Una pistola en cada mano

Desde que Ben Stiller dirigiera allá por 1994 una deliciosa comedia titulada “Reality bites”, a películas como “Una pistola en cada mano”, de Cesc Gay, me gusta aplicarles esa etiqueta: bocados, pedacitos de realidad, trozos de vida trasplantados al celuloide.

 Una pistola en cada mano

Pocas veces como en “Una pistola en cada mano” sería aplicable dicha definición: dos personas que se encuentran y hablan. O que se buscan, y hablan. O que han quedado, para hablar.

Siempre de dos en dos. En episodios independientes. En lugares y espacios diferentes. En situaciones inesperadas. Inapropiadas, incluso.

En “Una pistola en cada mano” está lo mejor del cine español del momento. En primer lugar, por la nómina de actores. ¡Atentos!: Ricardo Darín, Luis Tosar, Javier Cámara, Leonor Watling, Eduardo Noriega, Leonardo Sbaraglia, Candela Peña, Eduard Fernández, Alberto San Juan, Cayetana Guillén Cuervo, Jordi Mollà, Clara Segura… y seguro que alguno más.

 Una pistola en cada mano

Pero lo mejor no es solo el reparto, sino también el guion, del propio Gay y de Tomás Aragay. Un guion que es como un collar de perlas: cada pieza es preciosa, pero el conjunto es… ¡perfecto!

Una historia coral porque, como señala el propio director: “así puedes contar distintas facetas de los seres humanos… y porque vivimos en sociedad, ¿no?”.

Una película de la que sales pensando que ser hombre no es lo mejor del mundo, precisamente. Hombre, en el sentido genérico del término. Genérico de género. Masculino: sujeto más o menos peludo, dotado de dos bolitas y un palito, pero que, de cerebro, lo justo. Muy justo. ¡Justísimo!

 Una pistola en cada mano

Tienes treinta y tantos, o cuarenta y pico; vas a ver esa película con una mujer y, al salir, casi que dices eso tan socorrido de “¡Uy! Pero qué tarde se ha hecho. Habrá que irse, ¿no?”

Porque como te metas en un bar, a tomarte tu Alhambrita de rigor… la has liado. Chungo, colega. Mala idea. Peor, incluso. ¡Pésima!

– ¿Y tú que piensas del personaje de Fulanito? ¿Y qué te parece lo de Menganito? Anda que si te encontraras con Zutanito…

Y tú, hombre, mirando al tendido. O estudiando la carta de las tapas, como si escondiera un arcano indescifrable, más complejo que las conexiones neuronales del cerebro de Einstein.

“Una pistola en cada mano” es una de esas películas que, en 95 minutos, consiguen algo tan difícil como es hacerte pensar. Y, para ello, una única herramienta: la palabra. El diálogo. La sugerencia. El apunte. El esbozo. La sutileza. Una palabra por aquí, un gesto por allá, una sonrisa, un silencio…

 Una pistola en cada mano

Sostiene Gay: “Me puse a escribir encuentros inesperados, cosas concretas, porque pienso que, en la vida, los momentos más importantes pasan sin que no solo los pensemos, sino que ni siquiera nos los llegamos a plantear”.

Es curioso que otra película española, radicalmente distinta a esta, “Lo imposible”, también parte de uno de esos momentos inesperados e imprevistos. ¿Por qué, la comparación? Porque cualquiera de los encuentros, las conversaciones y los diálogos de “Una pistola en cada mano” tiene los devastadores efectos de un tsunami emocional.

Ayer hacíamos balance de 2012, con las nominaciones a los Goya, lamentando que el guion de “Una pistola en cada mano” no hubiera sido destacado. Concluíamos que ha sido un año excepcional para el cine español. Muchas propuestas, muy diferentes entre sí. Muchos modelos tan distintos como complementarios de hacer, distribuir, exhibir, publicitar y vender un producto, el cine español, por que el deberíamos apostar todos, cada vez con más fuerza.

Si no, vayan a ver dos películas españolas como “El cuerpo” y “Una pistola en cada mano”. Un programa doble. Dos películas de hora y media que son una delicia y que te reconcilian con las muchas dimensiones que puede alcanzar esa entelequia conocida (y tantas veces desprestigiada y vilipendiada) como “cine español”.

Jesús Lens

A ver, los 9 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012

El cuerpo, la película

Si te gusta, te gustará mucho. Pero mucho, mucho. Te reirás, te divertirás, te asustarás y… ¡te sorprenderás!

Si no te gusta, te parecerá una pollada cósmica, con perdón; más falsa que Judas, más tramposa que un trilero y más mentirosa que… bueno sí. Qué Pinocho.

 

Así las cosas, en este mundo hay dos tipos de personas: a los que les gustan películas como “El cuerpo” y a los que no.

Tú, ¿en qué categoría estás?

Yo, claramente, me encuadro entre los fanáticos de ese tipo de cine. Un cine que juega al despiste, basado en un guion portentoso en el que todas las piezas de un puzzle, aparentemente irresoluble, terminan encajando a la perfección.

¿Te gustan los rompecabezas? ¿Te gustan películas como “El golpe” o “Sospechosos habituales? ¿Te gustan las tomaduras de pelo, en el mejor sentido, en absoluto peyorativo, de la expresión?

Ve a ver “El cuerpo”.

Además, la película comienza con una muerta. ¡Y menuda muerta! La protagonista, nada menos. Desde “La mujer del cuadro” y “Laura”, pasando por “El crepúsculo de los dioses”; me encantan las historias cuyo protagonista empieza siendo un fiambre.

 

Es un tour de force para el guionista y para el director, conseguir que el espectador se mantenga imantado a la pantalla, para saber cómo, cuándo y por qué murió el personaje central de la historia. Y quién lo mató claro. Eso sí y la verdad sea dicha: en la mayoría de los casos, se trata de mujeres, las víctimas propiciatorias para este tipo de narración.

Como Mayka (terrorífica Belén Rueda), una de esas mujeres fuertes, que dirige una multinacional farmacéutica y que vive a lomos de un avión, aunque volar le da pánico. Una mujer que ha muerto por un ataque al corazón (¡Ay, el estrés!)… y cuyo cuerpo ha desaparecido del Instituto Anatómico Forense, un lugar siniestro, aislado, popularmente conocido como la Morgue.

Además, el vigilante nocturno de la Morgue, ha sido atropellado por un coche, cuando huía despavorido en mitad de la noche. ¿Quién y por qué le perseguía? Y, sobre todo, ¿dónde está el cuerpo de Mayka?

Concentrada en una sola, lluviosa, tormentosa e infausta noche, “El cuerpo” goza de noventa minutos para desentrañar tanto misterio. Jaime Peña, un poli-con-trauma interpretado por José Coronado, se hará cargo de la investigación. Un poli cuyo aspecto es radicalmente opuesto a aquel maravilloso Santos Trinidad de “No habrá paz para los malvados”.

 

Aunque, la verdad sea dicha, hay momentos en los que el reciente viudo, interpretado por un Hugo Silva que no parece tan afligido como debiera, consiga sacar de sus casillas al poli y ganas le provoquen, a buen seguro, de decirle aquello de “Te estás ganando una hostia…”

Interrogatorios, pistas, saltos en el tiempo, flashbacks, giros en la trama, sustos, risas, pastillas, copas… y el amanecer. Y la resolución, claro. ¡Joder, con la resolución!

 

Ya te digo. O te flipa, te encanta y te lo pasas pipa o sales del cine pensando que se han burlado de ti. No hay término medio.

Yo soy de los primeros.

¿Y tú?

Jesús Lens

A ver, los 7 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012