España, hoy, en primera persona del plural

Me ha gustado Scariolo en una entrevista: «Este éxito no es una reivindicación; las críticas me traen sin cuidado. Ya he comprobado que que hay dos ritmos: el equipo va a una velocidad y todos los demás van a otra, por desconocimiento. HAY QUE RESPETAR TODAS LAS OPINIONES, PERO NO TENERLAS EN CUENTA«.
 
Y es que… ¡Oigan, oigan! ¡Vale ya!
Scariolo oro
 
Una cosa es la comprensible, forofista y ventajista pluralización de todos éxito deportivo (somos campeones, hemos ganado el oro…) y otra es haber pasado del «estos tíos ESTÁN viejos» y «este equipo no TIENE banquillo» a ese impostado y falsamente triunfalista «hemos demostrado que en España, todos juntos y trabajando en equipo; somos los mejores y no hay quien nos gane».
 
A ver.
 
Aquí, los mejores, son Gasol, Rudy y el resto de jugadores; Scariolo y sus ayudantes; los fisios y los preparadores físicos.
 
Los demás, lo único que SOMOS, es privilegiados espectadores.
Scariolo medalla
Y, la mayoría de las veces, unos espectadores muy críticos, resabiados, injustos y crueles.
Que hoy parece que el triunfo de España en el Europeo sea una fábula de Esopo o un cuento de los hermanos Grimm; arrimando cada cuál el ascua de la victoria a la sardina partidista de turno.
Jesús Lens
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Literatura en las Fiestas del Zaidín

Mi artículo de hoy en IDEAL, celebrando una muy especial celebración de las fiestas populares del Zaidín.

¡Qué gran iniciativa la del servicio de bibliotecas de Granada, con la complicidad y el apoyo de la Asociación de Vecinos del Zaidín, de incluir en el programa de fiestas del barrio un más que merecido homenaje a un personaje literario: Matías Verdón, popularmente conocido como el Detective del Zaidín!

Melodía de arrabal Portada

Todo comenzó cuando el Club de Lectura de la Biblioteca Francisco Ayala eligió una de las novelas de Alfonso Salazar para trabajar sobre ella. Pasado el verano y con la llegada de las fiestas del barrio, varias decenas de lectores nos reunimos con el autor, un lunes por la tarde, en la propia Biblioteca, para compartir cerca de dos horas de intensa y amena conversación a través de la que conocimos, más en profundidad, todo lo referente a una saga literaria cuyo ciclo de cuatro novelas ya está íntegramente publicado, la primera de las cuáles «Melodía de arrabal» acabamos de reeditar en digital, en la Colección Nube Negra de la editorial Palabaristas y puedes comprar AQUÍ, desde 1 euro.

Foto: Valeria Tittarelli
Foto: Valeria Tittarelli

Daba gusto participar en una tertulia literaria en la que los asistentes mostraban lo mucho que habían disfrutado con una lectura especialmente próxima y cercana, por lo que la charla fue oscilando entre lo novelístico y lo real, entre la memoria del barrio y los recuerdos de los vecinos, entre la recreación hecha por Salazar en las páginas de sus novelas y la transformación urbanística realizada a golpe de PGOU.

La segunda parte de este reconocimiento vecinal resultó igualmente grato y encantador, con medio centenar de personas, guiadas por Salazar, pateando las calles del Zaidín, el sábado por la mañana. Esas calles en las que Verdón, el Desastres y el Planchet han vivido decenas de aventuras y desventuras, encuentros y desencuentros, alegrías y penas.

Foto: Victoria Jiménez
Foto: Victoria Jiménez

Con paradas en el Nuevo Los Cármenes o en las calles de Santa Adela, una imponente tormenta nos sorprendió felizmente resguardados bajo la pérgola de Las Columnas, en plena Avenida de Dílar. Durante la ruta, en la que Salazar leía fragmentos de sus novelas, el autor también rememoraba un Zaidín literario y un Zaidín histórico que nunca volverá a ser. Un Zaidín con cines y teatros. Un Zaidín pegado a la vega, en el que las casillas bajas lindaban con vaquerías, ventas y merenderos. Un Zaidín que contaba con veladas pugilísticas y fútbol disputado en campos de tierra. Un Zaidín sin asfaltar y apenas iluminado que acogió a centenares de vecinos de Haza Grande o el Sacromonte, afectados por aquellas inundaciones de 1962 que tanto alteraron la fisionomía de los barrios periféricos de Granada.

Con los cambios, la modernidad y el transcurrir del tiempo, el Zaidín salió perdiendo en algunas cosas y ganando en muchas otras. Pero lo más importante es que sigue siendo un barrio vivo, activo, combativo y real. Un barrio con alma del que sus vecinos nos sentimos orgullosos.

Foto: Victoria Jiménez
Foto: Victoria Jiménez

Vecinos, por cierto, a los que nos hubiera hecho ilusión encontrar en este recorrido memorístico-literario a esos políticos que, durante las fiestas, no faltan a las entregas de premios ni se despegan de las barras de las casetas, copa en mano. Pero tampoco es cuestión de pedir imposibles, ¿verdad?

Jesús Lens

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La imperiosa necesidad del ser… cívicos

Mi artículo de hoy en IDEAL. Que podría dar para una serie de varias temporadas. De momento, el piloto:

Ser cívicos, reconozcámoslo, no mola nada.

Definición de civismo: Comportamiento de la persona que cumple con sus deberes de ciudadano, respeta las leyes y contribuye así al funcionamiento correcto de la sociedad y al bienestar de los demás miembros de la comunidad.

Basura pintada

¡Por favor! ¿Se les ocurre una definición con más rancios regüeldos o que apeste más a alcanfor, aburrimiento y viejunismo? Es leerla y sentir cómo se encanece el pelo, nos crece la papada y nos paraliza el reúma. Nadie que quiera parecer mínimamente moderno, joven, vanguardista o contemporáneo puede ir por el mundo defendiendo una definición como ésa. De hecho, para destacar en una sociedad como la nuestra, parece que hubiera que hacer exactamente lo contrario.

Hace unos años, cuando se implantó la célebre normativa que prohibía fumar en lugares públicos, empleamos millones de bytes para posicionarnos, a favor o en contra de la misma. Durante unas semanas pareció que la cultura de la resistencia –a dejar de fumar en bares, restaurantes y centros de trabajo- era algo muy in, cool, moderno y molón. Sin embargo, hoy nos resultaría incomprensible e inaceptable volver al despropósito de antaño.

¿Y si el ser cívicos tuviera un cierto sentido? Vayamos más allá, que se ganó una batalla, pero la guerra cívica continúa. Y ahora mismo tiene varios frentes abiertos, como el de la suciedad, la basura y la mierda, por ejemplo.

Basura pintadas

En las últimas semanas, IDEAL está trazando un exhaustivo e imprescindible mapa con las indignas pintadas que estropean el patrimonio histórico artístico de Granada o que hacen inservibles muchas señalizaciones de nuestras calles. ¡Bien! Pero la batalla contra la basura, larga y compleja, tiene más focos: los cauces de los ríos convertidos en vertederos, el paisaje tras la batalla después del Botellón, los parques llenos de zurullos de perros, los borrachos que se mean en las calles…

Imagen de El Bolardo
Imagen de El Bolardo

Siempre me he preguntado, cuando entro en un bar con el suelo repleto de servilletas arrugadas y demás desperdicios tirados junto a la barra o bajo las mesas, quién es el primer cliente en romper el fuego. Es decir, a primera hora, el suelo está limpio, ¿verdad? Y alguien tiene que ser el primero en limpiarse la boca y arrojar la servilleta al piso. Debe ser un tipo madrugador, que su ejemplo no tarda en ser imitado por otros muchos clientes, impacientes por aportar su granito de mierda. ¿Por qué lo hacen? ¿No les da asco? ¿No se les cae la cara de vergüenza?

Cuando aceptemos que un espacio público es de todos y que deberíamos cuidarlo igual o mejor que si fuera propio, empezaremos a ganar esta otra batalla cívica. Porque ser cívicos puede no molar nada, pero su contrario da asco. Y apesta.

Basura bares

Por desgracia, esta guerra tiene más batallas en curso, como la del ruido. O la de la zafiedad y el mal gusto. Y una más reciente y sorprendente: la de las bicicletas. ¡Pronto volveremos sobre ellas!

Jesús Lens

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La cuestión siria: indignidad

El 26 de agosto de 2013, leíamos el siguiente titular en El País: «Obama da los últimos pasos hacia una intervención militar en Siria». Lean, lean y fíjense cuánta contundencia… para nada.

Obama, anunciando la inminente intervención en Siria, en 2013, por televisión...
Obama, anunciando la inminente intervención en Siria, en 2013, por televisión…

Dos años después nos hemos olvidado de que Bachar el Asad era un asesino sin escrúpulos que utilizó armas químicas contra sus propios ciudadanos. Porque entonces «llegó» el Estado Islámico y todo cambió. Hezbolá, Irán y el chiísmo radical ya no parecían ser la peor pesadilla para Estados Unidos. Ahora, Obama se apoya en estos regímenes para combatir al Estado Islámico cuando precisamente fue el régimen de Washington el que alentó a las facciones más integristas de Arabia Saudí de las que nació el EI… para combatir el chiísmo.

Dos años después, se vuelve a hablar de intervención en Siria. Pero de un tenor muy diferente. Dos años después…

El País Siria

¿Y, mientras, en Europa? Pues eso. Que habrá que hablar con Al Asad, que se nos está llenando el patio de atrás, AHORA, de incómodos refugiados. Y algo habrá que hacer, AHORA, no sea que muera otro niño en la playa frente a una cámara de fotos y se vuelva a liar la cosa, con la gente pidiendo que se haga algo. AHORA. O mañana, ya si eso…

Lean, lean el acertado y preclaro análisis que hace un experto hoy, en El País, dos años después de aquel otro titular: Larga vida a Al Asad.

- ¿Qué soy un qué, me decíais? Repetid, anda, que no lo he oído bien...
– ¿Qué soy un qué, me decíais? Repetid, anda, que no lo he oído bien…

Qué inquietantes, oportunistas y dolorosas resultan la geoestrategia y la política internacionales…

Jesús Lens

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Un Jesús Conde de antología

Mi Columna de hoy en IDEAL invita a fantasear sobre uno de los cuadros que componen la excepcional exposición de Jesús Conde en el Palacio de los Condes de Gabia, que no debes perderte bajo ningún concepto. Porque es un deleite para los sentidos y un estímulo constante de la fabulación…

De los muchos y muy variados cuadros que componen la más reciente exposición de Jesús Conde, el que más me impresiona es uno, extraño, enigmático y con un toque surrealista, que representa los restos de un avión accidentado en mitad del desierto. Es un cuadro con tintes apocalípticos y milenaristas, muy de fin del mundo. Un cuadro de tamaño pequeño, pero que contiene un buen número de historias.

Jesús Conde restos de avión

Está, por un lado, la historia del Tupolev 154B1 que, el 7 de Agosto de 1980, se estrelló durante la maniobra de aproximación al aeropuerto de Nuadibú, en Mauritania. Provenía de Bucarest y la tripulación no tenía contacto visual con la pista. Tras un primer aterrizaje abortado, el piloto erró en el segundo intento y el avión se fue unos 300 metros fuera de la pista, muriendo uno de los ciento sesenta y ocho pasajeros a bordo.

¿Quién fue el pasajero fallecido? ¿Por qué le tocó a él y sólo a él? ¿Por qué insistió el piloto en aterrizar en aquellas condiciones? ¿No tuvo la posibilidad de buscar otro aeropuerto con mejores condiciones de visibilidad?

Jesús Conde Cuaderno de Viajes

Los restos del avión quedaron abandonados y, poco a poco, el sol y las tormentas de arena lo han ido deformando, hasta convertirlo en una extraña y posmoderna ruina de metal.

Años después, un español creyó ver algo singular desde la habitación de su hotel. Algo grande que brillaba bajo el sol. Decidió ir a echarle un vistazo, dado que estaba cerca. O eso pensaba él. Porque el desierto es muy engañoso y lo mismo que provoca espejismos, hace que se confundan las distancias y las proporciones. Eso le pasó a nuestro viajero, Jesús Conde, que llegó a los restos del avión al borde de la deshidratación. Un avión que, mucho tiempo después de estrellarse, bien pudo cobrarse una segunda víctima. Así las cosas, ¿contribuirían la sed y el agotamiento extremo al impacto visual provocado por aquellas ruinas metálicas? Un impacto lo suficientemente grande como para que Jesús haya decidido pintarlas, tantos años después…

Jesús Conde cartel Antología

Historias. Recuerdos. Memoria. Y su relato. El material del que están hechos los sueños se convierte en inspiración para un artista total que, efectivamente, nos presenta una exposición muy literaria en “Prólogo para una antología”. Que no lo digo yo. Lo dice Jesús. Un Jesús Conde que ha querido hacer un repaso a toda su carrera como artista, volviendo a pintar sobre algunos de los temas que le han servido como leit motiv para algunas de sus anteriores muestras.

Jesús Conde Postal de viaje

Las armas. ¡Ay, esas armas tan cinematográficas, como la pistola de “El Padrino” o el peacemaker del western fordiano! Las espadas, los cascos, las armaduras. Y el río de la infancia. O las calles de una Archidona que ya no son. Y las postales viajeras. Y las estampas africanas. Y las vistas habaneras a través del ojo buey de un barco. Y ese Oriente que ahora se desangra. Y la fantasmal Detroit. Y Granada, claro. Granada eterna.

Jesús Conde silla cubana

Vayan. Vayan al Palacio de los Condes de Gabia, vean la exposición de Jesús Conde y dejen que los cuadros les cuenten las mil y una historias que atesoran en su interior. Se lo van a pasar de fábula.

Jesús Lens

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