Las personas que más directamente están en contacto con la delincuencia juvenil (caso del propio don Emilio) son las más reacias a rebajar la edad penal, que está situada actualmente en los catorce años. Es algo que debería hacer reflexionar a quienes defienden esa medida (y no me refiero a las familias de las víctimas, que tienen todo el derecho del mundo a exigir una reparación). Aquí os dejo las declaraciones a la agencia Efe de otra experta en la materia que apunta en la misma dirección, María Luisa Cercas, psicóloga y ex directora general de Reforma Juvenil de la Junta de Andalucía (la responsable, para entendernos, de los correccionales).
«La clave para evitar la delincuencia juvenil es la prevención familiar, según la ex directora general de Reforma Juvenil de la Junta de Andalucía, María Luisa Cercas, para quien la reducción de la edad penal, como han sugerido algunos sectores de la judicatura y partidos políticos, es un «error de bulto».
Para la experta, es fundamental trabajar con los jóvenes y su entorno familiar, pues considera que «cuando llegan a un centro de menores puede ya ser tarde». Según Cercas, hay que actuar antes de que alcancen la edad penal -fijada en los 14 años- ya que existen indicios, como el absentismo escolar o las conductas violentas, que informan de la problemática del menor. En los últimos años se ha producido una disminución del número de grandes delitos cometidos por menores y han aumentado la violencia intrafamiliar, los hurtos y el acoso escolar, señala Cercas, para quien se podrían reducir estas prácticas con apoyo judicial. Existen programas de ayuda a las familias para resolver conflictos intrafamiliares, aunque, según esta experta, sólo se activan cuando el menor ya ha cometido un delito y se ha puesto en marcha la medida judicial. Ha defendido que si estos programas se utilizaran como complemento a la medida judicial, es decir, antes de que el menor cometa un delito, se podría ayudar a descubrir el problema familiar que origina el conflicto.
En los últimos tiempos también ha cambiado el perfil de los jóvenes problemáticos «sin recursos», ya que ha crecido el número de menores que delinquen y pertenecen a «familias pudientes». El sentimiento de culpa de los padres trabajadores -añade- ha generado violencia en el núcleo familiar y el «síndrome de los niños con la llave», menores que pasan mucho tiempo solos en casa, está cada vez más extendido».
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