La España vacía… y vieja

El pasado viernes, cenando con Sonia y con Gustavo y Augustin, fundadores e impulsores de la iniciativa Teranga Go, plataforma para organizar viajes colaborativos entre inmigrantes; comentábamos la desconcertante paradoja de que España sea cada vez más vieja, con tasas de crecimiento demográfico negativas, mientras que seguimos aplicando políticas migratorias brutalmente restrictivas.

En España mueren más personas de las que nacen. Y no es algo puntual: viene ocurriendo en los tres últimos años. La tasa de envejecimiento de la población ha pasado de preocupante a alarmante y todo el sistema de pensiones sobre el que se sustenta el Estado del Bienestar está más amenazado de extinción que el lince ibérico.

 

Un país, además, en el que un libro como “La España vacía”, de Sergio del Molino, puso de relieve otra de las grandes tragedias de nuestro siglo XXI: el abandono de cientos de pueblos que, poco a poco, se van quedando abandonados, vacíos y en estado ruinoso. Pueblos en los que la falta de gente fuerza a que se cierren los dispensarios médicos, los colegios, las boticas, los cuartelillos…

Mientras, Andalucía y las Canarias no dan abasto para atender a los miles de inmigrantes que se juegan la vida para llegar a España, en busca de un futuro mejor. “Atender” como eufemismo, por supuesto. Que, con los inmigrantes, se trata de retener y expulsar, en la medida de lo posible.

 

De todas las paradojas provocadas por la aberrante desigualdad que asola a nuestro mundo, la de las España vieja y vacía que expulsa a los inmigrantes que vienen a nuestro país con ganas de trabajar para ganarse la vida es una de las más contradictorias.

 

Siempre que se habla de estos temas es habitual recurrir a conceptos como control, mesura, orden, racionalidad, seguridad, etcétera. Que si pueden colarse potenciales delincuentes, que si el peligro del terrorismo, que si hay que atraer talento, que si… Que sí. Que todo lo que ustedes quieran.

 

Pero el hecho incuestionable es que España es un país cada vez más viejo, cada vez más vacío, cada vez más desatendido, cada vez más obsoleto. Y que, en poco tiempo, la inmigración será una necesidad perentoria. Y entonces sí nos encontraremos con un auténtico problema: asimilación, integración, cultura, convivencia…

Temas poco apropiados, quizá, para las Navidades. Aunque, en realidad, este debate siempre resulta ingrato e incómodo…

 

Jesús Lens