Ay + Di

I+D, o sea, pero en andalinglés. Que suena mucho mejor. Investigación y Desarrollo. O, lo que es lo mismo: llenársenos la boca con el concepto, pero soltar el quejío ante la cruda realidad de las cifras. Dime de qué presumes y… ¡Ay!

En el discurso de todo político siempre debe haber hueco para el I+D+i. Investigación, desarrollo, innovación. Modernización, transformación digital, internacionalización. Creo que todos estamos de acuerdo en que resultan esenciales en el mundo contemporáneo.

 

Y, sin embargo, la inversión en I+D sigue perdiendo peso en España y, sobre todo, en Andalucía, de forma que el ludibrio y el oprobio salpican tanto a la administración central como a la autonómica; al gobierno del PP y al del PSOE. Aunque más, mucho más, a este último.

 

En España, el gasto en I+D se incrementó en 2016 un 0,7%, pero como la economía creció un 3,3%, el desembolso solo representó un 1,9% del PIB el pasado ejercicio, frente al 1,22% del año 2015.

¿Dónde? ¿Dóóóóónde?

En Andalucía, sin embargo, no es necesario hacer ese tipo de cuentas y escorzos porcentuales para constatar la magnitud de la tragedia: en 2016 se invirtió un 7,9% menos que el año anterior, la peor caída desde 2012, para situarnos en las cifras del 2006.

 

Solo un 0,92% del PIB andaluz se dedica a I+D, siendo la administración pública la que más recorta el gasto en una de las partidas que deberían ser prioritarias. Y para rematar la faena, otro dato sonrojante: aunque la enseñanza superior es el sector que más invierte en investigación en Andalucía, también le ha pegado un tajo al invento, al destinar un 10,9% menos que el año anterior.

 

Imagino que habrá poderosas y sesudas explicaciones que traten de justificar un escándalo de estas proporciones, pero me cuesta imaginar cuáles serán y mucho más trabajo me va a costar tragármelas y darlas por buenas.

 

Que Andalucía, la región más pobre y con más paro de la Europa comunitaria, invierta cada vez menos dinero en I+D+i, es un síntoma inequívoco de que nuestros gobernantes apuestan por una economía de servicios, volcada a la hostelería y al turismo.

¿Cómo casa el cacareado Pacto por la Industria presentado a bombo y platillo por Susana Díaz a comienzos del 2017 con estos datos tan lamentables? ¿Y la agroindustria? ¡Ay, di, ay!

 

Jesús Lens

Química: la ciencia más Noir

A principios de 2017, la actualidad informativa internacional se vio sobrecogida por una muerte de lo más extraño y singular: un individuo era asaltado en la terminal 2 del aeropuerto de Kuala Lumpur (Malasia) por dos mujeres. Mientras una le sujetaba la cabeza, la otra le rociaba la cara con un spray.

El sujeto, que sería identificado como Kim Jong-nam, hermanasto del Amado Líder norcoreano, Kim Jong-un; no tardó en morir como consecuencia de la inhalación del agente nervioso VX, una sustancia extremadamente tóxica, empleada como arma química y considerada como arma de destrucción masiva por la ONU.

Durante la investigación del asesinato, la policía de Malasia detuvo a cuatro personas, entre ellas, a un químico norcoreano y a las dos mujeres que participaron en el atentado. El foco mediático recayó sobre ellas, máxime cuando declararon que creían estar participando en un programa de bromas para televisión. Sin embargo, sobre el químico en cuestión, no se dijo una palabra y apenas se sabe nada de él.

 

(Si queréis conocer más relaciones entre la Química y el Noir, seguid leyendo en nuestra página hermana, Calibre 38)

 

Jesús Lens

Una madre expulsada

Hay que dar la enhorabuena a la Unión Deportiva Castell por la celeridad y contundencia con la que ha resuelto el ignominioso episodio vivido en su campo de fútbol, El Romeral, el pasado sábado 25 de noviembre, Día contra la violencia machista, y en el que una árbitra menor de edad fue insultada por un grupo  de padres y madres de los jugadores locales.

El club, sin andarse con rodeos, excusas, medias tintas o esos “peros” tan tristes y empobrecedores; muestra su más sentido pesar por lo acaecido y envía disculpas a la colegiada, además de impedir el paso a sus instalaciones deportivas a una de las exaltadas e insultantes madres y suspender de sus funciones al delegado del club por no avisar a las fuerzas del orden, a la vista del cariz que estaban tomando los acontecimientos.

 

El club va más allá y le exige a un vecino cuya vivienda asoma al campo que “modere su comportamiento”, dado que fue uno de los insultadores a la colegiada y, además, ha solicitado al Colegio de Árbitros de Granada que designe a la misma árbitra para pitar el partido del próximo 1 de diciembre, como vía para disculparse con ella y tratar de normalizar la situación, reiterando sus disculpas y asumiendo su cuota de responsabilidad en lo sucedido.

El lugar de los hechos

Lo ideal es que los lamentables acontecimientos del 25 de noviembre no hubieran ocurrido jamás. Que se necesita ser muy cafre para gritarle a una chiquilla una barbaridad del siguiente calibre: “De aquí no sales tú viva, nos la tiene que pagar. Tú de aquí no sales”. Pero, una vez producido el incidente, la respuesta del club ha sido ejemplar.

 

Lo que choca con algunas reacciones detectadas en las redes sociales, con personas sosteniendo que la información de César Guisado publicada en IDEAL era falsa. Y todo con el peregrino argumento de que estuvieron allí y no escucharon amenazas de muerte. Que no fue para tanto.

¿Es esto lo que queremos?

El relativismo al que nos lleva el mal uso de las redes sociales es una de las grandes amenazas que tenemos que enfrentar en el futuro inmediato. Se empieza por no escuchar los insultos machistas a una árbitra menor de edad en un campo de fútbol y se termina por proclamar que la tierra no es redonda ya que, hasta donde me alcanza la vista, yo la veo plana.

 

Jesús Lens

 

 

Con aroma a clásico

Antes de anoche se estrenó una película que, o mucho me equivoco, o está llamada a convertirse en un clásico de referencia. Un filme del que se seguirá hablando dentro de muchos años.

Es una historia radicalmente contemporánea y de absoluta actualidad. Es la historia de un equidistante. De un tibio. De un tipo poco o nada comprometido con ninguna causa que no sea la suya propia. El protagonista regenta un negocio tan exitoso como lucrativo y de ahí no hay quien lo saque, por mucho que estemos viviendo unos momentos trascendentales en la historia de la humanidad y que afectan al mundo globalizado. Un mundo que, a nada que nos despistemos, jamás volverá a ser el mismo.

 

El personaje es un cínico y desencantado que hace la vista gorda ante la corrupción que, con todo descaro, pasa por delante de sus narices. A veces, sin embargo, interviene para evitar situaciones especialmente violentas y repugnantes, sobre todo, para las mujeres.

 

Gestos, detalles que van modelando una personalidad bastante más compleja de lo que al principio de la película podíamos suponer. Porque los personajes están atrapados, presos de la compleja situación internacional… y de sus propios fantasmas. Fíjense en detalles del guion y la escenografía que contribuyen a aquilatar esa sensación de encierro y ahogo: una gran lámpara que a veces está y a veces ha desaparecido, el juego de sombras y contraluces…

 

Entonces aparece ella. La protagonista. Una mujer de belleza sin igual y fuerte personalidad, como se corresponde con los buenos personajes femeninos del cine de hoy. Una mujer que lo pone todo patas arriba para romper el statu quo imperante, obligando a los personajes a tomar decisiones, a tomar partido. A mojarse. A actuar. Porque el silencio y la táctica de la avestruz ya no son válidas ni tienen sentido.

Estamos frente a una película sobre la amistad, el amor y el compromiso, tan valiente como necesaria; llamada a concienciar a los espectadores y a hacerles comprender la realidad del momento que vivimos. Una película de visión obligatoria para todos los timoratos y asustadizos ciudadanos que siguen sin entender que el aislacionismo ya no es opción.

 

Háganme caso y vayan a ver una película que, estrenada el pasado 26 de noviembre, marcará un hito en la historia del cine. Se titula “Casablanca”.

 

Jesús Lens

Los del veneno

En el proceso de recuperación de mi pie lesionado estoy practicando una actividad que he bautizado como Trotandar: alternar tramos caminando y otros al trote cochinero, procurando no asfixiarme en el intento.

Con el Trotandar he recuperado, también, la sana y creativa afición de buscar ideas mientras practico algo parecido al deporte al aire libre. Y con esa intención salí ayer domingo, a eso de la una de la tarde. Acababa de empezar mi recorrido e iba pensando en el gran MagoMigue y su maravillosa GranHada, cuando llegué a un paso de peatones.

 

Paró el coche que venía por el carril más cercano a mi acera, pero otro que venía más lejos, por el carril opuesto; viéndome más que de sobra y con tiempo suficiente para frenar, hizo exactamente lo contrario: acelerar y pasar él primero, pegándome un susto de muerte.

 

Imagino que, con semejante proeza, el tipo quiso demostrar el peso y el volumen de sus testículos. Supongo que será el clásico cerril que practica el espatarramiento y que, en un bar, siempre habla a un volumen lo suficientemente alto como para que toda la clientela se entere de lo que opina sobre cualquier cosa.

 

Lo peor no fue el intercambio de epítetos que nos soltamos. Lo peor de todo fue que, desde el incidente, todas las ideas que se me venían a la cabeza eran malas, negativas y pesarosas: entré en barrena mental y solo me acordaba de putadas recientes, de mala gente y de peores personas. El domingo, de pronto, se nubló.

Y entonces, pensé en él. En ese tipo que, de un tiempo a esta parte, lo envenena todo con cada aparición. Ese individuo que trata de hacer un show permanente para llamar la atención de sus fieles acólitos. Ese sujeto que utiliza los medios más mezquinos para llevar al barro y enmierdar desde su tribuna cualquier tema que toca.

 

No son las formas. No son los gestos para la galería. No son las provocaciones. No son las esposas que lleva al Congreso de los Diputados. Es el envilecimiento, el odio que genera, Gabriel Rufián, espoleando los más bajos instintos de su gente, apelando al yo animal que todos llevamos dentro. Al xenófobo. Al excluyente. Al descerebrado.

Son los Rufianes de la vida, con su odio, su veneno y su ponzoña; quienes nos separan, nos zahieren y nos dividen.

 

Jesús Lens