Una de Q-onspiraciones

Llevo varios días dudando si escribir o no escribir esta columna, absurda y conspiranoica, porque servirá para darle algo más de visibilidad a uno de los grandes disparates del momento que, sin embargo, puede tener incidencia en las elecciones norteamericanas.

Que dirán ustedes que, con la que tenemos encima, aquí y ahora, a quién le importa Trump y sus cosillas. Y no les faltará razón. Pero es sintomático sobre el peligro de las redes que avientan incendios y propagan información tóxica sin ton ni son.

La teoría conspiranoica del momento en Estados Unidos se llama QAnon y ya tiene su propia entrada en la Wikipedia, faltaría más. En breve: los sectores liberales de los Estados Unidos, entre ellos ciertas luminarias de Hollywood, George Soros, Obama y Hillary Clinton; formarían parte de una red internacional de tráfico sexual de niños para la realización de actos pedófilos.

¿Cómo se quedan? Ni que decir tiene, Trump sería el adalid de la lucha contra esos monstruos, que forman parte del llamado Deep State, el Estado Profundo que lucha para sacar a los republicanos de la Casa Blanca. Es lo que tienen los pozos sin fondo de la red oscura y paralela a la realidad.

Lo sé, lo sé. Es demencial. Y paradójico: cada vez que escribimos ‘QAnon’ le damos alas a sus oligofrénicas teorías. La cuestión no es baladí, sin embargo, dado que una candidata al senado por Oregón es fiel seguidora y adalid de la Q-onspiración y podría acabar llegando al Capitolio.

Vivimos tiempos extraños y confusos. Esto se parece cada vez más al tétrico universo retratado en ‘El nombre de la rosa’, con el la imagen de un supuesto Maligno presente en todas las conversaciones. Y mientras, el presidente estadounidense que llegó al cargo con el lema ‘Make America great again’, solo pagó 750 dólares de impuestos en los ejercicios fiscales 2016 y 2017, según The New York Times. Poco se puede empujar con esa contribución a las arcas del estado…

Dirán ustedes que, amparándome en la Q, estoy soslayando la cuestión de la S de Salvador, Luis Salvador. Y no es así. Son muy graves las acusaciones que se están haciendo sobre su forma de gestionar su positivo y el de su colaborador más cercano. De confirmarse que, a pesar de tener síntomas apreciables de Covid, siguieron con su agenda, no va a hacer falta apelar al 2+2 para que se abra una grave crisis en el gobierno municipal.

Jesús Lens

Volver al Cronenberg clásico

Lo bueno de algunas series de televisión es que te llevan de nuevo al cine. Me ha pasado con ‘Dark’, cuya primera temporada me gustó, aunque ya daba demasiadas vueltas sobre sí misma, de ahí que la bautizara como serie-peonza.

Con la segunda temporada empecé a aburrirme bastante, pero como organizador de Gravite, un festival sobre viajes en el tiempo, me sentí en la obligación moral de continuar. Más que nada, porque la serie alemana tenía una legión de fans rendida a sus pies. Mal que bien, aguanté la segunda andanada de episodios. Y llegó la tercera temporada. Y se convirtió en un despropósito de tal calibre que me juré que, hasta que no se me pasara el cabreo, solo iba a ver películas.

Y ahí es donde entra Filmin en juego. ¿Qué habría sido del 2020 del confinamiento sin Filmin? No quiero ni pensarlo. Antes de verano vi ‘La zona muerta’, adaptación de una novela de Stephen King dirigida por David Cronenberg en 1983 y protagonizada por el siempre inquietante y desasosegante Christopher Walken. En ella, el protagonista sufre un accidente que le mantiene sumido en un coma del que despierta cuatro años después. En principio, no parece arrostrar secuela alguna, sin embargo, cuando toca a las personas, presiente lo que les va a pasar en el futuro.

Con esa premisa, la trama se centra en una de los temas centrales de la cultura popular estadounidense: los magnicidios. Los asesinatos de los Kennedy y el de Martin Luther King marcaron de tal manera a los norteamericanos que han convertido al magnicidio en un género en sí mismo.

Al volver a la paz y a la tranquilidad de Filmin, tras un verano muy movido, la primera película que vi fue ‘Scanners’, otra de Cronenberg. Rodada en 1981, responde más a la pura esencia del cine y la filosofía del cineasta canadiense, a ese llamado ‘body horror’ con el cuerpo humano sometido a diferentes tipos de sevicias, alteraciones, mutilaciones y violaciones. Ojo: no es gore. Se trata de fusionar la carne con la tecnología. Lo físico con lo mecánico. Pero impacta de igual forma. Y también están los virus, claro…

En ‘Scanners’, Cronenberg se descubre como un visionario que alerta sobre las oscuras maniobras de la manipulación genética y las transnacionales farmacéuticas, pero también sobre el supremacismo y los sistemas de vigilancia global, adelantándose a lo que después serían los programas de la NSA, las cámaras por doquier y el control de Internet.

Y todo ello a través de una narración trepidante repleta de secuencias de acción. Me encantó, en especial, la visita del protagonista al estudio de un artista-loco redimido por su arte. Me parece espléndido el momento en que, para hablar de sus cosas, se meten dentro de una gigantesca escultura con forma de cabeza humana construida por el artista y habilitada como estancia, con sus pufs y sus sillones. Y está el final, ese final que anticipa el tema central de otra de sus grandes obras maestras: la perturbadora ‘Inseparables’.

Como no hay dos sin tres, este maratón de Cronenberg clásico continuó con ‘Videodrome’, posiblemente la película más visceral del cineasta, literalmente hablando. En este caso, el director se adelanta al movimiento transhumanista y plantea la duda de si vivir fuera del cuerpo humano es más excitante que mantenerse constreñido por los estrechos límites de una existencia convencional.

Al principio, con las veleidades sadomasoquistas de la pareja protagonista, la cosa se pone muy física. La conturbación de la carne afecta al espíritu. Y a la libido. Pero no es más que un espejismo. Lo importante es trascender el cuerpo. Y para ello, el visionado obsesivo y compulsivo de imágenes violentas, resulta determinante.

Uno de los secundarios plantea una tesis tan inquietante como nuevamente profética: Brian O’Blivion está convencido de que la televisión suplantará la vida real en un futuro no muy lejano. Al final no ha sido la televisión, pero sí las pantallas. En este mundo digital en el que se ha impuesto el imperio de las redes sociales, la tiranía del postureo le ha dado la razón a O’Blivion: somos lo que aparentamos ser en Instagram, Twitter o Facebook. Vales tanto como tu último baile en TikTok. Lo demás, a nadie le importa. Protagonizada por un sublime James Woods, ‘Videodrome’ es una película tan perturbadora como hipnótica. Y profética, debo insistir.

Llegados a este punto, dudo si volver a ver ‘Vinieron de dentro de’, ‘La mosca’, ‘Inseparables’ o ‘Crash’ o si entregarme a algunas de las películas de Cronenberg que no vi en su momento: ‘El almuerzo desnudo’ y las más modernas ‘Cosmopolis’ o ‘Maps to the stars’. Cintas que, sobre el papel, me atraen menos.

Lo que sí tengo claro es que este invierno volveré a ver, con mucha atención, sus películas más puramente noir: ‘Una historia de violencia’ y ‘Promesas del Este’, dos joyas del cine negro contemporáneo que, en el momento de su estreno, me fascinaron. Y con las series, como con la bebida: moderación. Mucha moderación.

Jesús Lens

Acertar con las nuevas medidas

Hace unos días les hablaba de la ponzoñosa realidad frentista y enfrentada de la política contemporánea, tanta fuerza invertida en destruir al otro, caiga quien caiga y sea al precio que sea. (Aquí lo pueden leer). Una dualidad empobrecedora que en nuestro país sufre de otra dialéctica con una capacidad de absorción que para sí la quisieran los agujeros negros de Alfa Centauri: Madrid-Barcelona.

Igual que, en su momento, nos empachábamos con las noticias sobre Barcelona, la Generalitat y el independentismo; estos días solo existe Madrid. A nada que te descuides, acabas hablando con soltura de los límites que separan Ciudad Lineal del barrio de Salamanca, corriendo el riesgo de olvidarte de lo que pasa en tu barrio. O en la residencia Río Fardes de Benalúa, donde han muerto por coronavirus varias personas en los últimos días. Y aquí no pasa nada.

Seguimos el duelo al sol protagonizado por Illa y Díaz Ayuso, en vivo y en directo, on line y en streaming, con más pasión e interés que un Barça-Real Madrid. ¿Cómo afectará esa pugna, de rebote, a las nuevas medidas que anunciará la Junta de Andalucía estos días? Medidas que tienen muy inquieto, lógicamente, al sector de la hostelería, que se echa a temblar ante una hipotética nueva reducción del aforo.

Jorge Matas, preparando la tapa ganadora
Foto: Alfredo Aguilar

Hacer pronósticos es gratuito. Aun así, creo que la Junta promulgará medidas más estéticas que otra cosa. La reducción de las reuniones a grupos a seis, por ejemplo. El seis tiene pinta de ser tendencia para el otoño-invierno. Y lo mismo le echan el cierre definitivo a las barras para evitar que la gente se arracime en torno al grifo de cerveza. En cualquier caso, se va a llevar mucho lo de seguir tomando el café y las cañas en las terrazas, a pesar del frío. Habrá que hacerse con bufandas, plumones y forros polares para pegarse bien a las estufas.

Lo que sí espero es que no cierren los parques. Me parece una medida muy desacertada que, como económicamente no afecta a ningún colectivo con altavoz, a los políticos le sale gratis. Un punto más en su lista de ‘Cosas que estamos haciendo para frenar el coronavirus’. Transmite una sensación de actividad y dinamismo, aunque resulta difícil de entender qué ventajas aporta frente a los muchos perjuicios que provoca.

Hoy es lunes. Lunes de recuento, otra vez. Aunque Madrid siga en el candelabro, conviene estar atentos a lo que pasa en nuestra propia casa.

Jesús Lens

Desayunar de tapas

Es raro, a las 9 de la mañana de un sábado, desayunarse con unas tapas. Unas tapas gastronómicas, ojo, exquisitas elaboraciones de ocho afamados establecimientos de Granada. Es raro, también, irse de tapas y no probar ni una cerveza, pero en mi ADN hay una ley no escrita de acuerdo con la que, antes del mediodía, nada de birra. Salvo que hayas corrido un trail de montaña o hecho alguna otra proeza atlética por el estilo. Pero no es el caso.

CONCURSO DE LA TAPA
FOTO: ALFREDO AGUILAR
DIARIO IDEAL DE GRANADA

Ayer sábado fui jurado de la XII Edición del concurso Granada de Tapas Gastronómicas Cervezas Alhambra y, al margen de lo intempestivo de la hora, debo reconocer que fue un gustazo. En todos los sentidos de la palabra.

Me parece un acierto que, al tradicional concurso de tapas, le hayan añadido el apellido ‘gastronómicas’. No tiene sentido, en las actuales circunstancias, volver a abrir el melón de tapa sí / tapa no. La tapa forma parte de la esencia de Granada y antes veremos desaparecer la boina de contaminación de nuestros cielos que el binomio caña & tapa de nuestros bares.


FOTO: ALFREDO AGUILAR
DIARIO IDEAL DE GRANADA

Ahora bien, es fundamental que se sigan dando pasos adelante para generar una cultura de la tapa gastronómica, elaborada, creativa, original y diferente. Como me decía un cocinero, de forma tan metafórica como clarividente, el sector no puede sobrevivir y evolucionar con las barras atestadas y las mesas vacías.

Por ahí fuera, Granada es conocida como la ciudad de la Alhambra y la capital de la tapa. Es una imagen indisoluble a la que conviene sacarle partido, poniendo más énfasis en la calidad que en la cantidad. De ahí la reivindicación de una dimensión gastronómica de la tapa.

Les confieso otra cosa: me zampé las ocho tapas enteritas y verdaderas. Nada de probarlas, analizarlas, puntuarlas y dejar el resto en el plato. Como me decía Alfredo Aguilar, si hubieran puesto pan, habría rebañado. Cierto es que soy tragón, no vamos a engañarnos, pero también es verdad que las ocho tapas estaban de lujo.

Jorge Matas, preparando la tapa ganadora
Foto: Alfredo Aguilar

Cada vez somos más los gastronómadas para quienes, en nuestros viajes, la comida y la bebida desempeñan un papel esencial. Es importante que Granada siga trabajando por convertirse en un referente culinario de primera categoría. Así las cosas, ya llega el congreso Granada Gourmet, una cita esencial para los amantes del buen yantar. Y ahí estaremos, claro, pero ahora les dejo, que me voy a almorzar… un café con leche y torta de la virgen, por compensar.

Jesús Lens

Emilio Herrera Linares: más grande que la vida

Los norteamericanos, tan exagerados ellos, utilizan la expresión ‘larger than life’ para referirse a personalidades exuberantes y desmesuradas cuyas biografías, a todas luces excesivas, desbordan los límites una existencia convencional. Escritores como Hemingway o cineastas como Orson Welles y John Huston serían un buen ejemplo.

El periodista Tom Wolfe dedicó uno de sus grandes libros, ‘Lo que hay que tener’, a los auténticos protagonistas de la carrera espacial norteamericana: aquellos astronautas que venían del mundo de la aviación, pilotos de pruebas que, además de valor, tenían destreza, orgullo y el particular sentido del humor de quienes arriesgan su vida, uno día tras otro, en el ejercicio de su profesión.

Frente a la tumba de Emilio Herrera Linares, en el granadino cementerio de San José, el viajero trata de imaginar lo que había pensando el padre del Nuevo Periodismo sobre el portentoso epitafio escrito en su lápida: “No lo lloréis, imitadlo”. Y sospecha que habría sonreído.

Foto: Alfredo Aguilar

Nacido el 13 de febrero de 1879, Emilio Herrera Linares fue un granadino más grande que la vida, aunando en una misma persona al hombre de ciencia y al hombre de acción. El viajero que no conozca su trayectoria alucinará en colores leyendo la lista de méritos que figura en el monolito que hay junto a su tumba, parte de los que hemos reproducido en pieza aparte.

El viajero puede comenzar la visita a la Granada de Emilio Herrera en su última morada, allá arriba, lo más cerca posible del cielo. A partir de ahí, en un sencillo viaje en el tiempo, descubrirá su rastro a través de varios espacios granadinos poco turísticos y muy diferentes a los habituales.

Por ejemplo, en el Campus de Fuentenueva, en la esquina de la calle Alcalde Yoldi Bereau y la propia Avenida que da nombre al recinto universitario. Allí se encuentra una egregia escultura que muestra al militar, científico y pionero granadino vestido con sus ropas de aviador y, en las manos, la escafandra que tan famoso le hizo, antecedente de las usadas por la NASA en sus misiones espaciales.

Se trata de una soberbia escultura cuyo diseño pertenece a Balbino Montiano Benítez y a Antonio Martínez Villa, encargada por la Universidad de Granada con motivo de la celebración del Año Emilio Herrera, y que contó con la participación de los estudiantes de la facultad de Bellas Artes que cursaban la asignatura ‘Procesos y técnicas de reproducción escultórica: fundición’. La inauguración de aquella escultura coincidió con la presentación del libro ‘Del aire al más allá’, autobiografía del protagonista cuya edición corrió a cargo de Carlos Lázaro y África Real.

13/09/18 FOTO: PEPE MARIN
INAUGURACION DEL MONUMENTO A EMILIO HERRERA EN AVD FUENTENUEVA

El viajero hará bien en utilizarla como guía para adentrarse en la vida de un Emilio Herrera que se muestra tremendamente generoso con sus compañeros, también pioneros, en el mundo de la aeronáutica española. Resulta emocionante, por ejemplo, cuando recuerda a otro granadino, Luis Dávila Ponce de León, que “creó el aeródromo de Granada, en Armilla, en el que murió carbonizado en un accidente de aviación, recibiendo aquel campo de aviación el nombre de Aeródromo Dávila, nombre que ha caído injustamente en desuso”.

El viajero puede disfrutar de la lectura en alguna recacha de la Plaza General Emilio Herrera, muy cerca del río Genil, en el corazón del barrio Fígares, uno de los más castizos de Granada. Hará bien en disfrutar de una caña de cerveza y una buena tapa en cualquiera de sus bares y terrazas.

Y desde allí, continuar hasta el Parque de las Ciencias, donde el viajero encontrará una fiel reproducción del traje diseñado por Emilio Herrera para llegar a la estratosfera, ascensión de 26.000 metros de altura que pensaba hacer en globo, una de las acreditadas especialidades del aventurero granadino, en el año 1936. El estallido de la Guerra Civil dio al traste con aquel proyecto.

Presentación de a exposición «Tocar el cielo» en el Parque de las Ciencias. Foto: Ramón L. Pérez

El viajero encontrará en el Parque de las Ciencias una exposición dedicada a ‘Vivir en el espacio. Desafío del siglo XXI’, en la que el prototipo diseñado por Herrera Linares ocupa un lugar de excepción, copiado e imitado por los técnicos de la NASA en el desarrollo de sus trajes espaciales. De hecho, la agencia espacial norteamericana trató de que el granadino trabajara con ellos, pero la negativa de los yanquis a llevar una bandera española si alguna vez trataban de llegar a la luna dio al traste con aquella colaboración, tal y como recordaban los creadores de ‘El Ministerio del Tiempo’ que, en su cuarta temporada, le han dedicado uno de los mejores y más emotivos episodios de toda la serie.

Sirva este paseo por la Granada de Emilio Herrera como homenaje a uno de sus vecinos ilustres cuya apasionada y apasionante vida debería ser, efectivamente, más y mejor imitada.

Jesús Lens