Irrational Man

Woody Allen también es una persona con sus particulares querencias, gustos y obsesiones, como ha puesto de manifiesto a lo largo de su fructífera carrera. Los chistes de judíos, el miedo a la muerte, el psicoanálisis, las relaciones de pareja conflictivas y, por supuesto, el crimen. Y sus consecuencias.

Irrational Man poster

Para hablar de “Irrational man” hay que hacer referencia a “Delitos y faltas” y a “Match Point”, dos de sus más veneradas películas, en las que la comisión de un crimen y el sentimiento de culpa subsiguiente están en el centro de la trama.

Irrational Man

La tercera parte del apócrifo tríptico sería la película que ahora mismo está en cartelera. Una muy buena película, con mucho contenido y que, quizá por eso, no esté gustando demasiado al público, más proclive a dejarse sorprender por la “Magia a la luz de la luna” y por la fantasía onírica de “Medianoche en París” que por las cuitas filosófico-trascendentales del profesor interpretado por Joaquin Phoenix.

(Sigue leyendo esta reseña en mi espacio Lensanity y discutimos si te ha gustado o no).

Jesús Lens

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Sacrificio

Cuando ustedes lean “Sacrificio”, la novela de Román Piña que ha publicado la editorial Salto de Página, van a encontrar una feliz mixtura de géneros que mete en la coctelera el género negro y la comedia, con unos toques de costumbrismo y crítica social aderezados con vitriolo y ácido sulfúrico. Y sarcástico.

Sacrificio

Fíjense que he dicho “cuando ustedes lean” y no “si ustedes leen”. Porque ustedes, lectores inteligentes, modernos -que no post- y contemporáneos, deben leer una novela corta en cuanto a continente, 120 páginas de letra legible por un cuarentón, pero larga y profunda en cuanto a contenido.

Y es que la realidad que nos rodea tiene mucho contenido literario, a nada que nos fijemos. Y Román Piña se fija. ¡Vaya si se fija!

La autoayuda, por ejemplo.

¿No estáis hartos de tanto coñazo buenrollista sobre las bondades de la vida, incluidos esos golpes cabrones que se empeña en darnos, una y otra vez?  Que has tenido un mal encuentro y te han roto la cara… ¡sonríe! Alguna lección positiva habrás aprendido.  ¿Qué te tienes que apuntar a Full Contac, por ejemplo?

¿Qué te han despedido del curro? ¡Sonríe! Ahora puedes convertirte en el emprendedor que siempre quisiste ser… Y es tener una nómina y el alta en la Seguridad Social era un lastre, ¿verdad? Y todo así.

Sacrificio Román Piña

Partiendo del secuestro de un famoso gurú del buen rollo al que todo buen lector sabrá reconocer desde el principio, “Sacrificio” nos cuenta una historia delirante, pero muy apegada a la realidad, sobre el mundo editorial y uno de esos fenómenos mediáticos que lo peta, en formato libro y el formato televisión.

Una historia con detective, como hemos dicho. Y con editores. Uno de esos editores puristas que sufren una (aparatosa) caída del caballo y ven la luz.

Y está el fenómeno. Horacio Topp. El fenómeno mediático. Que es secuestrado. Y al que es preciso encontrar. En Mallorca, la tierra de Román Piña, que tan bien conoce y tan bien describe.

Sacrificio Salto de Página

En “Sacrificio” hay mujeres buenas. Y malas. Sueños por alcanzar. Y sueños rotos. Gente rara. Pero real.

Hay drama. Pero con risas. Y risas, pero trufadas de lágrimas. Y hay venganzas. ¡Ay, las venganzas!

Porque la realidad es así: absurda, extraña, tragicómica. Y Román Piña la ha convertido en el material literario del que están hechas las buenas novelas contemporáneas.

Jesús Lens

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Arab Jazz

Estamos en París. Pero no en el París de postal en el que todos pensamos cuando escuchamos la palabra París. Estamos en el otro París. Uno muy diferente. Un París de calles oscuras y edificios abigarrados en los que conviven vecinos de mil y un orígenes, procedencias, tradiciones… y profesiones. Tanto laborales como religiosas

Arab Jazz

Porque hay muchos barrios en muchas grandes ciudades en los que las religiones de sus vecinos condicionan sus vidas. Y no hablamos ya, en general, de cristianos, musulmanes y judíos; sino de las muchas y muy diferentes ramificaciones en que se divide cada una de estas religiones troncales. Por ejemplo, los Testigos de Jehová.

Si por algo se caracteriza Arab jazz es por exudar realismo por sus cuatro costados. Karim Miské hace que saborees el falafel que se comen los protagonistas, que escuches el sonido de las tijeras que cortan el pelo en una peluquería, que te empalagues con la fragancia de las especias con las que se cocina en el barrio, que te quemes con el té hirviendo que toman los vecinos y que los ruidos de la calle te lleguen a los oídos, alto y claro.

Karim Miské
Karim Miské

Y la tensión a la que están sometidos los policías encargados de la investigación, por supuesto. Gente profesional. Gente de barrio. Humanos. Muy humanos. Polis que duermen poco y patean muchos. Las calles, que no los culos. Tipos serios que saben hacer su trabajo. Que abren los oídos para escuchar y los ojos para observar.

 

(Sigue leyendo esta reseña en una de nuestras páginas hermanas: Calibre 38)

 

Jesús Lens

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Black Mirror en Netflix

A mí, de Black Mirror, me gusta hasta el título.

Un título que me parece lo suficientemente atractivo, enigmático y amenazador como para lanzarme al vacío para ver lo que se oculta tras él, al otro lado de la pantalla.

Black Mirror

O del espejo.

Yo vería algo llamado “Black Mirror” aun sin saber que a ese otro lado del espejo oscuro se encuentra un tipo tan inquietante como Charlie Brooker. De hecho, cuando vi el primer episodio, aún no sabía nada de él.

¡Qué impacto tan brutal, aquel primer encuentro con un universo extraño y onírico, pero radicalmente posible. Y real. Porque hay distopías que nos parecen no solo posibles, sino probables. Y angustiosamente cercanas.

(Sigue leyendo estas notas en esa fantástica página de Netflix en la que colaboro con mi columna La Vida en Serie)

Jesús Lens

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Everest

Me ha encantado. Lo diré alto y claro, desde el principio, que su estreno en el Festival de Venecia no fue muy exitoso y había dudas sobre una película que, al igual que “Gravity” y “Birdman”, en 2013 y 2014, respectivamente, venía revestida con el halo del mejor cine-espectáculo de alta calidad, destinado a convencer tanto a crítica como a público. 

 

Fui al cine, pues, con mis reservas. 

 

Y desde el arranque de “Everest” me sentí atrapado por la magia de una película grande. Muy grande. 

Everest cartel

 

El hecho de que a mí me guste el montañismo y, durante un tiempo, lo practicara en Sierra Nevada, en sus laderas más fáciles y siempre en clave de aficionado-de-andar-por-casa, hace que me identifique con varios de los (discutibles) puntos de vista que ofrece un guion bien construido en el que los personajes tienen tanto peso como el paisaje, auténtico protagonista de la película. Porque los personajes se definen en torno a su relación con la montaña. Con la más alta. La más mítica. La más deseada: el Everest. 

Everest escalera

 

Para unos, subir a la montaña es un trabajo. Para otros, un desafío. Para alguno, incluso, una diversión o un pasatiempo. Hay quién considera la escalada como algo casi religioso y quién depende de ello para vivir.

Everest película

 

Y las expediciones al Everest pueden ser, también, material literario para un escalador que, además, escribe. Como el conocido Jon Krakauer que, en los años noventa, se encastró en una expedición comercial al Everest, con el doble propósito de alcanzar la cima… y bajar para contarlo. 

(Sigue leyendo en mi espacio Lensanity)

Jesús Lens

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