Un hombre llamado Yasmina

El Rincón Oscuro de IDEAL del pasado miércoles comenzaba recordando cómo me impactó cuando le conocí, hace ya muchos, muchos años, en una presentación que hizo en Granada del primero de sus libros publicados en España: “Morituri”. En aquellos entonces estaba todavía muy caliente el tema de su identidad, recién descubierta al público.

Yasmina Khadra libros

Y es que el escritor al que todos conocemos por Yasmina Khadra se llama, en realidad, Mohammed Moulessehoul. Y sus primeros libros de género negro los escribió cuando todavía era un oficial del ejército argelino que luchaba contra el salvaje islamismo integrista del FIS. ¿Se acuerdan de aquellos infaustos años, en los que cientos de personas eran degolladas en falsos controles policiales de carretera o en emboscadas tendidas en la kasbah de Argel?

Para poder escribir con libertad, Moulessehoul adopta dos de los nombres de su esposa, y comienza a firmar como Yasmina Khadra. Y de aquella cruenta guerra civil hablará en su muy alabada “Trilogía de Argel”, compuesta por la mencionada “Morituri” y por “Doble Blanco” y “El otoño de las quimeras”, publicadas por la editorial Almuzara.

Yasmina Khadra Trilogía Argel

Tanto la Trilogía de Argel como la posterior “La parte del muerto” están protagonizada por uno de esos personajes icónicos que ya forman parte del acervo negro-criminal de la literatura noir contemporánea: el comisario Llob.

Iba yo con ganas de preguntarle a Yasmina sobre él, sobre Llob, a aquella presentación. Pero me encontré con un tipo duro y frío. Un tipo que podría ser, perfectamente, uno de los personajes de sus novelas. Porque en las comisarías de Argel, en aquellos años, no había lugar para tipos timoratos o melindrosos. Y si hablamos de los malos, de los asesinos, mafiosos, funcionarios corruptos y terroristas… ¿qué les voy a contar?

Yasmina Khadra

Callé. Desfilé en silencio por delante de la mesa en que se sentaba Khadra, dije tímidamente mi nombre, me llevé mi ejemplar firmado a casa… y volví a leer la Trilogía de Argel. De un tirón. Enterita y verdadera. Y la aprecié aún más.

Y, ahora, la noticia bomba. Porque resulta que antes de la Trilogía de Argel, Khadra había escrito otra novela protagonizada por el incorruptible, irascible, conservador y polémico comisario Llob. Se titulaba “El loco del bisturí” y tenemos la suerte de que acaba de ser publicada en España por la inquieta e imprescindible editorial granadina Esdrújula.

Yasmina Khadra Loco Bisturí

Me lo decía Mariana, la editora, acodados en la barra de un bar, que es la mejor postura para hablar de literatura: -Lee las dos primeras páginas. Verás que es el Yasmina más negro.

Y así es. “El loco del bisturí” nos devuelve al comisario Llob más ácido y cortante. Y al Yasmina Khadra de las frases eléctricas, algunas de tres o cuatro palabras, que te golpean y te sacuden con violencia. El Yasmina de las metáforas como arañazos en la cara. El Yasmina más irreverente e insultante. El Yasmina para el que la corrección política solo se merece ser extirpada y echada de comer a los cerdos.

Porque tras cerrar el ciclo de Llob, Khadra cambió de estilo. Se hizo más poético y reflexivo. Más filosófico. Ojo: sus novelas siguieron siendo excelentes. Pero de otra manera. Estremece, por ejemplo, leer “Lo que sueñan los lobos”, en la que se narra el proceso de conversión de un joven normal y corriente en un terrorista islamista dispuesto a degollar a un niño.

¿Y qué me dicen de “La ecuación de la vida” que tanto me impresionó, sobre los piratas de Somalia y los secuestros de europeos para pedir un rescate? Una novela en la que la poesía es cualquier cosa menos sinónimo de belleza. Que uno de los protagonistas es un consumado poeta… con las manos llenas de sangre.

Yasmina Khadra La ecuación de la vida

Más recientemente, Khadra ha publicado una novela sobre Gadafi, “La última noche del Rais”. Porque África, por fin, tiene quien le escriba. Y quien la describa. Con respeto, con sensibilidad, con conocimiento de causa. Y con crudeza y realismo, por supuesto.

Termino estas notas reseñando el gusto que da leer la prosa de Yasmina en las palabras de su traductor de toda la vida, Wenceslao Carlos Lozano. Modélica su labor en “El loco del bisturí”, una vez más, eligiendo siempre el término más apropiado de la jerga policial argelina de los años noventa del pasado siglo, para que no chirríe al lector español.

Lean, lean a Khadra y disfruten.

Jesús Lens

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¡Nos ahogamos!

Da lo mismo que lo hayas hecho en el enero más cálido de la historia o que lo hagas en este febrero arrasado por la ola de frío polar: estas semanas, abrir la edición digital de IDEAL a cualquier hora del día o de la noche, supone arriesgarse a que la más reciente investigación contra la corrupción nos hunda un poco más en el pozo de miseria moral en que chapoteamos desde hace tiempo. 

 

No sé ustedes, pero yo he perdido la cuenta de las operaciones policiales de las últimas semanas. Metafóricamente hablando, la AP-36, la autopista entre Madrid y Valencia, ha demostrado que el concepto “peaje” puede adquirir una dimensión muy polisémica y tener unas consecuencias (im)previsibles para los restos del gobierno del PP.

Nos ahogamos cobo calleja

 

Luego está lo de los chinos, que es un misterio dentro de un enigma y presentado en forma de acertijo. Todo lo que tiene que ver con China adquiere unas dimensiones elefantiásicas, desde el banco ICBC, la institución financiera más grande del mundo, al polígono Cobo Calleja. Sin embargo y a simple vista, la actividad cotidiana de los chinos afincados en nuestra ciudad parece ser la de regentar restaurantes a los que no entra nadie a comer y tiendas que abren las 48 horas de cada día (24 parecen quedárseles cortas) o la de jugar a las tragaperras de nuestros bares y cafeterías. 

 

Y también tenemos esa sonrisa profidén que se nos queda al asistir, atónitos, a la detención del dueño de Vitaldent y a otros tres directivos de la empresa, unos días después de la tocata y fuga del del dueño de Funnydent.

Nos ahogamos sonrisa

 

Parecía que uno de los logros de la sociedad española más moderna era el dental. Lucir una bonita sonrisa se había convertido en uno de esos objetivos globales que no salen en las noticias, pero que tanto hacen por mejorar el Índice de Felicidad Humana. Ahora, hasta eso nos han quitado, dejando a miles de personas la sonrisa congelada en el rostro y una enorme rabia interior. 

 

Y todo este caldo de cultivo, en plena efervescencia, no sabemos qué resultados va a terminar cosechando: la corrupción que no cesa, en Madrid y Valencia; las tríadas chinas operando desde el banco más importante del mundo y los traficantes de marfil haciéndose ricos merced a las estafas con nuestros dientes.

 

¡Socorro! Nos ahogamos. 

 

Jesús Lens 

 

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