EN DOS PREGUNTAS

Abre hoy IDEAL con varias páginas dedicadas a las respuestas que 100 personas de nuestro entorno dan a dos preguntas muy concretas:

¿Qué le pide en el plano personal y en el profesional al nuevo año?

¿Qué espera y desea para Granada y los granadinos en 2011?

Entre los cien convocados a responder a este par de cuestiones hay representantes de todos los sectores y respuestas para todos los gustos.

¿Os apetece “jugar” y responder a ambas cuestiones? La segunda, lógicamente, que cada uno la aplique a su tierra y a la comunidad en que vive.

¡A ver si nos descongelamos de una vez!

Por mi parte, en el plano personal, a 2011 le pido seguir consolidando viejas y recientes amistades y, por supuesto, descubrir nuevas personas y nuevos horizontes vitales. Y escribir. Escribir mucho. Cumplir un par o cinco de OPs. Además de lo que comentábamos hace unos días: cosas que hacer en 2011.

Profesionalmente, espero una Hoja de Ruta clara, concreta y determinada que seguir en mi trabajo. Y, a partir de ella, pelear a brazo partido por conseguir los objetivos marcados.

Para los granadinos: consenso. Por favor. Consenso, seso, convivencia, unión y trabajo compartido para tirar adelante en momentos tan duros como éstos. Ser los últimos en casi todo (y lo somos, aunque nos duela) sólo tiene una cosa de bueno: que nos permite mirar hacia arriba y hacia delante. Nos queda crecer, subir y mejorar. Pero para eso hay que arremangarse y trabajar. Esperando que quiénes han de dar ejemplo se dejen de pamplinas, enfrentamientos gratuitos y rivalidades enfermizas.

Ojalá el 2011 sea el año del Con: Consenso, confianza, consideración, conciencia, convivencia…

Jesús Lens.

2011: AÑO DEL CONEJO

Pues sí. El 2011, en el calendario chino, es el año del conejo. Armonía y tranquilidad, según ESTE enlace. No sé yo, la verdad… lo primero que pensé al ver lo del Año del Conejo era que a ver a cuáles de estos animalitos se sacan de la chistera los grandes prebostes del mundo mundial. Lo malo es que ni para chisteras tenemos… En fin.

Que, también, Feliz Año del Conejo. 2011. Claro.

LA DÉCADA PRODIGIOSA

La última columna del año en IDEAL. Lo siento. Seguramente no es la que esperáis leer en una fecha tan señalada. Me quedo, como resumen de la década y propósito para la que empieza, con una frase de una de las últimas novelas que he leído:

¿Y si ahora mismo empezara todo?

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¡Feliz entrada de año, mis Estimados y Queridos Habibis!

Para buena parte de los españoles, éste es el día más anhelado del año. Y no porque estén ansiosos de correrse una juerga, que también, sino porque estamos locos y ansiosos por pegarle una patada al 2010 y mandarlo al carajo, bien lejos. Ganas, mayormente, de ponerlo en órbita y olvidarlo a la velocidad de la luz. O más rápido aún, de ser posible.

¿Resumen de una década?

Todos sabemos que, en realidad, da igual. El día 1 sigue al 31 y no sólo nos pillará resacosos sino que, además, será un 10% más caro el ver por las noches. Pero nos hace ilusión tener un flamante paquete-regalo de 365 días por desenvolver, máxime cuando el 01-01-11 inicia una nueva década.

¡Con lo felices que nos las prometíamos allá por entre el 2005 y el 2007! ¿Se acuerdan? El ladrillo se había convertido en el oro del Rey Midas y, a su calor, la orgía parecía no tener fin, límite ni techo. Pero resultó que tenía suelo. Ese suelo mil y una veces recalificado se abrió súbitamente bajo nuestros pies y nos arrastró en una espiral descendente a la que ahora tampoco le vemos final, por desgracia.

La llegada del 2011 parece marcar un punto y aparte en este torbellino de fatalidades. Los célebres propósitos de año nuevo nunca han tenido tanto sentido como ahora: además de dejar de fumar y de ir al gimnasio, pocas veces como ésta habremos tenido la necesidad, ocasión y oportunidad de redefinir el resto de nuestra vida. Que suena a cita de libro de Autoayuda o tratado de Management, pero que es verdad.

Aunque nos ha costado, hemos terminado por aceptar que esta crisis es estructural y no coyuntural y que, por tanto, los ¿buenos? viejos tiempos ya no volverán. Hemos escrito, leído y escuchado hasta la saciedad lo del cambio de paradigma y el nuevo modelo económico-productivo, la necesidad de innovar y de ser creativos. Pero todo ello casa muy mal con los recortes salariales y sociales, los despidos y el echar horas de trabajo a destajo que reclaman la patronal, los mercados y hasta el gobierno.

La Década Prodigiosa que nos debería situar en la vanguardia productiva de las economías desarrolladas del Primer Mundo arranca con fórmulas de ahorro de costes y exigencias laborales propias del siglo XIX y los primeros años del XX.

Al final, a esto vamos, tan modernos...

¿Qué le deberíamos pedir, pues, a este 2011? Para empezar, la cordura, sensatez y coherencia que están faltando en estos meses. A cambio, ¿qué le podríamos ofrecer? Ilusión, energías, trabajo y ganas de contribuir a la llegada y la consecución del Nuevo Paradigma. Sin embargo, lo que no es de recibo es la exigencia de cobrar menos por trabajar más y de pagar más por recibir menos. Si ésta es la fórmula, ¡paren la máquina que yo me bajo!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

PD.- Siguiendo el consejo de Rash, agradecemos a Manel Fontdevila poner en Internet sus magníficas viñetas, que ilustran la entrada de hoy.

LA MORAGA

Hasta el viaje más largo

comienza con un primer paso.

Proverbio chino.

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¡Qué palabra más bonita (en el mejor sentido de la expresión) sonora y expresiva! Noches de moraga. Interminables veladas veraniegas de hogueras y pinchitos asados en las brasas, junto al mar, bajo el cielo cuajado de estrellas.

Con ese nombre, “La Moraga”, el reputado chef andaluz Dani García está abriendo una cadena de locales que responden a un concepto muy de moda en los últimos meses: los gastrobares, caracterizados por ofrecer alta cocina, cocina de autor, pero a precios asequibles.

Álvaro, Pepe y yo, antes de coger el vuelo para Casablanca-Dakar, decidimos desayunar en el aeropuerto de Málaga. Las opciones eran las de siempre (Starbucks incluido) o aprovechar para conocer “La Moraga”. Si la compañía hubiera sido otra, quizá no me habría atrevido a proponerlo, pero uno tiene buenos compañeros de viaje y tanto mi Cuate como Ratatouille Hoces son tipos desprendidos y, sobre todo, gastronómicamente desafiantes…

Eran las once de la mañana y justo cuando nos acercábamos a sus inmediaciones, “La Moraga” abrió sus puertas. Unas puertas translúcidas, correderas, transparentes. La barra, inmensa e interminable. Y decenas de banquetas esperando a los comensales. La decoración, minimalista: cristal y blanco. Y algo de crema. Muy poco. Tras la barra, una doble cocina. O una cocina en doble espacio. Pero abierta y diáfana. Para verlo todo. Alto y claro. En uno de los paneles del fondo, los platos estrella de la carta, descritos con grandes letras azules: hamburguesa de rabo de toro, croquetas de pringá o de chorizo, kebab de ibérico… Y molletes, claro. Que era la hora del desayuno.

Álvaro, más prudente (¿más perjudicado por la noche anterior?) pidió un café y un mollete. Pepe y yo, más osados y ante la certeza de que los siguientes días, en Senegal, no iban a ser especialmente favorables para las comidas, pedimos unas cervezas y algunas suculencias de la carta.

Una de esas cartas cabronas en las que, por cada cosa que pides, dejas cinco joyas en el tintero. Y sin probar. Menos mal que las camareras, con su arte, simpatía y talento, nos condujeron sabiamente por los entresijos de la amplia y tentadora oferta, dada la hora de mañana que manejábamos.

¡Gloria bendita!

No. No son tapas. No. No son pinchos. No. No son cazuelas. No. No son platos de autor. O sí. Pero todo mezclado. Porque ni se acaban de un bocado (o dos), como los pinchos; ni son platos típicos o tradicionales, como las cazuelas. Y, aunque no es barato, tampoco es carísimo, comer en La Moraga y darle un homenaje al paladar y los estómagos. Es un lujo razonable, disfrutón y que, además, nos reportó 100 euros.

Dejábamos escapar a un vendedor de lotería que nos ofrecía un número terminado en 13, cuando las camareras nos reconvinieron severamente: era el número que ellas llevaban. E iba a tocar. ¿Cómo despreciar semejante consejo de quiénes te han servido maná para la boca y han colaborado a que pasáramos un rato delicioso? Que Álvaro no tardó en sumarse al cerveceo…

Pues tocó. Y no nos hemos hecho millonarios. Pero tenemos para darnos otro homenaje. En “La Moraga”, claro.

Y es que yo lo tengo claro: sólo por ir a lo de Dani García, para mis próximos viajes, la primera opción de salida siempre será el aeropuerto de Málaga.

Jesús Gastrocafre Lens.