¡MARCHAMOS!

Nada más terminar la Media Maratón de Granada escribí unas palabras, bajo el título de “Maratón”. Que tiene mucho que ver, aunque sea otro deporte, con los Cuaversos de Bitácora de hoy viernes: Nunca caminarás solo.

Las mandé a mis amigos corredores y les gustaron, por lo que las han colgado en esa estupenda bitácora colectiva de nuestra agrupación atlético-festiva, Las Verdes.

Pero, después de volver a ver la película “300”, el pasado fin de semana, le cambiamos en título y lo dejamos convertido en este “¡Marchamos!”

No sé si, ahora, escribiría lo mismo o de la misma manera. El espíritu de los espartanos, es que resulta de lo más contagioso.

Pero, dejando atrás titubeos, dudas o inseguridades, lo suscribimos. Palabra por palabra.

A ver qué les parece: ¡Marchamos!

Jesús Lens.

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VENCIENDOME A MI MISMO

El sábado por la mañana me desperté temprano. Ya no tenía sueño, pero no me apetecía salir de la cama así que cogí el libro de la mesilla de noche y me apresté a terminar ese “Bomarzo” que me ha acompañado durante las últimas semanas, dentro del proyecto Liblogs.


Ya me quedaba poco para acabarlo, pero no me esperaba ese final. Concretamente, hubo un párrafo que me conmocionó y que leí varias veces, arrebujado entre las mantas. Lo reproduzco a continuación:

“El propio Samuel trazó sobre las palabras SIC ERIS FELIX, las sentencias: NOSCE TE IPSUM; VINCE TE IPSUM y VIVE TIBI IPSUM; así serás feliz: conócete a ti mismo, véncete a ti mismo; vive para ti mismo. Yo. Yo mismo, siempre yo mismo, conociéndome, venciéndome y viviendo para mí y para alcanzar la felicidad.”

Un puñado de palabras que resumen una novela de un calado extraordinario y una profundidad estremecedora. Pero no es momento, todavía, de hablar de “Bomarzo”. Porque, lo que yo quería contarles, es lo que pasó unas horas después, cuando salí a correr.

El viernes había hecho 16 kilómetros bastante potentes, con cambios de ritmo y demás y la exigente Media Maratón de Granada aún estaba muy reciente. Por tanto, el sábado pensaba despachar 13 tranquilos kilómetros. Estaba nublado, hacía fresco, tenía mucho trabajo pendiente y la tarde y la noche las tenía comprometidas con el CB Granada y el concierto de Extremoduro.

Me puse las zapatillas, una camiseta cualquiera y me eché al camino. Cuando dejé atrás la Marcha Verde de los sábados, en los aledaños del nuevo Los Cármenes e intenté alargar la zancada, vi que no iba con punch, que tendría que limitarme a rodar. En esas que salió el sol. Cuando iba por el camino de la Fuente de la Bicha, me adelantó una chica, sacándome del sopor en que iba sumido, pensando en el reportaje sobre Boabdil que había dejado a medias y tenía que terminar al volver a casa. La chica corría bien, fuerte y con ganas. Me puse a su lado y rodamos a la par unos kilómetros. Luego, ella giró hacia otro lado y yo seguí mi camino. Iba a gusto y me encontraba bien. Por tanto, no di la vuelta donde había pensado.

Seguí corriendo. Y, de forma impremeditada, decidí que era una buena ocasión de hacer 20 Kms. No iba demasiado fuerte y me encontraba con ganas. Se había quedado un día excelente y no tenía ninguna prisa por terminar. Entonces, me dije que también era una inmejorable ocasión de alargar mi carrera hasta los 25 kilómetros, haciendo la tirada más larga de mi vida como corredor. Así que decidí ir hasta Pinos, con la mente puesta en esa fuente de tres caños de agua fresca que me descubrieron mis amigos de Las Verdes.

Una decisión como ésta, mientras estás en el camino de ida, no pesa. A fin de cuentas, la mitad de 25 kilómetros son trece y medio, una distancia cómoda y muy razonable. De hecho, de una decisión tan osada te empiezas a arrepentir cuando, a los 18 o 20 kilómetros, el esfuerzo empiece a pasar factura.

A ver. No me había hidratado convenientemente. No me había alimentado cómo debiera para una tirada tan larga. Item más, ni siquiera me había echado vaselina en las partes del cuerpo que tanto sufren con el roce continuo, cuando vas corriendo. Nadie sabía que me había embarcado en esa quimera, nadie me esperaba y a nadie le importaba, claro. No llevaba un céntimo en los bolsillos, ni un teléfono, obviamente.

Tras beber agua en la fuente de Pinos y estirar los músculos durante un minuto, emprendí el camino de vuelta. No me gustan las vueltas. Soy más amigo de los caminos de ida, pero siempre hay que terminar volviendo. Y me hice, claro, la famosa pregunta con que Bruce Chatwin resumió la esencia del ser viajero: “¿Que hago yo aquí?”

La respuesta, en esta ocasión, salió sola: conocer mis límites, desafiarlos y vencerlos. Sí. Bomarzo, el gibado príncipe renacentista italiano, me había puesto, desde las páginas de un libro, en un camino duro y exigente, pero muy satisfactorio. Se me pasaron los nervios y la inquietud. A fin de cuentas, estoy viviendo para mí mismo y nadie me espera al final del camino, sea de ida, sea de vuelta. Me relajé y disfruté de la carrera.

Dos horas y media conmigo mismo, corriendo, sin sufrir, apreciando el camino, el paso del tiempo y los kilómetros. Terminé el recorrido muy cansado, por supuesto, pero aparentemente entero. Tenía bastantes rozaduras, claro. Algunas muy dolorosas. En casa, bebí agua, estiré unos músculos cargados y apelmazados y me duché. Sin embargo, al caer en el sillón, me sobrevino la extenuación de haber sometido el cuerpo a una prueba, quizá demasiado dura. Me dio tiritera, apenas podía comer y me sentí mal… pero se pasó pronto. Bebí mucha agua. Me tomé una buena ensalada con patatas, fruta y yogur y me pude poner a trabajar. Me había vencido.

No se me va la frase de Bomarzo de la cabeza. Tiene muchas connotaciones. Muchos sentidos. A quiénes, como le pasa al personaje de Manuel Mújica Lainez, la vida nos hizo físicamente complicados, vencernos a nosotros mismos es un reto que asumimos con especial dedicación. Yo conseguí, en un momento difícil de mi vida, derrotar fantasmas, vencer una timidez compulsiva y terminar con una buena cantidad de complejos. Pero la lucha continúa, día a día. Conocernos, asumirnos, pero vencernos. Lo malo es que, a veces, vencernos supone derrotarnos a nosotros mimos. Y eso no es bueno.

Dejo aquí estas notas. Pero volveré, claro que sí, sobre esta frase que, es evidente, me ha impactado. “Así serás feliz: conócete a ti mismo, véncete a ti mismo; vive para ti mismo.”

Continuará.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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BENNETT

Hoy somos un poquito más viejos que ayer. Hace un par de semanas, en el partido entre el CB Granada y el Cajasol, comentaba con mi hermano que ver a Elmer Bennett, a sus treinta y ocho años, defendiendo, anotando y penetrando a canasta, era un placer sin igual.


Porque Bennett es de mi quinta. Del año setenta. Y verle jugando profesionalmente al baloncesto, la verdad, me hacía sentirme joven. Cada lanzamiento a canasta, cada escorzo en el aire, cada balón robado por Bennett era un desafío a las leyes de la naturaleza según las cuáles, rondando los cuarenta, ya estamos de capa caída y para el arrastre. Bennett era la prueba viviente y activa de que la experiencia es un grado y que la falta de chispa y agilidad se puede suplir con la inteligencia y la experiencia.


Por eso, cuando anoche saltó la noticia de que Bennett deja el Cajasol y abandona la práctica activa del baloncesto, retirándose de forma definitiva por razones personales, me ha dado un bajón.


Su retirada hace que, hoy, inevitablemente, nos sintamos más huérfanos, un poquito más mayores y más cansados.

Grande, Bennett.

Jesús Lens.

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MEDIA MARATÓN DE GRANADA

Crónicas de dos auténticos máquinas: en este enlace de Las Verdes.
Quince. Quince fueron los kilómetros que me duró el cuchillo entre los dientes.
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Concentrado. Foto cortesía «El silencio del Espacio»
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Sin embargo, a partir de ese punto, no pude evitar abrir la boca y dejarlo caer.

Mordiendo el cuchillo. Foto cortesía de Ana.

Y, aún así… ¡lo conseguimos!

A ver. Mi reloj marca 1 hora 36 minutos y 58 segundos, que es mi mejor tiempo en esta distancia, aunque el tiempo oficial sea unos segundo mayor. De hecho, le he quitado cinco minutos a la ya muy buena Media Maratón de Motril. Y ¡más de diez minutos al tiempo que hice el año pasado en esta misma Media Maratón de Granada! Aunque nada que ver con los Hermanos El Mouaziz, ganadores de la prueba.

Antes de empezar… Las Verdes. Foto cortesía de Ana.

O sea, que estoy exultante.

Pero.

A ver. Estoy exultante, pero no he acabado con mascarilla de oxígeno. He terminado el 445 de unos 1.837 inscritos, pero, en los últimos seis kilómetros, me han adelantado no menos de 100 atletas. Lo que quiere decir que, de no haber soltado el cuchillo, habría conseguido bajar de 1 hora y treinta y cinco minutos.

Las Verdes… de Blanco. V de Verde. V de Victoria.

Es decir, que tenemos margen de mejora. Porque, además, esos primeros quince kilómetros me dejaron un excelente regusto, corriendo mucho y bien, fuerte y a gusto. Disfrutando, como nunca, de la competición, en las calles de Granada. De verdad. Hoy, posiblemente, es el primer día en que me siento más corredor que trotón. Hubo un momento en que, a la altura del Cubo de CajaGRANADA, me agobié y pensé bajar el ritmo. Pero una providencial pintada, de amarillo, sobre el asfalto, me hizo volver a apretar los dientes: «Buen día, Caracolillo». Sí. Era un buen día. Así que… seguí tirando a destajo.

A la izquierda, Víctor, de Verde, y Javi, de naranja. Otras dos Bestias Verdes.

Y luego, la parte final, pues sufriendo, pero a la vez gozando de saber que iba a cumplir con lo prometido y lo previsto.

Y, aunque no es momento, influenciado por el entusiasmo de Las Verdes y, sobre todo, de Antonio Polvorilla (no dejen de leer su crónica en el IDEAL de mañana), cuya 1 hora y 25 minutos de hoy lo acreditan como una auténtica Bestia; podemos avanzar que sí. Que 2009 será el año en que debutemos en un Maratón. Sea en Sevilla en febrero o, más adelante, en Barcelona… en 2009 tenemos que hacer los 42 kilómetros y 195 metros. Javi y yo estamos comprometidos. Y el resto de Las Verdes… también.

A la derecha, de Verde, mi colega Javi. ¿Nos vemos en Sevilla?

Gracias por la pinza, colega.

Una excelente velada de deporte y colegueo, compartida con un montón de buenos amigos.

Sí. Estamos en el Camino. Claramente. Sin la más mínima duda o titubeo.

Jesús Lens.
Fotos y Crónicas de esta Media Maratón, muy pronto, en el Blog de Las Verdes.

EL CAMINO

Aunque habláramos de cuchillos, sufrimiento, extenuación y otros concepto de carácter bélico-masoquistas, la verdad más verdadera es que, de cara a esta Media Maratón de Granada, nos sentimos como críos chicos. Ilusionados y ansiosos. Dichosos por emprender el camino, teniendo muy claro cuál es nuestra meta, sabiendo que, aunque cueste, la alcanzaremos felizmente, sin tomar atajos, sin hacer trampas.


La víspera, cuesta conciliar el sueño, dormimos inquietos, excitados, nerviosos… y, el día de la carrera, antes de que suene el despertador, ya estamos en pie, vistiéndonos con nuestras camisetas Verdes antes de que haya siquiera amanecido, con ganas de empezar. Porque la felicidad está en el camino. Aunque encontremos dificultades en él, aunque pueda cundir el desánimo en un momento dado, aunque sea largo y complicado; sabemos que, al final, nos espera la mejor de las recompensas. Así que, durante la carrera, aprendemos a disfrutar de cada paso, cada zancada, cada bocanada de aire, cada trago de agua. Porque la recompensa es, también, cada kilómetro del camino.

La suerte está echada, pues. No hay vuelta atrás. La vista fija, adelante, concentrada en esa carretera que nos desafía, nos atrae, nos ilumina.

¡Allá vamos!

Jesús Lens.

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