Crímenes e investigaciones extraterrestres

Como ustedes ya saben que me encantan los crossovers, las mezclas aparentemente imposibles, aprovechado que ya estamos calentando los motores de esa máquina del tiempo que es Gravite, el festival patrocinado por CaixaBank; hoy trufo los viajes espaciales y la vida extraterrestre con crímenes e investigaciones policiales. 

En ‘Arconte’, una de las novedades de la imprescindible Norma Editorial para este arranque de año, se cuenta el viaje de Víctor y Sara a Europa, una de las cuatro grandes lunas de Júpiter. Cuando llegan a ese nuevo planeta con una mezcla de ilusionante inquietud y temerosa expectación, se encuentran con su anfitrión, el doctor Sebastian Faust, un eminente científico.

A partir de ahí, lo que pasa. Y lo que pasó antes. Y lo que pasará después. Porque el tiempo tiene mucha importancia en ‘Arconte’. El tiempo y las razones, causas y motivaciones. Y los actos, claro. Lo sé, lo sé. Estoy divagando, pero no quiero arruinarles la lectura. Eso sí, les garantizo que hay una trama noir. Y ojo al disfrute visual del arte de Fidel Martínez, que su uso de un blanco y negro radical combinado con una infinita gama de grises nos regala una magna obra. ¡Hay páginas deslumbrantes! Pero no puedo referirme a ellas sin bordear el spoiler, el destripamiento. Solo les diré que la figura del doble, de nuestro reverso tenebroso, desempeña un papel muy importante. Lean, lean. Lean y comentamos. 

Y como si de jugar a los cómics encadenados se tratara, al terminar ‘Arconte’ me abalancé de nuevo sobre ‘Un policía en la luna’, de Tom Gauld, autor por el que tengo tanta devoción como la que los personajes de ‘Amanece que no es poco’ le profesaban a Faulkner. 

El protagonista es, obviamente, un policía que está en la luna. En la luna lunera. En la de verdad, no en la cascabelera. El hombre ha llegado a la luna. Y la ha colonizado. Por tanto, es necesaria la presencia de un policía para mantener el orden. 

A lo largo de cerca de 100 páginas asistiremos a las investigaciones de nuestro héroe. Porque en la luna hay curro. Como que una chica se adentre en una zona prohibida, que el autómata de Neil Armstrong se escape del museo lunar o que se pierda Kaspar. Y es que, la verdad sea dicha, en la Luna no se dan graves delitos. Ni menos graves. De hecho, apenas pasan grandes cosas. Ni pequeñas. Pasa la vida, eso sí. 

Adoro el minimalismo de Tom Gauld. A través del incansable ir y venir del protagonista por una sucesión de viñetas aparentemente planas, pero que funcionan casi a modo de puzzle, asistimos a un montón de pequeñas situaciones sin importancia que en realidad son trascendentales, de la soledad y el absurdo de la existencia en clave ‘Esperando a Godot’ a la ternura y la esperanza.   

Como el que no quiere la cosa, Gauld habla del desarrollo científico sin sentido, la progresiva ‘maquinización’ de nuestra vida, la colonización, la inmigración y el abandono de los pueblos. Porque los problemas de la Luna son, también, los del mundo rural que se va quedando vacío, paradójicamente. ¡Una joya imperecedera!    

 

Por cierto que si a usted le gustan los libros, es imperativo categórico que se haga con ‘La venganza de los bibliotecarios’, la genialidad más reciente de Gauld.

Ambas obras las ha publicado Salamandra Graphic, a cuyos pies hay que postrarse de hinojos por poner en nuestras manos la obra del genio escocés.

Jesús Lens

El gran y feraz desierto de James Ellroy

Los tochos son para el verano. Y para la Navidad y la Semana Santa. Es una de nuestras máximas en el Club de Lectura y Cine de Granada Noir, y la cumplimos a rajatabla. Así nos leímos la Trilogía del Narco de Don Winslow. Un monumento literario de 2500 páginas que corta el hipo. 

A continuación la emprendimos con un clásico contemporáneo: James Ellroy. Comenzamos en verano con ‘La dalia negra’ y para estas fiestas nos hemos entregado con pasión y frenesí a ‘El gran desierto’, la segunda entrega de su celebrado Cuarteto de Los Ángeles. 

‘El gran desierto’ forma parte esencial de mi vida lectora. Es una de mis novelas fundacionales. La compré por azar en edición de bolsillo, tras hojearla en uno de esos anaqueles metálicos que chirrían al girar. Leí la contraportada y pensé que aquello tenía buena pinta. Aún no estaba enganchado al noir y no tenía ni idea de quien era el tal James Ellroy. 

Recuerdo una tarde de lectura enfebrecida. Aún vivía en casa de mis padres y me leí las últimas 200 páginas del tirón, sin levantarme del sillón hasta terminar, exhausto y dichoso, aquel historión. Nunca he olvidado el momento en que uno de los protagonistas coge un cuchillo y…

He vuelto a leer ‘El gran desierto’ estos días en la soberbia edición de Random House. Quería comprobar si, treinta años después y con un sólido bagaje de lecturas negro criminales a mis espaldas, me seguía deslumbrando de la misma manera. ¡Y vaya si lo ha hecho! ¡Brutalísimo, Ellroy, en todos los sentidos! 

Una relectura, además, que me ha hecho consciente de un recuerdo implantado. Estaba convencido de que en ‘El gran desierto’ había un interrogatorio a tres bandas que te dejaba sin aliento. Y no es así. Funciona a las mil maravillas el truco del poli bueno-poli malo, pero ni rastro de aquel interrogatorio. ¡Ay, la cabecica!

Mickey Cohen

He vuelto a disfrutar de todas y cada una de las páginas de ‘El gran desierto’, buscando cualquier resquicio y momento para sumergirme en su adictiva lectura. Los protagonistas, Buzz Meeks, Danny Upshaw y Mal Considine son tan carismáticos, poliédricos y contradictorios como es habitual en la narrativa de Ellroy. Héroes y villanos a la vez, capaces de lo mejor y de lo peor. Egoístas, trepas, cobardes e individualistas unas veces y sorprendentemente solidarios, osados, generosos y comprometidos unas páginas después. ¡Como la vida misma!

Howard Hughes

Y el contexto, siempre tan importante en las novelas de ‘Perro Loco’ Ellroy. En este caso, las listas negras de Hollywood, las huelgas en los estudios de cine y las conexiones mafiosas entre el gángster Mickey Cohen y el magnate Howard Hughes. Y ojo al papel en la novela de otro gángster real, Johnny Stompanato, antes de protagonizar él mismo la crónica negra de la fábrica de los sueños… cuando se convierte en pesadilla. 

Ellroy es un maestro a la hora de ficcionar la realidad histórica, social y política de Los Ángeles, epicentro de su literatura. Los Ángeles de los años 40 y 50, un universo en sí mismo. Las consecuencias de la II Guerra Mundial. Sus antecedentes. El racismo y la xenofobia. La homofobia. La ‘terror rojo’. La drogadicción, la pornografía y la prostitución. El boxeo y el jazz. La influencia del cine. La frontera con México, tan permeable para unos e infranqueable para otros. 

Leer a James Ellroy es un propósito de vida en sí mismo. Un placer recuperado con miles de páginas por delante para seguir disfrutando de su prosa eléctrica y electrizante. De todo ello hablaremos esta tarde en Librería Picasso, en la primera sesión de nuestro Club de Lectura. ¡Qué ganas!

Jesús Lens

Dos veces perdida y encontrada

Llego a casa y la lanzo sobre el respaldo de una silla. La dejo arrumbada, tal y como cae. Soy un desastre. Entonces pienso en lo azaroso de que siga en mis manos y, antes de continuar con estas líneas, me levanto, vuelvo a coger esa bufanda roja con hechuras de fular y la doblo con cariño y simetría. Se lo merece: me acompaña desde hace tres o cuatro años —fue un cálido regalo— y me ha salvado de más de uno y de dos resfriados.

Dos veces he perdido la bufanda de marras. En ambas ocasiones la he recuperado, felizmente. La más reciente, esta Navidad. Me la quité en la terraza de una de mis cafeterías de cabecera, la dejé en una silla y, como al marcharme ya picaba el sol, me olvidé completamente de ella. Solo la eché de menos a la mañana siguiente, a la hora de salir a desayunar. No me hizo falta preguntar. La amable dueña del Palacios la había doblado primorosamente y guardado en una bolsa. 

La anterior desaparición ocurrió durante la pandemia. De repente, no encontraba mi bufanda. Por mucho que hice memoria, no conseguí averiguar dónde la podría haber olvidado. Hasta que un cartel en el portal me sacó de dudas. Como en aquellos entonces era renuente a usar el ascensor, se me cayó cuando subía por las escaleras, sin darme ni cuenta. Una amable vecina la encontró y, antes de escribir el cartel informando del ‘hallazgo’, la lavó, planchó y dobló con todo cariño y esmero. 

La vida es lo que pasa entre que pierdes una bufanda y una buena persona, una buena vecina; la encuentra y la cuida antes de devolvértela. En el ínterin te habrá llegado el eco de un montón de informaciones, la mayor parte odiosas y desagradables. Malas noticias y peores presagios. Miedos y terrores más o menos infundados. La guerra, por ejemplo. La de Ucrania y las otras, que haberlas, haylas. El cambio climático. La inflación. La polarización política. El cisma de los republicanos norteamericanos. El narcotráfico. Los suicidios. Los antidepresivos. Las ejecuciones. 

Todo ello palidece y queda en un segundo plano frente al momento en que regresas a la cafetería o tocas el timbre de la puerta de tu vecina y te devuelven tu bufanda perdida primorosamente plegada. 

En el mundo hay más buena gente que energúmenos, biliosos, amargados y cabrones. Pero son estos los que llevan la voz cantante, los que marcan el paso. No debería ser así. Propósito para el 2023: hablar mucho más de la buena gente y bastante menos de la mala. 

Jesús Lens         

Para regalo, el finde

El mejor regalo que nos han traído los Reyes Majos es el fin de semana largo que comienza hoy y nos permite alargar la ilusión de la Navidad tres días más, sin agobios ni remordimientos. De esta forma, la cuesta de enero arrancará el día 9, con lo que ya llevamos bastante adelantado. Eso sí: lo del lunes que viene será terrible. Pero aún queda. ¡Carpe diem!

Es importante, eso sí, blindarse de cara al domingo para evitar la famosa depresión postvacacional, esa pijada. Un paseo por el campo o una ruta histórico-artística por nuestro pueblo o ciudad se convierten en buenos aliados. Unas entradas para el cine o para ver a MagoMigue en el Isabel la Católica son una inmejorable opción. (Comprar AQUÍ) Como reservarse las últimas 100 páginas de un libro adictivo para devorarlas junto con los últimos restos de mantecados, turrón o polvorones a la caída de la tarde, arrellanados en el sofá. O dejar un buen tebeo, de los gordos, sobre la mesa, a modo de reclamo provocador. ¿Qué tal escuchar, despacio, ese CD que te regaló el cuñado? Lo mismo no está tan mal… 

Aún me cuesta hacerle caso a la realidad. Por eso he seguido con tanta atención lo de la rave de La Peza. ¡Qué capacidad de organización y movilización, oigan! Impresionante. Fijo que ya hay alcaldes avispados y marcas comerciales modernillas tratando de hablar con los instigadores para darle marchamo oficial a la cosa y proponer patrocinios de cara a futuras concentraciones. Al estilo del Burning Man de Black Rock, en Nevada, pero a la española.

Cambiemos de tercio y pasemos al deporte. Los Reyes nos han traído un 5 con pintaza a los aficionados al baloncesto. El de Youssou Ndoye parece un fichajazo para el Covirán, necesitado de músculo dentro de la zona. Y como el mercado se mueve a una velocidad de vértigo, lo mismo cuando usted lea estas líneas ya tenemos un 4 y el equipo está de nuevo al completo, presto y dispuesto a seguir dándonos alegrías, con la inminente visita del Real Madrid en lontananza. 

Gastronómicamente toca acabar con los sabrosos restos de las pantagruélicas comidas y cenas navideñas que aún pululan por el frigorífico antes de entregarnos a las cremas, sopas y ensaladas que nos esperan las próximas semanas, con el paréntesis de la Olla de San Antón, por fortuna. 

Y así terminamos de liquidar unas fiestas que nunca son lo suficientemente largas para algunos ni cortas en demasía para los Grinch navideños, que llevan ya días mostrando su ‘jartera’ pascual. Casi, casi desde el día de la lotería. ¡Suerte con la del Niño, por cierto, y a ver el Premio Nadal!

Jesús Lens     

El número 2 de Marifrán

Así lo contaba Pablo Rodríguez: “Preguntada por si va a contar con los actuales miembros del grupo municipal popular, Marifrán Carazo ha apuntado que es algo que se irá avanzando más adelante”. Y precisamente ahí es donde radica el quid de la cuestión. Pero permítanme que empiece por el principio. 

Érase una vez una soleada mañana de comienzos de enero. Un plumilla que, a estas alturas de la Navidad, ya es casi tan ancho como largo, desayunaba perezosamente en una terraza del Zaidín. Estaba tan pichi, con su columna del día siguiente escrita (en la cabeza): una recomendación de libros granadinos para pedirles a los Reyes. 

Le dio por consultar las últimas noticias en el Digital de IDEAL y, de golpe y porrazo, se vio arrastrado por la vorágine informativa. El PP le metía de lleno en el 2023, algo a lo que venía resistiéndose. Y con bastante éxito, por cierto, que ni siquiera la pertinaz polémica de la Toma le había hecho enarcar una ceja. 

¡Campana y se acabó! El anuncio de Marifrán Carazo de que ha aceptado encabezar la candidatura del PP a la alcaldía de Granada nos espabila como un cubo de agua helada echado a traición por la espalda. Para algunos, este anuncio es precisamente: un jarro de agua de fría. 

Si Marifrán ha aceptado este envite es porque al PP le salen las cuentas. ¡Ay, Nadia, Nadia; qué lazo al cuello le habéis echado a Cuenca con la AESIA para A Coruña! Con amigas como tú, ¿quién necesita enemigos? 

Lo que pasa es que una cosa son los sondeos, los vaticinios y las percepciones y otra muy distinta la realidad de los votos. Cinco meses son ‘molto longo’ en política. Y en la vida. El nivel de conocimiento y aceptación del actual regidor granadino es muy alto y, si sigue presentando batalla a su partido en Madrid —ojo con los posibles defectos de forma en el recurso por la IA— su cartel no dejará de engordar. 

De ahí que arda en curiosidad por saber quién será el número 2 en la candidatura de Marifrán. Según unas cuentas (de la lechera) que se escuchan por ahí, el destino manifiesto de Carazo es un ministerio en Madrid en un hipotético gobierno de Núñez Feijóo. De jefa de la oposición en plaza del Carmen, desde luego, resulta difícil de imaginar. ¿Y renunciando a la alcaldía? ¡Uf! Pero, insisto, todo eso no son más que pájaros en la cabeza de algunos. 

Otra duda: ¿se mantendrá la cuota granadina en el gobierno de Moreno Bonilla una vez que Carazo se vea obligada a marcharse de Fomento? ¿Candidatos? ¿Candidatas? ¡La vin cómo empieza el 2023!

Jesús Lens