Elogio de la fantasía

Iba tan predispuesto a llorar hasta la moquera con “Un monstruo viene a verme” que, al final del metraje, me descubrí sorprendentemente entero. Quizá no fui a ver la película de Bayona en el mejor momento y estuve algo distraído durante la proyección. También es posible que el filme cuente con tantos recursos para provocar la llantina que ésta decidió no acudir a una cita que le pareció demasiado previsible.

Si con algo me quedo de una película que, felizmente, está funcionando excelentemente bien en taquilla, es con el personaje interpretado por Liam Neeson, ese árbol que se arranca las raíces, se levanta, camina y habla con voz cavernosa. Y de ello hablo en IDEAL.

Árbol película Bayona

Y es que los árboles que cobran vida y van más allá de la vida propia de un árbol, siempre me han fascinado. Creo que la culpa es de un viejo libro de arte que mis padres tenían en Carchuna y que llevaba en portada una de las obras de Arcimboldo, famoso por representar rostros humanos utilizando una mezcla de plantas, frutas, animales y los objetos más sorprendentes que su (sin)razón fuera capaz de combinar.

Arcimboldo

Aquella humanización de las plantas, seres vivos pero habitualmente inanimados, me fascinó. Imagino que, por eso, uno de mis personajes de cómic favoritos es “La cosa del pantano”, sobre todo, la serie de Alan Moore que comenzaba con una sorprendente lección de anatomía…

Y por fin llegamos a la segunda entrega de “El señor de los anillos” en la que los Ents se enfadan con Sauron, todos aquellos árboles gigantes en marcha, entrando en contienda contra los malos.

Lo que más me ha gustado de “Un monstruo viene a verme” es el encendido elogio de la fantasía, la fábula y la narración de historias como vía para enfrentarse a los fantasmas de la cruda realidad.

La cosa del pantano

Cuando la existencia es fea, gris, triste y dolorosa, refugiarnos en la fantasía y la imaginación es una de las pocas opciones que nos quedan. No se trata de escapar o huir de la realidad. Ni de esconderse. Se trata de buscar respuestas en lugares diferentes a los habituales, en espacios insospechados, en universos paralelos.

A fin de cuentas, si le funciona a Connor O’Malley, con la vida tan complicada que le ha tocado lidiar en la película de Bayona, ¿no nos va a funcionar a los todos los demás?

Jesús Lens

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