Rodando por la provincia

Ayer se cumplían 47 años de la muerte de Jack Kerouac, el célebre autor de “On the road”, una novela que tanto ha marcado a varias generaciones de lectores. Y quiso la casualidad que ayer terminara, también, la gira que hemos hecho por diversos pueblos de la provincia, dentro del Festival Granada Noir. De ello hablo hoy en IDEAL.

Granada Noir El Silencio de los Corderos

El último encuentro fue en la hermosa Vegas del Genil, tan cerca de la capital, pero con el encanto de un pueblo con raíces, tradición, sabor, aroma y sensibilidad. Vegas se ha convertido en cómplice de Granada Noir gracias al decidido apoyo de Eli, su culta, inquieta e incansable concejala de cultura. Gracias a ella, escritores como Empar Fernández o Alejandro Pedregosa han mantenido largas y productivas charlas con los ávidos lectores de un Club de Lectura que funciona a las mil maravillas.

Antes de ir Vegas, gracias a la colaboración de la Diputación de Granada, estuvimos en Huéscar, Sorvilán, Fornes, Alhendín y Vélez de Benaudalla. Cuando hablaba con amigos y les explicaba el plan, viéndome ojeroso y cansado, me preguntaban que para qué me meto en estos jaleos. Otra vez.

Sorvilán
Sorvilán

Sí. Ha sido duro eso de trasponer kilómetros y kilómetros para hablar de Hannibal Lecter y de “El silencio de los corderos” en tantos sitios. Pero si creemos en una cultura popular, abierta, accesible y queremos que llegue a todos los rincones de Granada, no basta con decirlo, escribirlo y proclamarlo. Hay que remangarse y ponerse en marcha.

Echarse a esos caminos y carreteras locales que te permiten disfrutar de vistas espectaculares, cruzarte con cabras monteses y perdices, comer deliciosos pestiños y comprar quesos artesanales.

Granada Noir Vélez de Benaudalla

La vida en la carretera es dura y exigente, pero adictiva y de lo más gratificante, compartida con amigos como Gustavo o Pepe. ¡Que le pregunten a Bob Dylan, embarcado en su The Neverending Tour desde el 7 de junio de 1988! Cerca de treinta años de gira ininterrumpida…

Y luego está el placer de hablar de cine. De compartir la experiencia cinematográfica con un puñado de atentos espectadores. Que los veinte de Sorvilán, por ejemplo, son el 10% de la población. Y la casualidad de coincidir con Pilar y Rita, dos antiguas alumnas de mi padre, en Vélez. Y recordar con ellas anécdotas e historias de Don Jesús. ¿Cómo no van a ser adictivos los On the roads?

Jesús Lens

Twitter Lens

Kentaro, el lince viajero

La muerte de cualquier lince me resulta siempre dolorosa, sobre todo, cuando se produce por atropello. Pero el fallecimiento de Kentaro es especialmente significativo porque se trataba del llamado lince viajero o lince explorador. Y a él le dedico hoy en IDEAL estas líneas.

Kentaro lince

Nacido en un centro de cría de linces en el sur de Portugal, Kentaro dedicó dos años su vida, desde que fue liberado en los Montes de Toledo, a recorrer cerca de tres mil kilómetros, en un viaje que le llevó por Castilla-La Mancha, Madrid, Aragón, La Rioja, Castilla y León, Galicia y, finalmente, de vuelta a Portugal, donde fue fatalmente atropellado cerca de Oporto.

¿Cómo no recordar, al leer sobre la odisea de Kentaro, “El lince perdido”, aquella joya de la animación granadina dirigida por Raúl García y Manuel Sicilia?

El lince perdido

¿Se acuerdan de Félix, el lince patoso y torpón que, habituado a vivir en un centro de recuperación, se veía súbitamente enfrentado a la libertad, viéndose obligado a buscarse la vida en plena naturaleza?

Félix recorrió toda Andalucía, transitando por buena parte de sus parajes naturales más reconocibles, en un viaje alucinante en el que se encontró con personajes tan singulares como Gus, el camaleón; Beea, la osada cabra montesa; Astarté, un hermoso halcón y, por supuesto, con Rupert, el topo.

Las aventuras de Félix por Andalucía son una gozada visual que disfrutan los más pequeños de la casa y, también, los mayores que tienen la suerte de ver la película con ellos. Pónganle a sus hijos “El lince perdido”. Es una de esas cintas que pueden marcar a un niño y convertirlo en un fervoroso defensor de los animales y en un fiel amante de la naturaleza andaluza por siempre jamás.

Vean “El lince perdido” y dedíquenle el visionado a Kentaro, ese lince osado, valiente, atrevido, curioso y decidido que ha pasado dos años viajando por nuestra geografía.

Aprovecho estas líneas para mandarle un fuerte abrazo a Pulevín, el divertido lince que anima al público en los partidos de baloncesto de nuestro equipo y para preguntarle a Fernando Egea por aquella brillante y emocionante historia que él y yo sabemos. ¿Qué fue de ella, Fernando?

Pulevín

Descanse en paz, Kentaro. Y, una duda, ¿por dónde anda Kahn, el otro lince viajero, hermano de Kentaro, cuyos caminos se separaron meses ha? ¿Sigue por el sur de Portugal, donde estaba localizado el pasado junio?

Jesús Lens

Twitter Lens

Las disculpas de Rosa

Lo ha hecho muy bien. Pero que lo haya tenido que hacer… manda huevos, que diría aquél. Y sobre este esperpéntico asunto hablo hoy en IDEAL.

Rosa, nuestra Rosa, la Rosa de España que siempre ha llevado a Granada por bandera, ha tenido que grabar un vídeo y distribuirlo por redes sociales para disculparse por unas palabras que dijo en el documental sobre la primera edición de Operación Triunfo y que, además de haber sido malinterpretadas, le han reportado reproches e insultos a través de Twitter.

Rosa propiedad de nadie

Entre otras muchas cosas, Rosa dijo que cuando vuelve a Granada, empieza a hablar mal y a comer más. A partir de ahí, el talibanismo más reaccionario de la Red, los guardianes de las esencias que no entienden nada ni se molestan en entender, han concluido que Rosa insultaba a Granada. Y, por extensión, a todos los granadinos. Y que renegaba de su patria chica. Y no sé cuántas necedades más. Y luego los insultos, por supuesto. Que no falten los insultos…

A ver. Que levante la mano el que no come más cuando vuelve a su casa. Que arroje el primer Twitt el que, reunido con su familia y sus amigos, tras mucho tiempo sin verse, no se pone púo de comer y de beber. ¿De verdad es necesario explicarlo? Peor aún: ¿de verdad tiene Rosa que pedir disculpas por decir que hace lo que hacemos todos?

Rosa López

Y está lo de hablar mal. Que nunca me olvido de cuando mis padres charlaban con la rama gallega de mi familia por teléfono, que no tardaban ni treinta segundos en adoptar un acento extraño y cantarín con curiosísimas inflexiones de voz que jamás les escuchábamos en otro contexto.

¿De verdad tiene Rosa que disculparse por decir que, cuando está en casa, adopta de nuevo un hablar más rajao y cerrao de lo habitual? Ella. Rosa. Ella misma en su misma mismedad. Ella, que reconoce que hablaba fatal y que no la entendía nadie. Ella, que se ha esforzado por mejorar su dicción al igual que ha trabajado duramente por cuidar su dieta y por hacerse más y mejor cantante y artista.

¿De verdad ha tenido Rosa que pedir disculpas porque una panda de mentecatos se ha sentido insultada por unas palabras que, cualquiera con dos dedos de frente, sabría entender y contextualizar?

Rosa ojos

Qué pena, la estulticia general a la que nos conduce el hooliganismo mental.

Jesús Lens

Twitter Lens

Sexo y lujuria, motores del Noir

Las tres palancas que mueven el universo del crimen son dinero, poder y sexo. A partir de ahí, se admiten mil y una derivadas: codicia, envidia, celos, lujuria…

Fuego en el cuerpo

Historias policíacas con el poder y el dinero como motor de la acción las hay por miles. Lo del sexo, sin embargo, cuesta más trabajo de asumir. Y a este tema dedico hoy El Rincón Oscuro, la sección semanal que IDEAL dedica a la cultura Noir.

Hoy por hoy, el personaje de la mujer fatal forma parte de la mitología del cine y la literatura en blanco y negro, perteneciendo a una época en que los personajes podían fumar libremente en los clubes de jazz y el humo de los cigarrillos contribuía a darle atmósfera al ambiente.

Así, un novelista como James M. Cain, a quien debemos clásicos como “Doble indemnización”, adaptada al cine como “Perdición” por Billy Wilder; o “El cartero siempre llama dos veces” es una rara avis en el mundo del género negro, gracias a sus poderosísimos, fríos y enigmáticos personajes femeninos. Un cliché que ha perdurado más en el cine, gracias a películas como “Fuego en el cuerpo” o “La última seducción”, que en la propia literatura. Y es que una cosa es ver en pantalla a Kathleen Turner o Linda Fiorentino y otra muy diferente es imaginarlas a través de la lectura.

El cartero siempre llama dos veces

Por todo ello, en el siglo XXI cuesta trabajo encontrar buenas historias en las que el sexo sea el auténtico protagonista de la narración. De ahí el estruendoso alborozo con el que los lectores hemos acogido la publicación de “Obscena. Trece relatos pornocriminales”, editada por la muy valiente Alrevés y de cuya coordinación se ha encargado el escritor Juan Ramón Biedma.

Obscena portada

“Casi invariablemente, la pornografía escrita se nos presenta bajo la forma de burdas historietas que, incluso más allá de su propia índole sexual, han contribuido a devaluar hasta lo inapreciable la cualidad intelectual o artística de este género. Pero ¿qué pasaría si comenzáramos a asociar el sexo explícito con concepciones narrativas de alto rango literario?”

De esta premisa parte el origen de pedir a trece reconocidos autores de género negro trece relatos criminales de alto voltaje sexual. Sexo explícito, ojo. Nada de sexo velado, sugerido, perfumado u ocultado tras el biombo. Y es que, como bien decía Woody Allen, el sexo solo es sucio cuando se hace bien.

Tiene algo de morboso y de perverso acostarse por la noche con un libro como “Obscena. Trece relatos pornocriminales” entre las manos, abrir sus páginas y sumergirse en las historias inventadas por autores como Carlos Salem, Carlos Zanón, David Llorente, Empar Fernández, Fernando Marías, Guillermo Orsi, José Carlos Somoza, Juan Ramón Biedma, Manuel Barea, Marcelo Luján, Marta Robles, Montero Glez o Susana Hernández.

Obscena Fernando Marías Carlos Salem

Un libro muy apropiado para esta época del año, el otoño. Vuelve el frío, los colores se amustian, la vida se retrae y la oscuridad ocupa muchas horas del día. ¿Qué mejor, para estos meses oscuros y monocrómicos, que darse el gustazo de disfrutar del tórrido calor que emana de estas trece historias pornocriminales?

Las hay para todos los gustos y perversiones. Desde el fetichismo por un determinado modelo de zapato al amor imposible entre personas de diferentes edades y condiciones. Relatos que invitan a volver al bar de Lola o a descubrir el sexo del futuro, entre humanos y robots. A cobrarse viejas deudas pendientes y a saborear dulces venganzas.

¿Qué tienen en común, estos trece relatos, más allá del sexo y el crimen? Su calidad. El alto rango literario al que apuntaba la declaración de intenciones anteriormente señalada. “Obscena” es la prueba palpable de que el sexo y el crimen maridan estupendamente y encajan a la perfección.

Obscena Biedma

Una apuesta valiente y arriesgada que nos permite adentrarnos en territorios poco transitados en su obra por algunos de los autores participantes en “Obscena” y abundar en la faceta más canalla de otros, para los que el sexo sí es frecuentado por sus personajes.

Una apuesta excitante que viene a reivindicar la vertiente más húmeda, erótica y festiva de una literatura Noir para para la que ningún tema debe ser ajeno. Sobre todo si ese tema es el sexo.

“Obscena. Trece relatos pornocriminales” es un puñetazo en el rostro de la mojigatería y de lo políticamente correcto. Un grito de libertad temática y estilística que anima a los autores a lubrificar su prosa y recuerda a los lectores que la buena literatura, negra o de cualquier color, ha de estar viva, ser visceral, rezumar humores y provocar sensaciones. Lo demás, es mecanografía.

Jesús Lens

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Elogio de la fantasía

Iba tan predispuesto a llorar hasta la moquera con “Un monstruo viene a verme” que, al final del metraje, me descubrí sorprendentemente entero. Quizá no fui a ver la película de Bayona en el mejor momento y estuve algo distraído durante la proyección. También es posible que el filme cuente con tantos recursos para provocar la llantina que ésta decidió no acudir a una cita que le pareció demasiado previsible.

Si con algo me quedo de una película que, felizmente, está funcionando excelentemente bien en taquilla, es con el personaje interpretado por Liam Neeson, ese árbol que se arranca las raíces, se levanta, camina y habla con voz cavernosa. Y de ello hablo en IDEAL.

Árbol película Bayona

Y es que los árboles que cobran vida y van más allá de la vida propia de un árbol, siempre me han fascinado. Creo que la culpa es de un viejo libro de arte que mis padres tenían en Carchuna y que llevaba en portada una de las obras de Arcimboldo, famoso por representar rostros humanos utilizando una mezcla de plantas, frutas, animales y los objetos más sorprendentes que su (sin)razón fuera capaz de combinar.

Arcimboldo

Aquella humanización de las plantas, seres vivos pero habitualmente inanimados, me fascinó. Imagino que, por eso, uno de mis personajes de cómic favoritos es “La cosa del pantano”, sobre todo, la serie de Alan Moore que comenzaba con una sorprendente lección de anatomía…

Y por fin llegamos a la segunda entrega de “El señor de los anillos” en la que los Ents se enfadan con Sauron, todos aquellos árboles gigantes en marcha, entrando en contienda contra los malos.

Lo que más me ha gustado de “Un monstruo viene a verme” es el encendido elogio de la fantasía, la fábula y la narración de historias como vía para enfrentarse a los fantasmas de la cruda realidad.

La cosa del pantano

Cuando la existencia es fea, gris, triste y dolorosa, refugiarnos en la fantasía y la imaginación es una de las pocas opciones que nos quedan. No se trata de escapar o huir de la realidad. Ni de esconderse. Se trata de buscar respuestas en lugares diferentes a los habituales, en espacios insospechados, en universos paralelos.

A fin de cuentas, si le funciona a Connor O’Malley, con la vida tan complicada que le ha tocado lidiar en la película de Bayona, ¿no nos va a funcionar a los todos los demás?

Jesús Lens

Twitter Lens