Veintidós años de Bevilacqua y Chamorro

Los guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro nacieron, literariamente hablando, en el año 1998. Y lo hicieron en ‘El lejano país de los estanques’, un medio acuático, como ocurre con tantas y tantas leyendas. Tienen, por tanto, más de 20 años de una existencia conformada, hasta la fecha, por una decena de novelas y dos libro de relatos.

A Bevilacqua lo conocimos como sargento en su primera aventura. Chamorro, por su parte, era una guardia joven e inexperta. Su primer caso, durante un agosto asfixiante: investigar la muerte de una extranjera cuyo cadáver apareció en una urbanización mallorquina.

Paradójicamente y como si de un juego de espejos se tratara, su investigación más reciente, narrada en ‘El mal de Corcira’, devuelve a los protagonistas a las Baleares. En este caso, el cadáver ha aparecido en Formentera. Aunque, en puridad, una Chamorro mucho más experimentada no viaja a las islas, como los lectores sabrán desde el principio de la narración: un percance la deja en el dique seco por unas semanas.

El hecho de que Bevilacqua y Chamorro estén separados en ‘El mal de Corcira’ hace que la lectura de la novela sea idónea para los no seguidores habituales de la saga. En esta ocasión, al veterano guardia le acompaña el joven Arnau, tan inexperto como Chamorro en aquella lejana primera novela de la saga. Continúa el juego de espejos.

Porque a lo largo de la saga, los dos protagonistas han tejido una relación de amistad y complicidad muy especial. Una relación que va más allá de lo profesional y que, en algún momento, está a punto de ir un paso más allá.

Además, en ‘El mal de Corcira’, Lorenzo Silva cuenta los orígenes de Bevilacqua en la Guardia Civil. Su formación y los años de plomo que pasó en el País Vasco, luchando contra ETA. De ahí que sea una de las novelas básicas de la serie, que permitirá al lector ocasional de la saga entrar de lleno en el fascinante universo creado por Lorenzo Silva.

La trama transcurre, por tanto, en dos épocas diferentes. Por un lado, como es habitual en la serie, uno de los hilos argumentales se desarrolla en el presente más rabioso y actual. El segundo nos lleva al pasado. No es de extrañar, por tanto, que sea la novela más larga de la saga. Y posiblemente la más compleja, también. ¿Por qué ahora? Como señala Silva, porque ETA ha sido derrotada y porque él ha adquirido “el conocimiento suficiente como para afrontar la novela que tenía aplazada”.

Es importante saber que Bevilacqua, nacido en Uruguay, estudió psicología antes de ingresar en la Guardia Civil. ¿Es, por tanto, un guardia atípico? Quizá. Pero, sobre todo, es una persona con una gran curiosidad por tratar de entender al otro. Y a sus circunstancias. Al enemigo. Al malo. Al asesino. Entender y comprender no es sinónimo de justificar, transigir, aceptar, empatizar o simpatizar. Es, posiblemente, la mejor forma de resolver con éxito sus investigaciones. Sobre todo porque al personaje le permite optimizar su mejor arma: su proverbial habilidad en los interrogatorios.

En su momento, causó sorpresa que Lorenzo Silva eligiera a dos guardias civiles como protagonistas de su saga. En la narrativa policial española, los actores principales eran policías o detectives privados. Sin embargo, las investigaciones de los homicidios en la España rural, esa que ahora se ha dado en llamar la España vacía o vaciada, corresponden a la Guardia Civil.

Con la segunda novela de la serie, ‘El alquimista impaciente’, Lorenzo Silva ganó el prestigioso Premio Nadal del año 2000, lo que supuso que llegara “a muchos lectores, que es lo mejor que le puede pasar a un libro”, como señala el propio Silva.

A partir de ahí, se fue consolidando lo que podríamos definir como un idilio, metafóricamente hablando, entre el autor y la Guardia Civil, un cuerpo muy vilipendiado a lo largo de la historia que, en el autor madrileño, ha encontrado quien le escriba su realidad contemporánea, moderna y actual. Una realidad en la que todo lo relacionado con la informática, ni que decir tiene, ha ido ganando importancia con el transcurrir de los años.

Gracias a esta entente cordial, el trabajo de documentación de Lorenzo Silva, siempre exhaustivo, permite al lector disfrutar de una narrativa absolutamente apegada a la realidad. Pocos autores como Silva tienen un acceso tan directo a las mejores fuentes de información. Eso permite que sus novelas reflejen a la perfección cómo es y cómo se desarrolla la investigación de un homicidio desde el aviso de la aparición del cadáver.

A lo largo de estos veinte años largos, Bevilacqua y Chamorro han sido unos testigos privilegiados de la transformación de la sociedad española y en sus novelas nunca han ocultado sus opiniones y percepciones de todo lo que ha ido copando titulares, de la corrupción sistémica al nacionalismo rampante. Así lo señala Silva, hablando del origen de otra de sus novelas: “A partir de un hecho real, que no obstante manipulo y altero hasta convertirlo en absoluta ficción, construí esta novela que creo que habla de muchas realidades relevantes y candentes de esta España que se adentra con paso trémulo en la segunda década del siglo XXI”. Una saga imprescindible de la narrativa policial de los últimos años.

Jesús Lens

Hoy no arranca Granada Noir

Hoy era el día en que debía comenzar el programa central de la sexta edición de Granada Noir. Iba a ser un programa corto, sin música, sin exposiciones, sin teatro, sin performances callejeras. Aun así, sería muy interesante y atractivo, basado en mesas redondas y conversaciones con un gran cineasta y varios novelistas y dibujantes, tanto de la tierra como de fuera.

Hace unos meses, allá por mayo, en cuanto la situación sanitaria lo permitió y en el marco del festival Gravite dedicado al viaje en el tiempo, la ciencia y la historia; hicimos unos Encuentros en la Tercera Fase en la Plaza de las Culturas de CajaGranada Fundación. Fuimos los primeros en organizar una actividad cultural presencial tras el confinamiento. Teníamos hambre y sed de cultura. De reunirnos. De juntarnos. De volver a vernos las caras al natural, aunque fuera con mascarilla. Con todas las medidas de seguridad pertinentes, por supuesto. Fueron un éxito.

Ahora, sin embargo, vivimos una situación sanitaria completamente diferente a la de mayo. Cada día se detectan cerca de 10.000 nuevos contagios por coronavirus, las personas mayores vuelven a estar blindadas en las residencias, se han cerrado los centros de día de Granada y alrededores y si determinadas comunidades autónomas y/o provincias no están confinadas, es por una mera cuestión política. Y lo que nos parece más definitivo: los hospitales y los centros de salud sufren una tensión cada día mayor.

Estas semanas, lo más importante es que la vuelta al cole salga lo mejor posible. Ese debería ser el objetivo más importante en el que concentrarnos. Eso, y no permitir que la famosa curva se empine para, después, vernos aplaudiendo en los balcones el ímprobo trabajo de los sanitarios para doblarla. Las autoridades han establecido una ratio de 10 personas por reunión social. Por algo será. Esas directrices resultan contradictorias con muchas actividades que, en paralelo, se están desarrollando estos días.

No somos cobardes ni timoratos en Granada Noir. Y seguimos hambrientos de cultura. Pero en las actuales circunstancias, empeñarnos en mantener a toda costa un programa presencial no nos parece apropiado ni pertinente. Es muy de agradecer que Cervezas Alhambra, patrocinador principal del festival, nos haya respaldado en una decisión tan ingrata como dolorosa.

Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido, galardonados con el V Premio Granada Noir

Eso sí: en el momento en que las circunstancias mejoren, volveremos a la carga. Mientras, nos seguimos leyendo y escuchando. Y nos vemos. En grupos de menos de diez y con todas las precauciones.

Jesús Lens

Biedma, el Caravaggio de la literatura negra española

La vuelta a la normalidad, aunque sea a la nueva, tan diferente a la antigua, tan extraña y exigente; ha permitido la reactivación del mercado editorial, que empieza a acoger felices novedades. Seguimos poniéndonos al día en la lectura de las nuevas novelas policíacas escritas por autores de nuestra tierra, como nuestro Juan Ramón Biedma.

En noviembre de 2019, cuando el coronavirus ni estaba (presuntamente) ni se le esperaba, la noticia de que el escritor sevillano Juan Ramón Biedma se había alzado con el XXI Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones nos hizo dar un gran salto de alegría. Porque Juan Ramón es uno de los nuestros, uno de los grandes maestros del género negro que ha situado a la Andalucía Connection en lo más alto del escalafón literario.

Tenemos ya la oportunidad, por fin, de leer ‘El sonido de tu cabello’, una novela implacable, como lo son todas las de su autor. El escenario de la trama es Sevilla, como tantas otras veces. Pero una Sevilla por completo diferente a la que tenemos impresa en nuestro imaginario.

En un momento de la novela, dos de los protagonistas de una historia coral, narrada a varias voces, son secuestrados y conducidos a ciegas por las calles de la capital hispalense. Acaban en un hospital clandestino llamado Monteverde, homenaje que el autor le hace a uno de sus carnales mexicanos. Los personajes deducen que están por la zona de la calle Feria, en los alrededores de la Alameda de Hércules. Exactamente en la calle Vascongadas.

Entonces me acordé de que hace unos meses anduve exactamente por aquellos andurriales, buscando una antigua Abacería. ¡Qué diferente es la mirada del viajero ocasional, del turista accidental, que la del escritor que conoce palmo a palmo las calles de su ciudad y sabe sacarles todo su partido literario.

‘El sonido de tu cabello’, sin embargo, arranca en México. En un lugar que, en la crónica negra contemporánea, ocupa un lugar desgraciadamente destacado: Ciudad Juárez. De inmediato se traslada a otro escenario cargado de ecos y resonancias: Las Tres Mil Viviendas, uno de los suburbios más peligrosos de Europa.

En una iglesia evangélica ha aparecido el cadáver de una chica jovem delgada, morena. Hay un sospechoso que resulta inmediatamente detenido. Mientras la inspectora Perpetua Carrizo es la encargada de investigar el crimen, al abogado Set Santiago le corresponde la defensa del detenido. Y un runrún: el muló anda suelo por las Tres Mil Viviendas. El muló, un espectro aterrados para los gitanos que nos recuerda al golem de los judíos. “Busca las grietas más oscuras, los portales de los edificios abandonados, se arrastra por los vertederos, tiene un don especial para localizar las entradas y las salidas de túneles desconocidos, la zona cero”.

La insania habitual de las novelas de Biedma está en todas y cada una de las páginas de una aterradora novela de denuncia social con personajes al límite de su existencia. Y de su cordura. Una novela en la que los talleres clandestinos y la explotación laboral de las mujeres se dan la mano con los supermercados de la droga.

Una novela, en fin, en la que la búsqueda de redención y la venganza también son dos de los motores que animan la acción. Como señala Orujo, mujer inolvidable, hablando de unos módulos que ya no podrá terminar: “Me he escapado del maco para unas venganzas y eso, y me voy a morir antes”. Y ensancha su sonrisa.

O este otro momento igualmente protagonizado por Orujo, que firmaría el mismísimo Tarantino… de sus comienzos: “La primera patada en la cara es una patada antigua, una que había preparado durante muchos años, una muy querida; le habría gustado que el crujido recibido a cambio hubiera sido mayor, que estuviera acompañado por un chapoteo de sangre y vísceras, pero las viejas ilusiones siempre nos decepcionan”. ¡Esa Orujo, que hace las cosas porque sí, que siempre le ha parecido la más válida de las razones para justificar sus actos!

Y está la noche, ese territorio tan querido para un autor tenebrista como Biedma, el mejor Caravaggio de la literatura negra española contemporánea: “El amanecer es el fracaso de todo lo malo, todo lo sucio, todo lo oculto, todo lo resguardado, todo lo agridulce. Al amanecer se imponen la chabacanería y el imperio de los profesores y los jueces”.

Lean ‘El sonido de tu cabello’. No es una lectura fácil. Ni cómoda. Es una recomendación extraña para estos días de sol y playa, dado que se trata de una novela que pide nocturnidad, frío y humedad. Quizá por eso, sus últimas 150 páginas las devoré del tirón, de madrugada, en una noche de feliz insomnio literario.

Lean ‘El sonido de tu cabello’ ahora o cómprenla y resérvenla para el otoño, cuando las tinieblas de la noche empiecen a ganarle la partida a la claridad de las mañanas. Pero lean ‘El sonido de tu cabello’, sí o también.

Jesús Lens

La Memoria Histórica en la Novela Negra

Entre las lecturas encadenadas de estas últimas semanas, dos de ellas tienen mucho que ver con la recuperación literaria de la Memoria Histórica. Aunque ‘pequeñas mujeres rojas’, así en minúscula; y ‘Franco debe morir’ son dos novelas muy diferentes entre sí, temática y estilísticamente, ambas miran hacia atrás para hacernos reflexionar sobre el aquí y el ahora.

Marta Sanz termina su trilogía policíaca con ‘pequeñas mujeres rojas’, publicada por Anagrama. La protagonista es Paula, que llega a un pueblo llamado Azafrán para localizar y excavar fosas de la Guerra Civil. En vez de alojarse en un coqueto hotelito rural, como el resto del equipo, lo hace en el hotel de los Beato, los terratenientes de un pueblo al que algún vecino gracioso ha cambiado el nombre a Azufrón.

A través de una prosa deslumbrante, Marta Sanz hace que el lector se sienta dentro de la asfixiante realidad de Azafrán. Su novela, literariamente muy exigente, le reclama una atención plena. A cambio, le recompensa con una historia que le removerá por dentro. Que le obligará a parar de leer de vez en cuando para tomar oxígeno y distancia de lo que cuenta. Y de cómo lo cuenta.

“A Paula, los terneros, la vejez de las flores quemadas por el sol, los pueblos vacíos, le llegan a lo más hondo. Más que cada uno de los huesos que irá desenterrando”. Estamos en el territorio del western noir. con una idea muy clara sobre la importancia de recuperar esa Memoria Histórica que, para algunos, debería seguir enterrada: “Cuando nos ponemos a recordar nos encontramos con gente que ha perdido la memoria. Escribimos la historia, la corregimos, a partir de lagunas y huecos. Patologías, cicatrices del paisaje, senilidad. También nos mueve la mano algún aullido desgarrador. Un hambre. Porque también hay gente que se acuerda de todo. O que no disimula”.

La protagonista se pregunta por qué callan quienes deberían recordar, hablar y contar. “Por comodidad, por desinterés, por aburrimiento. Por un puesto de trabajo en el aserradero de pinos o en la fábrica de muebles. Por una reducción del alquiler”.

No les cuento nada del argumento de una novela cuya narrativa, como los travellings cinematográficos para Godard, es una cuestión moral. Al final, como explica Marta Sanz de una forma tan gráfica como preclara, “bajo la sábana no se ocultaba un piano, sino un ataúd”.

Por su parte y publicada por Reino de Cordelia, ‘Franco debe morir’ es la novela más reciente de Alejandro M. Gallo, en la que se narra la lucha de los guerrilleros antifranquistas en las montañas de Asturias y León, después de la Guerra Civil. La vida de los exiliados en Francia también ocupa una buena parte de la narración. Y un plan para matar a Franco, obviamente.

Todo comienza cuando, ya instalados en el siglo XXI, llega la noticia de la muerte de María Libertad, una de aquellas luchadoras antifranquistas de la inmediata posguerra. Gracias a unas grabaciones realizadas por la Universidad de Oviedo, podremos conocer algunas de “las experiencias de las gentes durante la dictadura. Las recopilaron de forma oral, conscientes de que nadie escribiría sobre ellas y lo importante era evitar que aquel material se perdiese. Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social, creo que lo llaman”.

Y es que, para Alejandro M. Gallo, recuperar la memoria de la guerrilla antifranquista es esencial. Ahí está su ‘Operación Exterminio’, sin ir más lejos, en la que se narraba dicha lucha “hasta la primavera de 1948, cuando las fuerzas conjuntas de falangistas, militares y policías de la dictadura consiguieron asesinar a la mayoría de los integrantes de las partidas guerrilleras en Asturias y se produjo de seguido la matanza del Pozo Funeres”.

Con ‘Franco debe morir’ continúa contando la historia de los últimos guerrilleros antifranquistas: Manuel Díaz, Caxigal, en Asturias y Manuel Girón, el Inmortal’, en León. Además del exilio francés, como dijimos. Y una escapada al sur. Que la novela incluye un par de capítulos que transcurren en Granada, entre la sierra y el Sacromonte, protagonizados por ‘El Paco’ y el comandante Roberto.

Adictiva y repleta de ritmo y acción, ‘Franco debe morir’ está protagonizada por esa María Libertad que es toda una superheroína. Su periodo de formación, los entrenamientos y las primeras misiones en que participa cortan el aliento.

Pero la acción va de la mano de la reflexión. Y de la crítica social. Ilustrativo, por ejemplo, el momento en que, para tomar una decisión complicada, se reúne una autoerigida asamblea del Monte: “la cobardía ante la necesidad de tomar decisiones y la búsqueda del anonimato que da una asamblea”.

Una novela que, por seguir en el territorio del imaginario de Far West, sería un western crepuscular, lúcido y hermoso. Porque, como señala Alejandro al hablar de uno de los guerrilleros, “su vida había sido legendaria, pero hasta las leyendas se agotan”.

Jesús Lens

Vernos las caras

El miércoles, por fin, nos volvimos a ver el careto, aunque fuera con careta. Nos encontramos cara a cara, en vivo y en directo, y no a través de un Zoom virtual o una videollamada. Cerca de 70 personas completamos el aforo de la Plaza de las Culturas del Centro Cultural CajaGranada para disfrutar del primero de los Encuentros en la Tercera Fase organizados por el festival Gravite, con la colaboración de Bankia y la propia Fundación CajaGranada.

Cartel de la próxima sesión de los E3F

Durante la conversación sobre la figura de Lorca como inspiración para la ficción nos enteramos, en primicia, de muchas cosas. Y muy interesantes. Supimos, por ejemplo, que la editorial Comares va a publicar una colección de relatos inéditos de Marta Osorio. ¡Y vimos la desasosegante portada del libro, proyectada en pantalla grande gracias a su editora, Ana del Arco!

¿Sabían ustedes que no tardaremos en tener en nuestras manos las reediciones de la mítica revista Poesía 70, dirigida por Juan de Loxa en aquella década prodigiosa? Una extraordinaria edición, la que ha preparado Comares. Como la de los dibujos del propio Federico García Lorca, en un libro que se asemeja a una gran carpeta de artista.

Enrique Bonet habló sobre el centenario del nacimiento de Agustín Penón y contó, por primera vez en público, deliciosas anécdotas sobre la preparación de su imprescindible cómic, ‘La araña del olvido’. Nuestro compañero Carlos Hernández, padre de Orcemán, también nos avanzó detalles del proyecto en que está trabajando: un cómic sobre George Orwell donde el propio artista se convierte en personaje y, como parte de la trama, el proceso de creación del tebeo, en pleno confinamiento y rodeado de teorías conspiranoicas sobre el Gran Hermano y los ‘chis’ garabís.

Pero les confieso que lo mejor de todo fue, antes y después de la mesa redonda y durante la galáctica y sideral actuación de DJ Toner; tener la oportunidad de vernos. Con mascarilla, pero face to face y no en Facebook. Nos hartamos de darnos codazos y de brindar con tercios de Alhambra Especial helados. En los corrillos, que respetaban el distanciamiento social, volvían las caras de curiosidad, alegría, disfrute y buen humor.

Se tramaba al calor de la música de ‘Interestelar’ y de ‘2001’. Se hacían planes de futuro. Se diseñaban proyectos. Se pergeñaban nuevas actividades, citas e iniciativas. La electricidad, estática y dinámica, se dejaba sentir en el ambiente y se contagiaba entre la gente. Y es que, como decía Paul Newman al final de ‘El color del dinero’, ¡hemos vuelto!

Jesús Lens