Déjate llevar y pierde el control. Pierde el control sobre cómo te sientes. Pierde el control de tu cuerpo. Pierde el control de tu vida amorosa. Básicamente porque, aunque te creas y te hagan creer lo contrario, en realidad nunca lo has tenido. Estos consejos, reflexiones más bien, no son mías. Son de Liv Strömquist y se encuentran en la provocadora e incendiaria primera página de un libro que te recomiendo vivamente: ‘La voz del oráculo’, recién publicado por Reservoir Books.

Lo confieso: estoy hasta el colodrillo del pensamiento positivo. Ya lo hemos hablado otras veces: ¡no, no y no! Por mucho que quieras, lo pienses y lo desees; por mucho que trabajes y te esfuerces, madrugues e inviertas, no lo vas a conseguir. Al menos, no vas a conseguir todo eso que te propones.
Sigo confesando: estoy hasta el ombligo de todo tipo de reportajes, vídeos y posts que empiezan con “10 consejos —o tips— para conseguir…”, “Lo que tienes que hacer si quieres…”, o “5 pasos para lograr…”. Me importa un pijo si lo dicen influencers, famosos, supuestos expertos o alguien que pasaba por allí. ¡Dejadme en paz!
Y precisamente por eso he disfrutado, paladeado, acariciado, releído y anotado todas y cada una de las páginas de ‘La voz del oráculo’, un cómic en el que su combativa autora alerta acerca de la indigesta y creciente obsesión colectiva por mejorar cualquier aspecto de nuestra vida siguiendo a los gurús de la autoayuda. Si alguien te dice que quiere ayudarte a que seas la mejor versión de ti mismo… ¡huye!

Liv Strömquist no se corta y, volviendo a la primera página de su libro, que te aconsejo vivamente comprar y, sobre todo leer, continúa con su lista. “No sigas ningún consejo”. ¡Me encanta! De hecho, te aconsejo que lo sigas a rajatabla. Ejem. Y esto otro, que me parece esencial: “dale más a los demás de lo que recibes”. Porque estamos en una época de exaltación del yo en el que los expertos no dejan de recomendarnos tener más tiempo para nosotros, poner límites a amistades y familia, huir de determinados compromisos, etc.
Éste me lo tengo que aplicar especialmente: “no tengas objetivos personales”. Ahora que todo se mide, clasifica, categoriza y cuantifica; pasar de marcarse objetivos —¿y propósitos?— es un acto revolucionario. Y, como tantas veces ocurre, lo mejor para el final: “sal a tomar el aire”.
En su libro, la autora se basa en el trabajo de numerosos filósofos y sociólogos como Zygmunt Bauman, Slavoj Zikek, Eva Illouz, el omnipresente Byung-Chul Han y mi favorito de todos, descubierto en este libro: el alemán Hartmut Rosa, sobre el que volveré a no mucho tardar.

Mientras, hazme caso y lee ‘La voz del oráculo’. Te dará que pensar. Y comentar. ¡Y sal a tomar el aire!
Jesús Lens