Europeísmo universalista

Otra tarde en que solo hay un tema posible: la cárcel. El talego. La prisión. Incondicional y sin fianza. Que si se van para adentro, que si esta noche duermen calentitos, que si qué vergüenza…

A mí me produce tremendo pesar todo lo que está ocurriendo estas semanas. Es algo indigno de un estado de derecho del siglo XXI que pertenece a la Unión Europea, al mundo desarrollado; una democracia que debería estar consolidada, etcétera, etcétera.

 

Escribía hace unos días que lo bueno del TEMA es que le quita oxígeno a otros temillas de menor calado que, de forma recurrente, copan la información de estos días, como Halloween y la americanización de nuestras costumbres. Que a buenas horas.

Pero lo realmente malo del TEMA es justo lo mismo: desde la vuelta de verano, el monotema hace que no hablemos de cuestiones básicas y vitales como el paro, la corrupción, la merma de capacidad adquisitiva de una mayoría de ciudadanos, los salarios a la baja que nunca tocan fondo…

 

Eso es lo más indignante de las izquierdas: que en vez de estar a lo que se supone que deberían estar, andan enredadas y enredando con las esteladas, la legitimidad del referéndum, el derecho a decidir y otras cuestiones supremacistas que nos separan y dividen; ahondando y profundizando en la quiebra de nuestra sociedad.

 

Lo auténticamente imperdonable del llamado desafío independentista es haber conseguido que, por culpa de sus delirios nacionalistas, las cuestiones que de verdad nos unen a los ciudadanos, las que deberían preocuparnos, hayan desparecido del debate y del foco de atención mediático.

 

Ya no se habla de la precariedad laboral, de la violencia contra las mujeres, del terrorismo islamista, del Brexit, de los inmigrantes que siguen jugándosela en patera… Ya solo se habla de ello. De ellos. De sus cosas. De sus cuitas. De sus exigencias. Para ellos, todo; para el resto de ciudadanos, nada.

Odio el nacionalismo. Todos los nacionalismos. Me asquean. Y la mascarada que estamos viviendo estas semanas no hace sino reafirmarme en un europeísmo universalista cada vez más olvidado, por desgracia.

 

Jesús Lens

En dos palabras: Nueva-York

En la comedia “Canción de Nueva York” hay un momento en que los personajes hablan sobre la Nueva York contemporánea y la de antes, más peligrosa y violenta, pero también mucho más auténtica y excitante.

 

“¿Qué echas de menos de aquella Nueva York? ¿Que te atracaran en Central Park?”, pregunta de forma retórica uno de los contertulios. “No. Pero sí creo que Nueva York ha perdido su esencia. El barrio más divertido de la ciudad ahora mismo es… Filadelfia”, ironiza el joven protagonista, sin mucho éxito, por otra parte.

 

Después de disfrutar la intensa serie “The Night Of”, de la que hablábamos la semana pasada en esta sección, la simpática comedia de Marc Webb, una mezcla entre el Woody Allen más verborreíco y el Paul Auster de antes; me hizo volver a la Capital del Mundo, metafóricamente hablando, que no hay dos palabras que a un buen cinéfilo le traigan tantos recuerdos como Nueva York.

 

Desde que tengo uso de razón, siempre quise viajar a Nueva York. Y, cuando por fin lo hice, mi libro de cabecera, mi guía de viajes imprescindible fue “El Nueva York de El Padrino y otras películas de la mafia”, de Pau Llavador y María Adell, publicado por Lunwerg.

Por supuesto, pasé por Chinatown y por Little Italy, tomando café en Mulberry St., en un local en el que se habían filmado secuencias de Los Soprano, por ejemplo. Y del imperecedero clásico de Coppola, por supuesto.

 

La realidad de la Nueva York contemporánea, efectivamente, nada tiene que ver con la imagen que nos hemos hecho de la Gran Manzana a través del cine. El viajero mitómano tiene que poner mucho de su parte para ir en el ferry de Staten Island y, al pasar frente a la Estatua de la Libertad, imaginarse cómo la veía el pequeño Vito Andolini, proveniente de Corleone, Sicilia, a comienzos de los años veinte del pasado siglo.

 

(Sigue leyendo esta estrada de El Rincón Oscuro en nuestra revista hermana: Calibre 38)

 

Jesús Lens