EL BAILE HA TERMINADO

No sé cómo definir a Julián Ibáñez, uno de los clásicos del género negro y criminal españoles por antonomasia. ¿Periférico? ¿Outsider? Quizá. Pero, sobre todo, independiente. Porque más allá de modas, costumbres o escuelas, la literatura más reciente de Ibáñez es esencial y radicalmente independiente.

 

Primero, porque escapa de los escenarios negros y criminales al uso. Sus personajes no suelen transitar las grandes ciudades, no son cosmopolitas ni, desde luego, visten de diseño ni saben de gastronomías más o menos pijas o vanguardistas. Así, las putas, los chulos y los matones de medio pelo que pueblan las páginas de las novelas de Ibáñez beben whisky Dyck, fuman negro y suelen tienen halitosis.

 

Como escribe Paco Ignacio Taibo II «Julián Ibáñez está en la primera fila de la novela negra española porque aporta al género un realismo sombrío, un paisaje urbano denso y una tristeza metafísica ambiental que rezuma cada página.»

 

En «El baile ha terminado», además, los protagonistas son obsesivos, hasta un punto rayano en lo demencial, casi en la línea de aquel hipnótico y fascinante El Ojo que inventara Marc Behm en su inolvidable «La mirada del observador».

 

Y es que la profesión de policía, de perseguidor, no es fácil. Aunque, acostumbrados al frenético ritmo de las películas, podamos creer que seguir a alguien es algo entre lo sencillo y rutinario y lo emocionante (velocidad, tiros, choques, etc.), series como «The wire» muestran que no. Que seguir a alguien es esencialmente aburrido, tedioso y hasta cierto punto esforzado.

 

Y ése es el punto de partida de «El baile ha terminado», la última novela de Julián Ibáñez, galardonada con el Premio L’H Confidencial y publicada por Roca editorial. Un policía de Grupo de Localización de Fugitivos toma un tren de Alicante a Bilbao, siguiendo a una chica joven. En la ciudad vasca, el protagonista tendrá que lidiar con la Ertzaintza por una parte y con la Guardia Civil por otra, en un caso que se encuentra entre lo incomprensible y lo absurdo. Hasta que ETA entre en escena…

 

Una novela, «El baile ha terminado», que es el mejor exponente de eso que tantas veces hemos sostenido: que el género negro es el género realista por excelencia, el mejor y más apropiado para contar cómo son las cosas de verdad, por debajo de la mera apariencia, trascendiendo la superficie más lineal. El género negro, con maestros como Julián Ibáñez al teclado, es el que más profundamente hurga en la esencia de las historias más turbias de nuestra actualidad, poniendo de manifiesto sus complejidades y contradicciones.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

CIUDAD SANTA

«El Flaco Orsi es todo un peso pesado de la mejor tradición literaria negra y criminal escrita en castellano.» Jesús Lens

 

Amigos, si se hacen (y deben hacerse) con «Ciudad santa», la última novela del gran Guillermo Orsi, recién publicada por la editorial Almuzara, encontrarán que la contraportada incluye la frase con que comienza esta entrada, lo que no puede por menos que llenarme de orgullo y satisfacción, como ustedes bien podrán suponer.

 

A través de esta Bitácora, animamos a la lectura de los libros de nuestros autores favoritos, esos autores que nos acompañan cuando viajamos, o después de comer, o antes de dormir.

 

Y, si la mejor recompensa a este «trabajo» es que ustedes nos digan que sí, que aquel libro les gustó o que ese otro lo han regalado a algún amigo, hay veces en que las propias editoriales te dan agradables sorpresas. Como ésta.

 

Pero hablemos un poco de «Ciudad Santa». Si siguen el enlace, encontrarán una completa ficha de lectura. Además, pueden conocer más cosas de Guillermo Orsi a través de su estupendo Blog, Café Porteño.

 

A todo esto, una pregunta:

 

¿Qué portada les gusta más de las dos que aparecen en esta entrada?

 

Ya lo saben. «Ciudad Santa». Que en Buenos Aires no hay vida para todos. Déjense seducir por la magia de la fluida y cadenciosa prosa del Flaco Orsi, uno de esos tipos que, de no existir, habría que inventarlos.

 

Jesús Lens   

EL DETECTIVE DEL ZAIDÍN

La columna de hoy viernes en IDEAL

 

No recuerdo si fue al ir o al volver de viaje, pero el caso es que, para comprar el periódico, entré en un Relay del aeropuerto de Barajas, una de esas tiendas que venden prensa, revistas de crucigramas y sudokus, best sellers internacionales y demás publicaciones destinadas a amenizar el periplo. Cuando salía, mis ojos no pudieron evitar fijarse, de pasada, en un libro con un título tan sugestivo como «El detective del Zaidín».

 

Pensé que ya era casualidad que hubiera otro Zaidín en el mundo, dando por supuesto que el título de la novela haría referencia a alguna vecindad de Colombia, Venezuela o México. Tenía prisa, así que, enfilando hacia la salida, ni me paré a hojear el libro. Pero la curiosidad me corroía, como zaidinero de adopción. Y me di la vuelta.

 

«Una novela negra llena de humor», rezaba el subtítulo. Y el nombre del autor, Alfonso Salazar, me resultaba conocido. Di la vuelta al libro y leí lo siguiente: «Por un barrio de obreros de la ciudad de Granada pasea su barriga el detective Matías Verdón, un entrañable cincuentón que no sobresale precisamente por su instinto. Su inseparable Desastres es un cartero escuchimizado más pendiente de los chatos de vino que del reparto de certificados.»

¿Lo adivinan? Efectivamente, me lo llevé y me lo leí de una sentada. Dos a lo sumo. Porque «El detective del Zaidín» es una deliciosa novela que se lee en un santiamén, más cómica que negra, aunque el protagonismo recaiga en una investigación, en un detective y en su estrafalario ayudante. Con vocación netamente esperpéntica, el autor nos traslada a la Sevilla que, en plena Semana Santa, se apresta a inaugurar la Expo 92. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Qué Andalucía, la del 92, con su autovía recién estrenada, las Carabelas hundidas y el salto a la modernidad, a punto de caramelo!

 

Menos mal que personajes como Verdón o el Desastres mantienen un espíritu indómito, puro, a la antigua usanza. Tipos auténticos, originales, únicos: renegando de esa existencia entre el clasismo de siempre y el pijerío que estaba por llegar, los protagonistas van desentrañando un misterio presidido por locos, fantasmas del pasado y espíritus del presente que sirve, como pasa siempre con las buenas novelas policíacas, para hablarnos de la sociedad del momento, las personas que pululan por ella, sus sueños y esperanzas, pero también sus más sórdidas miserias y manejos.

 

«El detective del Zaidín» es una novela sencilla y de agradable lectura, con un estilo limpio y transparente, que anticipa otras atractivas historias por venir, apegadas a la realidad de nuestras calles más cercanas, y que nos hace añorar la reedición de la anterior aventura de Verdón y Desastres, dos de esos personajes a los que te gustaría invitar a un chato de vino en cualquiera de los bares de la Avenida de Dílar.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

DE FUNERALES, HEMBRAS Y CENTAUROS

Uno de los aspectos más enriquecedores de tener amigos repartidos por el mundo es que te llegan recomendaciones literarias de lo más diverso, peculiar y variado. Por su parte, lo peligroso de tener amigos que escriben es que te regalan sus libros para que los leas… y los critiques.

 

Y estos días han coincidido, en mis desvelos, dos lecturas que tienen varios denominadores comunes: el primero, estar vinculados, de forma más o menos directa, con nuestro imprescindible y nunca suficientemente valorado Antonio Lozano.

 

Efectivamente, «La hembra del centauro», de Juan R. Tramunt, fue un regalo que me hizo el Gran Hombre de la Barba Blanca después de compartir birras, teatro, mojitos, turismo y largas conversaciones en Agüimes, el pasado año, después de habernos conocido durante un viaje a Senegal organizado por Antonio.

 

Y «Tres funerales para Eladio Monroy» es una novela negra radicada en Canarias cuyo autor, Alexis Ravelo, me fue vivamente recomendado por Lozano, buen conocedor de lo mejor de la novela negra que se publica en las Islas Canarias.

 

Porque ése es el otro nexo de unión de Ravelo y Tramunt: escribir desde las Islas Afortunadas y publicar en editoriales pequeñas, desconocidas por estos lares, pero inquietas, comprometidas y primorosas, celosas amantes del trabajo bien hecho.

 

Y hasta ahí las semejanzas.

 

Porque poco más tienen en común «La hembra del centauro», novela erótica publicada por Puentepalo, con la novela de Monroy, de Anroart Ediciones. Bueno, en otro aspecto sí tienen mucho que ver: en lo muy bien escritas que ambas están, lo deliciosa que resulta su lectura y lo atractivo de sus tramas y personajes, aún siendo tan diferentes.

 

«Tres funerales para Eladio Monroy» es una novela de corte negro y criminal en la que, a través de una estructura muy sencilla, su autor nos presenta a uno de esos personajes a los que te gustaría conocer en la vida real. Uno de esos tipos de una pieza de los que te enorgullecerías si fueran tu amigo. Un sujeto fiable, solitario, duro, amigo de sus amigos y con una insobornable ética personal, que acepta encargos profesionales a modo de detective, sólo cuando los mismos le convencen.

 

Así, entre hacer de chofer y guardarle las espaldas a un empresario de la construcción que personalmente no le cae mal, aunque su actividad le produzca sarpullidos y, después, teniendo que recuperar un vídeo comprometedor de su ex esposa; Eladio Monroy nos guiará por las calles de Las Palmas de Gran Canaria, acompañándonos a garitos infectos y, también, a los ambientes más refinados, dándose la paradoja de que uno no sabe en cuáles huele peor…

 

Acción, ética, juegos literarios con los títulos de los capítulos, personajes inolvidables y una cuidada prosa que te permiten augurar otras muchas horas de gozosa lectura, con las aventuras de Monroy.

 

Juan Ramón Tramunt, por su parte, en «La hembra del centauro» nos regala una maravillosa novela erótica, de esas que debes leer con discreción, si no quieres provocar un escándalo público, esperando al autobús o viajando en metro. Basándose en la mitología clásica, la novela empieza así de fuerte:

 

«Estela Grau no sabía exactamente desde cuándo su marido, con el que llevaba ocho años casada, había empezado a olerle mal.»

 

¿Se puede sugerir más diciendo menos palabras?

 

Lo dudo. Y, a partir de ahí, comienza una historia sensual, en que el disfrute de los sentidos cobra todo el protagonismo, a través de la radical independencia y la fuerza de uno de esos personajes femeninos que, llenos de aristas, complejos y ricos, te reconcilian con una literatura de hondo alcance, con lo que el miedo a que no me gustara la novela de mi amigo Juan Ramón se desvaneció desde la primera página.

 

Y es que los géneros populares, supuestamente menores, cuando son tratados por escritores de raza, como Juan Ramón y Alexis, resultan de lo más estimulante y necesarios para disfrutar con una literatura de calidad, concepto que no debería estar reñido con el de entretenimiento y disfrute, como nunca nos cansaremos de repetir.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA SEMANA NEGRA 2009 YA TIENE FINALISTAS

Ya saben ustedes que somos semaneros convencidos, tal y como nos definíamos hace unos días. Y que la Semana Negra 2009 ya tiene fechas. Lo más reciente, los finalistas de los diversos premios literarios, del Hammett al Silverio Cañada, el Espartaco (que no Leonardo, lo siento, Da Vinci) o el Celsius.

Sigan este enlace y sepan qué fue lo mejor del 2008, hablando de literatura negra y policial, histórica y de ciencia ficción.

 

Lo mejor: que ya queda menos para ir a Gijón.

 

Jesús Lens, semanero.