Viajar en el tiempo es posible

Es uno de los grandes anhelos de la humanidad. Viajar en el tiempo. A los más curiosos les gustaría adelantarse a lo que está por venir. Otros preferirían volver al pasado para revivirlo. Y, en algunos casos, cambiarlo para tratar de mejorar el presente.

Por ejemplo, si tuvieran una máquina del tiempo a su disposición y al margen de las teorías negacionistas, ¿no viajarían al Wuhan de 2019 en busca de aquella sopa de murciélago o pangolín y derramarían el caldero en que se estuviera cocinando? O, si son conspiranoicos y aficionados al cine de Christopher Nolan, ¿no irrumpirían en el laboratorio del que salió el virus armados hasta los dientes?

Otra posibilidad sería viajar al futuro para hacerse con la vacuna, bien testada y probada, y acelerar el proceso de erradicación de la pandemia. Máxime ahora que sabemos que, en Granada, casi el 30% de las pruebas de coronavirus que se hacen dan positivo.

También conocemos los graves riesgos que conlleva interferir en el tiempo. De la célebre paradoja del abuelo a las imprevisibles consecuencias de utilizar en el presente tecnologías traídas del futuro. Habría que ser más cautos viajando en el tiempo que conduciendo por una carretera sinuosa y llena de curvas en una noche de ventisca.

Sin embargo, hay otra forma de viajar al pasado con el fin de modificar el curso de los acontecimientos. Es más segura y menos peligrosa… sobre el papel, que también tiene sus riesgos.

Este viaje en el tiempo comienza con una pregunta: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué estamos en esta situación? ¿Qué hicimos mal? ¿En qué nos equivocamos?

Si el viajero en el tiempo es honesto e inteligente y se esfuerza de verdad, a través de un análisis certero de lo acontecido en el pasado será capaz de descubrir fallos y errores que le permitirán averiguar dónde metió la pata. Cuándo se jodió el invento. Y eso le conduciría a plantearse qué haría, llegado el caso, para conseguir resultados diferentes. Y mejores.

¿Altera eso el presente? Directamente no. Pero sí puede modificar un futuro más o menos cercano. Aplicar la experiencia y la sabiduría acumuladas para cambiar el previsible curso de los acontecimientos es una modalidad de viaje en el tiempo a través de la que el pasado contribuye a la consecución de un futuro mejor. Para no liarme más: vuelvan a ver ‘Atrapado en el tiempo’, la película del día de la marmota, y así nos entendemos.

Jesús Lens

Emilio Herrera Linares: más grande que la vida

Los norteamericanos, tan exagerados ellos, utilizan la expresión ‘larger than life’ para referirse a personalidades exuberantes y desmesuradas cuyas biografías, a todas luces excesivas, desbordan los límites una existencia convencional. Escritores como Hemingway o cineastas como Orson Welles y John Huston serían un buen ejemplo.

El periodista Tom Wolfe dedicó uno de sus grandes libros, ‘Lo que hay que tener’, a los auténticos protagonistas de la carrera espacial norteamericana: aquellos astronautas que venían del mundo de la aviación, pilotos de pruebas que, además de valor, tenían destreza, orgullo y el particular sentido del humor de quienes arriesgan su vida, uno día tras otro, en el ejercicio de su profesión.

Frente a la tumba de Emilio Herrera Linares, en el granadino cementerio de San José, el viajero trata de imaginar lo que había pensando el padre del Nuevo Periodismo sobre el portentoso epitafio escrito en su lápida: “No lo lloréis, imitadlo”. Y sospecha que habría sonreído.

Foto: Alfredo Aguilar

Nacido el 13 de febrero de 1879, Emilio Herrera Linares fue un granadino más grande que la vida, aunando en una misma persona al hombre de ciencia y al hombre de acción. El viajero que no conozca su trayectoria alucinará en colores leyendo la lista de méritos que figura en el monolito que hay junto a su tumba, parte de los que hemos reproducido en pieza aparte.

El viajero puede comenzar la visita a la Granada de Emilio Herrera en su última morada, allá arriba, lo más cerca posible del cielo. A partir de ahí, en un sencillo viaje en el tiempo, descubrirá su rastro a través de varios espacios granadinos poco turísticos y muy diferentes a los habituales.

Por ejemplo, en el Campus de Fuentenueva, en la esquina de la calle Alcalde Yoldi Bereau y la propia Avenida que da nombre al recinto universitario. Allí se encuentra una egregia escultura que muestra al militar, científico y pionero granadino vestido con sus ropas de aviador y, en las manos, la escafandra que tan famoso le hizo, antecedente de las usadas por la NASA en sus misiones espaciales.

Se trata de una soberbia escultura cuyo diseño pertenece a Balbino Montiano Benítez y a Antonio Martínez Villa, encargada por la Universidad de Granada con motivo de la celebración del Año Emilio Herrera, y que contó con la participación de los estudiantes de la facultad de Bellas Artes que cursaban la asignatura ‘Procesos y técnicas de reproducción escultórica: fundición’. La inauguración de aquella escultura coincidió con la presentación del libro ‘Del aire al más allá’, autobiografía del protagonista cuya edición corrió a cargo de Carlos Lázaro y África Real.

13/09/18 FOTO: PEPE MARIN
INAUGURACION DEL MONUMENTO A EMILIO HERRERA EN AVD FUENTENUEVA

El viajero hará bien en utilizarla como guía para adentrarse en la vida de un Emilio Herrera que se muestra tremendamente generoso con sus compañeros, también pioneros, en el mundo de la aeronáutica española. Resulta emocionante, por ejemplo, cuando recuerda a otro granadino, Luis Dávila Ponce de León, que “creó el aeródromo de Granada, en Armilla, en el que murió carbonizado en un accidente de aviación, recibiendo aquel campo de aviación el nombre de Aeródromo Dávila, nombre que ha caído injustamente en desuso”.

El viajero puede disfrutar de la lectura en alguna recacha de la Plaza General Emilio Herrera, muy cerca del río Genil, en el corazón del barrio Fígares, uno de los más castizos de Granada. Hará bien en disfrutar de una caña de cerveza y una buena tapa en cualquiera de sus bares y terrazas.

Y desde allí, continuar hasta el Parque de las Ciencias, donde el viajero encontrará una fiel reproducción del traje diseñado por Emilio Herrera para llegar a la estratosfera, ascensión de 26.000 metros de altura que pensaba hacer en globo, una de las acreditadas especialidades del aventurero granadino, en el año 1936. El estallido de la Guerra Civil dio al traste con aquel proyecto.

Presentación de a exposición «Tocar el cielo» en el Parque de las Ciencias. Foto: Ramón L. Pérez

El viajero encontrará en el Parque de las Ciencias una exposición dedicada a ‘Vivir en el espacio. Desafío del siglo XXI’, en la que el prototipo diseñado por Herrera Linares ocupa un lugar de excepción, copiado e imitado por los técnicos de la NASA en el desarrollo de sus trajes espaciales. De hecho, la agencia espacial norteamericana trató de que el granadino trabajara con ellos, pero la negativa de los yanquis a llevar una bandera española si alguna vez trataban de llegar a la luna dio al traste con aquella colaboración, tal y como recordaban los creadores de ‘El Ministerio del Tiempo’ que, en su cuarta temporada, le han dedicado uno de los mejores y más emotivos episodios de toda la serie.

Sirva este paseo por la Granada de Emilio Herrera como homenaje a uno de sus vecinos ilustres cuya apasionada y apasionante vida debería ser, efectivamente, más y mejor imitada.

Jesús Lens

Caos, destino, azar y necesidad

Hace 7.000 millones de años se produjo la fusión de dos agujeros negros que provocaron un tsunami gravitacional cuya señal, que duró una décima de segundo, fue captada el 21 de mayo de 2019.

Hace apenas cuatro días, un conductor septuagenario se metió en la A-92 en dirección contraria y provocó un accidente que le costó la vida tanto a él como a su esposa.

Nada tienen que ver ambos hechos entre sí, pero por razones distintas, no me los saco de la cabeza. Como no dejo de acordarme de ese hombre de 41 años que, un mediodía de finales de agosto, se encontraba en el parque de la Ciutadella de Barcelona cuando le cayó una palmera encima y le mató.

De todas las supuestas enseñanzas que íbamos a sacar de este 2020, la más importante ya la conocíamos de antes y tiene mucho que ver con el efecto mariposa, la teoría del caos, el azar y la necesidad: todo puede ocurrir. Por más gagdets inteligentes que llevemos pegados a nuestro cuerpo, por más apps que nos descarguemos en nuestros inteligentísimos teléfonos, por más GPS que conectemos a los mil y un satélites que pululan por ahí arriba; la vida es imprevisible y puede cambiar en un instante.

De las ondas gravitacionales me alucina todo, especialmente que produzcan ondulaciones en el espacio-tiempo. De ahí a los agujeros de gusano y a los viajes en el tiempo apenas hay un trecho. Que este tsunami gravitacional haya sido provocado por la fusión de dos agujeros negros primordiales que, además, no deberían estar ahí; hace que me explote la cabeza.

Se lo he dicho otras veces: como buen y aplicado alumno de letras puras, cada vez me interesa más la ciencia. Sigo sin entender apenas nada, pero persevero en la atenta lectura de artículos científicos. Como ustedes, imagino, que este año aciago hemos aprendido más de virus, vacunas, curvas y pandemias que en todo el Bachillerato.

Me impresionó la muerte de ese matrimonio de ancianos que, tras sortear al coronavirus, tomó mal una rotonda y se metió en la autovía por donde no era. O lo del paseante que caminaba por el parque, posiblemente con su mascarilla puesta, cuando le mató la caída de una palmera.

“Estaría de Dios”, dirán algunos con un cierto fatalismo. Y no les faltará razón. Pero recuerden que hasta el más contumaz de los creyentes en la predestinación mira el tráfico antes de cruzar la calle.

Jesús Lens

Vernos las caras

El miércoles, por fin, nos volvimos a ver el careto, aunque fuera con careta. Nos encontramos cara a cara, en vivo y en directo, y no a través de un Zoom virtual o una videollamada. Cerca de 70 personas completamos el aforo de la Plaza de las Culturas del Centro Cultural CajaGranada para disfrutar del primero de los Encuentros en la Tercera Fase organizados por el festival Gravite, con la colaboración de Bankia y la propia Fundación CajaGranada.

Cartel de la próxima sesión de los E3F

Durante la conversación sobre la figura de Lorca como inspiración para la ficción nos enteramos, en primicia, de muchas cosas. Y muy interesantes. Supimos, por ejemplo, que la editorial Comares va a publicar una colección de relatos inéditos de Marta Osorio. ¡Y vimos la desasosegante portada del libro, proyectada en pantalla grande gracias a su editora, Ana del Arco!

¿Sabían ustedes que no tardaremos en tener en nuestras manos las reediciones de la mítica revista Poesía 70, dirigida por Juan de Loxa en aquella década prodigiosa? Una extraordinaria edición, la que ha preparado Comares. Como la de los dibujos del propio Federico García Lorca, en un libro que se asemeja a una gran carpeta de artista.

Enrique Bonet habló sobre el centenario del nacimiento de Agustín Penón y contó, por primera vez en público, deliciosas anécdotas sobre la preparación de su imprescindible cómic, ‘La araña del olvido’. Nuestro compañero Carlos Hernández, padre de Orcemán, también nos avanzó detalles del proyecto en que está trabajando: un cómic sobre George Orwell donde el propio artista se convierte en personaje y, como parte de la trama, el proceso de creación del tebeo, en pleno confinamiento y rodeado de teorías conspiranoicas sobre el Gran Hermano y los ‘chis’ garabís.

Pero les confieso que lo mejor de todo fue, antes y después de la mesa redonda y durante la galáctica y sideral actuación de DJ Toner; tener la oportunidad de vernos. Con mascarilla, pero face to face y no en Facebook. Nos hartamos de darnos codazos y de brindar con tercios de Alhambra Especial helados. En los corrillos, que respetaban el distanciamiento social, volvían las caras de curiosidad, alegría, disfrute y buen humor.

Se tramaba al calor de la música de ‘Interestelar’ y de ‘2001’. Se hacían planes de futuro. Se diseñaban proyectos. Se pergeñaban nuevas actividades, citas e iniciativas. La electricidad, estática y dinámica, se dejaba sentir en el ambiente y se contagiaba entre la gente. Y es que, como decía Paul Newman al final de ‘El color del dinero’, ¡hemos vuelto!

Jesús Lens

Más Acá para Emilio Herrera

Mañana martes por la noche, Emilio Herrera y Albert Einstein serán trending topic en twitter. Presumiblemente les acompañará Salvador, que el mismísimo director del Ministerio del Tiempo se hace cargo de una peliaguda misión: evitar el asesinato de Albert Einstein durante su visita a Madrid. El sospechoso del crimen: Un tal Herrera. Emilio Herrera Linares.

¿Cómo? ¿Nos hemos vuelto locos? ¡Eso es imposible! Que Emilio Herrera, a la sazón vicepresidente de la Sociedad Matemática Española, fue el organizador de las sesiones para estudiar la teoría de la Relatividad en las que participó el científico del pelo encrespado durante su paso por España, en 1923.

Además, Einstein se mostró muy impresionado tras su visita al pionero Laboratorio Aerodinámico de Emilio Herrera, junto al mecenas norteamericano Guggenheim. Un laboratorio sobre cuya existencia, paradójicamente, el Ministro de la Guerra del momento no tenía pícara idea ni noticia alguna. ¡Ay, la política española, secularmente refractaria a la ciencia!

Ni que decir tiene que mañana martes, a las diez de la noche, estaré pegado al televisor. ¡Qué temporada nos está regalando El Ministerio del Tiempo! Cada uno de sus capítulos es una piedra arrojada a las aguas calmas de un estanque cuyas ondas concéntricas sacuden nuestras neuronas y nos abren nuevas vías de acceso al conocimiento, la fantasía, el humor y la ciencia ficción. (De hecho, Emilio Herrera ya estuvo en una versión en cómic de El Ministerio del Tiempo. Ver AQUÍ)

Una temporada, además, en la que personajes históricos granadinos como García Lorca y, mañana, Emilio Herrera, tienen un gran protagonismo, lo que constituye motivo de enorme orgullo y máxima satisfacción; en emérita e inolvidable expresión.

He aprovechado este fin de semana para leer las memorias de Emilio Herrera Linares, tituladas ‘Del aire al Más Allá’, que compré en el stand que Librería Picasso montó a las puertas del Teatrillo del hotel Alhambra Palace durante la última edición de Gravite. De hecho, el festival patrocinado por Bankia se inauguró con un homenaje al pionero de la aeronáutica española frente a su tumba, en el cementerio de Granada.

Publicada por la Editorial Universidad de Granada, la edición de Carlos Lázaro y África Ricol de las memorias de Emilio Herrera es una gozada que nos permite descubrir las mil y una facetas de un hombre de honor; militar, científico, divulgador y aventurero comprometido con la razón y la inteligencia.

Siempre fiel a la República española, las memorias de Emilio Herrera nos permiten reencontrarnos con un granadino universal cuyo extraordinario legado se merece mucho más reconocimiento y difusión de los que actualmente goza en nuestra tierra.

Jesús Lens