Regreso al Nueva York más Noir

Me gusta leer a los clásicos del noir, aunque no los frecuento tanto como debiera. El género negro vive un momento dulce y cada año se editan más y mejores libros policíacos. Cuesta trabajo estar al día, pero cuando organizas un festival como Granada Noir, resulta imprescindible actualizarse para ofrecerle al público la mejor oferta posible en cada edición.

Me gusta volver a Hammett y Chandler siempre que puedo, pero también les reconozco que, emocional y sentimentalmente, identifico al género negro más clásico con el cine, con los fotogramas en blanco y negro de tantas y tantas películas que han contribuido a sentar las bases estéticas del noir.

De un tiempo a esta parte, sin embargo, cada vez le presto más atención al cómic, otra manifestación estética de vibrante atractivo para los amantes del policial. Siempre me gustó la vertiente más oscura de Batman. El Rorschach de ‘Watchmen’ es un antihéroe del hard boiled y mi superhéroe favorito es The Question, un periodista metomentodo que hurga en secretos más oscuros de una ciudad corrompida hasta los tuétanos.

Después llegó Blacksad, por supuesto. Y todo cambió. Porque, desde que leí la obra magna de Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales me convertí en adicto a los tebeos, llevando dos pasos más allá lo que hasta entonces había sido una sana afición.

Así las cosas, en las últimas semanas he disfrutado de dos joyas publicadas por Norma editorial. La primera es ‘Giant’, un álbum escrito y dibujado por Mikaël que transcurre en 1932, en la ciudad de Nueva York. ¿Se acuerdan ustedes de la foto de unos obreros sentados en una viga de acero que pende sobre el vacío, durante la construcción de uno de los rascacielos de la Gran Manzana? Pues de eso va ‘Giant’.

El protagonista es un enorme y silencioso trabajador irlandés que curra en la construcción del Rockefeller Center. Dotado de una prodigiosa fortaleza física, es admirado y respetado por sus compañeros. En las alturas del rascacielos, es una leyenda. Abajo, a pie de calle, trata de pasar inadvertido. Llegado de la Verde Erín años antes, arrastra sus secretos, como tantísimos otros emigrantes que, al amparo de la Estatua de la Libertad, encontraron el pasaporte para una nueva vida.

Una nueva vida que no es fácil en las calles de Nueva York. Menos aún en los años de la Gran Depresión. Las condiciones de vida de los trabajadores son muy duras y, por mucho que siempre encuentren momentos de alegría y diversión, la lucha por la supervivencia no da tregua: cuando no son los accidentes laborales, son las peleas callejeras y las rivalidades étnicas entre diferentes grupos de inmigrantes. ‘Giant’ es una obra majestuosa que gustará a todos los públicos, pero que a los aficionados a la arquitectura les hará especialmente felices.

La propia Norma acaba de publicar, en un solo tomo, los dos álbumes que componen ‘Blue Note. Los últimos días de la ley seca’, de Mathieu Mariolle y Mikaël Bourgouin. Corre el año 1933 y volvemos a Nueva York, la ciudad por excelencia. La urbe por antonomasia. Está a punto de terminar la famosa ley seca y los acontecimientos se precipitan: tiene que cambiar todo para que todo siga igual.

La primera parte de ‘Blue Note’ está protagonizada por Jack Doyle, un boxeador que regresa a la ciudad después de haberse impuesto un gravoso autoexilio. Cinco años atrás ganó un combate muy complicado, pero le corroe la duda: ¿estuvo amañado y su contrincante se dejó vencer? Para resolver el enigma y, de paso, ganar algo de pasta, vuelve al boxeo profesional. Y para volver como es debido, se deja caer por el Dante’s Lodge, el club de jazz más caliente de la ciudad, regentado por Vincenzo. Por Don Vincenzo, mejor dicho. Ustedes me entienden…

A lo largo de la historia protagonizada por Doyle iremos viendo pasar a un joven músico de jazz. Es un guitarrista recién llegado a la gran ciudad. Viene del sur profundo de los Estados Unidos y tiene un objetivo claro: triunfar. Triunfar a toda costa. Cueste lo que cueste. Pese a quien pese. Y la verdad es que su música es deslumbrante, como bien refleja el tebeo: cada vez que Ray Jameson toca, unas majestuosas dobles páginas repletas de épica hacen que el cómic vibre en las manos del lector.

Algo capital: tanto en ‘Giant’ como en ‘Blue Note’ hay personajes femeninos fuertes y con carácter, de los que rompen moldes y se salen de lo establecido. Mujeres con un solo anhelo: ser libres. Algo que, en los oscuros y siniestros años 30 del pasado siglo, no era fácil ni sencillo.

Dense una vuelta por la NYC más excitante. Déjense guiar por esos outsiders empeñados en conquistar la ciudad a base de fuerza física, mentones duros y dedos prodigiosos. ¡Que pasen las viñetas mientras suena la música!

Jesús Lens

WATCHMEN. LA PELÍCULA

Han sido muchos, muchos años de angustiosa espera. Muchas dudas, inquietudes y zozobras. Porque, cuando se anuncia que uno de tus libros favoritos va a ser llevado al cine, te asaltan sentimientos contradictorios. ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo?

 

Aún recuerdo, en aquel aula de Derecho, la estupefacción que nos asaltó a Jorge y a mí cuando leímos en el periódico (entonces no había Internet y de estas cosas también te enterabas por la prensa) que Tom Hanks iba a encarnar a nada menos que el Amo del Universo, Sherman McCoy, en la adaptación cinematográfica de «La hoguera de las vanidades», que filmaría Brian de Palma.

 

Entonces, Hanks todavía no había desembarcado en Normandía, no había corrido miles de kilómetros como Forrest Gump ni había desentrañado el Código Da Vinci. Era un melifluo e insignificante actorcillo, protagonista de comedias estúpidas y sin gracia. ¡Qué indignación! ¡Que enfado!… y qué falta de visión de futuro, la verdad.

 

Por eso, cada noticia sobre la adaptación cinematográfica de una de las piedras angulares de mi canon libresco, «Watchmen», era acogida con la misma carga de excitación y de temor reverencial. Han sido muchos nombres los barajados a lo largo de estos años para poner en imágenes esa obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons.

 

En su momento, la adaptación de otro tebeo de Moore, «V de vendetta», ya me dejó un excelente sabor de boca. Sí. Los tebeos, por densos y complejos que sean, se pueden adaptar bien al cine, cuando hay talento a la hora de escribir el guión y de situarse tras la cámara.

 

La controvertida, discutida y tan alabada como denostada «300», de Zack Snyder, nos hizo pensar, por fin, que esta vez sí. Que «Yes, he can». Porque el elegido para afrontar uno de los retos fílmicos más importantes de este arranque del siglo XXI fue el director de la adaptación al cine de la epopeya espartana de las Termópilas, dibujada por Frank Miller y Lynn Varley.

 

Y fueron llegando noticias. E imágenes. Y aquel primer trailer, espectacular, en Alta Definición. Y empezamos a soñar. Porque tenía muy buena pinta. Excelente. Y después, este segundo trailer. Y una fecha: 03.06.09. Que no era el 3 de junio, sino el 6 de marzo. O sea: ayer.

 

Nos juntamos una buena y variopinta tropa para ver «Watchmen». Unos hemos leído el tebeo. Varias veces. Y lo adoramos. Otros llegaban limpios de polvo y paja al cine. Tres horas después, tomando unas populosas y nutridas Alhambras Especiales en el bar del O2, el veredicto era (casi) unánime: ¡Sí!

 

¡»Watchmen» es, también, una grandiosa película!

 

No me atrevería a decir que es una obra maestra. O quizá sí. Cuando la vuelva a ver. Más tranquilamente. Es, por supuesto, la más fiel adaptación del tebeo que imaginarse pueda. Los personajes, la estética, el espíritu… todo está ahí, por mucho que Alan Moore, para variar, haya renegado de la adaptación cinematográfica.

 

Y no es una película fácil, que conste. A algunos les pareció algo indigesta la mística del Dr. Manhattan y hay quién considera que el culebrón sobre la paternidad de Espectro de Seda II era algo redundante. En algunos momentos puede bajar el ritmo y la parte de la Antártida puede llegar a hacerse algo larga.

 

Personalmente, nada de ello me pareció así. Todo encaja como un puzzle e incluso el protagonismo final de uno de los personajes más aparentemente inanes de la historia está perfectamente tomado del giro final, brutal e inesperado, del tebeo.

 

Así que, a la espera de vuestros comentarios y del necesario debate que espero se genere sobre una de las grandes películas del año, diré que de «Watchmen», como del cerdo, me gusta todo. Hasta sus andares. El cásting, perfecto. El diseño de producción, impecable. La presentación de la historia y de los personajes, a través de una canción mítica como el «The times they`re changing» de Bob Dylan, sensacional.

 

Y, por supuesto, Rorschach.

 

Me manda Frankie un mensaje:

 

«Qué grande es Rorschach…

 

BÚHO NOCTURNO: Deberías abrigarte más.

RORSCHACH: (Subiéndose el cuello de la chaqueta): Estoy bien así.

 

Como diría Enrique V. Vegas… «No se puede molar más»

 

Y tanto.

 

Terminamos con otra impagable frase de ese enjuto, duro e insobornable pelirrojo, cuando le meten en la cárcel y los presos amenazan con torturarle y matarle, por ser el justiciero que les enchironó en su día: «Todavía no os habéis enterado. Yo no estoy encerrado con vosotros. Sois vosotros los que estáis encerrados conmigo».

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

¿Who watch the Watchmen?      

WATCHMEN HD

Todos los que ya hemos proclamado nuestro amor “Watchmen” hemos tenido el corazón en un puño cada vez que se hablaba de la posibilidad de que el tebeo más aclamado, admirado y comentado de la historia fuera adaptado al cine.

El momento ha llegado.

¿Qué les parece el trailer en Alta Definición? ¿Y la música de los Smashing Pumpkies? ¿Y el diseño de producción? ¿Y ese Doctor Manhattan? ¿Y Rorschach?

El 03.06.09, si las disputas legales por los derechos no lo impiden, estaremos haciendo cola en el cine para ver la que será, sin duda, la gran película del 2009.

Ya lo saben.

Watchmen se acerca.

Who watches the Watchmen?

Jesús Lens.

PD.- Abel, ¿dónde se descargaba el original del tebeo?

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