Llegó tarde porque, dijo, creía que habíamos quedado en el otro local y no en ese. Como nunca sé de qué humor va a estar, en vez de los típicos besos en las mejillas, le tendí la mano. Se quedó cortada.
Nos sentamos. Como íbamos con prisa, ya había pedido los entrantes, pero ella apenas picó ni el steak tartar ni el ibérico: creía haber dejado claro que, en esta ocasión, nada de carne. El vino tinto, con mucho cuerpo, ya estaba oxigenándose en el decantador.
Ella, con el arroz, pidió Barbadillo.
– ¿Y cómo es que vienes en manga corta, con el frío que hace? – me dijo mientras pelaba una gamba.
– Porque te entendí que hacía calor, esta tarde.
– ¡Anda, como la vez en que llegué empapada porque creí que dijiste que ya escampaba!
Cuando le refería El Mundo, ella entendía El País. Si comentábamos el fútbol, ella pensaba en baloncesto y cuando ella me hablaba de comidas, yo me iba a las cenas.
Mezclamos el té con el café, el azúcar con la sacarina, la ginebra con el vodka y la tónica con el limón.
A la hora de pagar, me tocaba invitar a mí. Saqué la tarjeta, pero no tenían datáfono. El efectivo lo llevaba ella.
Al salir y despedirnos, cuando yo iba a besarla, ella me detuvo alargando el brazo para darme la mano.
Sonreímos ambos.
Y quedamos en hablar. O vernos de nuevo. La semana siguiente. O el mes próximo.
Jesús Lens







Comentarios
4 respuestas a «Desencuentros»
la pareja ideal
Yo diría que esto es el pan nuestro de cada día jajaja
Magnifico relato Cuate, de lo mejor y que mas me gusta de tus últimas escrituras. Conciso, real, entretenido, atrevido. Un canto a la diversidad y al desacuerdo. ¡¡Chapeau Lens!!
Cuate, me alegro de que te haya gustado. Fue un fin de semana creativo. Lady, Foces, si es que tenemos lo que nos merecemos jajajaja