Sicario

Granada Noir inicia una nueva colaboración en IDEAL. Hemos llamado a la sección El Rincón Oscuro y, en ella, ofreceremos información, crítica y reflexión sobre películas, series, libros, cómics, fotografía, pintura y música relacionados con el género negro y criminal.

 

Y, para empezar… Sicario. 

 

La película del año. 

 

Para los amantes del género negro y criminal, “Sicario”, la última cinta del canadiense Denis Villeneuve, es de visión obligatoria, al estar llamada a convertirse en la película del año. Y, posiblemente, en una de las más importantes de la década.  

 Sicario Póster

Para el resto de espectadores, “Sicario” también es recomendable, por supuesto… siempre que les guste un cine comprometido con la realidad. Una realidad dura y violenta, que la acción de la película se desarrolla en esa frontera entre México y Estados Unidos en la que el tráfico de drogas está a la orden del día.

 

La protagonista es una joven y decidida agente del FBI, interpretada por Emily Blunt, que es reclutada por un oficial del gobierno, Matt (Josh Brolin), para formar parte de una unidad de élite que participa en lo que se ha dado en llamar la Guerra contra las Drogas. Una guerra que exige a los combatientes un compromiso que va más allá, mucho más allá de lo imaginable, como Alejandro, el hierático consultor interpretado por Benicio Del Toro, se encargará de demostrar. 

Sicario Del Toro

 

¿Qué tiene de especial una nueva película con el tráfico de drogas como eje central, para que se haya convertido automáticamente en un clásico refencial?

 

En primer lugar, el tono elegido por Villeneuve, un fascinante director que, a lo largo de una modélica filmografía, nos obliga a preguntarnos sobre la legitimidad del ejercicio de la violencia. Un tono documental, fríamente descriptivo, aséptico y carente de juicios morales. Así, la cámara de Villeneuve no toma partido alguno, ni se regodea en los efectos de las balaceras, como tan acostumbrados estamos a ver en el cine de acción convencional. Por eso, por ejemplo, los tiroteos resultan tan escalofriantes. Porque, frente a “Sicario”, tienes la sensación de estar viendo algo que podría ser real. No una película.

Sicario Equipo

 

Así, la primera vez que el grupo de élite cruza a México, los cadáveres que contemplan desde sus coches en Ciudad Juárez y, por supuesto, la secuencia del Puente de las Américas; mantienen al espectador en una situación de constante tensión que desemboca en un tiroteo que ya forma parte de la historia del cine, por derecho propio, junto al primer atraco de “Heat” o la emboscada que abre “Grupo salvaje”. 

 

Y están las elipsis. Unas elipsis brutales a través de las que Villeneuve sugiere y apunta tantas o más cosas de las que muestra en pantalla. Por eso, además, no duda en apartar la cámara en ciertos momentos que podrían resultar extremadamente violentos a los ojos del espectador. No hace falta mostrar lo que pasa. El espectador ya lo sabe. 

Sicario Blunt

 

Y es que Villeneuve es uno de esos directores que respetan al espectador, no necesitando echarle carnaza para tenerlo enganchado a la pantalla: está tan seguro de la potencia de su propuesta que en ningún momento cae en el efectismo. Ni en el tópico al uso. 

 

Además, y por mucho que estemos entre el sur de Estados Unidos y el norte de México, la excepcional, obsesiva e inquietante banda sonora de Jóhann Jóhannsson huye de cualquier sonido latino, rancheras incluidas. Y si la dirección de fotografía nos muestra alguna puesta de sol de belleza deslumbrante, lo hace únicamente como contraste ante lo espeluznante y siniestro que está a punto de ocurrir en cuanto caiga la noche.

 

Los actores, contenidos. Como debe ser. Excepto esa Emily Blunt, superada por las circunstancias y con la que el espectador se siente identificado desde el principio: será la novata la que nos permite ir descubriendo lo que pasa. Y cómo pasa. Y, sobre todo, el porqué.

Sicario Dibujo

 

Al terminar la película, cada espectador tendrá su propia opinión sobre los hechos que “Sicario” ha contado. Se sentirá concernido por el guion y por el discurso y el punto de vista de cada uno de los personajes. Porque lo que cuenta “Sicario” es algo que podemos leer, un día sí y otro también, en las páginas de Internacional de los periódicos. Por desgracia. 

Sicario coches

 

Es lo que tiene México: que la realidad siempre termina por superar a la más disparatada de las ficciones. Por desgracia, otra vez. Y eso que lo mucho que cuenta “Sicario” no es en absoluto descabellado. Ni disparatado. Ni fantasioso. 

 

Por desgracia.

 

Jesús Lens

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Un homenaje a Henning Mankell en la primera jornada del Mini Granada Noir

El Festival Granada Noir homenajea a uno de los mejores y más conocidos autores de género negro europeo, el sueco Henning Mankell, fallecido el pasado mes de octubre.

“El autor en su propia voz: homenaje a Henning Mankell” contará con la presencia de Carmen Montes, Premio Nacional de Traducción en 2013 y traductora habitual de Mankell y se celebrará en la Mediateca del Museo CAJAGRANADA, el miércoles 25 de noviembre, a las 19 horas.

Carmen Montes Mankell

En charla abierta al público, Gustavo Gómez, director de Granada Noir, conversará con Carmen Montes sobre el oficio de traductor y sobre la narrativa de Mankell, del que ha traducido al castellano buena parte de su obra.

Además, Carmen Montes hablará sobre la narrativa de otros autores policiacos escandinavos, como el noruego Jo Nesbo, que acaba de publicar en España su novela más reciente, “El fantasma”, protagonizada por su personaje fetiche, el policía Harry Hole. Carmen Montes ha traducido más de ochenta títulos traducidos de muy diversos géneros y de autores como Henning Mankell, Sara Stridsberg, August Strindberg, Ingmar Bergman, el Premio Nobel sueco Harry Martinson o los éxitos de ventas de Camilla Läckberg.

Carmen Montes Foto Victor Espinosa Trujillo

Carmen Montes es profesora de lengua y cultura suecas en el Centro de Lenguas Modernas de la Universidad de Granada y Premio Nacional a la Mejor Traducción en 2013 por la novela Kallocaína, de Karin Boye.

Mini Granada Noir y Granada Noir II

Granada Noir, el festival multidisciplinar dedicado al género negro en sus más diversas facetas, cambia de fechas y, en 2016, desarrollará su segunda edición en otoño en vez de en primavera. Con motivo de este cambio y a modo de anticipo, el Festival celebra un Mini Granada Noir este mismo otoño, consolidándose como una de las citas capitales del género negro y policíaco en España, tras el éxito de la primera edición del Festival, el pasado mes de mayo.

Lens Noir

De cara a la celebración de la segunda edición de Granada Noir, en otoño de 2016, sus directores quieren contar con la colaboración tanto de las instituciones como de las empresas, en el convencimiento de que el Festival va a ser un referente cultural de primer orden, dotando de contenido a Granada como capital cultural de España y Ciudad Creativa de la UNESCO.

En ese sentido, Granada Noir ya ha avanzado contactos tanto con el Ayuntamiento y la Diputación de Granada, la Junta de Andalucía y la Universidad de Granada; así como con CAJAGRANADA Fundación y Cervezas Alhambra.

Información Práctica:

 

Fecha: miércoles 25 de noviembre

Lugar: Mediateca. Museo CajaGRANADA (Av. de la Ciencia, 2. Granada)

Hora: 19 horas

Súmate a Teranga Go

Ahora que llega el Black Friday y a todos se nos va la olla comprando como dementes, ¿qué tal si te paras un momento y le echas un vistazo a esta idea?

Hace unas semanas, participé en un Crowdfunding literario y me gustó la experiencia. Ya os contaré en unos días qué tal resulta, cuando tenga los libros en mis manos y hablemos de ellos.

Teranga go

Porque, ahora mismo, estoy a punto de participar en otro. Uno muy especial. Teranga Go, que se describe como “Facilitando la movilidad a los migrantes”.

Detrás de este proyecto está Gustavo Gómez, el Codirector de Granada Noir. Eso ya os dará idea del nivel de confianza que me inspira. ¡A organizar un Festival me iba yo a apuntar, sin tener plenas garantías en mi socio, colega, amigo y alma mater!

A través de este enlace, tienes toda la información de un proyecto basado en las Redes Sociales como instrumento para que conecten personas que tienen/quieren viajar a África, compartiendo vehículo, gastos y tiempo.

Teranga go logo

Algunas de esas personas serán inmigrantes que quieran visitar sus hogares. Otras, viajeros poco convencionales que quieran conocer mundo de otra manera. El caso es que, como dicen Gustavo y Agustín, su socio en este proyecto, “Siempre acabamos llegando a donde nos esperan”.

Y no olvidemos la Teranga. Esa palabra que define a un país tan maravilloso como Senega. ¿Os acordáis de esto que escribimos sobre la Teranga, hace algunos años?

Pero la pregunta es: ¿por qué un Crowdfunding?

Porque poner en marcha un proyecto como éste, cuesta. Mucho. Un proyecto tan bonito, además de requerir ilusión, trabajo, esfuerzo y dedicación… cuesta dinero.

Teranga go agenda

Parte de ese dinero ya lo han adelantado Gustavo y Agustín. Y de ilusión, trabajo, esfuerzo, empeño y dedicación; van sobrados. Pero hace falta más.

Y ahí es donde entramos personas como tú y como yo.

En la financiación popular del proyecto a cambio de una recompensa moral y espiritual, pero también material. Porque ser mecenas de Teranga Go tiene premio, además de reconocimiento: camisetas, agendas, carpetas e, incluso, un viaje a Senegal.

Teranga go camiseta

En cualquier caso y más allá de lo que yo te explique, a través de este enlace tienes toda la información. Y estate tranquilo, que Verkami es la plataforma de Crowdfunding más y mejor reconocida a nivel internacional. Seriedad garantizada.

Termino estas líneas, además de animándote a participar, dejándote las palabras de los propios Gustavo y Agustín. Que ver y escuchar a las personas aumenta el nivel de confianza.

¡Teranga Go!

Jesús Lens

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Trail de la Sierra de Beas o cómo llegar… ¡el penúltimo!

Un Trail de Montaña alcanza su momento decisivo cuando llegas a un cruce de caminos. Como la vida misma.

Foto: Paco Sánchez Montes
Foto: Paco Sánchez Montes

Todo comienza con un pistoletazo de salida. Y con unos 300 chalados que comienzan a correr, a eso de las 10 de la mañana.

Lo normal es que no tarde en aparecer una cuesta, severa, que empiece a marcar grandes distancias entre los corredores de montaña: los mejores no tardan en tocar el cielo con sus largas zancadas. Los demás, mientras, nos arrastramos hacia arriba como podemos.

Y entonces llega ese instante decisivo en el el el camino ofrece dos alternativas: hacia un lado, el Mini Trail. Hacia el otro, el trail completo.

Un Mini Trail ya es algo duro en sí mismo: correr unos 12 o 14 kilómetros por la Sierra, subiendo cortafuegos y avanzando por veredas pedregosas o sinuosas pistas; ya tiene lo suyo.

Pero el reto es el Trail. El largo. El completo.

Y las distancias, ahí, ya son mayores. En concreto, hoy domingo, tocaba correr 25 kilómetros. Y un puñado de metros. Si te atrevías con el Trail largo.

El caso es que ahí estaba yo, cansado pero entero, en el kilómetro 8 del Trail, bebiendo Aquarius y comiendo frutos secos en el puesto de avituallamiento, charlando con los chavales encargados de su custodia y reposición de líquidos.

Ahí estaba yo, mirando el Cruce de Caminos.

Si tiraba a la derecha, me esperaban algo menos de 8 kilómetros de tranquilo descenso, el petate con la ropa seca y una Alhambra Especial bien fría, en Beas. Y justo eso era lo que hacían la mayoría de los corredores. Por cada uno que se iba hacia el recorrido largo, cinco giraban a la derecha y empezaban a bajar.

Ahí estaba yo, comiendo una naranja. Y pensando. Mis colegas Cabras, el Fiti y Edu habían salido como flechas. Coincidí con ellos durante unos cientos de metros, antes de que comenzaran a brincar. Con mi hermano fui hasta el km. 5. A partir de ahí, también se había marchado. Iba mucho más ligero.

Tras la naranja, me comí un trozo de plátano. Seguía pensando: si seguía recto… ¡joder! Si seguía recto aún me quedaban 17 kms. de montaña, subiendo y bajando riscos.

Pero también me quedaba, por fin, volver a sentirme corredor de Trails.

Esos primeros ocho kms. del recorrido los había hecho muy tranquilo. La premisa había sido “mínimo desgaste”.

Conservador a ultranza, o sea.

Así que… me decidí. ¡A por el Trail completo!

Foto: Paco Sánchez Vargas
Foto: Paco Sánchez Vargas

Cogí una barrita energética, me despedí de los chavales y retomé el trote. Hacía frío, pero la costilla, magullada tras el partido de baloncesto del miércoles, se estaba comportando.

Iba por una larga recta. Solo. Y miré atrás. Y vi… a nadie.

Era raro.

Seguí con mi trote. Iba a gusto. El terreno era favorable. Pero seguía sin ver a nadie. Ni por delante (eso me daba igual) ni por detrás.

Y eso sí me alarmaba un poco.

Una duda empezó a rondarme: ¿sería el último? Entonces empecé a pensar en la mitología que rodea al último. Al perdedor absoluto. Al farolillo rojo.

Me crucé con una chica que subía: se había arrepentido y prefería desandar un par de kilómetros, pero hacer el Mini Trail.

En un punto del recorrido, las revueltas del camino permitían tener una visión amplia del recorrido realizado. Bajé el ritmo, miré hacia arriba y me convencí de que, efectivamente, no tenía a nadie a mis espaldas.

Inmediatamente me aseguré de ir bien encaminado, siguiendo las señales. Porque, por delante de mí, hacía varios kilómetros que no veía a un alma. Tampoco.

Y no era cosa que perderme en mitad de la Sierra de Beas. Que yo soy capaz de eso. Y de más.

Y entonces le vi.

Iba por delante. Pero iba despacio. Y, sobre todo, cuando llegó una nueva rampa, comenzó a andar.

Yo preferí seguir con mi trote, cansino pero constante. Y le alcancé. Y le adelanté. Y seguí adelante. Y, como por arte de ensalmo, me encontré con otros cuatro colegas corredores. Me animé. Y seguí trotando, monte arriba.

Entonces llegó la bajada. Y me sentía tan bien, y estábamos ya cerca del kilómetro 17, y había corrido tantos kilómetros en solitario, que me lancé a lo bruto e hice dos kilómetros muy rápidos, adelantando a otros tres o cuatro corredores. Y llegó una zona llana. Y seguí acelerando.

Hasta llegar al último avituallamiento. Quedaban aún 6 kilómetros. Llevaba casi 20 en las piernas. Y estaba falto de entrenamientos. Y de carreras. Que hacía varios meses que no corría yo esas distancias.

Y decidí volver a ser conservador: bebí, comí, charlé, seguí comiendo, bebí más aún… y me adelantaron otra vez la mayoría de corredores.

No me importó. Porque nada más dejar el avituallamiento, había otra subida. Y pensé que, fresco, hidratado y con las reservas de energías repuestas, podría volver a adelantarles.

Craso error.

Además de que se me habían agarrotado las piernas, nada más terminar la subida, llegaba una incómoda y pronunciada bajada llena de piedras y socavones. Y esa es mi perdición y mi condena.

impotente, vi cómo todos los corredores me dejaban irremisiblemente atrás. Todos menos uno, que iba algo más rezagado.

Pero tampoco me importó. Seguí a mi ritmo. Cumplí la Media Maratón. Y seguí.

A ritmo de tortuga, cayeron el km. 22, el 23, el 24… ¡Joder! Yo creí haber oído que la carrera tenía 24 kms. Y aún no estaba en Beas. ¡Pueblo más recóndito!

Al final, llegó. El pueblo. Y yo llegué a él. Y crucé la meta. Casi tres horas. 25 kilómetros y un puñado de metros.

Y la sensación de que esta vez, por fin, sí lo había vuelto a hacer. El Trail completo. El largo.

Un Trail fácil, con terreno favorable, un desnivel de unos 600 metros y muy corrible. Pero ni me había molestado la costilla excesivamente, ni había sentido los espasmos en el estómago de otras veces. Y, muscularmente, estaba cansado, pero no roto.

Sí.

Efectivamente, fui penúltimo. Y de casualidad.

Pero… ¿y lo contento que estaba yo y lo buena que me salió la carne con ajos, las papas a lo pobre y los pimientos fritos?

Foto: Paco Sánchez Vargas
Foto: Paco Sánchez Vargas

Y, por supuesto… ¡lo buena que me supo la Alhambra Especial que tomé con los hermanos Cabras!

Y es que me gusta, cada vez más, esto de Correr como Cabras Locas.

Aunque llegue el último…

Jesús Lens

Vivir mata

Mi artículo de ayer domingo, en IDEAL. Que ya está bien de tanto tecnofobia, tanto síndrome y tanta tontería…

No hay semana sin que nos desayunemos con las apocalípticas conclusiones a las que llegan diferentes y variopintos estudios publicados por universidades, observatorios y centros de investigación de todo el mundo.

Uno de los más recientes habla de la ansiedad que provoca el uso de Redes Sociales e, incluso, de lo estresante que es pegarse un maratón… de series. De series de televisión, no de las entrenar corriendo.

Vivir Mata redes sociales

Existe una tendencia cada vez más generalizada a separar, dividir y fraccionar nuestra vida. Así, una cosa sería la vida real y otra muy diferente, la vida virtual. Tampoco es igual la vida laboral que la vida ocioso-vacacional ni la vida de diario que la del fin de semana. Y, por supuesto, el tránsito de unas a otras genera estrés, confusión, ansiedad, malestar, etcétera; con el ñoño e infantiloide “síndrome postvacacional” como cabeza de lanza de semejantes ¿patologías?

El caso es que a cada invento, avance o desarrollo tecnológico del hombre, no tarda en surgirle un estudio que advierte de sus peligros, efectos nocivos y contraindicaciones. Estudios que podrían hacernos pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor.

¿Generan ansiedad Facebook, Instagram y Twitter? Posiblemente. ¿Y los móviles? Sin duda. Pero también genera ansiedad el despertador, cuando suena a las 7 de la mañana y es noche cerrada. Aunque más ansiedad genera cuando no suena porque no tienes trabajo al que acudir ni jefe del que quejarte.

¿Y los coches? ¿No generan ansiedad los coches? Y el autobús, cuando tarda en llegar. O las citas, sean a ciegas o con gafas. Y es que quedar con la gente en vez de quedarte en casa, también tiene su aquel: que si qué me pongo, que si no veas el garito al que vamos a ir, que si a ver si vamos a gastarnos demasiado… ¿Y las vacaciones, malditas sean? Que anda que no hay divorcios después de las vacaciones.

Vivir Mata atasco

Me aburre esa tecnófoba prédica constante que nos alerta sobre los males de Internet y todos sus derivados, como si antes de la irrupción de la Red y de los móviles no existieran la ansiedad, la prisa y el vértigo constantes en nuestras aceleradas vidas. No me creo que la famosa y manida desconexión -en el sentido pre-secesionista del término- sea ninguna panacea ni que Bill Gates, Steve Jobs y Mark Zuckerberg sean la encarnación del demonio.

La vida de cada persona es una e indivisible y transcurre a una velocidad de 24 horas al día. La clave está en elegir con tino a qué dedicarlas. Así, empiezo a pensar que, más peligrosa que la adicción a la Red, es la adicción a esos estudios según los cuales, desde el Paleolítico, no hemos hecho más que empeorar. Por eso, ganas me dan de limitarme a compartir las informaciones que hablen de los beneficios de beber cerveza y comer chocolate, tratando de no atragantarme entre maratón y maratón de “Borgen”, “Show me a Hero” o “Juego de tronos”, tumbado en mi sofá.

Vivir mata series televisión

¡Un puro sufrir, oiga!

Jesús Lens

Twitter Lens