota. Efectivamente. Lo que va del 20-D al 26-J está siendo una inaudita y bastante insoportable dosis de postureo, inoperancia y, por mucho que el Rey pida lo contrario, cansinismo. Porque ellos han suspendido, pero nos toca repetir a nosotros.

Así las cosas, ¿qué se inventarán en El Hormiguero para poner a prueba la capacidad de hacer el ridículo de los cabeza de lista de los principales partidos? Porque lo del baile, excepción hecha de Iceta, ya cansa.

Suspenden hormiguero Sánchez

En realidad, solo de pensar en otra campaña electoral, agota. Y en la precampaña, más todavía. ¿Habrá Primarias? En los partidos que las celebran, quiero decir. ¿Repetirán los mismos candidatos? Mariano, Pedro, Pablo, Albert, Alberto… ¿qué de nuevo nos van a contar esos viejos amigos que no hayamos escuchado ya, hasta la saciedad, en estos meses? Solo la reaparición de la Niña de Rajoy, ya talludita y con las maletas hechas para emigrar a Alemania, podría animar el cotarro.

Suspenden Hormiguero

Pero la cosa pinta peor aún en provincias. Nos lo preguntábamos hace unas semanas. ¿A qué han dedicado estos meses Carlos Rojas, Elvira Ramón y Ana Terrón? Al ubicuo Luis Salvador lo tenemos más visto, pero ¿y los otros? ¿También repiten? Y, en ese caso, ¿de qué nos van a hablar? ¿Qué nos van a contar? Y los periodistas, ¿cómo van a hacer otra vez sus perfiles, sin repetirse?

Ellos, los políticos a los que habíamos elegido para formar gobierno, han suspendido, incapaces de ponerse mínimamente de acuerdo. Pero los repetidores somos todos. Otra vez a repasar los apuntes. Otra vez a recordar  viejos y obsoletos programas que no se cree nadie.

Pero qué huev... tienen
Pero qué huev… tienen

¿Qué nos van a prometer, de aquí al 26-J, que genere alguna credibilidad? Porque ilusión, desde luego, no percibo en el ambiente. Vuelta a la pegada de carteles y a los anuncios electorales. A los debates. A las encuestas. Al MásterChef político de los gurús. A los sesudos análisis que, en realidad, no sirven para nada. Y, mientras, seguimos viendo la vida pasar, con un gobierno en (dis)funciones…

Jesús Lens

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