Más sobre los okupas

Permítanme que vuelva a la cuestión de la psicosis okupa que sigue copando tiempo y espacio en los informativos. (Leer ‘Psicosis Ocupa AQUÍ) He escuchado hasta tres teorías diferentes sobre el porqué del fenómeno y su sobreexposición mediática.

La primera tiene que ver con la supuesta necesidad de residir, aunque sea en una infravivienda, para conseguir empadronarse. Eso haría que los inmigrantes sin papeles ocupen cualquier inmueble que acredite una residencia que les permita ser benefactores de ayudas y subvenciones.

En 2015, el BOE ya recogía la opción de empadronarse sin necesidad de ser propietario o inquilino de vivienda alguna, lo que haría innecesaria la okupación para estos fines y ni mucho menos, su legalización; por mucho que vociferen los sectores más reaccionarios de la derecha, siempre prestos y dispuestos a denunciar las siete plagas de Egipto que va a traer consigo el gobierno comunista-bolivariano de Sánchez e Iglesias.

La segunda teoría también apunta a las izquierdas. De cara a la nueva ola de la pandemia y con el fin de evitar la habilitación de pabellones deportivos o recintos feriales como ‘residencias’ para las personas que viven en la calle, esos ministros, diputados y alcaldes de extracción iraní-castrista-estalinista-marxista estarían fomentando una especie de okupación sanitario-preventiva.

Y luego está la tercera tesis, que da un cambio de 180 grados a la cosa. En este caso, los culpables del empacho mediático de okupas y otras gentes de mal vivir serían… ¡los bancos! Y los oscuros poderes económicos y empresariales de este país, claro. Sería como la confabulación judeo masónica de antaño, pero pasada por el Club Bilderberg.

En este caso, de cara a la recesión provocada por la pandemia y en previsión de que haya impagos masivos de hipotecas y alquileres, tanto los bancos como los grandes fondos de inversión estarían propiciando un estado de ánimo que exija cambios normativos para facilitar los desahucios. De ahí que los okupas se hayan ‘convertido’ en motivo de grave preocupación en los últimos meses.

Como no soy de creer en casualidades, estoy convencido de que la psicosis okupa de este verano obedece a un plan preestablecido. Pero no sé a cuál. ¿Qué teoría le convence a usted más? Les confieso que estoy fascinado con las tres. Al despertar, me siento invadido de chavismo bolivariano. Al ir avanzando la mañana, prima lo iraní-castrista y, en la sobremesa, ya tomo café en comunión con los del Bilderberg. ¡Menudo lío!

Jesús Lens

Camino de Dürres, Albania

Todo comenzó con un tuit muy extraño de Chema Ruiz España, joven y talentoso periodista deportivo que, además, fue alumno mío en ESCO el curso pasado, sin que haya constancia de que lo segundo haya ido en demérito de lo primero.

Al ver una captura de pantalla con cuatro extrañas palabras, ‘vuelos baratos a Albania’, pensé que a Chema se le había ido la pinza, como si los rigores del ardiente verano granadino le hubieran fundido los plomos y quisiera poner tierra de por medio con la vuelta al cole y este temible septiembre, también conocido como ’septiemble’…

Cuando estaba a punto de preguntarle si se encontraba bien caí en la cuenta de que lo de Albania tenía que ver con el fútbol: al Granada C.F. le había tocado en suerte jugar con un equipo albanés, el Teuta Durrës, su primer partido europeo.

Albania. Puse a mis neuronas a trabajar. Capital: Tirana. Siempre me pareció inquietante una capital con ese nombre, hasta el punto de que no me imagino cómo sería una Albania de las autonomías… Entonces me acordé de Enver Hoxha, el severo dictador albanés aislacionista de extracción estalinista. ¿Y qué más? ¿Qué más sabía de Albania? Los intríngulis con Kosovo y, por mi afición al noir, algo sobre las mafias albanesas. Y una película, ‘Lamerica’, de Gianni Amelio, sobre el éxodo albanés hacia Italia. Pero nada más.

Busco en Google algo de información sobre Durrës, la ciudad costera y portuaria donde el Granada C.F. debuta en Europa. Resulta ser el enclave más antiguo del país y el segundo en importancia, detrás de Tirana. De fundación griega, acumula 2600 años de azarosa historia y se ha convertido en símbolo del nacionalismo albanés. Leo que fueron colonos griegos de Corcira los fundadores de la ciudad. Y me acuerdo de ‘El mal de Corcira’, la novela más reciente de Lorenzo Silva.

A partir de ahí, las mil y una tribulaciones de Durrës son las tribulaciones de una Europa que siempre nos ha quedado demasiado lejos, geográfica y emocionalmente. Una Europa tensionada por la cercanía del Imperio Otomano y que confluye en esos Balcanes tan complejos y turbulentos.

Una hora después de empezada la lectura de diferentes páginas de internet, sigo enganchado a Dürres, flipando con su ciudad antigua, la Torre Veneciana y la Aldea Real, los vinos y su anfiteatro. De hecho, estoy por preguntarle a Chema que cómo va su búsqueda de vuelos baratos…

Jesús Lens

Los ‘Rotos’ de Winslow, muy bien cosidos

Vaya por delante que ‘Rotos’, lo más reciente de Don Winslow, no llega a las 500 páginas, lo que para su legión de fieles lectores resultará extraño. Pero lo auténticamente singular del libro que esta semana publica Harper Collins Ibérica es que está conformado por seis historias diferentes, seis nouvelles independientes… que guardan relación entre sí.

Así explica el propio Winslow el porqué de ‘Rotos’: “El gran dilema en la vida de un escritor no es que haya pocas historias que contar, sino que hay demasiadas. Durante la mayor parte de mi carrera he sido una especie de corredor de maratones literarios, escribiendo libros largos y épicos que abarcaban continentes y décadas, libros que necesitan muchos años para ser escritos. Han sido gratificantes y estoy orgulloso de haberlos escrito, pero esto hizo que otras ideas quedarán postergadas, historias que a lo mejor no son épicas pero sí son atractivos relatos con personajes intrigantes concentrados tanto en el espacio como en el tiempo. Estas ideas no me dejaban en paz. De aquí surge ‘Rotos’”.

Seis historias cortas, unas más que otras, en las que Winslow trata algunos de sus temas más queridos. Y sufridos. Obsesiones, dirían algunos: corrupción, traición, crimen, lealtad, venganza, justicia, redención, amistad, drogas, libertad, muerte… (Lean esta entrevista que le hice a Winslow hace unos meses o las reseñas de ‘El poder del perro’, ‘El cártel‘ y  ‘La frontera’

Me ha pasado algo curioso con ‘Rotos’: me han gustado todas las historias por igual. Y eso que son muy diferentes entre sí. Es algo extraño en el mundo de las distancias cortas y los relatos, que suelen ser desiguales. Será porque en este caso, desde la primera página hasta la última, el lector sabe que se encuentra en ‘Territorio Winslow’, con su fraseado corto, intenso y contundente, como los disparos de un Kalashnikov.

La primera nouvelle, la que da título al libro, nos cuenta la historia de los McNabb, una saga de policías de Nueva Orleans para quienes el cumplimiento de la ley y la administración de justicia no siguen caminos necesariamente paralelos. El enfrentamiento entre enconados archienemigos y la brutalidad de las venganzas harán que los enamorados de ‘El poder del perro’ se sientan en su salsa. La cita con la que se abre la narración, de Hemingway, ya nos da una pista de por donde van a ir los tiros: “El mundo nos rompe a todos y luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas”.

‘Código 101’ cambia de registro y nos transporta a un universo mítico, a caballo entre lo literario y lo cinematográfico, protagonizado por un ladrón de guante blanco trazado con los rasgos, los ademanes y la personalidad de Steve McQueen. Nos movemos en los entornos costeros de San Diego y alrededores, con casas en las que se escucha el rumor del océano y coches molones que circulan por autopistas con vistas. Y ojo a su perseguidor, uno de esos polis tan de Winslow que también aparece en el siguiente cuento, dedicado a otro clásico del Noir: Elmore Leonard.

‘El zoo de San Diego’ es el más singular de estos cuentos, el que más se aleja de los registros habituales de Winslow. Comienza con un descacharrante episodio de humor surrealista en el que un mono escapado del zoo porta una pistola. A partir de ahí, el protagonista inicia una singular investigación que le enfrentará tanto a los delincuentes como a algunos de sus ¿compañeros? Pero siempre en un tono amable y desenfadado.

‘Ocaso’ es un cuento elegíaco de viejas amistades enemistadas por mor de las circunstancias. ‘Kill your idols’ era el nombre de una famosa banda punk neoyorkina. En este caso, los protagonista son una leyenda del surf con problemas varios y su viejo amigo, un veterano cazarrecompensas encargado de echarle el guante.

El surf también desempeña un papel esencial en ‘Paraíso’, el quinto relato que conforma ‘Rotos’ y que conecta con el universo de otro título de Winslow: ‘Salvajes’. Los protagonistas son los mismos, pero no hay que haber leído la novela para disfrutar de las andanzas por Hawai de Ben, Chon y la existencialista O. Y máxima atención a un invitado sorpresa que termina de redondear las conexiones con la narrativa pretérita del autor.

‘La última carrera’ es la historia más reivindicativa de todas. También la de mayor actualidad. El protagonista es Cal Strinckland, agente de la patrulla fronteriza entre Estados Unidos y México que, gracias a la mirada de una niña separada de sus padres, descubre que los llamados inmigrantes ilegales también son personas, y no solo cifras, números, estadísticas y problemas por resolver.

Esta última novela corta es un western noir de libro, aunque buena parte de los personajes de Winslow se comportan como héroes míticos del Far West. Son individualistas, comprometidos, profesionales y dotados con un fuerte sentido de la justicia y la lealtad, al margen de en qué línea de la ley se sitúen. Cabalgando a lomos de un caballo, surfeando olas sobre una tabla o conduciendo grandes descapotables por las autopistas de la Costa Oeste, los personajes de Winslow se rigen por un código de conducta personal e intransferible que harían las delicias de Howard Hawks.

Jesús Lens