DESAGRAVIO

Mensaje recibido de Alejandro Gallo, con respecto a mi metedura de pata en el pie de foto correspondiente a la entrada sobre “La última fosa”, detectada por Cristina.

Querido amigo: El señor que sale conmigo en la foto y que se parece a Mallo, es Emilio Frechilla, profe de la Universidad de Oviedo de Crítica Literaria. Que fue quien me presentó la novela en la Librería Cervantes de Oviedo y que recogió en foto el periódico El Comercio. Y fue uno de los coorganizadores del I Congreso Internacional de Ficción Criminal, en abril, en la Uni de León. También presente en la SN2008 en la mesa redonda: La novela negra vista desde la universidad.
Aunque si sirve, Emilio Frechilla es un gran lector de Enesto Mallo.
Un abrazote.
Alejandro.

Estimado Emilio Frechilla, le presento mis excusas por el error cometido. Y es que los miopes sin gafas somos un peligro. Vaya en mi descargo el hecho de que si con alguien me gustaría que me confundieran, sería con Ernesto Mallo, mejor persona que escritor. Y, créanme, como escritor, Ernesto es muuuuy grande.

Siempre suyo, Jesús Lens.

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LA ÚLTIMA FOSA

Novela a novela, el escritor Alejandro Gallo se está convirtiendo en el gran cronista de la Asturias más negra y criminal. Pero no en cualquier cronista, sino en el apasionado contador de unas historias que, por lo general y por desgracia, nos resultan injustamente desconocidas a buena parte de los ciudadanos de este país.


Tras las extraordinarias “Una mina llamada infierno” y “Caballeros de la muerte”, Gallo nos presenta su tercera novela, fielmente publicada en la editorial Laria: “La última fosa”. En ella volvemos a tener como protagonista al gran Ramalho da Costa, poli de Vallecas, pero de orígenes asturianos, conocido como El Trini, que sigue convaleciente tras su última aventura, pero al que el salvaje asesinato de una amiga de la infancia llevará de vuelta a sus raíces, a la casa de sus tíos en que se crió, a las calles de su niñez y juventud, a encontrarse con los rostros de un pasado que nunca queda lo suficientemente atrás.

Pero, además, desde Vallecas le acompañará un tipo singular llamado el Coronel, un antiguo maquis, mayor, viejo y loco. Pero libertario, lúcido, valiente y con las ideas muy claras. ¿Por que se lleva Ramalho consigo al viejo chiflado? Porque, en mitad de unas obras, las excavadoras han desenterrado un cadáver. Y otro. Y otro más. Una fosa. Y, dentro de ella, muchos recuerdos, sueños frustrados y esperanzas rotas.

Como los de Rosa, joven revolucionaria que tomó parte en los acontecimientos del 34 y que, en realidad, no debería estar en una fosa cuyos cadáveres se correspondían a las trágicas sacas y paseos que siguieron a la Guerra Civil. La hermana de Rosa le encarga al Coronel que intente averiguar quién, cómo y por qué mató a su hermana. ¿Será posible, pasados sesenta años, resolver dicho misterio?


Una muerte que, como si el tiempo no hubiera transcurrido, entronca con el brutal asesinato de Clarita. Dos chicas jóvenes, en la flor de la vida, asesinadas. El Trini y el Coronel, pues, están condenados a entenderse y a trabajar juntos, aunque su relación sea, por momentos, complicada. Porque el Coronel no calla ni en sueños y Ramalho necesita encontrar una cierta paz, no sólo para descubrir a los asesinos de Clara sino también para cerrar heridas del pasado, recomponer relaciones familiares y pasar algunas páginas del libro de la vida que quedaron con las esquinas dobladas, arrumbado en la mesilla de noche.

Alejandro Gallo con alguien que no

es Ernesto Mallo ni pa Dios

(pero que le da un cierto aire)

Un doble enigma en que Gallo, alguien que sabe muy bien cómo se lleva una investigación, hila muy, muy fino. Con unos diálogos afilados y cargados de acidez, consigue armar una trama en que se desentierra la memoria histórica de la Revolución del 34, pero en sus auténticos protagonistas: los mineros que tomaron Oviedo y que demostraron que la utopía era posible.

Y, como contrapunto, la España del siglo XXI. La España que sí es real y cierta. La de las mafias astrosas, la nobleza venida a menos, los locales de copas oscuros, los chigres y los escalopines al cabrales, la sidra, las reivindicaciones y los cortes de carretera en protesta por el cierre de empresas y la pérdida de puestos de trabajo.

“La última fosa” es una novela que cuenta dos Asturias, la revolucionaria del 34 y la supuestamente pacífica del arranque del siglo XXI, contando para todo ello con la prosa cada vez más asentada de un Alejandro Gallo que se confirma como uno de los grandes del género negro y criminal escrito en castellano.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

SHANGRI-LA

Cuando uno se va de viaje, sobre todo cuando se va por libre, como hicimos nosotros por los Balcanes, además de las guías turísticas y demás literatura al uso, ha de llevarse libros de lectura con los que amenizar los largos desplazamientos, las horas de espera y, cómo no, libros que le sirvan como refugio y descanso a su largo peregrinar, un obligatorio y necesario reposo literario del guerrero que, tumbado en la cama del hotel, le permita descansar el cuerpo, pero seguir viajando con la imaginación.


Para nuestro viaje canario-astur-centroeuropeo me llevé dos libros de Mondadori, de muchas palabras de demasiado apretada letra, a los que ansiaba hincar el diente desde hacía tiempo. “Qué es el qué” de Dave Eggers y “El sindicato de policía Yiddish”, de Michael Chabon. Dos autores yanquis, situados a la vanguardia de la literatura anglosajona del momento.

Devoré, casi de una sentada, la genial “Santería” de Leonardo Oyola, en la cama del Hotel President de Belgrado y amenicé la vuelta con “Shangri-La. La cruz bajo la Antártida”, de Julio Murillo.


De las tres primeras novelas hablaremos más en extenso en próximas entradas de esta bitácora así que detengámonos en la última de ellas, la Shangri-La que mereció el Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio en su edición del año 2008, publicada por MR Editores, y cuya presentación en Semana Negra fue muy interesante.


Partamos de un tal Hitler. Adolf Hitler. Porque… ¿estamos seguros de que el jerarca nazi se suicidó en su búnker berlinés? ¿Quién vio el cadáver? ¿Quién estudió los restos? ¿Y si, en realidad, Hitler no murió como nos han contado y se esfumó entre las brumas oceánicas? ¿Y si los nazis hubieran tenido un plan de contingencia para el caso de producirse la derrota del Tercer Reich? ¿Y si ese plan hubiese tomado a la despoblada y desconocida Antártida como centro neurálgico?


De todo ello nos habla Julio Murillo en una historia que entronca con la estirpe novelística sobre conjuras internacionales de base esotérica que tanto éxito han tenido en los últimos años. De lectura amena, las páginas caen a velocidad de vértigo y el lector se descubre atrapado por la historia de los nazis escondidos y esa Nueva Thule tan amenazadora como esquiva.


Son varios los protagonistas. De un periodista de The Guardian a un científico noruego que huye por el mundo, cargado con el peso de un gran secreto. Hay una exquisita y bella violinista y, también, sicarios, policías y demás fauna inherente a una historia de este tipo. Además, los protagonistas viajarán por las ciudades más de moda de Europa, de Londres a Berlín, pasando por París y, en general, nos deparan una historia intrigante e interesante, que se lee con atención, pero que no depara sorpresa alguna.

Que Hitler murió en el búnker

no se lo creen ni los Simpsons.

Un libro ideal para leer en el avión, en el tren o en el autobús; o dormitando en la orilla del mar, entre baño y baño. Una historia para devorar de una (o dos) sentadas, que no estorba ni incomoda, muy bien elaborada e inteligentemente resuelta por el autor, al que se le nota que se ha documentado largamente sobre todos los acontecimientos relacionados con la caída del Tercer Reich y la supuesta muerte de Hitler y Eva Braun.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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SEMANA NEGRA 2009

Vale. La Semana Negra 2008 ha terminado. Estamos en madrid, apunto de comenzar nuestro periplo por los Balcanes, en apenas un puñado de horas. Nos pueden seguir, desde la margen derecha de esta pantalla y si la cosa funciona, a través del Twitter. Pero les confieso que ya estamos pensando en… Semana Negra 2009.
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PD.- ¿Leyeron la columna del viernes pasado en IDEAL? Iba sobre malos que molan. No dejen de leer la de este viernes, por otra parte. Saludos cordiales a todos. Y todas. Claro. Y clara.

DELINCUENTE ARGENTINO

El año pasado, cuando publicamos la reseña de la premiada y alabada primera novela de Ernesto Mallo, “La aguja en el pajar”, se montó un quilombo de muchos quilates. Subimos dicha reseña al día siguiente de las elecciones celebradas en Argentina y, en un abrupto torrente de comentarios, se mezcló lo político con lo literario, algo que, personalmente, me gusta sobremanera ya que la buena literatura de género negro y criminal debe servir para provocar debates y controversia que trasciendan los libros.


Entre todos los mensajes que se cruzaron por entonces, había uno, firmado por Cristina, de lo más anticipador y clarividente, hablando del NOVELÓN, con mayúsculas: “A los que os hayáis quedado con ganas, os recomiendo “Delincuente argentino”. Ernesto, compañero, deja de perder el tiempo mensajeando en blogs y ESCRIBE OTRA.”

¡Ay, qué razón tenía Cristina! ¡Qué grande es “Delincuente argentino”, obligatoriamente seleccionada entre las finalistas del Premio Hammett de Semana Negra, junto a “Chamamé”, “El imán y la brújula”, “El bulevar del miedo” y “Pájaro en mano”!


Parece que a Ernesto le molestara el viejo adagio de que nunca segundas partes fueron buenas, aceptando el desafío de escribir una nueva novela protagonizada por algunos de los personajes de la primera… y hacerlo tan bien o mejor aún que en aquélla. Porque vuelven el Perro Lascano y vuelve Giribaldi. Pero, además, entran en escena otros muchos personajes que, poquito a poco, van haciendo avanzar una trama que acontece cuando el régimen de los generales ha caído y Alfonsín intenta dotar de estabilidad a la frágil y precaria democracia argentina.


De entre los personajes nuevos, nos quedamos con el Topo Miranda, por razones obvias que el lector, desde la primera página, tendrá ocasión de comprobar. Uno de esos personajes de una pieza, pero múltiples aristas. Uno de esos geniales malos-buenos que se quedan en el recuerdo del lector por siempre jamás.


Pero también me gustaría destacar a los dos jovencitos de la función. Un fiscal al que si bautizamos como “indomable” le hacemos flaco favor, pero que resulta ser un jurista de una pieza, que ni se arredra ni se amedrenta y, sobre todo, que no se deja sobornar. Y a Federico, otro joven para el que el modelo del macho latino está trasnochado, anticipando una nueva sociedad argentina más abierta al mundo.


Pero también están la Negra, Horacio, Beta, Aníbal, Fuseli, un puñado de canas y otro montón de personajes que, en apenas 200 páginas, contribuyen a tejer un fresco de la Argentina en transición, vivo y vibrante. Y todo ello sin decir nada del final. Un final de lo más cinematográfico que, cuando terminas el libro, te ha dejado enorme cara de bobalicón, con una tremenda sonrisa en la boca.

Una gran novela, sin duda. Tanto que me voy a permitir dar un consejo a su autor: Ernesto, si andas por ahí y lees esto… ¡dejate de joder con los blogs! Hacele caso a Cristina y sentate a laburar. ¡Escribe otra, por favor! (Entrevista con Ernesto Mallo en la añorada y llorada Gangsterera)

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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