ARRÁNCAME LA VIDA

Seleccionada para la clausura del pasado Festival Cines del Sur, la película mexicana «Arráncame la vida» venía con la doble vitola de ser la película más cara de la historia del cine azteca y, además, un rotundo y sonado éxito de taquilla en el país hermano.

 

Basada en la novela homónima de Ángeles Mastretta, la película cuenta la historia de Catalina, una joven de buena familia que, casada cuando apenas era una niña con el general Andrés Ascencio, un político de la ciudad de Puebla con enormes ínfulas, crecerá en los tempestuosos años 30 mexicanos, siendo testigo privilegiada de los avatares de aquellos tiempos, primero desde su Puebla natal y, después, desde el DF en que su marido jugará un papel determinante en el destino de México.

 

Estamos ante una película de época en la que el diseño de producción ocupa uno de los puntales básicos del filme. Se nota que los productores se han gastado muchos millones de pesos. Y que los han gastado bien. La recreación del DF y, sobre todo, de la Puebla de principios del siglo XX, resultan espectaculares. Para quiénes tenemos la suerte de haber conocido dicha ciudad mexicana, verla en pantalla, luciendo sus mejores galas, con esos volcanes que la vigilan, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl; es un placer sin igual. En el mismo sentido hay que destacar, por supuesto, la preciosista fotografía de Javier Aguirresarobe.

 

Impecable diseño de producción
Impecable diseño de producción

Y están los actores. El peso de la historia recae en los personajes de Catalina Guzmán de Ascencio y su esposo, el general Andrés Ascencio, interpretados respectivamente por la preciosa y hermosísima Ana Claudia Talancón y por Daniel Giménez Cacho, quienes dan vida de forma solvente a ese matrimonio contradictorio, complejo e incendiario.

 

Ana Claudia. ¿No quita el hipo?
Ana Claudia. ¿No quita el hipo?

Y, a partir de ahí, nada más realmente bueno podemos contar sobre la película ya que la misma no es sino una acumulación de tópicos que, de forma previsible, conducen al espectador de la indiferencia al tedio, pasando por la monotonía, consolándose únicamente por lo bonito de algunas de las imágenes en pantalla.

 Afiche original

No conozco la novela original de Ángeles Mastretta y, por tanto, no sé si el guión le hace o no justicia, pero la narración cinematográfica resulta bastante plana, sosa y aburrida. Además, la película es larga. Casi dos horas. Que parecen tres. Supongo que, una vez hecha la inversión en la producción artística, los responsables de la película decidieron amortizar el metraje, estirándolo todo lo posible y, ostensiblemente, más de la cuenta.

 

Cara, publicitada e hiperpremiada en su México natal, «Arráncame la vida» es una superproducción latinoamericana que adolece de buena parte de los vicios de este tipo de cine de gran presupuesto: concentrarse en un continente de lujo, pero sin preocuparse de que el contenido esté a la altura.

 

Valoración: 5

 

Lo mejor: Ana Claudia Talancón y la recreación del México de los años 30.

 

Lo peor: Lo muy previsible que resulta la historia y su absoluta falta de emoción.

 

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.