Birdman

Estupefacto. No es ya que saliera del cine en estado de estupefacción: es que lo estuve desde la media hora de proyección. Y ya no se me pasó. La estupefacción. “Birdman”.

 Birdman Keaton

¡Cómo me alegro de haber conseguido no leer nada, no ver nada, no anticipar nada, no saber nada sobre “Birdman”, antes de entrar al cine! Lo único que sabía era que se estrenó, con éxito de crítica, en el ya lejano Festival de Venecia, que estaba interpretada por Michel Keaton y que era una comedia. O, al menos, que estaba considerada como tal.

Comedia.

¿Es “Birdman” una comedia? Pues depende de si eres una persona dada a poner etiquetas. Según los organizadores de los Globos de Oro, sí, es una comedia. Y, efectivamente, me reí varias veces durante la proyección. Pero es reduccionista calificar de comedia a “Birdman”. Y no porque yo tenga nada en contra del género cómico, sino porque la última película de Alejandro González Iñárritu es absolutamente inclasificable, un género en sí misma.

 Birdman fotograma

La película cuenta los días previos al estreno en Broadway de una obra de teatro basada en los cuentos de Raymond Carver, “De qué hablamos cuando hablamos del amor”, puesta en marcha por un actor de cierta edad que, en su día, fue famoso por encarnar a un superhéroe: el Birdman del título.

A partir de ahí, el intenso guion nos habla tanto de las relaciones personales entre los personajes como de sus relaciones profesionales. De los miedos, las angustias y los desafíos que el ser humano afronta a medida que va cumpliendo años. De la necesidad de cumplir los sueños pendientes. De mantener o, en su caso, recuperar dignidad. Personal. Familiar. Profesional.

 Birdman reflejo

Y todo ello, hablando sobre el actual mundo del cine y del teatro. Sobre la generalizada infantilización que nos rodea. Sobre la rebaja que hemos aceptado en los estándares de calidad. Sobre la abulia y la pereza mental de las personas. Sobre la diferencia entre ser actor y ser celebridad. Sobre la relevancia y la viralidad. Porque Twitter, Facebook y los smartphones también están muy presentes en una historia que tiene como leit motiv la relación entre la realidad y la ficción. Así, uno de los personajes, interpretado por un volcánico Edward Norton, sostiene que solo cuando está sobre el escenario es real, auténtico, cierto y verdadero. ¡Ahí es nada!

 _AF_6405.CR2

Y luego está el recital interpretativo de Michael Keaton. De antología. Y no solo porque, hace años, interpretara a Batman; aunque ese poso ayuda a dar más sentido y credibilidad a uno de los personajes con más aristas, dimensiones y humanas contradicciones que hemos visto en los últimos años en una pantalla de cine.

Y está la cámara de González Iñárritu. Una cámara inquieta, serpenteante, nerviosa. Una cámara que, en larguísimos e interminables travellings, sigue a los personajes por todos y cada uno de los vericuetos del teatro. Porque, y esa es otra, el tour de force que representa “Birdman” hace que toda la acción se desarrolle dentro del teatro: sobre el escenario, en el backstage, en los camerinos, en la terraza… Solo salimos de su interior para acompañar a los personajes a tomar una copa en un bar aledaño al teatro y que, de hecho, parece formar parte de él. Y, en una secuencia descacharrante, salimos por la puerta de atrás del teatro, para fumar un pitillo; y nos vemos obligados a rodear el edificio y cruzar por Times Square, para entrar de nuevo por su puerta principal. Y no especialmente bien vestidos para la ocasión…

 Birdman paseo

Y luego está el vuelo. Pero del vuelo no conviene decir nada. ¡Cómo me acordaba de aquella extraña película: “Volar es para los pájaros”, de Robert Altman! Y de “Birdy”, de Alan Parker. Porque volar, las alas y los pies en la tierra siempre han sido excelentes metáforas sobre la condición humana. Y, si no, que le pregunten a Ícaro…

Terminamos estas reflexiones a vuelapluma destacando otra sorpresa: la banda sonora. Una banda sonora en la que prima, del principio al final, la batería de Antonio Sánchez. Sola. A pelo. Los cueros, sonando como los latidos palpitantes del corazón, cortados por el afilado metal de los platillos.

 Birdman antonio sanchez

“Birdman” es una película distinta, diferente. Rara. En el mejor sentido de la palabra. Una película a contracorriente en la que González Iñárritu cambia su habitual registro dramático para construir una poderosa obra de arte, muy autorreflexiva e intensa, sobre la que será necesario volver.

Jesús Lens

Firma Twitter

De ser humano a integrista radical y asesino

Hoy publico en IDEAL este artículo que te pone en una pista literaria que, creo, te va a resultar muy interesante. Si es así y el libro te llama la atención, dímelo y hablamos.

¿Cómo se convierte, en tan poco tiempo, un repartidor de pizzas al que le gusta el rap en un asesino en masa que, armado con un kalashnikov, masacra fríamente a una docena de personas? ¿Qué poderosos mecanismos han de operar para que una chica que luce un bikini en una foto, mientras abraza a su pareja, aparezca poco después ataviada con un luctuoso burka, blandiendo amenazadoramente una ballesta?

 Burka

A lo largo de estos días vamos leyendo distintas informaciones y reportajes sobre las vidas de los hermanos Kouachi, Amedy Coulibaly y su pareja, Hayat Boumeddiene; tratando de encontrarle una explicación a sus crímenes.

Cada persona es un mundo, por supuesto. Y la trayectoria vital de cada individuo es distinta a la de los demás. Pero en el proceso de conversión al islamismo radical que desemboca en un ser humano matando y muriendo por Alá, Mahoma y el Corán hay una serie de pasos que el escritor Roger Mimó desgranó en su excepcional novela “Veintidós peldaños”, publicada por la editorial granadina Almed.

 Veintidós peldaños

La novela lleva como subtítulo “Memorias de un terrorista islamista” y los escalones referidos son todos y cada uno de los estadios por los que pasa un muchacho tan brutote como noble, nacido en una zona de Marruecos, hasta verse convertido en una bomba de relojería a punto de estallar.

¿Hay religión en la conversión del protagonista de la novela? Sí, claro. Pero mucha menos de la que el lector pueda imaginar. Y, desde luego, de un tipo diferente a la que podríamos pensar. Porque, para que un chaval normal y corriente decida convertirse en un asesino en masa, la religión tiene que venir acompañada de más cosas. De muchas más cosas.

De una situación económica complicada, por ejemplo. De un entorno familiar que tampoco es fácil. De una sociedad y un ambiente opresivos. De unas expectativas demasiado altas. De una realidad más dura aún. De los sueños que se rompen. De los sueños robados. De los sueños que, al final, se convierten en pesadillas.

 Islam radical

No es igual la situación en Marruecos que en París, por supuesto. Como no lo es en Nigeria, Irak, Arabia Saudí, Argelia, Siria o Egipto. Pero los mecanismos de captación y convencimiento que describe “Veintidós peldaños” pueden ser perfectamente extrapolables.

Hablamos de un libro con enjundia, escrito por un viajero nato, residente en Marruecos desde hace años. Mimó es un buen conocedor del Islam. Tanto que decidió profesarlo, también desde hace tiempo. Lo que no le impide describir la aberración que supone el integrismo radical, el fanatismo y la sinrazón de los terroristas.

 Roger Mimó

Hablamos de un libro adictivo, en fin, que se lee a una velocidad vertiginosa. Una vez que el lector pase las primeras páginas y suba el primer peldaño, ya no podrá dejar de ascender hasta alcanzar el veintidós, el más alto y definitivo. Sin hacer un alto en el camino, sin buscar un rellano en el que coger aliento.

Jesús Lens

Firma Twitter

Americanah

Leí de este libro en un suplemento literario. “Americanah”. Me llamó la atención la portada, en la que se incluía la siguiente frase: “Una novela sobre el amor, la raza… y el pelo afro”.

 Americanah

Recuerdo que aquellos días se había desencadenado una cierta polémica por culpa del pelo de Michelle Obama, continua y “preciosamente” alisado. Hubo un momento en que alguien dijo que si Michelle hubiera llevado el pelo a lo afro, su marido jamás hubiera podido ser presidente de los Estados Unidos.

 Micheller Obama

Y me llamó la atención, más aún, el nombre de la autora de la novela. Chimamanda Ngozi Adichie. Nigeriana. Recordaba ese nombre, por otra parte, difícil de olvidar. Y recordaba la lectura de su anterior novela, extraordinaria: “Medio sol amarillo”. Una lectura que hice durante un viaje al Mali, un enero de hace muchos años. Un viaje en el que fui al mítico Festival au Desert de Essekane, cerca de Tombuctú.

Nacida en Nigeria, en 1977, Chimamanda se crió en los ambientes universitarios de Lagos hasta que, con 19 años, se marchó a Estados Unidos a ampliar sus estudios de Comunicación y Ciencias Políticas.

Por eso, todo lo que cuenta en “Americanah”, suena tan radicalmente real. Porque narra el viaje de ida y vuelta entre Nigeria y Estados Unidos que hace la protagonista de la historia, Ifemelu, a la que conoceremos en una peluquería, arreglándose el peinado antes de regresar a su tierra.

¿Qué se le ha perdido a Ifemelu en Nigeria, cuando vive tan bien en Estados Unidos, donde su blog es tan apreciado como seguido, además de permitirle ganarse la vida con desahogo?

 Americanah contraportada

A lo largo de continuos saltos en el tiempo, conoceremos la historia de Ifemelu en su país natal, su salida de Nigeria rumbo a Brooklyn, donde vive su tía; y su adaptación a la sociedad americana. Sus dificultades. Sus relaciones. Sus miedos. Sus placeres. Y también tendremos ocasión de conocer a Obinze, joven ambicioso y amante de Ifemelu, a la que tratará de seguir en su viaje a El Dorado.

Pero la vida es complicada y la consecución de visados, más aún. Y no digamos ya el amor a distancia. Sobre todo cuando las 600 páginas de “Americanah” abarcan 30 años en las vidas de sus protagonistas. Que se dice pronto.

Sé que, en este punto, los pocos que estéis leyendo esta reseña, habéis decidido no leer “Americanah”. ¡600 páginas escritas por una joven autora nigeriana! ¿Estamos locos?

Puede. Pero harías bien en sucumbir a la insania y sumergirte en una novela fascinante, publicada por Random House en España. Una novela, además, excepcionalmente construida, en la que no sobra ni falta absolutamente nada. Una novela muy potente, con personajes de carne y hueso, con sus debilidades y contradicciones a cuestas. Una novela que se fija en los detalles. Porque los detalles cuentan, muchas veces, más que las grandes proclamas.

Una novela que nos habla de una Nigeria que trata de dar el salto a la modernidad y que, sin embargo, ahora mismo está sometida a la dictadura del terror de Boko Haram, en algunas de sus provincias.

 Boko Haram

Paradojas de la vida, aquel Malí en el que leí por primera vez a Chimamanda, también fue presa de la locura islamista radical durante unos meses, cuando Tombuctú fue conquistada por las milicias de Ansar Dine, que aprovecharon su gobierno del terror para imponer la sharia como ley a la población, prohibir la música y destruir importantes monumentos religiosos de la región, por considerarlos heréticos.

Escribo esta reseña meses después de haber leído la novela. Llevo retraso entre lo que leo y lo que reseño. Hoy, en Francia, hay una manifestación convocada en contra del terrorismo islamista que mató a cerca de 20 personas en París. Más de millón y medio de personas se han concentrado en las calles de París.

Para conocer a los otros, es necesario, además de leer reportajes y noticias, leer novelas. Los otros, por ejemplo, están en Nigeria. Y en Estados Unidos. Y son negros. Y el pelo, su peinado, les condiciona. Y condiciona la opinión que nos hacemos de ellos. Incluso a 10.000 kilómetros de distancia.

Lean. Lean a autoras como Chimamanda Ngozi Adichie. Verán como las distancias se acortan. Y el mundo se engrandece.

Jesús Lens

Firma Twitter

Invencible

Hay un momento de “Invencible” en que la cámara de Angelina Jolie hace un travelling circular para mostrar un estadio repleto de espectadores, aplaudiendo a los atletas olímpicos que se han dado cita en Berlín, en 1936.

Inmediatamente después, la cámara hace otro travelling idéntico, pero en este caso, lo que que muestra es la soledad de unos náufragos, perdidos en la inmensidad de un océano que no parece tener fin.

Invencible poster

Con este sencillo contraste, usando inteligentemente la técnica del Flashback, Angelina Jolie, descubierta como una muy apreciable e interesante directora de cine, contribuye a resaltar el abismo de soledad al que se enfrentan tres pilotos de avión que, durante el transcurso de la II Guerra Mundial, han caído en mitad del Pacífico.

“Invencible” es una película bélica que va de más a menos, aunque termina despertando la admiración de los espectadores cuando llega a su final y conoces cómo fue la vida de su protagonista, desde la resolución de la contienda mundial hasta el final de su vida.

Porque no descubrimos nada si decimos que Angelina Jolie ha filmado la vida de Louis Zamperini, un joven atleta estadounidense de origen italiano que participó en las Olimpiadas de Berlín y que, después, luchó en la Guerra Mundial. Aunque, en realidad, se hizo famoso por otra lucha: la lucha por la supervivencia, que es lo que nos cuenta “Invencible”.

Invencible Zamperini

Complicado decir algo más sobre la película sin desentrañar un argumento que cuenta, muy bien contada, la realidad de una historia ciertamente increíble, que demuestra la capacidad de sacrificio, adaptación y superación de determinadas personas.

Decía que la película va de más a menos porque la primera secuencia, la de la batalla aérea, es espectacular, en el mejor sentido de la expresión. Además, los Flashbacks nos van contando la infancia y la juventud de Zamperini. Infancia y juventud que, para los amantes del atletismo, resultan especialmente motivadoras y estimulantes.

El segmento de la película que transcurre en el mar está igualmente bien logrado, alternando el presente con el pasado de una forma muy inteligente, como antes dijimos. Un pasado atlético que sirvió para moldear el carácter sufrido, ganador e inquebrantable de ese soldado que, paradójicamente, se encuentra material y absolutamente inmovilizado en una balsa.

Invencible avión

La tercera parte de la película, sin embargo, resulta demasiado larga y reiterativa. Demasiado explícita y excesiva. Momentos de mucha intensidad que, sin embargo, por mor de la acumulación, terminan fatigando al espectador. En un sentido figurado, claro. Porque estar confortablemente sentado en la butaca del cine, comiendo chucherías y bebiendo cerveza o refrescos; viendo lo mucho que sufre Zamperini; genera una cierta incomodidad y mala conciencia.

Lo bueno de la película, que cuenta con guion de los hermanos Coen, es que es muy poco peliculera, en el sentido peyorativo de la expresión. Es lo que tienen los hechos reales: que pueden ser difíciles de creer, pero que son reales. Y la realidad suele ser más prosaica que el cine o la literatura. Y cuando estás esperando que a los personajes les pasen determinadas cosas o tomen determinadas decisiones… pues no. Seguramente, Stallone, Norris y Willis lo habrían hecho de forma distinta a Zamperini y sus colegas. Por eso, “Invencible” tiene más mérito.

Invencible

De sus 137 minutos, le sobran posiblemente 30. Pero el resto está francamente bien. Y es un gusto descubrir a una nueva directora con músculo, temple y capacidad narrativa.

“invencible” no pasará a la historia del cine, pero yo iría a verla. Al cine, claro.

Jesús Lens

Firma Twitter