En el comienzo de Granada Noir

El jueves arranca Granada Noir con la presencia de todo un Premio Cervantes, Sergio Ramírez, en el Palacio de los Condes de Gabia de Diputación, acompañado por Daniel Rodríguez Moya. Después, en el 4U Hostel, le escucharemos en conversación con Men Marías y brindaremos con unas cervezas Alhambra. No pensará usted perdérselo, ¿verdad? Sería un crimen.

Todavía no hemos arrancado el Festival, pero ya voy como las motos. Estuve en Getafe Negro, participé en un combate Hammett vs. Chandler de lo más animado y tuve la oportunidad de ver, escuchar y saludar a Don Winslow, nada menos. ¡Me traje firmado su libro más reciente, publicado por Harper Collins, y hasta foto-fan me hice con él!

Pero la foto que con más ahínco perseguí fue una con mi querido Lorenzo Silva, a quien se rindió un emocionante homenaje en el que varias de las personas de su vida, familiar y literaria, leyeron pasajes de la serie Bevilacqua y Chamorro. Hubo devoción, admiración, respeto y, sobre todo, cariño a raudales. ¡Qué gran trabajo están haciendo Maica Rivera y su entregado equipo en Getafe Negro! 

Y estuvieron las conversaciones, las birras, los planes, las propuestas… Todo un anticipo de lo que está por venir en Granada. Está feo que yo lo diga, pero si a usted le gusta el género negro, no se puede perder esta cita. Y si (cree que) no le gusta… ¡tampoco! Traemos un ramillete de novelistas, artistas, ensayistas y propuestas tan diferentes que se va usted a sorprender. Para bien. 

La novela negra granadina va a tener mucha presencia, otra vez. Nos parece un ejercicio de responsabilidad y compromiso con nuestra tierra. Es obligatorio contar con Clara Peñalver, Men Marías y May R. Ayamonte; presencia habitual en los festivales más prestigiosos de España. También estarán Andrea Ambel, José Antonio Piqueras, José Carlos García, Nicolás Díez, Hermógenes Patón… El nivel literario de la Granada más negra y criminal es extraordinario, no deja de crecer y ha de tener su reflejo en la programación del festival.

De ahí que no nos duela en prendas darle el Premio Granada Noir a toda una trayectoria a artistas y escritores de la tierra. Si el primero fue para el maestro Juan Madrid y hace unos años para nuestro Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales por ese tótem que es Blacksad, este año hay que reconocer el inmenso talento de más de los nuestros: los artistas Sergio García y Lola Moral, junto a Antonio Altarriba.

Habrá periodismo y periodistas en el programa, otro de nuestros clásicos. Abordaremos la espinosa cuestión de la marihuana con María Victoria Cobo y Quico Chirino le dará otra vuelta de tuerca a sus ‘Jazmines torcidos’. Y también ciencia & noir, con José Antonio Pérez Ledo en conversación con Ángel Ibarra, director de Ifmif-Dones España. Y la colaboración con el Cine-Club Universitario. Y música con El Hombre Garabato en el Metro. Y, y, y…  

Y viene gente de fuera, por supuesto que sí. Este año hemos planteado varias conversaciones de fondo con los autores en las que, a partir de su obra, se aborden diferentes cuestiones de actualidad. Algunas de ellas serán conducidas por los propios lectores que conforman el Club de Lectura y Cine de Granada, que mantiene su actividad cultural a lo largo de todo el año y son unos fieras.

Todo ello en escenarios muy diversos, pero sobre todo en uno al que nos encanta ir: los bares. El apoyo de Cervezas Alhambra a Granada Noir va más allá de lo material. Es toda una filosofía que nos permite ser gamberros, accesibles, divertidos y desenfadados. ¡Vengan a comprobarlo! Información en www.granadanoir.com 

Jesús Lens

Carlos Hernández, Orwell, Dalí y Lorca

Tengo enmarcada, en casa, la serigrafía de Carlos Hernández que colgó de las paredes de la Corrala de Santiago con motivo de una exposición benéfica en favor de las Comendadoras de Santiago, las últimas monjas del Realejo. Es todo un viaje en el tiempo que me parece una auténtica virguería, una pieza de maestro maravillosamente ejecutada.

Sirva esa introducción para la siguiente declaración de principios: quiero mucho a Carlos, un tipo noble y generoso, entregado y buena gente. Muy buena gente. Pero les prometo que todo lo que escribo aquí es objetivo (más o menos) y que he dejado al margen mi cariño personal por uno de los grandes artistas granadinos contemporáneos. 

Carlos Hernández acaba de publicar en Norma Editorial un cómic fascinante: ‘La lista de Orwell’, en el que ha trabajado con denuedo varios años. Lo sé bien porque, en tiempos de pandemia, hablamos mucho sobre el tema. En concreto, sobre el uso que se hace de ‘1984’ por los unos y los otros, tratando de arrimar el ascua a su sardina. 

Lo que más me ha gustado de ‘La lista de Orwell’ es que Carlos Hernández ha hecho un acercamiento muy original a una de las figuras más complejas y contradictorias del siglo XX. El MacGuffin usado por el autor para tirar del hilo orwelliano es la polémica lista de simpatizantes comunistas que, supuestamente, había confeccionado para entregarla a los servicios secretos británicos. 

Aquella información se publicó en 1996 y corrió como la pólvora. A (casi) nadie le gustan los delatores, acusicas y acusadores y el mazazo a la figura de Orwell fue demoledor. ¿Qué hay de verdad en todo ello y qué fue usado como ariete para tratar de derribar la mítica figura de quien se opuso a todo tipo de totalitarismos, con independencia de colores, siglas e ideologías? 

No seré yo quien se lo revele, claro. ¡Faltaría más! Si quiere usted saberlo, hágase con un ejemplar de ‘La lista de Orwell’ y descúbralo de la mano de un Carlos Hernández que tomó una decisión arriesgada a la hora de contar esta historia: incluirse él mismo en la narración. Ya saben lo harto que estoy de autoficción, pero en este caso, el recurso es de lo más pertinente y funciona a las mil maravillas. Tanto, que dan ganas de brindar con el autor en ese famoso bar, The Moon Under Water que, como todo el mundo sabe, se encuentra emboscado en el Realejo, aunque para encontrarlo haya que tirar de candela. 

Carlos Hernández ha escrito y dibujado la fascinante biografía de George Orwell igual que anteriormente hizo con las de Dalí y Lorca, también publicadas por Norma y que son igualmente fascinantes. Les recomiendo hacerse con ellos si no los tienen o releerlos si ya están en su biblioteca. Y, a continuación, tirar para la Corrala de Santiago. Otra vez. 

Porque el Salón del Cómic de Granada le dedica a Carlos una retrospectiva por sus treinta años de trabajo artístico. Allí hay tiras de Chucky y Orcemán y varias páginas de sus álbumes dedicados a Lorca y Dalí. Ojo a la de Enrique Morente, tan emocionante. Hay colaboraciones en El Batracio Amarillo y originales con el proceso de creación del álbum de Orwell.

Este mes de octubre le pertenece a ese artistazo que es Carlos Hernández por derecho propio. La exposición en la Corrala, que no pueden perderse, y la publicación de ‘La lista de Orwell’, que deben ustedes abalanzarse a leer; le acreditan como uno de los Grandes de Granada, que es tanto como decir uno de los Grandes del Tebeo en España. 

Jesús Lens

‘Pirineo Noir’ nos traslada a ‘Twin Peaks’

Mientras leía las galeradas de ‘Pirineo Noir’ recordaba para mis adentros el célebre verso de Félix Grande… pero al revés: “Donde fuiste infeliz alguna vez (tanto que saliste tarifando, haciendo fú como los gatos y donde no te quieren ver ni en pintura) no debieras volver jamás”. Aunque en realidad, Alice Leclerc también fue feliz en As Boiras, el pequeño y asfixiante pueblo pirenaico donde transcurre la acción de una novela que me ha fascinado. ¿Feliz he dicho? Quizá no sea la palabra exacta…

Leí ‘Pirineo Noir’ el pasado verano. Me enviaron de la editorial Reservoir Books una copia artesanal pillada con canutillo y sus hojas fueron cayendo (y quedándose esparcidas) entre Málaga, Vilnus, Riga, Tallin y Helsinki. Fue una lectura gozosa y compartida que nos deparó grandes conversaciones, anticipaciones, sospechas, sorpresas y adivinaciones. Entre aviones, autobuses y cervezas, la joven escritora María Pérez Heredia nos hizo muy felices.

Como ya saben ustedes que no soy de contar las tramas, sólo les diré que ‘Pirineo Noir’ cuenta la investigación de la muerte de la joven francesa Emma Lenglet en As Boiras, un pequeño pueblo pirenaico del Alto Aragón. Lo que convierte en singular a este crimen es que el asesino ha seguido los pasos del conocido como ‘Carnicero del Valle’, un serial killer que mató y descuartizó a seis adolescentes treinta años atrás y que, aquejado de una enfermedad terminal, acaba de ser excarcelado. 

El crimen no sólo asusta a la gente, sino que remueve las aguas de un pasado demasiado turbulento. Un experto francés especialista en capturar a este tipo de asesinos seriales llega al pueblo para ayudar a la Guardia Civil. Y con él, su mujer, una famosa escritora llamada Alice Lecrerc cuya carrera se cimentó precisamente al escribir un libro sobre aquellos asesinatos de los años 90. Un caso que conocía bien porque ella misma vivía en As Boiras por aquellos entonces. Ni que decir tiene, su presencia en el pueblo no es precisamente bienvenida y despertará todo tipo de malestares y resquemores.

¡Uf! Al final me he enrollado como un pitillo, pero es que el planteamiento de ‘Pirineo Noir’ es tan rico y ambicioso que no se podía contar en menos palabras. A partir de ahí, pasado y presente se entrelazan en una narración que te transporta a aquel ambiente rural, a la nieve, las carreteras de montaña, los hoteles de piedra con chimenea y las cabañas en el bosque. 

Para los amantes de las etiquetas: cojan un rural noir con toques de mountain noir y denle un barniz de domestic noir. Porque de todo ello hay, aunque les suene a coña trufada de ironía. Que no lo es. Se lo prometo. He leído referencias a Gillian Flynn y a Joyce Carol Oates en un blurb* de la novela. Me parecen muy bien traídas. ¡Y no son mancas!

Pero si a mí me pidieran uno, tiraría de clasicismo televisivo y diría algo así como que ‘Pirineo Noir’ es la traslación del fascinante universo de ‘Twin Peaks’ a la España más rabiosamente contemporánea. Porque quiero entender que usted no sólo sabe qué es la famosa serie que trataba de desentrañar el misterio de quién mató a Laura Palmer, sino que ha visto la magna obra de David Lynch. Y varias veces, además. ¿Verdad? ¿VERDAD? 

Si no, ya tarda usted en alternar la lectura de la excitante novela de María Pérez Heredia con el visionado de la mejor serie de la historia de la televisión. ¡Menudo otoño!       

*Los blurb son las frases promocionales de una novela escritas por otros autores o por especialistas en el género. 

Fouché, el Villarejo de Napoleón

Fouché. ¿Le suena el nombre? Hace unos años, la editorial Acantilado publicó ‘Fouché. Retrato de un hombre político’, de Stefan Zweig, una de sus míticas biografías noveladas. Recuerdo que me abalancé a la librería para comprarlo… pero no le metí mano. Se quedó en alguna de esas pilas de libros pendientes a las que soy tan aficionado. El llamado arte del Tsundoku con el que los japoneses describen a los enfermos bibliófilos que amontonamos libros sin leer aunque no dejemos de buscar, comprar y adquirir.

Fouché. ¿Conoce su figura? Así lo describe el autor: “Los gobiernos, las formas de Estado, las opiniones, los hombres cambian, todo se precipita y desaparece en ese furioso torbellino del cambio de siglo, sólo uno se queda siempre en el mismo sitio, al servicio de todos y de todas las ideas: Joseph Fouché”.

Dentro de unas semanas iremos en masa a ver ‘Napoleón’, la magna y prometedora nueva película de Ridley Scott con Joaquin Phoenix interpretando al mítico personaje. ¡El gran proyecto frustrado de Stanley Kubrick por fin llega a las pantallas! Dos dudas me asaltan: ¿cuánto habrá del Napoleón kubrickiano en ella? ¿Quién hará de Fouché y qué espacio ocupará en la narración?

Fouché. ¿Cuánto sabe de él? Yo apenas conocía nada, más allá de sus dotes como espía. Ahora, sin embargo, me vanaglorio de saber una ‘jartá’. Y es que acaba de llegar a las librerías la versión en cómic del clásico de Zweig y me la he bebido con la misma fruición con que trasegaba los tercios de cerveza después de las carreras de montaña más duras.

‘Fouché. El genio tenebroso’ es una joya que viene firmada por ese otro genio, Kim, Premio Nacional del Cómic en 2010 junto a Antonio Altarriba y autor del mítico personaje de ‘Martínez el facha’ a través del que satiriza en El Jueves a la extrema derecha española desde hace décadas.

Échenle un vistazo a la portada del soberbio cómic, exquisitamente publicado por Norma Editorial. Fíjense en la severidad de ese rostro enjuto y afilado. ¿No da yuyu? Pues cuando lean las 117 páginas del álbum sabrán lo que es el miedo. El terror. Habrán descubierto a uno de los arribistas y manipuladores más inquietantes de la historia. A un ser maquiavélico elevado a la enésima potencia. Y ojo a los años en que ejerció su maléfica labor, que nació en 1759 y murió en 1820. 

Échenle un vistazo a la Wikipedia para refrescar la memoria sobre lo que pasó aquellos años, sobre todo a partir de 1789, cuando nuestro hombre apenas contaba 30 años de edad, pero una sólida formación a sus espaldas, como descubriremos en las dos primeras páginas del cómic.

Y es que Kim no se anda por las ramas. Todo es mollar en este tebeo. No hay una sola viñeta de relleno. Hijo de familia de marineros y mercaderes, Fouché nace en el puerto de Nantes, pero “bien pronto se vio que ese muchacho delgado, espigado, anémico, nervioso y feo carecía de toda aptitud para oficio tan duro y arriesgado en aquel tiempo”. Como era buen estudiante, termina ingresando en la Iglesia, donde enseña a la vez que aprende. Hasta que cumple los 30 años a los que antes nos referíamos. A partir de ahí, 115 páginas de puro deleite.

Como tantas veces antes, no le voy a arruinar una sola de las sorpresas que le aguardan en ‘Fouché. El genio tenebroso’. Sólo le diré que no me extrañaría que un tal Villarejo tuviese su retrato como fondo de pantalla en su móvil. Ahí lo dejo.

Jesús Lens

Hay que ver ‘Verano en rojo’

Es otra de las películas que con más ganas esperaba para este arranque del curso cinéfilo 23/24. Si la semana pasada hablábamos de Martin Scorsese y David Fincher, hoy les recomiendo encarecidamente ver ‘Verano en rojo’, de Belén Macías. Se estrenó el viernes en pantalla grande y está muy, pero que muy bien. 

“Que me guste, por favor, por favor. ¡Que me guste mucho! Me tiene que gustar…”. Entré al cine como un niño chico, cruzando los dedos. O como el viejuno que fue a ver la quinta de Indiana Jones hace unas semanas: con ilusión y ganas, pero también con un poco de susto, se lo confieso. Un par de horas después, cuando se encendieron las luces de la sala, suspiré con alivio: ¡qué buena película!

Quería, necesitaba que me gustara ‘Verano en rojo’ porque me une una relación muy especial con la novela homónima de Berna González Harbour en que está basada. Hace muchos, muchos años, antes siquiera de que arrancara esta sección en IDEAL, ya escribía reseñas negro-criminales. El 23 de agosto de 2012 publicaba lo siguiente sobre ‘Verano en rojo’: “Berna ha escrito una novela negra de libro que sigue una investigación policíaca desde el principio hasta el final de forma absolutamente rigurosa y canónica. Una investigación de manual, radicalmente contemporánea que, como siempre ocurre en las buenas novelas, afectará a los personajes y les irá conduciendo por tortuosos -a la vez que excitantes- caminos laborales, profesionales y personales de forma que, al final de la novela, no serán los mismos”. (Leer la reseña entera AQUÍ)

Y remataba con un vaticinio: “es una novela que acabará convertida en película. Yo ya empiezo a hacer cábalas con el casting”. Han tenido que pasar once años, pero la película ya está aquí. ¡Y es una gran película! ¿Se lo había dicho?

A lo largo de este tiempo, Berna González Harbour ha escrito más novelas protagonizadas por sus ya icónicos personajes, la comisaria María Ruiz y el periodista Luna, y el año pasado le hacíamos entrega del VIII Premio Granada Noir, el festival patrocinado por Cervezas Alhambra, por su extraordinaria trayectoria literaria y periodística.

Así las cosas, cuando comenzó la proyección de ‘Verano en rojo’ y me sentí imantado por lo que pasaba en pantalla, fui feliz. Primero, por la sobriedad de la puesta en escena y la excelente realización de Belén Macías, una directora curtida en series de televisión y con dos películas en su filmografía que ya estoy loco por ver. No se esperen efectos especiales deslumbrantes ni espectaculares persecuciones motorizadas. Pero hay acción de la buena. Ahí lo dejo.  

Segundo, el reparto. Marta Nieto es una descomunal María Ruiz. Sin aspavientos ni sobreactuaciones, está soberbia como protagonista. Le da la réplica José Coronado como Luna, un periodista en horas bajas con necesidad de reinventarse. Como en ‘Heat’, la obra maestra de Michael Mann, llevan a cabo su trabajo de forma paralela y solo al final comparten pantalla. Y ojo a Luis Callejo, una de mis debilidades. ¡Qué pedazo de actor! Y a Tomás del Estal, con un papel muy complicado.

Destacan los escenarios y la ambientación, a caballo entre Madrid y esa Navarra abonada al thriller, la opresión en según qué momentos y el homenaje a ‘El silencio de los corderos’, que funciona maravillosamente, con sus gotitas de ‘Seven’. ¡Y gracias por ese póster del inconmensurable Pau Gasol!

No. No les cuento nada de la trama. Ya la han destripado, para mi gusto demasiado, en otras críticas y reseñas. Mi consejo: no lean nada más, vayan al cine a ver ‘Verano en rojo’ y la comentamos. 

Jesús Lens