Cruentos

Tú que me conoces sabes que soy una persona sosegada, pacífica, tranquila y, a veces, hasta afable. Una de esas personas que no se han peleado prácticamente nunca, que rehuyen el conflicto y al que espantan las broncas, los gritos y las discusiones.

Pero también soy uno de esos que, si ven a un tío, a la caída de la tarde, con una pala al hombro y saliendo de la ciudad, no pienso que va en busca de un tesoro o a cultivar cebollinos. Pienso que va a enterrar un cadáver.

Lo sé.

Demasiada novela negra y criminal. Demasiada nota roja. Demasiado thriller, policíaco, noir y gallo en mi vida lectora y cinéfila.

De ahí, los Cruentos.

Los Cruentos serán Cuentos Crueles y Horrendos.

Cuentos purulentos llenos de sangre, vísceras, muerte y putrefacción.

Profanadores

Cuentos negros, pero no exentos de humor. Negro. Por supuesto.

Cuentos políticamente no ya incorrectos, sino directamente ofensivos.

Porque llega un momento en que nuestra vida está tan constreñida y encestada que es necesario dar rienda suelta a la mala leche, la mala baba y al cabrón que todos llevamos dentro.

Putrefactos

Los Cruentos, además, se verán muy influenciados por esa Tuiteratura que nos obliga a concentrar las historias en 140 caracteres. Aunque luego podamos hacer versiones extendidas de los mismos.

Hace unos años recopilé algunos de mis cuentos en un volumen titulado “Puñalabras” y que ya no existe. Salvo que tú tengas alguno por ahí guardado.

Ahora vamos con los Cruentos.

Evidentemente, los escribiré con el firme propósito de que te (dis)gusten. Cuanto más, mejor.

Saturno y sus hijos

El primero, enlazando con la etiqueta “Cuerpo”, elegida como palabra de la semana para participar en la Tuiteratura del programa El Público, de Canal Sur, dirigido por Jesús Vigorra, en su versión extendida, rezaría así:

No tenía intención de profanar el cadáver. De hecho, había desenterrado el cuerpo justo por lo contrario, solo para verlo comido por los gusanos y poderme burlar de él: 

-Ya no eres tan guapo, ¿eh, cabronazo? Mírate ahora…

Y yo no sé qué me pasó. Recuerdo que estaba ahí, contemplándolo y burlándome de él y lo siguiente fue escuchar al guardia de seguridad, muy alterado, avisando por radio a la patrulla de que un perturbado estaba dentro de una tumba, poseyendo con frenesí al fallecido…   

Jesús Lens

Firma Twitter

La sal de la tierra

No hay excusa. De verdad. Busca un par de horas para escaparte al cine Madrigal, si estás en Granada. Desde las 4 de la tarde, cada dos horas. Y si vives fuera, o te vienes a nuestra querida ciudad o mira en la cartelera. Pero “La sal de la tierra” es una película que TIENES que ver.

la-sal-de-la-tierra

No hago más que decirlo a todas las personas con las que hablo, desde que el pasado jueves, Reyes, mi Cuate Pepe y yo salimos, muy tocados, de la oscuridad de la sala de cine. Y es que hacía tiempo que no tenía una experiencia cinematográficamente humana tan potente.

Bien sabéis, los que me leéis habitualmente, que una de mis tesis fundamentales es que el cine es una herramienta que, trascendiendo el entretenimiento, puede llegar a transformar la realidad. Además de contarla.

“La sal de la tierra”, dirigido por Wim Wenders y por Juliano Ribeiro Salgado, es un documental tan potente que, posiblemente, cambie la percepción que muchas personas tienen del mundo en que vivimos.

ST1-600x438

Pero, ¿qué es exactamente “La sal de la tierra”? Como decía, es un documental basado en la vida y la obra de, posiblemente, el mejor fotógrafo actual: el brasileño Sebastiao Salgado. Sus fotografías, siempre en blanco y negro, nunca son casuales. Si buscáis en Google sus imágenes debéis saber que, aunque las veáis sueltas, todas pertenecen a diversos trabajos y proyectos que, a lo largo de su vida, Salgado fue ejecutando lenta y premiosamente, con el inquebrantable apoyo de su mujer.

Empezando por “Otras Américas”, un trabajo al que dedicó ocho años de su vida. O “Trabajadores”, “Terra”, “La mina de oro de Sierra Pelada”… Y el más impresionante y estremecedor: “Nómadas”.

Son trabajos totémicos, hercúleos, que Sagado y su mujer han realizado para su propia agencia de fotografías, llamada Amazonas Images y fundada en 1994, después de que Salgado formara parte de la mítica Magnum Photos desde 1979.

La película de Wenders y JR Salgado, hijo del fotógrafo, muestra muchas de las fotografías de Sebastiao, pero perfectamente contextualizadas ya que el propio fotógrafo cuenta a la cámara las intenciones que le llevaron a afrontar cada uno de sus proyectos, anécdotas que le ocurrieron mientras los ejecutaba y, sobre todo, los efectos y las consecuencias anímicos y espirituales que tuvieron en él.

Por eso, “Nómadas” es tan importante. Porque en él se muestra la vida de cientos de miles de personas que, al final del siglo XX, vivían en perpetuo movimiento, huyendo de la guerra, de la enfermedad, del hambre y de la miseria.

Ethiopia, 2008

Para documentar esos procesos, Salgado viajaba con los protagonistas. Días. Semanas. Meses. Viajó con los etíopes que buscaban agua en Sudán, donde la encontraron a orillas del Nilo Azul, sí. Pero solo para encontrarse con una hambruna atroz. Los efectos de la sequía del Sahel. Los dramáticos acontecimientos de Ruanda, durante las masacres de 1994. Y, después, los campos refugiados hutus en Goma.

Dolor, sufrimiento, enfermedad, muerte… e ignorancia. Sobre todo, ignorancia. Porque en nuestro eurocentrismo, en nuestra burbuja primermundista, nos olvidamos de lo esencial. Y lo esencial es lo que Salgado escribe en “Éxodos”, a modo de introducción. “Más que nunca, siento que solo hay una raza humana. Más allá de las diferencias de color, de lenguaje, de cultura y posibilidades, los sentimientos y reacciones de cada individuo son idénticos”.

Recuerdo que, hace meses, cuando la editorial Tachen, que publica los libros de Salgado en España, me envió información con el nuevo proyecto del autor, me quedé sorprendido. “Génesis”. Y salían animales.

teaser_su_salgado_genesis_top_1304121414_id_681884-720x340

¿Cómo? Salgado, el fotógrafo del compromiso social, el fotógrafo de la condición humana por excelencia… ¿adscrito a una especie de National Geographic?

Solo diré una cosa: cuando veas “La sal de la tierra”, con el rostro de Salgado filmado en blanco y negro, la cabeza afeitada, como el Kurtz al que Marlon Brando dio vida en “Apocalypse Now” y su expresión coriácea… cuando le escuches hablar del cómo y el porqué de “Génesis”, tardarás segundos en entrar en www.tachen.es y pedir no solo éste, sino el resto de sus libros.

la-sal-de-la-tierra6

¡El poder del cine!

Jesús Lens

Firma Twitter

El jugador

Me preguntaba Javier Márquez si la nueva película de Rupert Wyatt, “El jugador”, protagonizada por Mark Wahlberg, es una nueva versión de ese otro “El jugador” que interpretara James Caan en los años 70. Al principio no caía. Después sí. ¡Ese glorioso Caan post-Padrino, que también participó en “Los aristócratas del crimen” y “Ladrón”! James Caan, un actor con carisma, con fuerza, con presencia…

 El jugador caan

Efectivamente, estamos ante una nueva versión de aquella historia: un profesor de literatura, adicto al juego, que se va sumergiendo en un espiral descendente cada vez más peligrosa.

Desde que Dostoievski escribiera aquella joyita titulada como las dos películas comentadas, en la que diseccionaba su adicción a los casinos, el vicio del juego empezó a ser considerado como una de las Bellas Artes y, así, en aquellos años 70 en los que parecía que todo podía cambiar, Karel Reisz trabajó en un documental destinado a analizar las causas y las consecuencias de la ludopatía. El proyecto, finalmente, derivó en una película de ficción que mostraba a Caan convertido en un potencial suicida para quién el juego y las mafias de los prestamistas ejercían el mismo efecto que un revólver en las manos de un practicante de la ruleta rusa.

 El jugador

Y así llegamos a este 2015, a esta nueva vuelta de tuerca a una historia muy interesante en la que Mark Wahlberg interpreta a ese profesor de literatura hiperactivo que, fuera de las aulas, le da al naipe. La primera secuencia de juego es confusa. O a mí me pilló despistado. No se trata de póker, que más o menos todos sabemos cómo va. A lo que juega el profe es al Blackjack, popularmente conocido como 21.

El guionista, en ningún momento explica cómo va eso del 21 y aún no tengo claro si es porque piensa que el Blackjack es universalmente conocido o porque considera que en realidad da lo mismo, dado que el protagonista no juega. El protagonista, pierde. Sistemática y metódicamente, como en la novela de Santiago Gamboa.

 El jugador no juega el jugador pierde

Y así, al perder, el profesor se las tiene que ir viendo con prestamistas y usureros cada vez más peligrosos. Eso sí: muy democráticamente, empieza debiéndole pasta a un coreano, continúa poniéndose en las garras de un afroamericano y, finalmente, se las ve con un Gran Blanco, interpretado por el cada vez más desmesurado y elefantiásico John Goodman.

Y en este viaje al corazón de las tinieblas, el profesor habla. Y habla. Y habla. Habla sin parar. ¿Hablaba Caan ni la mitad que Wahlberg, en la anterior versión de “El jugador”? Lo dudo. Lo dudo mucho. Porque la historia quiere ser, esencialmente, existencialista. El mensaje es que hay que perderlo todo para estar en condiciones de volver a empezar. Lo que, sinceramente, no debiera haber requerido de tanta verborrea.

 El jugador habla

Porque los ambientes, los altos y los bajos, están muy bien conseguidos. Los secundarios vienen revestidos de una atractiva pátina de inquietud y desasosiego; enseñándonos lo importante que es, en la vida, alcanzar una posición de poder que te permita decirle, a todo y a todos, “¡que te jodan!”. ¡Y ese Omar Little, reconvertido para la ocasión en un prestamista con ínfulas lectoras, pero con una mala leche a prueba de poesía y de filosofía, cuando se trata de cobrar!

Omar es el rey
Omar es el rey

Vale. Todo eso está bien. Incluso el tenista y el baloncestista tienen su pase, aunque la secuencia del partido de básket me pareció excesivamente explicativa, sobre todo, en contraste con el silencio sobre el Blackjack.

Pero el profesor habla mucho. Demasiado. Y, personalmente, se me hace algo cansina tanta verbalización de su angustia vital y de su necesidad compulsiva de perderlo todo.

Por momentos, a mí me hizo perder la paciencia.

Jesús Lens

Firma Twitter

Cine al margen: centenario de Mario Bava

Hay un cine que no suele ser objeto de estudio, investigación o análisis. Un cine diferente, extraño y a contracorriente. Un cine que se ve mucho, pero del que prácticamente no se habla. Al menos, en alta voz. Y, desde luego, un cine del que no se suele escribir.

 josé abad

Por eso resulta tan reconfortante que, en Granada, tengamos a un erudito cinematográfico como José Abad, que ha dedicado su sapiencia, su tiempo y su esfuerzo en dedicar una extraordinaria y apasionante monografía a un director tan improbable como es el italiano Mario Bava, con ocasión del centenario de su nacimiento.

Publicadas por T&B Editores y bajo el sugerente subtítulo de “El cine de las tinieblas”, las doscientas adictivas páginas que Abad dedica a Bava se convierten, desde el principio, en un canto de amor al cine. “Crecí enredado en tiras de celuloide. A los tres años jugaba con trozos de cianuro potásico, que me gustaba por su color rojo rubí, y lo alternaba en largas hileras con los granos blancos de hiposulfito. A mi padre nunca se le pasó por la cabeza que pudiera envenenarme: yo sabía que era veneno y que no debía chuparme los dedos después de tocarlo”.

 joseabad

Como bien apostilla Abad, aquel niño no se intoxicó con el cianuro, pero sí lo hizo, afortunadamente, con el cine.

En estos tiempos de pulcritud digital en los que las películas no dejan rastro, alojadas en la Nube, como suelen estar; hablar de los productos químicos que hacían posible el cine es hablar de arqueología, pura y dura. Pero es que Bava fue uno de esos precursores que hicieron evolucionar el cine en todas sus vertientes: técnica, temática y estilística.

Aunque estudió Bellas Artes, no tardó en empezar a trabajar con su padre, un escultor que, a través de su estudio de fotografía, hacía sus pinitos en la incipiente industria del cine mudo italiano, colaborando con los efectos especiales. Y ese contacto con la recreación de otras realidades fue el que le llevó a trabajar, primero, en algunos peplums históricos, antes de dar rienda suelta a su pasión por el cine de terror, del que fue maestro.

Vampiros, demonios y psicópatas comparten protagonismo con héroes mitológicos como Hércules en una filmografía sin complejos que puede vanagloriarse, no solo de albergar la primera película de la ciencia ficción italiana, sino de cintas que se adelantaron en su tiempo a clásicos como Alien o que, después, han sido imitadas -homenajeadas, dirían algunos -por los más sangrientos directores orientales.

   images

Adentrarse en “Mario Bava. El cine de las tinieblas” es ponerse en manos de José Abad  para hacer un viaje iniciático en un arte que es, por encima de todo, una pasión. Porque, y al autor no le duele en prendas decirlo, en la filmografía de Bava hay de todo, desde títulos sobresalientes que sentaron las bases de un género -ese mítico Giallo, por ejemplo- hasta títulos infumables, en propia expresión de un José Abad felizmente subjetivo, directo y sin complejos a la hora de hablar de lo divino y de lo humano, de lo satánico y lo inhumano; en uno de esos libros que te obligan a lanzarte a la búsqueda de títulos como “Bahía de sangre”, “La muchacha que sabía demasiado” o, por supuesto, “La máscara del demonio”.

Jesús Lens

Firma Twitter

Noir

El cine negro norteamericano es más, mucho más que un género cinematográfico. El cine negro es una fotografía, una estética, una filosofía, una ética y un estilo. Es una forma de entender la vida que, conjuntando la labor de directores, actores, técnicos, críticos y guionistas; transformó los pilares en que se asentaba el séptimo arte.

 Ciclo Noir copia

Los años 30, la Gran Depresión, la Prohibición, el gangsterismo y, en Europa, el auge de los fascismos y la extensión del comunismo; sacudieron el mundo. Y todo ello fue reflejado por el cine del momento. Directores expresionistas alemanes se instalaron en Hollywood y, gracias a ellos, una estética tenebrista puso su foco de atención en el lado más oscuro de la sociedad, retratando las contradicciones del capitalismo más feroz y sacando a relucir sus excrecencias: corrupción, violencia, extorsión, crimen organizado…

 Ciclo Noir copia

AulaCine CajaGRANADA rinde homenaje a uno de los grandes géneros de la historia del séptimo arte: el cine negro norteamericano clásico de los años 30 y 40, fundamentalmente; erigido en faro y guía para cineastas y espectadores de todas las épocas y todas las nacionalidades que, casi cien años después, lo seguimos venerando como el primer día.

¿Qué te parece este pedazo de ciclo?

Nosotros estamos expectantes…

Jesús Lens

Firma Twitter