Pasado-Ficción

Hoy comienza todo. Otra vez. Voy a tratar de no irme por la versión más almibarada de la Autoayuda o de las máximas de Mr. Wonderful y trataré de no incurrir en topicazos ni lugares comunes, pero es cierto que, en ocasiones, todo vuelve a empezar.

Tiempo de cambios y transformación que me sorprenden avanzando en la procelosa lectura de “4,3,2,1”, el exigente desafío literario planteado por Paul Auster que, como me ocurrió con sus primeras y maravillosas novelas, me tiene absorbido.

Si han pasado por cualquier librería, a comprar los libros escolares de sus hijos, por ejemplo; habrán visto la novela en lugar destacado. ¿La han cogido o les ha asustado el peso de sus cerca de 1.000 páginas? ¿Han leído la contracubierta?

“El único hecho inmutable en la vida de Ferguson es que nació el 3 de marzo de 1947 en Newark, Nueva Jersey. A partir de ese momento, varios caminos se abren ante él y le llevan a vivir cuatro vidas completamente distintas, a crecer y explorar de formas diferentes el amor, la amistad, la familia, el arte, la política e incluso la muerte, con algunos de los acontecimientos que han marcado la segunda mitad del siglo XX americano como telón de fondo”.

¿Quién no se ha preguntado cómo hubiera sido su vida si en vez de tomar aquella decisión hubiera tomado la contraria? ¿Si en vez que haber dicho que no a aquella propuesta, hubiera dicho que sí? ¿Y si, por el contrario, se hubiera negado tajantemente a aceptar esa otra oferta?

Es un juego divertido, sin duda. Aunque también puede resultar triste y melancólico. Pero, por atractivo que parezca, no olvidemos que siempre es un juego tramposo en el que las cartas están marcadas: con el conocimiento que tenemos ahora, con la experiencia acumulada, con los análisis en frío basados en datos ciertos; es fácil reescribir el pasado de una forma que siempre nos termine sonriendo. Pero todo eso no es más que Pasado-Ficción.

Hace unos meses les contaba sobre los profetas del pasado que prefieren mirar hacia atrás para hacer predicciones de lo que hubiera podido ocurrir en un mundo alternativo, hipotético e ideal.

Y lo vinculaba al Cisne Negro, un suceso sorpresivo e inesperado de fortísimas consecuencias y al que, después, todo el mundo le encuentra una explicación. ¡El signo de los tiempos!

Jesús Lens

Profetas del pasado

 

Cada vez hay más profetas. Pero, como el futuro es incierto y contradictorio, proliferan los profetas del pasado que prefieren mirar hacia atrás para hacer predicciones de lo que hubiera podido ocurrir en un mundo alternativo, hipotético e ideal.

Los profetas del pasado hacen predicciones basadas en la interpretación de ciertos indicios o señales, pero sobre acontecimientos que ocurrieron tiempo ha. Se trata de reinterpretar la historia, con la información que tenemos ahora, para escribir un guion paralelo a la realidad y que se acomode a sus tesis, intereses y pareceres.

 

Por ejemplo, para los profetas del pasado, el glorioso Granada C.F. de Paco Jémez jamás existió. Y el triunfalismo de julio y agosto, los vítores al capital chino y a la profesionalización del club, nunca se dieron. De hecho, los profetas del pasado ya sabían que la lista de descartes de Jémez iba a ser letal para nuestro equipo, como clavos que sellan el ataúd del descenso. ¡Faltaría más!

Si leemos determinados análisis sobre Trump o sobre el Brexit, por ejemplo, da la sensación de que el nuevo presidente de los Estados Unidos es un personaje de ficción que desaparecerá cuando apaguemos la televisión y que la decisión de Gran Bretaña de salir de Europa es un pequeño accidente, algo reversible y sin casi importancia.

 

Como era imposible que ocurriera, los analistas no le concedieron a ambos fenómenos la importancia que tenían. Ahora, hablan de ello como si fuera ciencia ficción. Y, en poco tiempo, encontrarán las claves para reescribir la historia y acomodar a Hillary, Putin, Sanders o Farage al relato más conveniente a sus esquemas e intereses.

 

Los profetas del pasado ven lo que pasa aquí y ahora; y fantasean con lo que se pudo hacer, antes, para no llegar a esta situación. Y los resultados que obtienen con esas elucubraciones son, por supuesto, fantásticos. En los más amplios y variados sentidos de la expresión.

 

Con sus vaticinios, los profetas del pasado habrían evitado, ellos solos, el ataque a las Torres Gemelas, la guerra de Afganistán, la crisis económica, el triunfo del populismo y el auge de la extrema derecha.

Todo esto tiene mucho que ver con una figura, la del Cisne Negro, que se definiría como un suceso sorpresivo e inesperado de fortísimas consecuencias y al que, después, todo el mundo le encuentra una explicación. ¿Les suena?

 

Jesús Lens