Hay que ver ‘Verano en rojo’

Es otra de las películas que con más ganas esperaba para este arranque del curso cinéfilo 23/24. Si la semana pasada hablábamos de Martin Scorsese y David Fincher, hoy les recomiendo encarecidamente ver ‘Verano en rojo’, de Belén Macías. Se estrenó el viernes en pantalla grande y está muy, pero que muy bien. 

“Que me guste, por favor, por favor. ¡Que me guste mucho! Me tiene que gustar…”. Entré al cine como un niño chico, cruzando los dedos. O como el viejuno que fue a ver la quinta de Indiana Jones hace unas semanas: con ilusión y ganas, pero también con un poco de susto, se lo confieso. Un par de horas después, cuando se encendieron las luces de la sala, suspiré con alivio: ¡qué buena película!

Quería, necesitaba que me gustara ‘Verano en rojo’ porque me une una relación muy especial con la novela homónima de Berna González Harbour en que está basada. Hace muchos, muchos años, antes siquiera de que arrancara esta sección en IDEAL, ya escribía reseñas negro-criminales. El 23 de agosto de 2012 publicaba lo siguiente sobre ‘Verano en rojo’: “Berna ha escrito una novela negra de libro que sigue una investigación policíaca desde el principio hasta el final de forma absolutamente rigurosa y canónica. Una investigación de manual, radicalmente contemporánea que, como siempre ocurre en las buenas novelas, afectará a los personajes y les irá conduciendo por tortuosos -a la vez que excitantes- caminos laborales, profesionales y personales de forma que, al final de la novela, no serán los mismos”. (Leer la reseña entera AQUÍ)

Y remataba con un vaticinio: “es una novela que acabará convertida en película. Yo ya empiezo a hacer cábalas con el casting”. Han tenido que pasar once años, pero la película ya está aquí. ¡Y es una gran película! ¿Se lo había dicho?

A lo largo de este tiempo, Berna González Harbour ha escrito más novelas protagonizadas por sus ya icónicos personajes, la comisaria María Ruiz y el periodista Luna, y el año pasado le hacíamos entrega del VIII Premio Granada Noir, el festival patrocinado por Cervezas Alhambra, por su extraordinaria trayectoria literaria y periodística.

Así las cosas, cuando comenzó la proyección de ‘Verano en rojo’ y me sentí imantado por lo que pasaba en pantalla, fui feliz. Primero, por la sobriedad de la puesta en escena y la excelente realización de Belén Macías, una directora curtida en series de televisión y con dos películas en su filmografía que ya estoy loco por ver. No se esperen efectos especiales deslumbrantes ni espectaculares persecuciones motorizadas. Pero hay acción de la buena. Ahí lo dejo.  

Segundo, el reparto. Marta Nieto es una descomunal María Ruiz. Sin aspavientos ni sobreactuaciones, está soberbia como protagonista. Le da la réplica José Coronado como Luna, un periodista en horas bajas con necesidad de reinventarse. Como en ‘Heat’, la obra maestra de Michael Mann, llevan a cabo su trabajo de forma paralela y solo al final comparten pantalla. Y ojo a Luis Callejo, una de mis debilidades. ¡Qué pedazo de actor! Y a Tomás del Estal, con un papel muy complicado.

Destacan los escenarios y la ambientación, a caballo entre Madrid y esa Navarra abonada al thriller, la opresión en según qué momentos y el homenaje a ‘El silencio de los corderos’, que funciona maravillosamente, con sus gotitas de ‘Seven’. ¡Y gracias por ese póster del inconmensurable Pau Gasol!

No. No les cuento nada de la trama. Ya la han destripado, para mi gusto demasiado, en otras críticas y reseñas. Mi consejo: no lean nada más, vayan al cine a ver ‘Verano en rojo’ y la comentamos. 

Jesús Lens

La ciencia y el Parque

Me encanta encontrarme con Luis Alcalá, el director del Parque de las Ciencias. Es una de esas personas que transmiten buen rollo: si vas acelerado, unos minutos de charla con él consiguen que te bajen las pulsaciones. Y lo que es más importante, su conversación activa a las neuronas, que empiezan a conectarse entre sí y generan sinapsis de lo más electrizante. 

También disfruto sobremanera con las mezcolanzas, mixturas y maridajes entre personas interesantes. El viernes pasado, por ejemplo, un día de intensas emociones con la entrega de los reconocimientos de Granada Noir a Empar Fernández y Berna González Harbour en la Escuela de Hostelería La Inmaculada. Una vez terminada la parte formal, ya relajados y disfrutando de esas cervezas Alhambra que son seña de identidad del festival, hicimos un corrillo con Susana Vargas, la propia Berna y Luis Alcalá.

Como no podía ser de otra forma, me explayaba con entusiasmo desbordante hablando sobre la inteligencia artificial. En ese punto, Berna se acordó de otra vez que vino a Granada como jurado del premio de poesía García Lorca. Quedamos para tomar un café y le puse la cabeza como un bombo, ‘vendiéndole’ las bondades del acelerador de partículas. Entonces, la pregunta de una buena periodista: “¿Tiene que ver el éxito del Parque de las Ciencias con esta nueva Granada científica y tecnológica?”.

Luis Alcalá, que lleva aproximadamente un año en el cargo y siempre destaca el excelente trabajo de sus antecesores para convertir el Parque en el museo más visitado de Andalucía, se mantuvo en un reflexivo silencio. Unos segundos después, convinimos en que posiblemente sí. En que el trabajo sostenido en el tiempo del Parque ha despertado infinidad de vocaciones científicas y ha ayudado a que hornadas y hornadas de granadinos nos acerquemos a la ciencia y a la tecnología con otros ojos, con otra mirada. 

No sé si habrá algún estudio sobre la materia, pero como soy de creer más en las causalidades que en las casualidades, estoy convencido de que algo tiene que ver el éxito del Parque de las Ciencias con el impulso científico de la UGR de los últimos años.

Estoy expectante por la exposición sobre inteligencia artificial que se inaugurará en el Parque de las Ciencias a final de este mes. Voy a ver si consigo un pase pernocta para irme allí a vivir, como el que no quiere la cosa. Necesito aprenderlo todo sobre esa disciplina llamada a cambiarnos la vida. Sobre todo en Granada. 

Además, en la próxima edición de Gravite, el festival dedicado a la tercera cultura que hacemos con el apoyo de CaixaBank, la IA tendrá un protagonismo especial. Y contaremos con la complicidad, con la cooperación necesaria del Parque, igual que en Granada Noir. ¡Vivan las mezcolanzas creativas!

PD.- Este año también le insistí mucho a Berna en la maravilla que es la exposición de Sergio García, nuestro querido y admirado Premio Nacional de Ilustración 2022 que os recomendaba vivamente AQUÍ. Y es que Granada es un no parar.

Jesús Lens

Mis imprescindibles del Noir. Parte 2

Si la semana pasada les hablé de mis clásicos norteamericanos del género negro y criminal, hoy voy con los españoles, que nuestra escuela es igualmente feraz, rica y variada.

Hay que empezar por Manuel Vázquez Montalbán y su Carvalho, que este año se cumple el cincuenta aniversario de su debut literario en ‘Yo maté a Kennedy’, aunque no les recomiendo que comiencen por esa, que es una novela experimental muy loca. Para adentrarse en el auténtico universo Carvalho, lo mejor es empezar por ‘Tatuaje’ y aquel mítico “Nacido para revolucionar el infierno”. 

También es importante leer a Carvalho contextualizando el año en que transcurre la acción de cada novela y lo que pasaba en la sociedad española del momento. Hablamos de un detective privado que es hijo de su tiempo y títulos como ‘Roldán, ni vivo ni muerto’ hablan por sí solos. Si les gusta el cómic, Norma ha publicado los tres primeros títulos de la serie Carvalho, brillantemente adaptados por Bartolomé Seguí y Hernán Migoya. Y no olvidemos la excelente actualización del personaje que hizo Carlos Zanón en ‘Carvalho: problemas de identidad’. Aunque para veraniega, la novela más reciente de Carlos, el Premio Granada Noir más reciente: ‘Love song’.  

Otro de los maestros del Noir español es Juan Madrid, cuyo personaje de cabecera, Toni Carpintero, figura con letras de oro en la historia de la literatura policíaca española. Galardonado con el I Premio Granada Noir, Juan Madrid ha escrito un fresco negro y criminal en el que ya se asomaba a las ahora famosas cloacas del estado. Su ‘Adiós, princesa’, por ejemplo. Pero para comenzar por el principio, como debe ser, háganse con ‘Beso de amigo’, la primera de la serie de Carpintero. Y una de sus cumbres literarias es ‘Días contados’, que contó con una brillante adaptación al cine dirigida por Imanol Uribe. 

Andreu Martín es otro de los grandes maestros del noir español. Sus novelas ‘Prótesis’ y ‘A martillazos’ son sendos mazazos que, escritas en los años 80, siguen impresionando a sus lectores. Y Mariano Sánchez Soler, de la estirpe de periodistas de investigación que escriben novelas con todo lo que han descubierto y que, por unas razones u otras, no han terminado de contar en sus reportajes. ‘El asesinato de los marqueses de Urbina’ cuenta, con pelos y señales, toda la intrahistoria de uno de los crímenes más famosos de la crónica negra de nuestro país.

Si son amantes de las sagas, el verano es una estación muy indicada para comenzar con ellas e ir cubriendo etapas. En España hay dos imprescindibles. La primera, la de Alicia Giménez Bartlett y su inspectora Petra Delicado, que arrancó en 1996 con ‘Ritos de muerte’ y que el año que viene tendrá nueva entrega. Pero si quieren asistir al alumbramiento de una nueva saga, háganse con ‘La presidenta’, en la que otra de las galardonadas con el Premio Granada Noir presenta a las hermanas Berta y Marta Miralles, llamadas a darnos grandes alegrías lectoras. 

Y este otoño llega una nueva entrega de la saga de Bevilacqua y Chamorro, los guardias civiles de Lorenzo Silva que vieron la luz por primera vez en ‘El lejano país de los estanques’, en 1998. La psicología de sus personajes les convierte en imprescindibles del noir español contemporáneo. 

Otra saga que a mí me fascina es la de la comisaria Ruiz de Berna González Harbour, que arrancó con ‘Verano en rojo’, que cumple ahora diez años.

Los mismos que el Mundial de la Selección de Fútbol de Sudáfrica, que tanta importancia tiene en el marco de aquella novela. ¡Muy adecuada para estas fechas!

Jesús Lens

Lo más singular del 2021 negro y criminal

Vaya por delante que esta selección de tres títulos no tiene viso alguno de entenderse como ‘Lo mejor del año’. Ni por asomo. En Granada Noir hacemos un notable esfuerzo por leer mucho y leer bien, pero nuestra capacidad de alcance es limitada y nos perdemos tantos títulos que la pretensión de determinar qué ha sido lo mejor del 2021 resultaría vana y fallida.

De ahí que en el festival patrocinado por Cervezas Alhambra hayamos elegido tres títulos por su singularidad, además de atesorar una calidad contrastada, por supuesto. ‘Piel quemada’, de Laura Lippman, publicada por la editorial Salamandra en su colección Black, ha sido la novela escrita por autor extranjero que más nos ha sorprendido este año.

Se trata de un libro que rompe con los moldes habituales en el género y les da la vuelta a muchos clichés, sorprendiendo al lector con excelentes vueltas de tuerca argumentales. Partiendo del clasicismo de títulos como ‘El cartero siempre llama dos veces’, Laura Lippman presenta a una protagonista que, de forma enigmática, se establece en un pequeño pueblo, habiendo dejado atrás a su familia. 

Que sea una mujer la que abandone a su hija, sin aparentes remordimientos, desconcierta. Y que sea ella la que mueva los hilos de la acción, anticipándose a las teorías que el lector se va haciendo en su cabeza, más aún. Lippman es una autora con una notable carrera literaria a sus espaldas que, antes de novelista, fue periodista de sucesos en el mítico The Baltimore Sun. Pertenece a la cuadrilla de los David Simon, George Pelecanos, Dennis Lehane o Richard Price; lo más granado del género negro norteamericano contemporáneo y ‘Piel quemada’ es una novela excelente. En la www.granadanoir.com tienen una larga y completa entrevista con la autora, por si quieren profundizar más.

‘El pozo’, de Berna González Harbour, publicada por Destino, ha sido la novela más singular de las escritas en español. Su defensa aguerrida de un periodismo de calidad que huya del sensacionalismo barato y morboso es imprescindible en estos tiempos. Para ello, construye a unos personajes muy sólidos que representan diferentes maneras de acercarse a la información de Sucesos, partiendo de la desaparición de un niño en un pozo.

 

Berna González, periodista de raza con una consolidada trayectoria a sus espaldas, además de haber escrito una novela de fuste que se lee a una velocidad de vértigo, hace reflexionar al lector sobre los peligros de convertir el periodismo en show y espectáculo, algo a lo que cada vez estamos más acostumbrados. De lectura obligatoria para cualquier persona interesada en la sociedad de la (des)información.

Y, por supuesto, ‘Contrapaso’, la obra maestra de Teresa Valero, el tebeo publicado por Norma que nos sacudió como a una estera a principios de año y cuya alargada huella se ha dejado sentir a lo largo de los meses, creciendo sin parar. 

No conozco a una sola persona que, habiendo leído ‘Contrapaso’, no haya caído rendida a sus pies. Es un trabajo totémico en el que un guion portentoso va de la mano de un extraordinario dibujo. El exhaustivo trabajo de documentación de la autora, su arte y su talento, nos conducen a la oscura España de los años 50 en la que sus protagonistas, periodistas, tratan de sobrevivir y trabajar con dignidad y profesionalidad a pesar de todos los pesares.

Teresa Valero ya está trabajando en la segunda entrega de ‘Contrapaso’. No sabemos cuándo tendremos en nuestras manos ese nuevo álbum. Mientras, volveremos a leer el primero, subtitulado como ‘Los hijos de los otros’, una prodigiosa máquina del tiempo que nos muestra cómo era aquel Madrid, aquella España de entonces, a través de unos personajes deslumbrantes que, con sus fogonazos de luz, le daban color a la grisura ambiente. 

Jesús Lens

Más de periodismo y género negro

Son los grandes protagonistas del mejor género negro que se está escribiendo actualmente en España. Periodistas. Quizá sea deformación profesional, pero disfruto especialmente con las novelas en las que los plumillas llevan adelante las investigaciones. O los periodistas televisivos. Los radiofónicos, sin embargo, siguen sin encontrar un hueco en la narrativa negro-criminal… la espera de ver la serie ‘Reyes de la noche’.

Acabo de leer dos novelas recién publicadas, muy diferentes entre sí, con el periodismo como eje central de la trama. Y no solo porque los protagonistas sean de la profesión. Son dos reflexiones sobre su estado actual y los riesgos que afrontará en el futuro inmediato.

Berna González Harbour aparca (temporalmente) a su comisaria María Ruiz en ‘El pozo’, publicada hace apenas unos días por Destino. Greta Cadaqués es una reportera de televisión encargada de cubrir el caso de una niña que ha caído en un pozo en los alrededores de Madrid. Con ella, Juan Quatremer, un veterano cámara de televisión curtido en mil batallas, no solo metafóricamente hablando. A la vez, Greta es jurado popular en el juicio por la muerte de una mujer de la que se acusa a su hijo. Un cóctel complicado de gestionar, máxime porque su jefe vive de y por el share de audiencia de la cadena de televisión.

“Nadie escuchaba lo que estabas diciendo en antena, pero todos tenían aportaciones para cuando volvieras a enarbolar la alcachofa. Di esto, di lo otro. A ver cuándo habláis de las pensiones. Y de las listas de espera. Y de las plazas escolares. Pero si hablamos hace un mes. No importa. Ahora es cuando me he enterado yo. Porque mi hija. Porque mi hijo. Porque mi yerno. Porque mi nuera. Gentes para las que el mundo acaba en su nariz, sus anteojeras, su autoestima exacerbada y nunca desafiada por la comparación con los demás. Dulce ignorancia”. ¡Boom!

A lo largo de la tensa e intensa ‘El pozo’, Berna González Harbour, periodista de raza con una sólida carrera a sus espaldas, irá dando una serie de reglas básicas de la profesión a través de la actuación de los personajes. De esta forma, además de una excelente novela y de una reflexión sobre los límites entre el periodismo y el espectáculo, la autora muestra algunas de las claves esenciales de un oficio para el que, nunca olvidemos a Kapuscinski, los cínicos no deberían servir.

“La segunda regla del periodismo —tú ganas, yo gano— estaba en marcha”, dice Greta en un momento de la narración. “Yo no vengo a hacer amigos. Vengo a descubrir. Vengo a contar”, le dirá a Greta un periodista cultural con las ideas muy claras y que huye de cualquier tentación de estrellato. “Venía a descubrir, no a ser descubierto. Venía a contar, no a ser contado”. Sería la cuarta regla del periodismo. “La definitiva. La más difícil. La que se incumple”.

Leí ‘El pozo’ de una sentada en una noche de insomnio, completamente absorto en sus 300 páginas. Todavía no sé si hay relación de causa-efecto en ello, pero guardo esta lectura como una de las que ya sé que me resultará inolvidable. Por la tensión narrativa en todo lo referente al rescate de la niña. Por las implicaciones morales de ser jurado y tener tantas ideas preconcebidas. Por las reflexiones sobre periodismo, sensacionalismo, espectáculo, postureo, confianza y traición. Léanla. Haremos todo lo posible porque Berna nos acompañe en la próxima edición de Granada Noir para hablar con ella, largo y tendido, de todas estas cuestiones.

Me quedo sin espacio para comentar ‘El ministerio de la verdad’, una distopía futurista de otro grande del periodismo: Carlos Augusto Casas. ¡La semana que viene!

Jesús Lens