Galera me espera

Espero volver a Galera este verano. De corazón. Quiero regresar desde que estuve allí en aquel mágico agosto de 2018, el primero que pasamos en Bermudas, viajando por toda la provincia para contárselo a ustedes en tiempo real. (Aquí lo pueden leer).

Tútugi, Castellón Alto, el Cerro de la Virgen… ahí están los descarnados paisajes y los ricos y vívidos restos arqueológicos de la Zona Norte. Pero lo que más y mejor recuerdo es cómo todo el personal se desvivía por hacerte partícipe de la historia. Se esforzaban porque nos sintiéramos mejor que en casa, haciéndonos visitas guiadas casi personalizadas a todos.

Miren que he viajado por el mundo, que llevo 50 países en la mochila, pero en pocos lugares he encontrado tanto amor, tanta pasión por sus recursos histórico-artísticos como en Orce, Galera y alrededores.

Me quedo pasmado al leer que, por falta de subvención de la Junta, Galera se ve obligada a cerrar sus dos centros arqueológicos. “Después de 19 años, la Junta de Andalucía no ha renovado el convenio de colaboración, lo que obliga a cerrar Castellón Alto y la Necrópolis de Tútugi”, reza el subtitular de IDEAL.

A ver qué aduce la Junta para justificar lo que, a priori y por mi experiencia pasada, me parece un nuevo despropósito cultural. Van unos cuantos, ya. Y esto, a las puertas de Fitur.

¿Se acuerdan cuándo Fitur era lo más interesante que nos pasaba y nos tirábamos dos semanas desgranando todo lo que ocurría y dejaba de ocurrir en el encuentro turístico por excelencia? Este año, el Ayuntamiento y la Diputación van de la mano… y no le hacemos ni caso. Tenemos tantas preocupaciones que no estamos para ¿menudencias?. Sin embargo, no es cuestión baladí.

Manuel Olivares y Enrique Medina, que ideológica y estéticamente están poco menos que en las antípodas, han hecho una entente que solo puede ser beneficiosa para nuestra tierra. Atención al vídeo de este año. La imagen que muestra de la provincia de Granada, aprovechando todos sus recursos monumentales y paisajísticos, sobrecoge.

No peco de chovinista si les digo que, si no pueden ir a Versalles, el jardín nazarí de Vélez de Benaudalla no tiene nada que envidiarle. Si la Capadocia se nos queda a trasmano, ahí está el Geoparque. A falta de Alpes, Sierra Nevada. Cambien las caminatas por las aldeas del Atlas por La Alpujarra y, si no podemos ir a la garganta de Olduvai, en Tanzania, siempre nos quedarán el Hombre de Orce y la Dama de Baza.

Jesús Lens

Las dos series noir del momento

Se ha puesto muy negra la cuestión seriéfila estas semanas. Empecemos por lo mejor, la crème de la crème de la televisión del 2021, dejando al margen la nueva temporada de ‘Line of Duty’, una joya de Jed Mercurio para la BBC que ustedes no deben perderse y de la que ya les he hablado en otras ocasiones.

Esta primavera, la serie que lo está petando, la que está en boca de todos los buenos aficionados y de la que me ha sido imposible encontrar una sola crítica tibia, no digamos ya negativa, es ‘Mare of Easttown’, en HBO. Se trata de una miniserie de siete episodios de la que solo he visto los cuatro primeros. Aun así, no me importa incumplir mis propias reglas y, por una vez, escribir sin que haya llegado al final. Es tan bueno lo que hemos visto hasta ahora, tan extraordinario, que pongo la mano en el fuego por ella a mitad de emisión.

Cada nuevo episodio sube a la plataforma los lunes, lo que nos obliga a buscar un hueco, sí o también, para verla (casi) en tiempo real. No es trending topic como ‘Juego de tronos’ y se puede uno pasear por las redes sin temor al destripamiento, pero el cuerpo te pide su dosis de Mare.

Mare, interpretada por una portentosa Kate Winslet, es una oficial de policía de la localidad de Easttown que tuvo su momento de gloria 25 años atrás, cuando metió la canasta ganadora en un partido de baloncesto colegial. Ahora solo investiga desapariciones y otros delitos más o menos graves. Con suerte desigual.

En Easttown, los famosos seis grados de separación son imposibles. Los vecinos, más que conocerse, parecen emparentados entre sí. A pesar de ello, hay secretos. Que empezarán a aflorar tras… ¡Chitón! No dejen que nadie les cuenta nada sobre el argumento y sus giros de guion. Confíen y déjense conducir por Mare hasta las entrañas de ese pueblo en busca del alma de sus vecinos. Ni ella ni lo que van a descubrir en el camino tiene brillo o glamour, que estamos en el reverso tenebroso de ‘Twin Peaks’. Pero es imantadora. Droga catódica dura. Adictiva total.

A Mare la van a querer. Pero también tendrán ganas de soltarle tres o cuatro frescas. Y algún mojicón. Como a su madre. Y a su hija. O a su ex. Por no hablar de las vecinas. Y los vecinos. Y las amigas. Y los amigos. ¡Como la vida misma!

Todo es soberbio en esta serie: guion, interpretaciones, fotografía, atmósfera y ambientación. Solo por cómo se beben las cervezas los personajes, ya sentimos que ‘Mare of Easttown’ es una de las nuestras.

Y luego está ‘El inocente’, en Netflix. Basada en una novela de uno de mis novelistas yanquis favoritos, el muy negro-criminal Harlan Coben, tiene dos primeros episodios tan sorprendentes como estupendos. A partir del tercero comienzan los bajonazos. No son admisibles recursos de guion que, vistos en películas de hace un siglo, ya nos hacían enarcar las cejas. Como que dos personas se fuguen camufladas dentro de un carro de ropa sucia que una tercera arrastra sin darse cuenta de nada. ¡Ays! O que traten de convencernos de que un mafiosillo del tres al cuarto que no le aguantaría a Villarejo ni un asalto es capaz de poner en peligro la estabilidad política y social de todo el país.

Ojo, que también voy por la mitad de la serie. Es muy entretenida, repleta de sorpresas constantes, relaciones atractivamente malsanas y llamativos cliffhangers, pero me temo que el ‘más difícil todavía’ se les está yendo de las manos.

Jesús Lens

Plan España 2050

Cuando he leído que Pedro Sánchez presenta el próximo jueves un documento base sobre el plan España 2050, lo primero que he pensado es que, para entonces, calvo y desdentado. Yo, no nuestro pétreo Presidente. Así de frívolo me sentía ayer domingo, disfrutando del sol preveraniego en la terraza. En 2050 tendré 80 años y comeré sopas, cremas, proteína de insectos o lo que quiera que se coma por entonces. Pero ahí estaré. Confío. Espero.

Cuando cumplí los 50 palos el año pasado, en plena primera desescalada pandémica, pensé que tal día como ese, en el 2070, cumpliré los 100. Optimista que es uno. Me niego a aceptar que ya tengo más vida por detrás que por delante, así que haré mío el plan España 2050 y trataré de aportar mi granito de arena, huyendo del deleznable ‘para lo que me queda en este convento…’.

En esas estaba cuando leí el artículo de Manuel Martín, Defensor de la Ciudadanía de Granada, sobre la Agenda 2030. “Nos pasamos el tiempo enredados en planes, planificiaciones, agendas, observatorios, comités y comisiones que acuerdan, aprueban, impulsan y promueven grandes declaraciones de intenciones”, rezaba el preclaro subtitular. “Y que no sirven para nada en la mayor parte de las ocasiones”, pensé.

Es como lo de invocar la capitalidad cultural del 2031 en una ciudad que ha laminado el cine de su agenda cultural, por ejemplo. La desaparición de Cines del Sur y Granada Paradiso, heredera de Retroback, se iba a ‘suplir’ con un gran festival de series. Échenle un vistazo a la web Iberseries Platino Industria, que ya anuncia sus fechas de celebración, entre el 27 de septiembre y el 1 de octubre. ¿En Granada, como era la idea original? No lo parece…

Pero volvamos a la cuestión del tiempo y del cuán largo me lo fiáis amigo Sanchez. Un desafío para el periodismo de datos: confrontar el importe realmente recibido en las cuentas corrientes con el montante global de las sucesivas ayudas prometidas por las diferentes administraciones para los distintos sectores productivos masacrados por la crisis.

Las ayudas son como los Bin Laden, aquellos míticos billetes de 500 euros de los que todo el mundo hablaba, pero nadie había visto. Excepto los traficantes y los defraudadores, claro. Que para ellos, eran moneda de cambio corriente.

En cualquier caso, hago mías la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Plan España 2050 y, en su caso, la Operación Marte 2100. Apúntenme, que confío aguantar.

Jesús Lens

Turismo vacunacional

Los paquetes vacacionales para ir a Nueva York en régimen de ‘Todo incluido’, este verano incluirán la vacuna. No sé si el turista podrá elegir Pfizer, Moderna o Janssen igual que se debate entre las tortitas y los huevos con bacon en el buffet del desayuno, ¿pero, por qué no? Bill de Blasio, el muy progresista alcalde de la Gran Manzana, quiere promocionar la ciudad con una oferta difícil de rechazar.

Hace unas noches flipé viendo un partido de los Bucks en la NBA. Y no por las evoluciones de Anteto en la cancha, precisamente. En el Fiserv Fórum habían habilitado puestos de vacunación y todos los aficionados que habían comprado su entrada tenían la oportunidad de pegarse un chute, esperar unos minutos para que se asentara la cosa y, de seguido, ver a uno de los mejores equipos de baloncesto del mundo. Es la evolución natural de las promociones Entrada + Perrito en tiempos de pandemia.

Todo lo que rodea a la cuestión de la vacuna tiene aristas morales. En principio, no parece razonable tratar la lucha contra covid-19 como si fuera un injerto capilar: visita a Estambul, Santa Sofía, Mezquita Azul, paseo en lancha por el Bósforo y, a la vuelta, pelazo.

Utilizar la vacuna como reclamo turístico mientras en India están como están parece deleznable. ¿Pero es legítimo vacunar en España a los menores de 51 años, por ejemplo, mientras que en otros países mueren los ancianos a puñados? Item más: ¿cómo se come que una potencia biosanitaria como India, donde los laboratorios son legión, esté como está? Aquí tocaría hablar del desmantelamiento de su servicio de salud pública, tal y como denuncia la escritora Arundhati Roy, lo que excedería, con mucho, mi capacidad analítica.

Más de desigualdades vacunacionales. Ojo al titular: “Investigadores del CSIC en Granada paran su investigación contra la covid-19 porque Salud no les vacuna”. Mientras, sus homólogos en Madrid y en otras comunidades sí están inmunizados. Según la Junta, por mucho que los investigadores trabajen directamente con el SARS-Cov-2 “en cantidades masivas”, al hacerlo en laboratorios con altos niveles de seguridad ya estarían suficientemente protegidos. ¿No suena delirante? Pues está ocurriendo.

¿Qué soluciones baraja el CSIC para desfacer este entuerto? Llevarse a los científicos a que les pinchen en otra comunidad autónoma más comprensiva y/o menos restrictiva, como Murcia. Esperemos que, de paso, disfruten de un buen almuerzo huertano y unos vinos de Jumilla, porque vaya tela.

Jesús Lens

El corazón manda

Cuando caminas por Granada, nada más saludar a Yehudá ben Saúl ibn Tibón, la ciudad cambia. ¿Le ubican? Se encuentra en pleno centro, entre la popular calle de la Colcha y Pavaneras. Su egregia figura, enarbolando un pergamino, nos recuerda que estamos frente un médico judío, filósofo, poeta y traductor granadino. Es el fundador de la dinastía de los Tibónidas y patrón de los traductores.

También es el encargado de darnos la bienvenida a El Realejo, uno de nuestros barrios con más personalidad, imán de personas creativas, cultas y repletas de inquietudes artísticas. Cafés, bares y restaurantes molones, grafitis artísticos en las paredes y, por supuesto, algunos edificios remarcables.

Entre mis favoritos, la Casa de los Tiros y la Corrala de Santiago, ambos hermanados estos días gracias a una leyenda: ‘El corazón manda’. El lema de la familia Granada Venegas, representado por una espada que pincha un corazón, preside el emblemático edificio de la calle Pavaneras. Además, es el título de una exposición de ilustraciones que se puede disfrutar en la Corrala de Santiago hasta el 21 de mayo.

Se trata de una muestra colectiva en beneficio de la comunidad religiosa de las Comendadoras de Santiago en la que varios ilustradores y dibujantes vinculados a El Realejo plasman su relación con el barrio y con el convento del siglo XVI.

Promovida por el Colectivo K6?, en la muestra hay trabajos de luminarias del cómic granadino como Enrique Bonet, Chema García, Francis Porcel, Sergio García o Carlos Hernández. Son ilustraciones narrativas, que cuentan historias a través del esbozo de diferentes personajes. También hay estampas de Abel Ippolito, AHRDE, Mercedes deBellard, Paloma Almagro, Rosa Olea y Vanesa Zafra; todas ellas excelentes. En esta entrevista, Chema García habla de su pieza, tan encantadora, con los zagalillos persiguiendo magdalenas).

Pero lo mejor es que Christian Walter ha hecho serigrafías de las obras. Una tirada limitada que, firmada por los artistas, se vende a 15 euros la unidad. No es solo que el importe íntegro será para las Comendadoras de Santiago, que están pasando estrecheces, sino que esas láminas terminarán siendo codiciada pieza de coleccionista. Y si no, al tiempo.

Los dibujantes de Granada conforman un colectivo solidario, comprometido y entregado. Mientras que en otros gremios todo son exigencias, quejas, súplicas y peticiones; ellos predican con el ejemplo y no dejan de participar altruistamente en iniciativas tan bonitas como esta. Dan a los demás lo mejor de sí mismos: su tiempo, esfuerzo y talento. Lo hicieron en Covidarte el pasado año y repiten con ‘El corazón manda’. ¡Gracias! (Más información y pedidos, AQUÍ).

Jesús Lens