Cheek, Rossy & Glasper

Si toda la programación del ciclo Jazz en la Plaza es extraordinaria, gracias al buen hacer de nuestro querido Guillermo Morente, presidente de nuestra asociación de jazz Ool Ya Koo; el concierto de este jueves, en la Plaza de las Culturas de CajaGRANADA va a ser especialmente memorable ya que nos acompañará uno de esos músicos que podría estar encabezando el cartel de cualquier festiva internacional: Chris Cheek. Y acompañado a la batería nada menos que por uno de esos barceloneses internacionales, Jorge Rossy.

Chris Cheek

Cheek, nacido en Saint Louis en 1968, desde muy pequeño encontró un enorme apoyo en su padre, director de una banda de música juvenil en su ciudad natal. A los doce años, Chris ya tocaba el saxofón y su formación le llevó de la Universidad de Webster al Berklee College of Music, mudándose en 1992 a Nueva York.

En la Gran Manzana tocó con infinidad de músicos y participó en la grabación de innumerables discos, como músico de sesión. Por fin, en 1997 hizo su primera grabación como líder de una banda. El disco se llamó I wish I Knew y en él participó, a la batería, el otro gran lujazo del que disfrutaremos en la noche del 23 de julio: Jorge Rossy.

The Bird's Eye Jazz Club Basel 18th and 19th July 2014
The Bird’s Eye Jazz Club
Basel 18th and 19th July 2014

Rossy, nacido en 1964, empezó con las baquetas a los 11 años de edad y tras varios años de giras internacionales y de discos con multitud de músicos, se matriculó en el Berklee College of Music para perfeccionar su estilo… con la trompeta.

Tras haber girado con leyendas del jazz latino como Danilo Pérez o Paquito D’Rivera, en 1991, Rossy se instala en Nueva York, donde iniciará su relación con Cheek. Posteriormente, tras girar varios años con Brad Mehldau, a partir del año 2000, Rossy vuelve a Barcelona y empieza a desarrollar sus dotes como pianista.

Para esta cita histórica, Rossy volverá a la batería, en un concierto en el que también actuarán Steve Cardenas a la guitarra y David Soler con el pedal steel guitar y otra sorpresiva novedad: Jaume Llombart al bajo eléctrico.

Insistiremos en que es una cita histórica con un grupo que, además, hace un jazz radicalmente contemporáneo. Y no solo por la presencia de las guitarras y el bajo eléctrico, sino porque a Cheek nunca le ha temblado el pulso a la hora de introducir efectos electrónicos en el sonido de su saxofón.

Y, llegados a este punto, recordamos lo que dice Robert Glasper sobre el jazz, tal y como lo recoge Enrique Novi en Granada Hoy: “Me encanta decir que soy músico de jazz. Entiendo que hay muchos a los que no les gusta que se les llame así, porque temen que el público no va a ir a escucharles, pero no es mi caso. Para mí, el jazz es una reflexión acerca de la sociedad en la que vives. Cada periodo tiene su tipo de jazz. En los cincuenta, los músicos  de jazz tocaban la música del momento en que vivían. En los sesenta, lo mismo. Pero esa cadena se ha roto. La idea generalizada es que los músicos de jazz, hoy, tocan música vieja. El público piensa en el jazz como en una foto en blanco y negro, y siempre los mismos artistas: Thelonious Monk, Charlie Parker, John Coltrane, Miles Davis… luego se quejan de que el jazz no es popular”.

¡Zas! ¡En toda la boca!

Robert Glasper

Hoy toca Robert Glasper en el Jazz en la Costa de Almuñécar. Otro heterodoxo.

Y es que el jazz es un género que engloba tantas músicas, tantas escuelas, tantas tendencias que, por fortuna, es interminable, inabarcable, insondable.

Dos citas de lujo.

Porque hoy, por supuesto, estaremos en Almuñécar. ¿Lo dudaba alguien?

Y es que Julio es el gran mes del jazz y ahí estamos nosotros, siguiéndolo muy de cerca.

Si gustan…

Jesús Lens

Twitter Lens

Lo que dicen los dioses

Para mí, la Cibeles era una señora de Madrid, alta y lustrosa que, en los buenos años del madridismo, solía ser tomada al asalto por las hordas blancas y agasajada con bufandas y camisetas, mientras la jaleaban centenares de bocinas y cláxones.

Lo Que Dicen Los Dioses

Un monumento, vamos. Y poco más.

Hasta ahora.

Porque después de leer “Lo que dicen los dioses”, la voy a mirar de otra manera. O, mejor dicho, voy a tratar de no mirarla nunca jamás y de no volver a cruzarme en su camino, per secula seculorum.

¿Te gustan las historias con múltiples y variados asesinatos, pero sin que te salpique la sangre? ¿Y si las que mueren son niñas? ¿Te gustan las historias de fantasmas? ¿Crees en ellos? ¿Crees en milenarios cultos paganos que, aún hoy, podrían seguir vigentes?

Lo Que Dicen Los Dioses niñas muertas

Si respondes que sí a todas o a algunas de esas preguntas, deberías leer la novela de Alberto Ávila Salazar, publicada por Ediciones Versátil. Y si respondes que no… también deberías leerla. Porque, quizá, cambies de opinión.

En poco más de 200 adictivas páginas, Alberto Ávila nos lleva del Madrid de postguerra a México y, de vuelta a España; a los años inmediatamente anteriores a la Transición. En su novela, protagonizada por diversos personajes que, en teoría, nada tienen que ver entre ellos, hay historias cruzadas en las que los muertos conviven con los vivos mucho más estrechamente de lo que estamos acostumbrados.

Lo Que Dicen Los Dioses Alberto Ávila

Porque los fantasmas existen. Los fantasmas de verdad. Los invisibles. Las almas en pena. No esos fantasmones a los que, por desgracia, no podemos perder nunca de vista. Me refiero a los fantasmas de las personas asesinadas que claman venganza. Y que atormentan a quienes se ven obligados a convivir con ellos.

Por ejemplo, en una encantadora casa de Madrid. ¿Encantadora? Perdón. Encantada, quería decir.

Lo que dicen los dioses casa encantada

Y es que, cuando leemos historias sobre asesinos en serie, los autores suelen contarnos todo lo que tiene que ver con sus traumas, el Modus Operandi, las cacerías que las fuerzas del orden ponen en marcha para descubrirlos y neutralizarlos… Pero, ¿qué pasa con sus víctimas? ¿Qué pasa con los muertos? ¿Y con las personas que luchan con monstruos?

“Lo que dicen los dioses” habla de todo ello. Y lo hace a través de una prosa que no tiene cuidado ni miramiento… a la hora de asustar al lector. O, si no es muy impresionable, sí al menos de inquietarle. Porque, a medida que avanzas en su lectura, vas cogiendo el libro con más aprensión y, si eres de los que lee en la cama, antes de dormir; te descubres enciendo luces que no solías encender antes de acostarte con Rosendo, Serena, Iríbar, Adrián, Mariana… y las niñas. Siempre, las niñas.

Es la sugestión que provoca la buena literatura de género y yo, si fuera tú, no me la perdería. Salvo que seas especialmente aprensivo, claro. En ese caso…

Jesús Lens

Twitter Lens