Un viaje por el interior

El final del primer trimestre nos ha sorprendido en plena Semana Santa. Leo balances de estos meses y el veredicto es unánime: la UE ha fracasado estrepitosamente en su política de vacunación. Más allá de las simpatías y/o antipatías por Sánchez y Juanma Moreno, la Unión suma un nuevo fiasco en un tema de importancia trascendental. Como con las mascarillas o los hidrogeles, el año pasado por estas fechas.

Tiempo habrá para hablar de ello, que es Viernes Santo y tampoco es cuestión de deprimirnos o irritarnos. ¿Qué tal su trimestre, de acuerdo a los propósitos de Año Nuevo? Yo estoy contento. Como fui poco ambicioso, voy cumpliendo. Todos los días camino 10 kilómetros y veo una película. Entre libros y tebeos llevo 50 lecturas y, lo más importante, viajo por el interior de Granada todo lo que puedo. Antes de ayer, por ejemplo, visité el convento de Santa Clara de Loja y aluciné con una exquisita muestra del Barroco tardío que me dejó turulato. ¿Lo conocen? ¿Han estado? Pues no deben perdérselo.

Dejemos de quejarnos por el cierre perimetral y de despotricar de los turistas franceses. Olvidemos el cansinismo madrileño–catalán y aprovechemos para disfrutar de los mil y un tesoros que alberga nuestra provincia. Una ocasión perfecta para reivindicar que como Graná, ná.

El otro viaje al que invita una nueva Semana Santa tan atípica como esta es al interior… de nosotros mismos. ¿En qué punto estamos? ¿Cómo andamos de desafíos vitales, personales e intelectuales? ¿Qué objetivos nos hemos marcado a corto, medio y largo plazo? Comienzo el segundo trimestre del año leyendo un libro que promete: ‘Cómo no hacer nada’, de Jenny Odell. «En un mundo en el que nuestro valor está determinado por la productividad y el rendimiento, la acción de no hacer nada puede ser nuestra mayor forma de protesta», se puede leer en su contraportada.

Me debato entre seguir leyendo o hacerle caso al enunciado del libro y quedarme mano sobre mano, por mucho que me cueste, en estado contemplativo. Debería terminar un par de trabajos cinéfilos estos días y corregir tareas pendientes. He de preparar dos entrevistas y recabar documentación para una serie de reportajes gastronómicos. Pero me tienta la idea de pasar de todo y, sencillamente, hacer lo que el cuerpo me vaya pidiendo en cada momento.

Disfrutar espontáneamente del tiempo es uno de los mayores lujos que podemos permitirnos. Lo he dicho muchas veces: alcanzados unos mínimos estándares vitales, la persona más rica no es quien más objetos tiene, sino la que de más tiempo goza.

Jesús Lens