¿Te atreves a Tuitear con la etiqueta #Gatillazos ?

Porque ésa, Gatillazos, es la palabra clave, la etiqueta para la Tuiteratura de esta semana, en la sección El Cazador de Tuits que hago con Jesús Vigorra en El Público, de Canal Sur.

A @jafloresvera se le ocurrió el siguiente Tuit, la pasada semana: «A pesar de que nacieron #cuatrillizos, ella siempre insistió que aquella noche no fueron más que cuatro gatillazos» y ganó por abrumadora mayoría. Me encanta cómo lo cuenta en su Blog, que puedes seguir aquí.

Tuiteratura

Y como hacemos Cadáveres Exquisitos, pues los protagonistas de la semana son ellos, los Gatillazos. Ya sabes que participar en la Tuitearura es muy sencillo: Un tuit con la etiqueta correspondiente en el Timeline de @elpublicocsr o en el mío personal @Jesus_Lens

Los martes, en directo, estamos con Jesús Vigorra comentando los más ingeniosos, chispeantes, creativos y divertidos. Y los viernes… ¡la gran final!

Recuerda que cada mes hay premio (un viaje de fin de semana de carácter cultural) y que vamos a editar un libro con la selección de los mejores Tuits que, cada semana, vayamos recibiendo.

Gatillazo

¡Vamos, vamos! No me digas que te quedas impotente, a la hora de inventar un buen Tuit que incluya #Gatillazos … Por ejemplo, a mí se me ha ocurrido el siguiente: «Para #gatillazos, los del Lejano Oeste: Si fallabas si Tombstone o Arizona, no pasabas vergüenza. Pasabas a mejor vida».

Jesús Lens

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Torrentismo como síntoma

Hace unos días que escribí este artículo, pero lo tenía en la nevera. Sin embargo, al leer ayer domingo el titular que vais a ver más abajo… ¡tenía que ver la luz!

Salgo del cine de ver la última entrega de la saga de Torrente y me conecto a Internet para conocer la última hora sobre el estado de salud de Teresa Romero. Lo que me encuentro, sin embargo, es la Red incendiada por Excalibur.

 

Mientras camino, voy leyendo a decenas de expertos opinar sobre la evolución del virus del Ébola… en los perros. ¡Increíble! Hablamos de un virus que se ha cobrado miles de vidas humanas y para el que todavía no hay cura, pero en sus muros de Facebook, decenas de compatriotas parecen saberlo todo sobre sus efectos… en los animales.

Acto seguido, leo un reportaje sobre los protocolos seguidos por las autoridades ¿competentes? en el Carlos III. Y pienso que el inefable Torrente perfectamente podría haber estado a la cabeza de la gestión de todo el tinglado.

 Torrentismo

No sé si han visto la película. Posiblemente sí, dado que ha sido el mejor estreno cinematográfico del año y, en un solo fin de semana, reunió a más de medio millón de espectadores en las salas españolas. Más allá de procacidades como las del Segoviano o las arcadas –lo de las pajillas es otra cosa,  habiendo pasado ya a formar parte de nuestra cultura popular- la última película de Santiago Segura nos habla de un país decadente y lamentable, expulsado de la UE y con una Cataluña independiente. Un país cuya moneda es la Nueva Peseta, repleto de ruinas, con flamantes aeropuertos sin aviones y un Eurovegas de saldo.

 Torrente pajillas

Y ahí van Torrente y su troupe de desgraciados, con Jesulín a la cabeza, a atracar el casino. El plan, diseñado por un maquiavélico norteamericano, es digno de la saga de Ocean, trufado de los mejores momentos de Misión Imposible. Su efectiva ejecución, sin embargo, es más propia de Pepe Gotera y Otilio. ¡Typical Spanish!

Y ahí es donde radica el éxito de la saga de Torrente. En que es un espejo en que no nos queda más remedio que mirarnos… y reconocernos. Un espejo deformado, como los del Callejón del Gato de los esperpentos de Valle Inclán. Un ejercicio de exageración que, por desgracia, deja al descubierto las costuras y las vergüenzas de una sociedad casposa y ridícula en la que siempre tendemos a criticar a los otros. A los del otro lado. A los vecinos. A los compañeros. A los rivales. Y, sobre todo, a los de arriba, a los que mandan, a los que dirigen el cotarro. Como si fueran marcianos que han llegado del espacio exterior, y no los representantes públicos elegidos en las urnas por nosotros mismos.

 Torrentismo histórico

De la gestión del Ébola a la implantación de la LAC, pasando por los EREs, los impuestos, la crisis, el paro, la educación y la evasión fiscal; todos sabemos, todos opinamos y, por supuesto, todos tenemos LA solución. Lástima que después, para su ejecución, solo nos quede Torrente.

Jesús Lens

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Perdida

En realidad, se titula “Gone Girl”, un nombre mucho más ambiguo, sugerente y enigmático que “Perdida”, pero también es verdad que, dado el arranque de la última y extraordinaria película de David Fincher, da lo mismo.

 Perdida

Porque, efectivamente, una mujer se ha perdido.

O al menos, eso parece. Porque, cuando el día de su quinto aniversario, su esposo llega a casa; ella no está. Y el salón muestra señales de lucha que hacen pensar en el traumático secuestro de Amy, interpretada por una excelente y camaleónica Rosamund Pike.

A partir de ahí, Nick, el atribulado esposo al que da vida un perplejo y necesariamente atontao Ben Affleck; se verá desbordado por una situación que no tarda en escapársele de las manos, hasta que dos horas y diez minutos después…

 Perdida affleck

Lo siento, pero no. No puedo decir nada más sobre la diabólica trama de una película que es un preciso artefacto, un mecanismo de relojería en que cada secuencia conecta con la anterior. Y con la siguiente. Una trama en la que el espectador va de sorpresa en sorpresa, sin poderse creer todo lo que está viendo en pantalla, aunque todo es perfectamente creíble. Por desgracia.

Y para seguir leyendo, tendrán que darte un salto al espacio Lensanity, ¿vale?

Jesús Lens

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30 años de Fotoperiodismo con Ramón L. Pérez

Un grupo de gente tuvimos la suerte de ver ayer, en compañía de su autor, la exposición “30 años de fotoperiodismo en portada” que, hasta el 7 de diciembre, hace un profundo repaso de un apasionante período de nuestra historia a través de 42 fotografías de Ramón L. Pérez, jefe de fotografía y editor gráfico de IDEAL.

Es una exposición colosal, que yo no me perdería. Y, desde luego, me compré el catálogo que, con la dedicatoria de Ramón, se ha convertido en una de las joyas de mi colección, por las fotos y por los textos, en los que el autor explica el cómo, el cuándo y el porqué de las imágenes.

Tal y como señala Ramón, “No todas las fotografías de la exposición son las que ocuparon las portadas de IDEAL, sino que, en algunos casos, hemos elegido otras distintas en las que prima más el valor artístico que el propiamente informativo”.

Efectivamente, el diálogo entre lo que pudimos ver en las portadas de IDEAL -que también forman parte de la muestra -y ese antes o ese después que Ramón L. Pérez nos invita a descubrir en la exposición se convierte en un apasionante juego de espejos que refleja, de manera extraordinaria, no solo la historia de Granada de los últimos 30 años, sino también su intrahistoria, lo que ocurre tras las bambalinas, el paisaje después de la batalla política o la relajación de determinados personajes históricos, una vez terminadas las poses oficiales.

Porque las imágenes de un buen fotoperiodista deben contar historias por sí mismas, al margen del texto al que acompañan. Como señala Antonio Jara, presidente de CajaGRANADA, en el imprescindible catálogo de la exposición: “Hace tiempo que el fotoperiodismo dejó de ser una expresión adjetiva, estática y pasiva, orientada a la simple complementariedad informativa. El fotoperiodista ofrece su propio discurso y vehiculiza mensajes propios.”

Foto de CajaGRANADA Fundación
Foto de CajaGRANADA Fundación

O, como también comenta Eduardo Peralta, director de IDEAL, en el catálogo: “La fotografía capta solo un instante de la realidad, el más llamativo o único, capaz de llamar la atención, hacer a uno sonreír o sobrecogerse. Ese momento, el encuadre y todos los elementos técnicos dependen de quién pulse el disparador”.

En este caso, la persona que lleva 30 años pulsando el disparador es un fotógrafo que comenzó su andadura profesional en su Extremadura natal, un fin de semana, durante un partido de baloncesto. “Yo iba como aprendiz de Alfonso, fotógrafo del diario Hoy. Cubríamos los partidos de fútbol y baloncesto. Yo hacía las fotografías en las primeras partes y, después, Alberto se encargaba de documentar gráficamente las segundas partes y los desenlaces de los encuentros. Un día, al llegar al descanso de un partido de basket, le iba a pasar la cámara cuando me dijo que no. Que aquel partido era completamente mío. Entonces empezaron a temblarme las manos. ¡Menos mal que había sacado buenas fotos, sin presión, durante el primer tiempo!… Eso sí. Cuando al día siguiente vi el periódico, con mi foto y mi nombre, supe que quería dedicarme profesionalmente a esto. Y hasta ahora”.

Foto de CajaGRANADA Fundación
Foto de CajaGRANADA Fundación

Treinta años después, la exposición y el catálogo se cierran con una imagen icónica de Granada: un concierto de Miguel Ríos, reivindicando a Granada como potencia cultural. Ramón L. Pérez, también destaca la importancia del catálogo de la exposición y agradece a CajaGRANADA, IDEAL, Ámbito Cultural El Corte Inglés y ESCO que lo hayan hecho posible: “En el catálogo hay más fotos relativas a cada historia y aprovecho para contar las anécdotas que conllevó su obtención, cómo me sentí y qué hay detrás de cada uno de este medio centenar de momentos, rescatados de entre más de 1.000 portadas que he firmado a lo largo de estos 30 años. Ha sido complicado, pero el trabajo realizado con la comisaria de la exposición, Isabel Soler, me ha ayudado a hacer la selección”.

 Ramón L. Pérez corrillo

Información práctica:

 

Lugar: Centro de Exposiciones de CajaGRANADA en Puerta Real

Acera del Casino, 7. Granada Telf.: 958 227 791

 

Fechas: Desde el 2 de octubre de 2014 al 7 de diciembre de 2014

 

Horario de la sala:

De martes a viernes de 18.30 a 20.30 horas.

Sábados: de 12 a 14 horas y de 18.30 a 20.30 horas

Domingos y festivos: de 11 a 15 horas.

Lunes cerrado

Un millón de gotas

Monumental. La última novela de Víctor del Árbol es monumental, totémica y espectacular. Y no solo porque se trata de un tocho (en el mejor sentido de la palabra, en absoluto peyorativo) de 650 páginas; sino por la ambición de su planteamiento, abarcando cerca de un siglo de historia(s), repleto de personajes y sagas cuyas vidas, aventuras y desventuras están condenadas a encontrarse, cruzarse y enfrentarse, una y otra vez.

 Un millón de gotas

Todo comienza hoy. O ayer. A comienzos del siglo XXI. En 2001. Advertencia: una vez que el lector termine el prólogo, ya no podrá dejar de leer “Un millón de gotas”. ¿Queda claro? Porque el prólogo es tan brutal que te sacude como un puñetazo en pleno rostro. Uno de esos ganchos que te elevan hasta las nubes. De las que Víctor del Árbol ya no te dejará bajar hasta que, anhelante y entusiasmado, llegues al final de una historia increíble. Por inaudita. Por insospechada. Por sorprendente. Por su radical ausencia de maniqueísmo.

Pero empecemos por el principio. Y al principio nos encontramos a Gonzalo, uno de esos abogados que nunca quiso serlo. Pero que ahí está, llevando casos civiles, separaciones matrimoniales y divorcios. También aparece Laura. Policía. Una Laura que lo primero que hace, apenas la hayamos conocido, es suicidarse. A esas alturas, sin embargo, ya tenemos noticias de Zinoviev. Y de un tal Siaka. Y de Alcázar. Y todo ello, en apenas un puñado de páginas que ya nos han puesto al rojo vivo… antes de que el autor nos embarque en un súbito viaje espacio-temporal:

Moscú. 1933.

 Un millón de gotas autor

Y será allí donde tendremos las primeras noticias de Elías Gil, el auténtico y verdadero protagonista de la novela. ¿O no? ¿Es él, realmente, el protagonista?

En realidad, da igual. Porque hablamos de una novela en la que el peso de la historia –no es una expresión baladí -se reparte entre muchos y variados personajes. Lo que en cine describiríamos como un reparto coral. Personajes que pertenecen a estirpes solo aparentemente muy diferentes y alejadas entre sí, repartidas entre la Unión Soviética, Francia y España.

El peso de la historia. Y su paso. Lento, cruel y sinuoso. La historia, que sí que hace rehenes. Y se cobra un rescate por ellos. Rescates, a veces, muy elevados. Muchísimo. La historia. Que nunca es como nos han contado. Los unos y los otros. ¡Ay, la historia, llena de historias! Y de cuentos.

De verdad. Lean “Un millón de gotas” y sientan cómo se escribe la historia. Y no. La historia no siempre la escriben los vencedores. ¡Eso les gustaría a ellos! Y no. No se van a perder en su abigarrada trama, como podrían pensar al leer esta caótica reseña.

 Un millón de gotas victor del arbol

La sólida arquitectura con la que Víctor del Árbol ha construido su novela y la agilidad con la que cuenta las múltiples historias que la componen, permiten que el lector esté permanentemente situado y ubicado en la trama, en los diferentes tiempos y en los diferentes espacios. Y eso que se va a encontrar con sorpresas. Muchas sorpresas. Múltiples y variadas.

En la última Semana Negra a la que acudí, recuerdo que Sergio me recomendó vivamente que leyera “La tristeza del samurai”, asegurándome que era grandiosa. Otra de las novelas de Víctor del Árbol, “Respirar por la herida”, también cosechó loas y parabienes de los lectores más exigentes. Ahora me arrepiento de no haberles hecho caso.

 Un millón de gotas otras

En realidad, las lecturas son libres y no pasa nada por empezar según qué casas por el tejado. Así que me comprometo a leer las anteriores novelas de un autor que –más vale tarde que nunca –se ha convertido en mi mejor descubrimiento del este año literario 2014.

Jesús Lens

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