Cuánticos chinos

Ustedes, que ya me van conociendo, serán perfectamente capaces de adivinar qué pensé cuando leí que China se está preparando para iniciar una red global de comunicación cuántica. Porque,  con lo que me gustan los juegos de palabras, ardo por ironizar con los Cuánticos chinos y fabular sobre sus fotones viajeros, trayendo a colación una figura fascinante para un Géminis como yo: el mítico gato de Schrödinger, que está vivo y muerto a la vez.

Pero SOY, mi Robot, muy sensibilizado con el tema del Acelerador de Partículas, Escúzar y el futuro tecnológico y científico de Granada, me dice que me esté quietecico y que no me meta en ná. Que no está el tema para bromitas y folletás. Y de ello hablo en IDEAL hoy.

 

Y es que, según acaba de publicar Science, China ha conseguido la primera comunicación cuántica entre un satélite y la Tierra. 1.200 kilómetros recorridos por miles de pares fotones que han viajado sin separarse, desafiando a Einstein, a las convenciones sobre la velocidad de la luz y a buena parte de los que, hasta hace nada, eran paradigmas inmutables.

Discúlpenme los científicos. A buen seguro, he metido la pata en el batiburrillo anterior. Pero los legos en la materia lo podemos resumir de esta manera: todo está cambiando. Y lo está haciendo a una velocidad vertiginosa. Tanto que los autores de ciencia ficción tienen un hermoso desafío creativo por delante.

 

Según leo en medios, el logro conseguido por los chinos tendría aplicaciones prácticas como garantía para la comunicación secreta de gobiernos, ejércitos, empresas o ciudadanos. Pero esas aplicaciones, tanto a SOY a como a mí nos dejan bastante indiferentes, la verdad. ¡Qué cortedad de miras! ¡Qué ordinariez, desafiar a la mismísima velocidad de la luz… para luchar contra los hackers!

El caso es que los Cuánticos chinos podrían tener una red global de satélites de comunicación plenamente operativa en 2030. ¡Y ese sí que sería un Gran Salto Adelante, y no aquella locura que provocó una terrible hambruna en el gigante asiático!

 

No tengo ni idea de si, en este tinglado, cabrá nuestro Acelerador de Partículas. Tampoco sé si hay relación entre los fotones que viajan por parejas, hasta el infinito y más allá, y las partículas a las que queremos meter marcha desde Granada. Pero, ¿no tienen la sensación de estar compartiendo, en nuestra tierra, un excitante y prometedor sueño futurista?

 

Jesús Lens

Orgullo, sin prejuicio

Cada vez que alguien dice que a ver cuándo se celebra el orgullo heterosexual, se demuestra la necesidad de seguir celebrando el Día del Orgullo de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales, popularmente conocido como Día del Orgullo Gay o, más recientemente, Orgullo, a secas.

Que no sé yo hasta qué punto, lo de Orgullo, a pelo, es bueno. Provoca que no se escriba ni se pronuncie la palabra gay. Ni lesbiana, bisexual o transexual. Que sí. Que, de tan popular, todos sabemos de qué hablamos cuando hablamos del Orgullo. Pero no tengo yo tan claro que sea positivo no hacer mención al de qué estamos orgullosos.

 

Dicho lo cuál: es necesario sentirse Orgullosos. Y decirlo alto y claro. Sin dudas ni titubeos. Sin utilizar la adversativa empobrecedora. Que sí. Que a alguno se le irá la mano con la celebración y sus vestimentas, poses y actuaciones nos parecerán excesivas e irreverentes. Y nos escocerá. Y nos irritará. Y nos molestará. Pero que, con ignorar dichos comportamientos, es suficiente. Que para eso defendemos la libertad de expresión.

¿Cómo no va a ser necesario celebrar el Día del Orgullo de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales, si vivimos en una sociedad en que, cada vez que una celebridad sale del armario, se convierte en Trending Topic?

 

“Orgullo y prejuicio” es una de las novelas más celebradas de Jane Austen. Y, aunque el tema no tenga nada que ver, es un título muy apropiado para la celebración que nos ocupa: el día del Orgullo, en una sociedad llena de prejuicios, por muy tolerante que se crea.

En Vegas del Genil también muestran su Orgullo

Hoy, excepto cuatro fundamentalistas anacrónicos, a nadie en su sano juicio se le ocurriría definirse como homófobo. Sin embargo, no hay prácticamente ni un solo deportista profesional que se haya declarado abiertamente gay. Y es sintomático porque los deportistas profesionales en activo son gente joven que, se supone, han nacido en esa sociedad abierta que nos preciamos de tener.

 

¿Será la reacción lógica a la cansina broma de vestuario de hombres en que nadie se agacharía a coger una pastilla de jabón que se cae en las duchas? Así seguimos…

 

Jesús Lens

Alcanzado por el futuro

Ayer fue uno de esos días decisivos. Uno de los días que conforman cómo va a ser el resto de tu vida. Un día que lo cambia todo. Porque ayer, me alcanzó el futuro. Ese futuro que venía persiguiéndome desde hacía meses.

Durante un lapso de tiempo, no excesivamente largo, pero sí muy intenso, coincidimos mi futuro y yo.

 

—¿Qué tal? ¿Cómo me ves? —me preguntó.

 

No pude contestarle. Porque el futuro es algo que siempre va por delante de ti: en cuanto lo alcanzas, se convierte en presente e, inmediatamente después, ya es pasado.

 

El futuro, una vez que llegas a él, ya es otra cosa.

 

No es habitual, por tanto, que sea tu futuro el que te alcance a ti. Y, cuando ocurre, como ayer, es complicado saber cómo reaccionar.

 

—¿Soy como te esperabas?

 

Tampoco tuve respuesta. ¿Cómo esperaba yo que fuera a ser, mi futuro? Reconozco que, desde hace tiempo, no me lo planteo. Cuando somos jóvenes, nos creemos dueños de nuestro destino. A medida que crecemos, las circunstancias nos vapulean y nos enseñan que, tal y como decía John Lennon, la vida es eso que ocurre mientras tú haces otros planes.

 

Mi futuro no se tomó a mal mi silencio reflexivo. Creo. Estuvo un rato conmigo, mirándome cara a cara. Y, de pronto, echó a correr, volviendo a ir por delante mí, como se supone que debe ser.

 

Más tarde, comiendo con el escritor Fernando Marías en ese oasis que es el restaurante Ácimo, mientras dábamos cuenta de una rica ensalada de pollo con curry, salió el tema. El del paso del tiempo. El de los ciclos que se terminan. Y los que empiezan. Porque solo cuando se cierra un ciclo es posible disfrutar plenamente del siguiente.

Durante la comida, Fernando y yo hablamos de cine. De Marlon Brando, esencialmente. Y de Coppola. De Clint Eastwood en “Gran Torino”. Y de Agustín Díaz Yanes, por supuesto. Actores que han personificado el paso del tiempo y directores que han reflexionado sobre él. Sobre los efectos que tiene en personajes como la Gloria Duque de “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, un título que es, en sí mismo, una declaración de intenciones y cuya segunda parte se tituló “Solo quiero caminar”.

Y ahí resultó estar mi respuesta, de cara al futuro. En una sencilla actitud: solo quiero caminar…

 

Jesús Lens

Doñana y los linces

Hace un par de meses estuve en Doñana, disfrutando de las bondades y la belleza del gran santuario de la naturaleza española, un lugar privilegiado del que tanto oímos hablar, pero que tan poco conocemos. (AQUÍ, enlace con cosillas de ese viaje)

 

En el Acebrón, uno de los centros de visitantes de Doñana, había dos cabezas de linces disecadas, colgadas de la pared. Las fotografié, ambas. No sé por qué. Que los animales disecados me provocan una tristeza infinita. Varias veces estuve a punto de borrarlas. Al final, eliminé una y dejé la otra. La tengo delante de mis ojos, ahora mismo. Es bueno el trabajo que el taxidermista hizo con el animal, pero no deja de ser un animal muerto. ¿Se acuerdan del cariño con que les hablé del lince en esta otra columna de IDEAL?

Arde Doñana. Desde el sábado por la noche estamos todos espantados. Por fortuna, a la hora de escribir estas líneas, no hay que lamentar ninguna pérdida humana. La vida de ninguna persona, quiero decir. Porque la destrucción de nuestro patrimonio natural nunca puede estar desligada de nuestro ser humano.

 

Si pensamos en lo que ocurrió en Portugal, con decenas de muertos, habrá quien diga que podemos darnos con un canto en los dientes. Pero no. No podemos. Porque el incendio de Huelva es algo pavoroso, terrible… e indignante.

Llevo desde el sábado conteniéndome para no vomitar la rabia y la indignación que me provocan este incendio. Porque el Parque Nacional de Doñana está acosado por intereses económicos, inmobiliarios, industriales y empresariales desde hace mucho tiempo. Y que este incendio haya sido provocado no puede ser casualidad. Nunca lo es. Pero, en este caso, menos que nunca.

 

Insisto. Quiero ser cauto. En las redes ya corre como la pólvora la conexión entre la reforma de la Ley de Montes que permite recalificar bosques incendiados que sean declarados de utilidad pública, el proyecto para extraer y almacenar gas bajo Doñana -un proyecto declarado, precisamente, de utilidad pública- y el maldito incendio.

Ya saben que yo no practico la conspiranoia. Pero que Doñana esté ardiendo es un escándalo, a la vez que una tragedia. Y es imprescindible que, en cuanto se apaguen los rescoldos, se inicie una investigación para depurar responsabilidades, a la vez que debemos exigir un compromiso institucional y gubernamental que dote a toda Doñana de la máxima protección. Si no, nos quedará la sensación de que, para algunos, el lince bueno es el lince muerto.

 

Jesús Lens

Conversación con Fernando Marías

En Granada Noir sabemos que esto de los Encuentros Especiales con gente de la cultura negra y criminal es una anomalía que va contra el signo de los tiempos. Porque, de lo que se trata, es de hablar. Largo y tendido. De conversar. Para aprender, descubrir y disfrutar.

En estos tiempos de inmediatez y dispersión, de fugacidad, prisa y culto a la velocidad; retransmitir a través de Facebook una conversación de una hora de duración entre dos personas puede parecer una osadía, una temeridad. Casi una provocación.

 

Pero es lo que nos gusta hacer en Granada Noir. Cosas originales, diferentes y a contracorriente. Organizando presentaciones de escritores y dibujantes en bares de Granada, por ejemplo. Que la cultura, acodada a la barra de un garito que se precie de ser especial, llega.

 

O combinar disciplinas. Que el cine, la fotografía, el cómic, la literatura, la música, el teatro y la gastronomía, mezclados -y agitados- en sus justas proporciones, pueden ofrecer cócteles de lo más sorprendente, sabroso y atractivo.

 

De esta filosofía nacen los Encuentros Especiales que, con Cervezas Alhambra, venimos organizando a lo largo de todo el año. Fernando Marías es el cuarto invitado. Vean en YouTube las conversaciones con Alejandro Pedregosa en el kiosco Las Titas, con Enrique Bonet en el Mesós San Cayetano de Cgurriana de la Vega y con Carlos Salem en el Caradura Bistrot de Álvaro Arriaga; a ver qué les parece ese homenaje a la palabra que hacemos en cada charla.

 

Y hoy, a las 18 horas, abran la página de Facebook de Granada Noir. Ahí estaremos Fernando Marías y un servidor, en el hotel Alhambra Palace, prestos y dispuestos a hablar de literatura. Haremos un repaso por la obra de un autor que, entre otros premios, atesora el Primavera, el Biblioteca Breve y el Nadal. ¡Ahí es nada!

 

Charlaremos de sus múltiples proyectos, que Fernando es una de las personas clave de la cultura española contemporánea, polifacética e incansable y, por supuesto, será inevitable que hablemos de cine. La pregunta es: ¿cuánto tardará en surgir “Grupo salvaje” en la conversación? Se admiten apuestas…

 

Hoy lunes volveremos a practicar el arte de la conversación, una disciplina cada vez más en desuso. Y lo haremos a través de esas fascinantes tecnologías de la comunicación que, bien usadas, nos abren posibilidades infinitas.

 

La conversación con Carlos Salem, en el Caradura bistrot, tuvo más de tres mil conexiones. ¡3000! ¿Y si, en realidad, el gusto por hablar no estuviera tan pasado de moda?

 

Jesús Lens