ASESINATO CREATIVO IV

La tercera entrega de este improvisado serial (que tenéis en el enlace marcado y que lleva a las dos primeras) acontecía en un bar. Y fue «acusada» de no hacer avanzar la historia. Vamos a ver si con esta cuarta parte conseguimos darle un adelantón.

 

La mañana del día siguiente, bien temprano, fue lógicamente terrible. Bárcenas no sabía si escandalizarse ante el hecho de que el detenido tuviera infinitamente mejor aspecto que su Secretario y el Fiscal del juzgado juntos… o celebrarlo con una buena ronda de anisetes… aunque, la verdad, con el calor que todavía hacía ese septiembre, mejor dejarlo estar.

 

  • Don Andrés Berbellón, ¿sigue queriendo representarse usted a sí mismo en el caso del Crowdfunding?
  • Sin duda.
  • Señor Fiscal, tiene la palabra.

 

Tricky cruzó una mirada de carnero degollado con Don Augusto.

 

  • Solicito la prisión incondicional del detenido, por la gravedad de los hechos que se le imputan y la alarma social generada por los mismos y, además, por el riesgo de fuga inherente y, sobre todo, por la amenaza vertida en su declaración de estar dispuesto a reincidir en su conducta delictiva, asesinando a su cuñado.
  • ¿Señor Berbellón?
  • ¡Menuda falta de sentido del humor, la de este hombre! Lo de mi cuñado lo dije en sentido figurado, hombre de Dios y, si han atendido bien a mi declaración… ¿qué riesgo de fuga ni qué niño muerto, con perdón, si no tengo ni un duro, que he invertido hasta las pestañas en el Crowdfunding? Señoría, por favor, póngame en libertad, que tengo que estar cerca de la filmación de la película…
  • ¿Algo más?
  • ¿Qué más quiere?
  • Oídas las partes, decreto la prisión provisional del acusado, evitable con una fianza de 30.000 euros.
  • ¿30.000 euros? ¿Y eso, en pesetas, cuánto es? – preguntó el acusado, más o menos convencido de que ni de coña iba a poder evadir la prisión.
  • Pues, al cambio, cinco millones de pesetas. Y si nada más se les ofrece, hemos terminado. Agente, acompañe al detenido. Don Augusto, aplace la siguiente comparecencia media hora. Y que alguien me localíceme al Perniles. Que venga a la voz de ya.

 

 

Antonio Pernía, alias Perniles, estaba en el bar. Para variar. Esta vez había pedido un Sol y Sombra cargado, con doble de sol que de sombra. Y, también para variar, estaba hablando de fútbol. Que haber qué sería de la mitad de las conversaciones de este país si los ingleses no hubiesen inventado esa costumbre de patear pelotas de cuero. 

 

Nadie sabía exactamente qué hacía Perniles en el edificio de los juzgados de La Caleta, pero siempre estaba allí. Era uno de esos tipos que, como el mostrador de recepción, las lámparas en los techos o las sillas en los despachos, formaba parte del paisaje. A nadie le importaba a qué negociado estaba adscrito ni por dónde cobraba la nómina. El cómo ingresó en el cuerpo de funcionarios, era un misterio digno de protagonizar un capítulo de Expediente X. Pero el hecho era que, cuando había algún marrón, todos buscaban al Perniles.

 

  • A ver Perniles. Que quede claro. Te vas al Almanjáyar y preguntas por el Sereno. ¿Estamos? Y le dices de mi parte que se venga para acá con 30.000 euros y pague la fianza de Andrés Berbellón. ¿Estamos?
  • Señoría… ¿30.000 euros?
  • Sí. Ni uno más, ni uno menos. 30.000 euros. Cinco kilos de billetes. El Sereno. Almanjáyar. ¿Estamos?… Y, Perniles, ni que decir tiene que ni una palabra a nadie. ¿Estamos?

 

Salió Perniles por la puerta, mascullando entre dientes:

 

  • No, si estar, estamos. Yo, al menos, estoy. El que no sé si está bien de la olla es el juez éste. Manda huevos. Mandarme ahora al polígano del Másallá. Y en busca del Sereno, nada menos. ¿Sabrá este hombre en lo que se está metiendo ahora, Madre de Dios?

Por supuesto… ¡CONTINUARÁ!

TIEMPO

Vosotros, los europeos, tenéis los relojes,

pero nosotros tenemos el tiempo.

 

Proverbio africano.

 

 

Hay tres formas de medir el tiempo. Por un lado está la lineal, la de los calendarios occidentales según la cual la jornada de trabajo comienza a las 8 de la mañana y termina a las 3 de la tarde. Y como eso, todo: nacemos, crecemos, estudiamos, trabajamos, nos jubilamos y morimos. Y punto.  

 

Atados al tiempo
Atados al tiempo

Luego está la concepción circular del tiempo, de extracción oriental, en la que nada empieza o acaba, sino que todo está en movimiento continuo, reencarnaciones incluidas.

 

Y después estaría el tiempo simultáneo, constituido por los acontecimientos. Los calendarios no se basarían en periodos de tiempo concretos y cuantificados, sino en eventos más o menos memorables. Esta forma de entender el tiempo es propia de los pueblos negroafricanos.

 

Dígase lo que se quiere, nuestra vida está organizada en base a la primera formulación temporal: los calendarios y los horarios nos condicionan la vida, lo que, para un obseso del tiempo como soy yo, es una enorme fuente de problemas y origen de muchas e íntimas contradicciones.

 

Se nos deshace en las manos
Se nos deshace en las manos

Porque yo soy negro.

 

Hoy domingo, mientras escribo estas líneas, sólo tiene un sentido: ver a España ganar la medalla de oro en el Europeo de baloncesto. Desde que amaneció, nada tiene realmente importancia, excepto ese acontecimiento. Por tanto, paso el día haciendo esas cosas que me gustan: tomar un café leyendo IDEAL, escribir antes de salir a correr, ver «El Ala Oeste de la casa Blanca» mientras como y, después, pasar todo el resto de la tarde, escribiendo y escuchando discos. La rutina creativa, o sea. La soledad enricedora, en dos palabras.

 

Me da igual qué hora es o deja de ser. Lo mismo ahora me canso de teclear y me voy a la cama un rato, a leer el último inédito de Carlos Salem, al que acabo de hincar el diente. Este domingo, una vez tuve que descartar correr la Media Maratón de Motril, sólo existe en base a un acontecimiento: el baloncesto. Lo demás, es un añadido.

 

El tiempo, como un Caracol
El tiempo, como un Caracol

Y por eso me siento tranquilo y relajado, aunque haciendo un montón de cosas que me gustan, me satisfacen y me dan placer. Digamos que me siento taoísta: no estoy haciendo nada, pero no estoy dejando nada por hacer.

 

Por eso odio ser esclavo del tiempo. Y he ahí una de las grandes contradicciones de mi vida, siempre queriendo aprovechar hasta el último segundo. En la línea de Aldous Huxley: «por muy lentamente que os parezca que pasan las horas, os parecerán cortas si pensáis que nunca más han de volverá pasar.»

 

Pero esta forma de pensar es peligrosa y nos lleva a caer en alguno de los vicios de los que hablábamos hace unos días, como la impaciencia, por ejemplo. Burkina se ha hartado de repetírmelo: que soy un ansioso y un angustioso. ¡Me está costando aprender! Y es que me aterra pensar, como decía Marguerite Duras, que «muy pronto en la vida es demasiado tarde». Ahora bien, intentando llenar las horas y llegar a todos sitios… muchas veces termino naufragando, presa de la ansiedad. Y no merece la pena.

 

¡Carpe diem!

 

Verlo de otra manera
Verlo de otra manera

Hay que cambiar. Estoy cambiando. Es uno de mis empeños para este nuevo curso 2009-2010: ser menos esclavo del tiempo lineal e incidir en el simultáneo, de una forma tranquila y sosegada: lo que no pueda ser hoy, será mañana. Y no pasa nada.

 

O, como escribe Georges Poulet, «no es el tiempo lo que se os da, sino el instante. Con un instante dado, a nosotros nos corresponde hacer el tiempo».

 

Me encanta esa frase y ojalá sea capaz de aplicármela. Buscar los instantes, los momentos, para sacarles todo su jugo, disfrutándolos al cien por cien y, después, engarzarlos en el hilo de un tiempo memorable. Un tiempo precioso, tranquilo, sereno y sosegado. Si hace unos días, hablando de la perseverancia, nos declarábamos confucianos, hoy me declaro como un aspirante aristotélico: «Tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes».

 

¡Nunca mais! Cruz de navajas al tiempo angustioso
¡Nunca mais! Cruz de navajas al tiempo angustioso

¿Seremos capaces de asumir esta modalidad de tiempo? Yo creo que sí… siempre que en el entorno seamos capaces de aplicar esa otra gran máxima, de Marcel Proust: «Los días pueden ser iguales para un reloj, pero no para un hombre».

 

Así las cosas y para empezar la semana de forma discursiva, ¿sois más Lineales, Circulares o Simultáneos con el tiempo? ¿Lo perdéis? ¿Os duele? ¿Sois agoniosos o generosos con el tiempo?

 

En conclusión, ¿quién se apunta a eso del Tiempo Simultáneo, basándonos en la premisa de Proust?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.