TRILOGÍAS ANILLADAS

Pensaba despedir el 2010 y saludar el 2011 tirando de una Trilogía tan maravillosa como la de “El Padrino”. Pero la tarde del 31 comenzó a oscurecerse y no era cuestión de dejarse llevar por un torbellino turbio, violento y cargado, en el fondo, de dolor y amargura.

Así que opté por ver una trilogía aventurera, luminosa, repleta de color y de espacios abiertos: “El señor de los anillos”, que reconozco y confieso que no llegué a ver la oscarizada y multipremiada “El retorno del rey”.

Y estaba viendo la cara de angustia de Frodo, cuya tarea con el Anillo le iba desmejorando a cada fotograma, y me acordaba de ZP, que con las reformas económicas emprendidas en nuestro país parece haber acometido un trabajo más exigente que el del propio Hobbit.

De hecho, me asaltó la certeza de que el anillo, en realidad, es España. Y que la misión de Frodo/ZP es llevarla hasta el Mordor de los mercados financieros para arrojarla a ese Infierno custodiado por Sauron y sus huestes, que serían los especuladores y demás gentuza que eleva nuestra prima de riesgo, acosando al euro y a la deuda española.

¡Qué pena, España, el Anillo, viéndose arrojada al corazón de Mordor, para calmar la voracidad de los mercados!

¿Y Rajoy?

Rajoy, claro, es Gollum: ¡Mi Tesoro! ¡Mi Tesoro! Elecciones anticipadas, que quiero mi tesoro…

Total que, así las cosas, quizá hubiera sido mejor ver “El Padrino”. Al menos, con la mafia y los gángsteres las cosas están más claras…

Jesús Trilogista Lens

ESPERANDO ESPERO

Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:

Esperar

1. tr. Tener esperanza de conseguir lo que se desea:

espera aprobar.

2. Creer que ha de suceder alguna cosa:

se esperan lluvias abundantes.

3. Desear que algo ocurra:

espero que se recupere pronto.

4. Permanecer en un sitio donde se cree que ha de ir alguna persona o ha de ocurrir algo:

te espero a las ocho donde siempre.

5. Parar en una actividad hasta que suceda algo:

esperemos a que él llegue para empezar la reunión.

NO ES MI CULPA

Ni de mis pasos por el mundo. Que «Pateando el mundo» no quiere hacerle ningún daño al Planeta ni tampoco agujerearlo. O algo. La imagen también puede simbolizar eso de ponerse el mundo por montera y mirar con otros ojos, mirarlo todo. Mirarlo de forma diferente.

O lo mismo no significa nada.

Pero a mí me gusta.

Y no dejéis de leer este primer Cuentito del año, que las interpretaciones sobre el final son para todos los gustos, jejejeje.

Feliz 2011.

Sí. Otra vez. ¿Qué pasa? 😀

PAN

¿Qué tal un Cuentito para seguir comenzando el año? A ver qué os parece esta pequeña pieza de orfebrería artesanal, casero, casero…

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Era domingo 2 de enero por la mañana. Mi santo. Había leído el primer IDEAL del año 2011, cargado de contenido, mientras desayunaba en “El Madero”, como casi todos los fines de semana. Antes de volver a casa, fui por el pan.

Estaba recién horneada y decir que olía que alimentaba sería hacerle flaca justicia a esa barra de pan, tan tostadita y curruscante, justo como a mí me gusta. Estaba tan crujiente que el pan exigía, a voces, ejecutar ese rito que todos hemos cumplimentado alguna vez: arrancarle la tetilla y comerla mientras caminas por la calle, con gula, placer y delectación.

Estaba ya echándole mano al extremo más puntiagudo de la barra cuando un pequeño demonio me metió una idea en la cabeza: “resiste la tentación un par de minutos más, acelera el paso y regálate a ti mismo una rebanada de pan recién hecho, con aceite y el jamón ibérico que te sobró en Nochevieja”.

Listo, el condenado demonio. Conociéndome, sabía que si me comía la tetilla me entrarían remordimientos por los excesos cometidos durante estas fechas y, al llegar a casa, me daría por contento con el suculento y clandestino bocado de pan callejero.

Subí a casa en una volada, saqué el pan de la bolsa de papel en que venía envuelto y lo dejé sobre la encimera de la cocina para ir al baño a lavarme las manos, manchadas con la tinta del periódico.

La sorpresa llegó al volver a la cocina y encontrar con que a la barra le faltaba justo la tetilla más puntiaguda y apetecible.

Lo que no tendría que haberme extrañado… de no ser porque vivo solo y esa mañana, en casa, no había un alma.

Jesús Lens.

EX-APESTADO

En realidad, me gustaría ser fumador. En serio. Como juntaletras y pegapalabras, me gustaría ser un fumador contumaz, vicioso y enganchado para, estos días, escribir alguno de esos artículos entre lo iracundo y lo nostálgico; lo desgarrador y lo hipercrítico con la entrada en vigor de la Ley Antitabaco.

Hay que reconocer que se están escribiendo piezas literarias muy atractivas, entre lo montaraz y lo libertario, sobre el hecho de fumar. Joder. Y yo aquí. Quieto parado. Sin poder decir esta boca es mía. Porque, a lo que parece, queda fatal eso de salir apoyando la Prohibición. Es como si renegáramos de Bogart, mismamente. Y de los cowboys. Y de la hombría. Y de la seducción femenina. O sea.

Estos días, a los no fumadores, nos toca jodernos, agachar la cabeza, cerrar la boca… y sonreír. Pero sonreír de forma disimulada. Sonreír sin llamar la atención cuando, por ejemplo, veamos a nuestros más cercanos amigos levantarse de la banqueta, subirse las solapas del abrigo y salir a la calle. A fumar.

No. No haremos fiestas con todo ello. Y sufriremos con vosotros, los que a las 8 am, en lo más crudo del crudo invierno, apuráis el primer café mañanero sobre la barra y le echáis arrestos para enfrentaros al frío matinal con tal de echar un pito.

De verdad. Estamos con vosotros.

Y me jode, también.

Sufriremos en nuestras carnes vuestro desánimo y vuestra zozobra, cuando no hayáis terminado de rebañar la tapa del plato y ya estéis buscando cómplices con los que compartir un poquito de humo, en el tranco de la puerta del bar.

Venga va. Entre plato y plato, esperaremos a que volváis, durante las comidas. No pasa nada por ralentizar el ritmo del almuerzo o la cena. ¡Así haremos mejor la digestión!

Pero, por favor. Una cosa. No digáis que esta Ley Antitabaco, que felizmente ha entrado en vigor hoy, os convierte en unos apestados. No tengáis ese morrazo. Porque durante cuarenta años, ¡cuarenta!, el apestado he sido yo.

Yo he sido el que ha llegado a casa, tras una noche de juerga, y ha tenido que echar la ropa a la lavadora y pasar por la ducha, antes de dormir.

Yo he sido el que tenía que sacar mi chupa apestosa de cuero a la terraza, para que se oreara.

Yo he visto cómo el humo de tu apestoso cigarro se cernía asquerosa y amenazadoramente sobre mi tostada, desayunando, por la mañana, en la cafetería.

Querido fumador, créeme: estoy contigo. Y de vez en cuando te acompañaré mientras eches un cigarrote, por no dejarte solo. Pero, por favor, ¡DEJA DE QUEJARTE DE UNA PUÑETERA VEZ!

Jesús, ex – apestado, Lens.

PD.- Y sí. Me gusta tomar cerveza. Que es un vicio muy pernicioso. Pero ni voy por ahí rociándote de vino o de salpicaduras de ron para que te apeste la ropa, te apeste el pelo y apestes tú y, en el improbable caso de que la birra provoque cirrosis, me la quedaré para mí solito y no la compartiré personalmente contigo, ni activa ni pasivamente.

Así que, en serio, querido fumador. En este duro trance, toda mi solidaridad, comprensión y apoyo. Si decides dejarlo, te aguantaremos el mal humor con la mejor de las sonrisas. Y, si engordas, nos haremos los suecos. ¡PERO DEJA DE LLORIQUEAR DE UNA VEZ!

Bogart no lo haría, tipo duro.

😀