Marcas imperecederas

En este mundo hay dos tipos de productos: aquellos que forman parte de nuestra vida de una forma tan íntima que los echamos al carro de la compra, real o virtual, sin comparar precios; y aquellos que forman parte del mercadeo habitual de un avezado consumidor.

Los productos de la marca Puleva forman parte de la primera categoría, hasta el punto de que los granadinos no pedimos en las cafeterías un batido de fresa, de vainilla o de chocolate, sino un Pulevín.

Hay marcas que forman parte de nuestro ADN, que nos configuran tal y como somos y que, por tanto, se convierten en irrenunciables. Así, en Granada, no se bebe agua embotellada o agua mineral. Se bebe agua de Lanjarón. Una cerveza no es una cerveza. Es una Alhambra. Y, a partir de ahí, diferenciamos: la Especial, la Roja o la Milnoh.

Los granadinos no leemos el periódico. Leemos el IDEAL. Y luego, ya si eso, hojeamos otros diarios. Seguimos cogiendo el Alsina, hermana pequeña de ALSA; y no pedimos un bollo al camarero, pedimos una Maritoñi. Y, si hablamos del pasteles, el Pionono… aunque nos gusten más los de chocolate o las Milhojas. Tampoco vamos al súper. Vamos al Covirán. Aunque en este sector, las cosas están más apretadas. A la hora de ir al cajero automático, eso sí, disculpen que no me pronuncie…

Creo que jamás en mi vida he comprado otra leche que no sea Puleva, a la que debemos felicitar por sus estupendamente bien llevados sesenta añazos de edad. Y en esa identificación con la marca tienen mucho que ver dos circunstancias. La primera, la mascota del CB Granada, Pulevín, ese lince tan simpático que se ha ganado el afecto y el cariño de mi sobrina Carmela.

La segunda: una visita que hice de niño, con el cole, a su fábrica del Camino de Purchil. Nunca olvidaré las imponentes máquinas en las que se hacía la mantequilla, ese placer gastronómico que forma parte de mis desayunos diarios desde que tengo uso de razón. De repente, la mantequilla era un ser vivo y complejo, no solo un producto que se vende en tarrinas y se extiende con un cuchillo sobre el pan tostado y crujiente.

Seguro que, hoy, ocurren cosas mucho más importantes en el mundo, pero a mí me apetecía compartir con ustedes este desayuno de cumpleaños.

Jesús Lens

Inoportuna vergüenza lorquiana

En febrero de 2016 escribía en esta misma columna que los escándalos en la gestión de la Fundación Lorca estaban abocados a dirimirse en los juzgados (Leer AQUÍ). Meses más tarde, en abril de ese mismo año, insistía en la cuestión, sorprendido de la tardanza en denunciar la poca transparencia con que se estaban gestionando las cuentas. (Leer AQUÍ)

En una tertulia en TG7, a finales del 2017, volvía a reclamar luz, taquígrafos y, si fuera necesaria, la participación de la Fiscalía, para conocer cómo, cuánto y en qué se han gastado los muchos millones de euros vinculados al Legado de Lorca.

Y precisamente por ello, porque creo haber sido bastante claro en mi posición sobre el contencioso, en absoluto contemporizador ni timorato, me sentí profundamente avergonzado, como granadino, con lo que ocurrió el viernes de la semana pasada, día de la llegada definitiva del anhelado y ansiado Legado de Lorca a Granada.

Ese día debería de haber sido de fiesta y celebración, de congratulación y alegría. Sentimientos y sensaciones que no están en absoluto reñidas con la exigencia por querer saber.

Sin embargo, ese fue el día elegido por PP, Ciudadanos, Izquierda Unida y Vamos Granada para aprobar una moción por la que se exige al gobierno municipal que traslade a la Fiscalía la cuestión de las cuentas lorquianas. ¡Ese y no otro! El día en que toda España tenía puestos los ojos en Granada,  la oposición municipal en pleno demostró que, con tal de desgastar al equipo de Paco Cuenca, todo vale. Incluso convertir una fecha tan especial y tan singular… en una mierda.

¿Por qué ese día concreto? ¿Por qué no la semana pasada, el mes anterior o un año antes? ¿No podía esperar la cosa una semana más, cuando los políticos locales de todos los signos y orientaciones llevan mareando la perdiz lorquiana años y años? ¿Había que ensuciar precisamente la fecha en que llegaba el Legado?

¡Qué pena y qué tristeza, comprar el IDEAL del sábado pasado y encontrar mezclada la información sobre la llegada de los papeles, los libros, las obras de arte y el alma lorquianos con la moción para llevar a la Fiscalía una gestión que lleva siendo discutible, turbia y poco clara desde hace lustros!

Qué impotencia, comprobar una vez más como Granada hace lo posible y lo imposible por empequeñecerse y ridiculizarse a sí misma.

Jesús Lens

Jazz de altura, en Atarfe

Cuando escribo estas líneas, hace fresco en Zaidín, lo que nos permite prever que, esta noche, en la Ermita de los Tres Juanes, hará hasta frío. No estará de más, pues, que echemos una rebeca, zamarra o saquito, a gusto del consumidor.

Y eso que el abrasador saxo de Kenny Garrett incendiará, metafórica y musicalmente hablando, el precioso entorno montañoso de Atarfe, municipio granadino al que debemos agradecer que mantenga incólume su compromiso con una de las citas culturales más importantes del año: su famoso Jazz en el Lago, que cumple la nada desdeñable edad de 27 años.

Si un amigo poco aficionado al jazz me preguntara por una figura internacional con la que iniciarse, posiblemente le recomendaría a Kenny Garrett, que todavía tengo en la memoria el espectacular show que dio en el añorado Club de Jazz de Granada, hace unos años, donde todos terminamos saltando enfervorecidos, como si de un concierto de rock se tratara.

Al filo de la medianoche llegará el jazz tradicional de “The Jump Club”, formado por antiguos miembros de la mítica Potato Head Jazz Band y que, con ese nombre, fijo que también nos harán mover el esqueleto.

Para el sábado, otra propuesta imbatible: Sergio Pamies vuelve a casa, proveniente de su Texas residencial, donde ha grabado un excelente disco, “What brought you here?”. Así lo describimos, en su momento: “Música de ida y vuelta que transita por el pasado, cumplimentando visita a maestros como Cole Porter o Bill Evans, y llega al aquí y al ahora de un músico feraz y versátil que compone, toca el piano, arregla temas clásicos y, sobre todo, tiene el don de la alquimia, mezclando los ingredientes más diversos hasta conseguir resultados de lo más estimulante”. (Leer AQUÍ la reseña completa)

Y para los amantes del jazz vocal, otra propuesta imbatible: Claire Martin, una de las mejores voces del jazz británico contemporáneo.

Foto: Melissa Ashby

Mi consejo: subir temprano a los Tres Juanes para disfrutar de una Alhambra Especial bien fría y de la portentosa barbacoa de su kiosco, antes de zambullirnos en la música. Y el saquito. No lo olviden.

Jesús Lens

Atracador, cinéfilo, escapista y escritor

—La película “Heat” sigue siendo un perfecto ejemplo de cine sobre gángsteres y atracos; inspirada en la vida real, basada en personas y en hechos reales. El cine de Mann transmite verosimilitud por los cuatro costados. Personalmente yo, que soy un gángster auténtico, un atracador de verdad, no es que pueda alardear: he pasado 10 años en prisión por atracar furgones blindados… Durante 20 años, he seguido a Mann. Le descubrí con la película “Ladrón” y después, con los colegas, he seguido viendo sus películas como si fueran reportajes, documentales, bocados de realidad. A veces, incluso…

El que así habla, de forma distendida, entre risas y buen humor, es Redoine Faïd, un peligroso atracador francés, de actualidad estos días por haber protagonizado una espectacular y rocambolesca fuga de la prisión en que estaba encarcelado: tres de sus colegas secuestraron un helicóptero y aterrizaron en el patio de la prisión, para pasmo de los guardias. Dos de los compinches del gángster, encapuchados y portando fusiles de asalto, se bajaron del pájaro, forzaron el locutorio donde Faïd se encontraba departiendo con su hermano, lo subieron al helicóptero y, literalmente, salieron por los aires. Volando, quiero decir. La operación se ejecutó en menos de diez minutos y no hubo que lamentar ningún daño personal.

De momento, no hay rastro ni de Faïd ni del resto de miembros de su banda, aunque la caza del hombre ha movilizado a 3.000 agentes de la gendarmería gala. Por eso resultan especialmente siniestras, anticipatorias y casi, casi increíbles las palabras del atracador, cuando decía cosas como esta:

—Recientemente, hablando con algunos periodistas, me preguntaban: “Tiene usted una gran carrera criminal a sus espaldas y es usted autodidacta, ha aprendido a través del hágalo-usted-mismo…” Y yo les contestaba: “No. He tenido un consejero técnico, un maestro cercano, una especie de mentor… y su nombre es Michael Mann”.

Como podemos observar Faïd no tiene empacho en mostrar su admiración por el cineasta norteamericano. Y lo más llamativo del tema es que estas declaraciones -libremente traducidas a partir de mi precario francés- las hizo en un encuentro abierto al público con el mismísimo Michael Mann, durante unas jornadas organizadas por la Cinemateca Francesa en 2009, con ocasión del estreno de la película “Enemigos Públicos”. Encuentro que se puede encontrar en internet sin dificultad alguna.

El presentador del acto, sin saber muy bien qué hacer, interrumpió la perorata de Faïd y le pidió concreción. Qué fuera al meollo. El atracador le hizo caso:

—Mi pregunta es muy simple: ¿Es usted consciente de que hay gángsteres que pueden encontrar inspiración en sus películas?

Pero la cosa no quedó ahí, que Faïd estaba encantado de escucharse y muy crecido por las risas y los conatos de aplausos del público presente en el encuentro.

—Mi esposa detesta a Michael Mann. Si por ella fuera, le exigiría daños y perjuicios. Cuando le dije, antes de ayer, que iba a cumplir uno de mis sueños, que iba a conocer a una persona que ha formado parte de mi vida durante los últimos 20 años, me preguntó que si era Beyoncé. “No. Es Michael Mann”.

La cara del cineasta, llegados a ese punto, es todo un poema, entre sonrisas más o menos forzadas y una creciente incredulidad. Por eso, cuando le tocó darle la réplica, apenas fue capaz de balbucear un “muchas gracias. No sé cómo responder…”.

Después de participar en el encuentro de la Cinemateca Francesa, Faïd cometió un sangriento atraco, en 2010, que se saldó con la muerte de un joven policía y una condena a 25 años de prisión. Ese mismo año publicó un libro de memorias: “Braqueur: des cités au grand banditisme”, elogio del atracador que salió de los barrios periféricos del extrarradio para convertirse en un gran bandido.

Apodado como “El Escritor”, Faïd declaró en innumerables ocasiones su pasión por otras películas del propio Mann, como la citada “Ladrón”, pero también por títulos de Tarantino como “Reservoir Dogs”, de la que sacó la idea de llamar a cada uno de los miembros de su banda con el nombre de un color, cuando atracaron una joyería. Y, como homenaje a “Le llaman Bodhi”, de Kathryn Bigelow, durante el atraco a un banco, la banda del atracador cinéfilo se cubrió con máscaras de dos antiguos presidentes de Francia y el propio Faïd se dedicó a citar, de memoria, algunas de las frases de la película.

Tras ser detenido, condenado y encarcelado, Faïd protagonizó otra fuga de película en 2013, cuando huyó de la prisión de Lille en que estaba preso por la vía de tomar rehenes, utilizando explosivos para abrirse paso por las cinco puertas que le separaban de la libertad. Entonces no tardó en ser detenido de nuevo, unas semanas después de la fuga, cuando se escondía en un motel. Seguiremos muy de cerca la actualidad policial, para saber cuándo y cómo vuelve a caer en manos de la justicia un atracador cinéfilo con ínfulas literarias…

Jesús Lens

Historias de gente normal

¡Qué lujazo, efectivamente, tener a David Trueba en el estreno de su película más reciente, “Casi 40”, en el cine Madrigal! Así lo definió un eufórico Juan Torres, después de dar las gracias a los cientos de aficionados que nos congregamos en el templo de la cinematografía granadina para disfrutar de una memorable jornada.

Un lujazo que David Trueba, uno de los tipos más interesantes de la cultura española contemporánea, se animara a bajar a Granada a presentar su película y, al terminar la proyección, mantuviera un vibrante, divertidísimo y muy instructivo coloquio abierto con el público, de casi dos horas de duración.

Reconozco que estuve tentado de tomar notas sobre muchas de las cosas que comentó David, pero cualquiera se atrevía, después de recordarnos el célebre consejo de Rafael Azcona a un aspirante a guionista: No-Tome-Notas. Nunca. Jamás.

Ambientazo en el estreno de la película

Hubiera apuntado lo de la basura neuronal, por ejemplo, un tema que da para una columna en exclusiva. Y, sobre todo, habría subrayado y remarcado la importancia de las creíbles y cercanas historias de ficción sobre gente normal, que tanta falta nos hacen, en vez de tanto rollo sobre tipos estresados y rebosantes de esteroides que salvan a la humanidad, una y otra vez.

Ha coincidido el visionado de “Casi 40”, una excelente pequeña-gran película con un guion prodigioso y unos actores en estado de gracia; con la lectura de “Esto no es una historia de amor”, de José Antonio Pérez Ledo, otro tipo interesantísimo y al que les aconsejo que le sigan la pista muy de cerca, que es un todoterreno del periodismo, el humor, la ciencia ficción y la divulgación científica.

EneuHdA es una novela de la que me quedan 100 páginas por leer… y que no quiero que se termine, de lo mucho que la estoy disfrutando. Otra historia cálida, sencilla y cercana que nos habla de personas normales. De tipos que se acercan a la mediana edad, y tratan de encajarlo con la mayor dignidad posible. De la gente con la que salimos de cañas habitualmente y que se preocupa por las cosas que nos preocupan a la mayoría de los españolitos de a pie.

Disfruten con David Trueba y José Antonio Pérez Ledo, con su extraordinaria capacidad de percepción del entorno que nos rodea y su excelente pulso para escribir diálogos memorables.

Jesús Lens