LAS CIUDADES CREATIVAS

La columna de hoy de IDEAL.

 

El mundo es plano. Las nuevas tecnologías y la sociedad de la información han terminado con las distancias. El fin de la historia que proclamó Fukuyama sería, más bien, el final de unas barreras geográficas que, gracias a Internet y la telefonía de última generación, ya no existen. ¿O sí?

 

De ser ciertas las tesis sostenidas en el primer párrafo, ¿por qué los científicos de la cosa tecnológica siguen considerando al Silicon Valley como la tierra prometida? ¿Por qué, si quieres ser alguien en el mundo de la moda, tienes que irte a Milán y, por mucho que se diga, Broadway sólo hay uno?

 

De todo ello nos habla Richard Florida en un libro espléndido, clarividente y anticipatorio, recién publicado por la editorial Paidós: «Las ciudades creativas», subtitulado de una forma tan elocuente como ésta: «Por qué donde vives puede ser la decisión más importante de tu vida».

 

Elegimos a la persona con la queremos compartir nuestra vida. Procuramos elegir nuestro trabajo. Pero ¿qué pasa con la ciudad en que vivimos? La mayor parte de las personas que conozco, o buscan un trabajo en su ciudad natal y/o de residencia familiar, o bien se instalan donde encuentran trabajo. Pero ¿conocen ustedes a muchas personas que hayan decidido instalarse en una ciudad determinada por alguna razón que no sea personal o familiar y, después, buscar trabajo en la misma?

 

Antonio Banderas, con una mano delante y otra detrás, dejó su Málaga natal para buscarse la vida como actor en el creativo y mítico Madrid de la movida. Pero, cuando quiso dar el salto de calidad en su profesión, se marchó a Los Ángeles. Porque si quieres ser alguien importante en el mundo del cine sólo hay un nombre posible: Hollywood.

 

¿Y qué pasa con Granada? ¿No piensan ustedes que nuestra ciudad lo tiene todo para ser una de esas ciudades creativas? Historia, cultura, localización geográfica, variedad paisajística… bueno. Todo no. Le faltan infraestructuras, claro. Y las famosas comunicaciones. Pero, sobre todo, le falta creérnoslo. Nos falta creérnoslo.  

 

Escribía Luis García Montero que Granada no es una tierra de verdugos ni de genios. Que el ser granadino no es sinónimo de caínismo, pero tampoco de excelencia estética o magnificencia intelectual. Que Granada, por desgracia, es una tierra de cagalitrosos, de personas a las que se les descompone el vientre cuando las cosas van mal y hace falta alinearse, comprometerse y defender una postura crítica con el poder. Los granadinos, perennemente acomodaticios y veletas tuercecuellos con una innata capacidad para mirar hacia otro lado. Y que así nos va.

 

¿Nos falta espíritu a los granadinos? ¿Somos conscientes de lo mucho y bueno que nos ofrece nuestra tierra y, sobre todo, de las inmensas posibilidades que atesora para convertirse en una de esas ciudades creativas, universalmente reconocidas, imán para personas talentosas del mundo entero? Para pensárnoslo.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros