¡ESTO ES UNA FINAL!

Aunque haya empezado la Eurocopa, Nadal gane en París, Pedrosa en las motos y haya coches, la gran final, para un buen puñado de amigos, es ésta…


PD.- No dejen ver el vídeo, cuyas imágenes (casi) todos queremos que se repitan…

PD II.- Tengo el partido grabado, ergo, por favor, no digan nada sobre el segundo enfrentamiento entre Lakers y Boston.

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DE ROCA, AL SANTUARIO, PASANDO POR LANJARÓN Y LAS MAGIADERÍAS

Ayer nos estrenamos en una cena de Estrellas. De estrellas Michelín. En un macrohotel de Monachil operaba el equipo gastronómico del restaurante La Roca, de El Ejido. Fue una cena grata, llena de platos grandes con contenidos más pequeños, pero selectos. La pena es que fueran cicateros con el vino, pero pasamos una velada de lo más agradable, con Pepe, Panchi y Álvaro, amigos del buen comer, el mejor beber y, sobre todo, del más placentero vivir.

Tartar, pichones, tosta de calamares, una aceituna con Martini (que no un Martini con aceituna) y un largo etcétera de platos que nos condujeron, después, a la Chana, a Santuario, una terraza de verano en plan ibicenco, chill out, camas, piscinas y múltiples barras al aire libre donde dimos cuenta de unos cuantos Charros Negros, entre planes de futuro, convocatorias, bromas y cachondeos.

Lo que bebimos, desde luego, era de buena calidad. Si no, ahora, sería un Ecce Homo. Sábado de relax, tranquilidad, lectura y sofá. Y haremos unos kilómetros rápidos para no perder la tensión de las piernas, anticipando un domingo que amanecerá temprano, para ir a correr a Lanjarón. Una carrera más del Circuito de Fondo de la Diputación, 18 kms. y medio con sus cuestas arriba y abajo, por parajes alpujarreños, entre el pueblo del agua y la vecina Órgiva. Y vuelta.


Supongo que aprovecharemos el viaje para tomar unas viandas típicas del lugar, con Javi y, si se quedan, algunos de Las Verdes antes de, por la tarde, pasarnos por Vegas del Genil, a ver las Magiaderías de MagoMigue y Santi Rodríguez, en la Carpa Municipal.

Un fin de semana variado, movido, distinto y no sé si singular, pero desde luego, grato, agradable, relajado y completo.

Seguimos on line.

"TIRADOR" REVOLUCIONA CINES DEL SUR

Cuando salimos del Isabel La Católica, de ver “Tirador”, en Cines del Sur, Sacai y yo nos encontramos con unos amigos. Era difícil explicarles que habíamos estado viendo una película filipina, rodada en tagalo, con subtítulos en inglés y, más abajo, en español. Sin entrar en el hecho de que la cinta está filmada en vídeo y que, por tanto, su factura no es ésa a la que siempre estamos acostumbrados. Era difícil, sobre todo, explicarles que nos había gustado, que nos había tenido amarrados a los asientos, con los ojos fijos en la pantalla y que la película, aún con sus penurias presupuestarias, estaba bien. Muy bien.


Esta mañana, muy de mañana, corrí al quiosco para comprar IDEAL. Quería saber qué le había parecido la película a David López, especialista del periódico en cines alternativos y del sur, cuya página Séptimo Vicio es una referencia a nivel internacional.

“La crudeza del filme filipino “Tirador” sacude el certamen.” Así arrancaba la estupenda reseña de David. Tan estupenda, que ganas tengo de fusilarla casi enterita. Pero bueno, les dejo el enlace para que ustedes juzguen.

Por mi parte, haciendo una analogía gastronómica, diríamos que “Tirador” es como ir a un restaurante filipino y que te pongan erizos en el menú, pero sin que les hayan quitado las púas. Erizos acompañados de medusas picosas y mantas rayas que transmiten electricidad, dada la contundencia de la propuesta fílmica filipina.

No me quedé al coloquio con el director de “Tirador”, un individuo llamado Brillante Mendoza, pero me habría gustado saber cómo afrontó la preparación de la película máxime porque, según parece, el tipo lleva filmadas siete películas en cinco años. Ésta, en concreto, transmite la sensación de que Mendoza se haya instalado en uno de los peores suburbios de Manila durante meses para conocer bien a sus habitantes, tramar amistad con ellos y, después, perfectamente encastrado en el paisaje, sacar discretamente su cámara para acompañarles en sus correrías como mudo testigo, sin juicios de valor de ningún tipo.

¿Cine documental? ¿Neorrealismo a la filipina? Por momentos, la historia del chico que debe dos letras del bicitaxi nos recuerda a películas como “Plácido” y “Ladrón de bicicletas”, sólo que, en vez de deslizarse por las vises cómica o dramática tradicionales, “Tirador” se lanza a tumba abierta hacia un tremendismo nihilista en que secuencias como la de la dentadura, sin ser truculentas, casi te obligan a esquivar la mirada de la pantalla.

A través de un reparto coral conformado por decenas de vecinos de un suburbio de Manila, auténtico protagonista de la película, y con un diseño de producción crudamente realista, la película de Brillante Mendoza es de las que sacuden conciencias y permiten al espectador occidental el reconciliarse con las cartas que, por suerte, el destino les ha repartido en el juego de la vida.


Una película que te deja decenas de imágenes grabadas en la retina: los furtivos encuentros sexuales, las peleas de gallos, las apuestas callejeras, los tirones, los robos con intimidación, peleas a pedradas… y todo el barullo y el caos de una capital caótica y enfollonada. Y, luego, el contraste con esos políticos vergonzosos que hablan de familia, Biblia y amor mientras compran los votos de la gente por un puñado de pesos.

Una película potente que, en las antípodas del cine facilón al que estamos acostumbrados, supone un ácido bocado de una realidad que no conocemos y que, sinceramente, nos cuesta trabajo comprender.

La pregunta es ¿estará en el palmarés de Cines del Sur?

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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LA GUERRA BOLOÑESA

Una columna, la del viernes de IDEAL, que me temo no gustará a nadie… (Ni la música, en clave guerrero-porcino, con los Faith no More y su «War Pigs»)

Al final, de la reforma universitaria, lo que más está trascendiendo en Granada es lo de los perros pulgosos, el encierro en las aulas liberadas -de higiene -y los enfrentamientos entre los estudiantes y el rectorado. En IDEAL, sin embargo, se vienen publicando una interesante serie de artículos sobre la cuestión boloñesa que ha puesto en punto de ebullición la parte más gallega de mi sangre.

Se dice que los gallegos, cuando tercian en una discusión, sostienen lo siguiente: “usted tiene la razón, pero al otro no le falta”. Y es lo que, me parece, pasa con esta historia. Entre los momentos más frustrantes de mi vida está aquél en que, por primera vez, entré en el despacho del letrado Eduardo Alcalde, a título de aspirante a pasante. Había terminado mi carrera de Derecho y quería ser abogado. Estuvimos charlando un rato y, casi sobre la marcha, Eduardo me puso en las manos un expediente. Un caso. Allí había demandas, contestaciones, reconvenciones, interrogatorios de preguntas, pliegos de posiciones… y todo ello me pareció un arcano indescifrable.

Sinceramente, para aspirar a convertirme en abogado, la carrera de Derecho parecía haberme servido de muy poco. Así, los profesores de los que guardo mejor recuerdo son los que nos invitaron a pensar por nosotros mismos, a razonar y a investigar. “El derecho hay que conocerlo, no recordarlo”, nos decía uno de ellos, en la antítesis de tanto altavoz parlante que se limitaba a dictar apuntes en clase.

Por desgracia, decir que la Universidad española es una fábrica de parados suena a tópico… que se acerca, y bastante, a la realidad. Por eso, llevar la Universidad a la calle, buscarle una dimensión más práctica y conseguir que los estudiantes, al salir de su facultad, no sean bichos raros, parece una reclamación con bastante lógica y sensata.

Sostienen los críticos de Bolonia, sin embargo, que las nuevas licenciaturas sólo buscan formar trabajadores prestos a incorporarse a los engranajes de un sistema ferozmente capitalista. En vez de contribuir a la formación de ciudadanos críticos e independientes, la nueva Universidad será una fábrica de producción en serie de currantes con orejeras, clónicos, sin alma ni personalidad.

Está claro que el modelo de Universidad arcaica de encerado, apuntes y lecciones magistrales no tiene sentido y que es urgente una actualización a los requerimientos de una sociedad avanzada como la del siglo XXI. Pero tampoco es razonable que los estudiantes terminen sus ciclos formativos superiores convertidos únicamente en carne de multinacional, traje, corbata y gomina.

Si hacemos caso de las enconadas posturas de unos y otros, parece que del cielo vayamos encaminados al infierno. O viceversa. Sin embargo, que los alumnos apulgarados amenacen a un Rector o propugnar que la Universidad siga siendo una fábrica de analfabetos funcionales, es inadmisible. Convertir las aulas en centros de formación de las empresas, también. Imagino que entre ambos extremos, siempre fanáticamente radicales, habrá un punto de convergencia. ¿O no?

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Jesús Lens Espinosa de los Monteros.