Todo al verde

Señalan las normas de cortesía más básica que debemos dejar pasar un mínimo de 24 horas entre que descubrimos algo nuevo que ignorábamos y empezamos a despreciar a quienes todavía no lo conocen. Por ejemplo, el ecologismo.

Vean, si no, lo de Macron en Francia: los electores le pegan un repaso de órdago en las urnas, prestándole su confianza a los Verdes de forma mayoritaria y, de golpe y porrazo, el presidente francés anuncia el potente programa de desarrollo sostenible en que venía trabajando desde hace tiempo. Un intento muy avispado de arrimar el ascua ecológica a su sardina, un ejercicio práctico de cómo hacer de la necesidad virtud… verde.

Si hace ya tiempo que la mayoría de los discursos institucionales están trufados de términos sostenibles y saludables, prepárense para la ‘Neoterminología Green’ que se nos viene encima.

Ojo: yo también estoy cada día más convencido de que debemos pensar en verde. Lo siento por los negacionistas del cambio climático, los adalides del petróleo y los defensores de la contaminación como prueba de progreso y crecimiento económico.

O nos empleamos a fondo con las energías renovables y cambiamos el paso en decenas de comportamientos, individuales y colectivos, o el planeta se va al carajo. Lo de la transición ecológica, además de ser el nombre de un Ministerio cuqui, debería erigirse en auténtica filosofía de vida.

El reto, ahora, es aprender a separar el grano de la paja en los discursos y proclamas oficiales y empresariales de corte ecologista. Distinguir si van en serio o son puro relleno para quedar bien. Palabrería hueca sin contenido real. Como la Cultura, que a todos los prebostes se les llena la boca apoyándola, pero cuando toca rascarse el bolsillo…

Los profesionales de la comunicación de los próximos años tendrán que especializarse en el uso de la Terminología Eco. A los negros que escriban discursos y artículos por cuenta ajena habrá que empezar a llamarles los verdes. Por lo del racismo, pero también por tanto floripondio que tendrán que incluir en sus textos.

Veo ahí oportunidad de negocio: el primero en escribir el Diccionario Panecológico de la Neolengua Verde se forra. No lo podrá editar en papel, por supuesto, que hay que predicar con el ejemplo. Pero una App terminológica o, mejor aún, un asistente virtual de escritura creativa que te guíe a la hora de redactar frases ampulosas de corte ecologista, puede valer su peso en oro. Oro verde, por supuesto.

Jesús Lens