El teléfono perdido

Dedico este cuento a los amigos del colectivo “Entre Aldonzas y Alonsos”, de Alcalá la Real, que ahora mismo están leyendo relatos en el mítico «Casablanca» de Julián. ¡Salud, amigos!

Era domingo por la tarde y estaba repasando la enorme pila de papeles pendientes, compuesta por informes y hojas de cálculo impresos, recortes de presa, notas apuntadas en servilletas, en páginas arrancadas de la agenda, en tarjetas y hasta en pasquines publicitarios. Fue entonces cuando me encontré con un número de teléfono, apuntado en un trozo de papel arrugado.

 Teléfono

Aquel número no me sonaba de nada, pero eso tampoco es de extrañar: desde que usamos los móviles, nadie recuerda un maldito teléfono. Lo verdaderamente raro era que no aparecía ningún nombre junto a los números que me sirviera para identificar el teléfono. ¿A quién correspondería el jodido número y para qué lo habría apuntado yo, subrayándolo dos veces, con trazos enérgicos? Y, sobre todo, ¿por qué lo había apuntado en un papel en vez de hacerlo en la agenda del móvil?

Para salir de dudas, y aun a pique de quedar como un imbécil, marqué el número, a ver si conseguía reconocer a quién contestara al otro lado.

 telefono perdido

Y a los tres timbrazos, un mensaje pregrabado:

“El servicio acordado ya está en proceso de ejecución o ejecutado. El contrato no puede ser rescindido bajo ningún concepto, circunstancia o excepción; como usted bien sabe. Por su propia seguridad, no diga una sola palabra y no vuelva a llamar a este número. El terminal con el que contactó usted originalmente está destruido, el buzón de voz está desconectado y, por tanto, cualquier mensaje que usted esté pensando dejar grabado no será escuchado por nadie”.

Jesús Lens

Incomunicado

Cuando por razones de trabajo, estilo de vida, gustos y aficiones tienes que pasar casi las 24 del día on line, hablando, leyendo, escuchando, escribiendo, comentando, convenciendo, disuadiendo, discutiendo, tratando, consiguiendo, presentando y otros varios –andos y –endos que dejo a tu fértil imaginación; llega un momento en que tienes que parar.

Es así de sencillo.

Pero necesario.

Por eso, para este micropuente no concerté ninguna actividad, cita o encuentro. No compré entrada para ningún espectáculo (y eso que ha venido El Brujo con su “Odisea”) ni quedé con nadie para hacer cualquier cosa.

 Incomunicado el Brujo

El jueves por la tarde estaba tan, tan, tan hecho cisco y con tanto sueño acumulado que me metí en la cama a leer a las 4 de la tarde y solo salí, tras haber descabezado un par de sueños, para cenar y ver una película. Tumbado en el sofá. Antes de volver a la cama.

Y el resto del fin de semana, más o menos igual. Solo que saliendo a correr. Meta para noviembre: correr 250 kilómetros. Que no sé si es mucho, es poco o es regular. Pero que salen a unos 60 kilómetros semanales.

Me levanto, veo a mi quiosquero, Paquito, y me tomo los dos cafés con mi tostada en el Madero. Me despido, compro el pan y… ¡hasta mañana!

Que sí. Que están el Facebook, el Twitter, el Güasap; pero que no es lo mismo.

Veo un partidillo de la NBA, grabado, de la madrugada anterior, saltando los tiempos muertos y tal y miro cómo va mi equipo de la Fantasy. Por cierto, ¿tienes equipo? Que hemos hecho una Liga Privada, en la plataforma de NBA Plus. “Collejas”, se llama. Si quieres unirte, pídeme la clave. Pero te advierto que el nivel es… bueno. Como nuestro nivel jugando al baloncesto: cachondo. Muy cachondo. Con decir que uno de mis bases se llama Fournier y uno de mis pívots titulares lleva -3 puntos de valoración…

 Incomunicado Fantasy

En enlace, por si te gusta esa Gamificación del NBA, aquí.

Leo la prensa, claro. Por trabajo, por gusto, por obligación, por afición. Aprovecho para estudiar con detenimiento esos reportajes largos para los que nunca hay tiempo; las revistas, los Especiales y, sobre todo, los recortes que he ido haciendo estas semanas, que ya se acumulan, por falta de tiempo. Y aprovecho para tomar notas con ideas y bosquejos para futuros artículos, columnas o proyectos.

Veo una película. O dos. O tres. O alguna serie. Y leo. Y escribo. Y escucho música. Me pongo al día con reseñas de libros pendientes, algunos leídos en verano. Y avanzo con un par de proyectos que tengo entre manos. Repaso los suplementos culturales de estas semanas y trato de ordenar libros.

Me digo: “Esta tarde voy al cine”. Pero luego no me apetece salir. La vuelta del verano ha sido movida y me espera un noviembre brutal. Así que, como los osos; hiberno.

Y sigo leyendo. Y escuchando jazz. Y viendo otra película. Y escribiendo algún artículo. Y mirando las estadísticas de determinados jugadores de la NBA. Y organizado ideas, mails y archivos para uno de los proyectos. Y empezando a escribir para el otro. Y repasando las webs de referencia.

 Incomunicado Round

O sea: lo de siempre. Pero a mi aire. Yo me marco los ritmos y los horarios. Yo soy yo y mi pereza. De hecho, es mi espalda la que, cansada, me pide salir a correr o cambiar el sofá por el sillón del despacho. Y colocar y ordenar los libros que voy leyendo y reseñando. Y buscar los que voy a necesitar en los próximos meses.

Y así van pasando las horas. Las mañanas, las tardes y las noches. Además, aprovecho para comer poco. Y beber mucho. Mucha. Agua. A litros. ¡Adelgazo y todo!

En fin.

Que estamos en noviembre. Que llevo recorridos los primeros 26 kilómetros de los 250 propuestos. Que este es el mes del jazz. Que el lunes me arrepentiré de no haber visto a El Brujo y que la próxima Alhambra Especial que me tome me sabrá a gloria.

 Incomunicado corre

Que es sábado. Noche. Y que aquí, sin parar y haciendo todas esas cosas que tanto me gustan y para las que, a veces, es imposible sacar un minuto a la semana… ¡seguimos!

Jesús Lens, (In)comunicado

En Twitter: @Jesus_Lens

Malavita

Y, de repente, me encuentro con la película que más ganas tengo de ver, cuando leo el FOTOGRAMAS de este mes.

 Malavita

Se titula «Malavita» y está interpretada por Robert De Niro. Lo que, por sí solo, tampoco dice mucho y es marchamo alguno de garantía. Pero, ¿y si añadimos que le secundan Tommy Lee Jones y… ¡Michelle Pfeifer!? La cosa ya pinta mejor, ¿verdad?

La frase promocional: “Algunos lo llaman crimen organizado. Otros familia”.

De qué va parece estar bastante claro, ¿no?

Pero vamos a seguir profundizando en el contenido del póster. En la letra. “Del productor de “Venganza” Luc Besson”

Sí. Director. Ésta no se la ha dejado a ninguno de sus émulos, alumnos o protegidos. “Malavita” es una película DE Luc Besson. Que te podrá gustar más o menos, pero que no es un tipo melifluo, de los que dejan indiferentes.

Y, si tras la cámara, está el director francés… ¿quién pone la pasta? ¿Quién es el ejecuta de “Malavita”? Pues, entre otros, el como productor ejecutivo tenemos a un tal Scorsese. Martin Scorsese.

¿Y quién pone la pluma? ¿Quién aporrea los teclados para escribir el guion? Pues el mismísimo Besson, junto a un Michael Caleo del que no tengo referencias. Pero, eso sí… ¡partiendo de una novela original de uno de los autores más singulares y originales de noir europeo: Tonino Benaquista, cuyas novelas ha publicado en España la editorial Lengua de Trapo.

 Malavita benacquista

Y hasta puedo leer. Porque no sé nada más de ella. No sé de qué va, ya que no leí la novela original. Ni he visto el tráiler ni he leído reseñas, reportajes, comentarios o entrevistas.

Ya solo espero al día 15 de noviembre.

A su estreno, espero, en Granada.

Como no la estrenen aquí, quizá pase algo. Grave. Pero no adelantemos acontecimientos.

Solo espero.

Y mientras… ¡Seguimos!

Jesús Lens, expectante.

En Twitter: @Jesus_Lens