Una palabra, mil imágenes

Sí que suena un poquito pedante, sí, eso de ‘la magia de leer’. Se lo reconozco al chaval de la primera fila. ¡Hum! Pero como después siguió participando activamente en la charla, no se lo tengo en cuenta 😉 Lunes. 10.30 am. Instituto Veleta. 100 chicas y chicos en Salón de actos para arrancar el curso escuchando al menda lerenda disertar sobre por qué leer. ¡Menudo papelón!

Tenía más o menos claro cómo iba a empezar mi charleta. “Si no lees, no pasa nada. Pero si lees, sí que pasan cosas. Muchas y excitantes”. Lo que pasa es que mi cómplice lectora, Puri Manzano, ya les había advertido en la presentación del curso: este año, leer va a tener un peso importante en los resultados académicos. ¡Foh! 

—Fieles a la teoría posibilista de que lo que sucede, conviene; ya que vais a tener que leer, lo mejor será tratar de disfrutar y pasarlo bien con la lectura, ¿no os parece?

A unos se lo parecía más que a otros, la verdad. Pero luego hicimos un pequeño juego: leímos. Y cambiaron las caras. Leímos las siete palabras de Monterroso: ‘Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí’. 

¿Quién se despierta? ¿Por qué y dónde? ¿Cómo de vívido era el sueño? ¿Era realmente un sueño? Y, sobre todo, el dinosaurio. Para unos, era un juguete de ‘Toy Story’. Para una buena aficionada a la paleontología, era un Rex. Le llamó así, el Rex. Como si fuera de la familia. ¿O era un brontosaurio? ¿Un velociraptor, quizá? O lo mismo un megalodón… 

La alquimia de la lectura, la magia, radica justo ahí. En que cada lector parte de las palabras brindadas por el autor para reconstruir la historia en su cabeza. Se dice que una imagen vale por mil palabras, pero los lectores sabemos que es justo al contrario. Es la palabra la que que nos permite evocar mil y una imágenes distintas.

Y precisamente por eso, leer es más trabajoso, más exigente, que otras disciplinas. Cuando ves una película, en los títulos de crédito aparecen reflejados los artífices de la música, el vestuario, el diseño de producción, los efectos especiales, etc. Cuando leemos, el autor escribe y somos nosotros quienes, en nuestro cerebro, le damos forma, luz, sonido y sentido a su propuesta; quienes decidimos si el Rex se merienda al pesado del vecino o si volamos con el pterodáctilo camino del instituto. 

Jesús Lens

Lectores del futuro presente

Nunca he olvidado aquella conversación en el patio de butacas del teatro Isabel La Católica con Ana Gámez, cuando era delegada de Cultura y Educación de la Junta. Hablábamos de lo lucido de esa cultura glamurosa que tan bonica sale en las fotos, entre lujos y oropeles, aunque la precariedad y la inseguridad sean su máximo común múltiplo. 

“Pero sin educación no hay cultura. Nunca te olvides de eso, Jesús”, me dijo Ana. ¡Qué razón tenía! La base para que una sociedad sea culta, informada y leída, para que sus ciudadanos vayan a museos, conciertos y al cine; es la educación. Me lo grabé a fuego.

El pasado lunes arrancaba la semana en un instituto del Zaidín con la propia Ana y con mi querida Puri Manzano. Y con Mariela y Agustín. Alumnas y alumnos de los IES Alhambra, Veleta y Pulianas se reunían para hablar sobre la novela ‘Será nuestro secreto’ de Empar Fernández. La autora, reconocida este año con el Memorial Antonio Lozano de Granada Noir, tuvo un primer encuentro con la chavalería el pasado noviembre. Ahora tocaba poner en común la lectura. 

Ana y Puri tuvieron la gentileza de invitarme. En realidad, no tenía mucho que aportar. Iba de libre oyente. Eran ellas, Mariela y Agustín los encargados de conducir la conversación, de preguntar y tirar de la lengua a una chavalada algo tímida al principio, pero mucho más locuaz a medida que pasaban los minutos. ¡Y qué bien se habían leído el libro! Sobre todo porque habían ido teniendo el estímulo constante de sus profes durante el proceso de lectura. 

Salí fascinado camino del Ayuntamiento, donde presentábamos el festival Gravite. Mientras caminaba no dejaba de pensar en su imprescindible labor. Y me acordaba de Cecilia, mi maestra en la segunda etapa de la EGB y bibliotecaria en el colegio de CajaGranada. Y de mi madre, Maria Julia, claro que sí, profesora de Lengua y Literatura en el Sagrado Corazón. 

Fueron ellas quienes me metieron el veneno de los libros. Gracias a ellas, esta tarde acompañaré a Men Marías en la presentación de su magnífica novela ‘Lo que arrastra la lluvia’ en el Gran Café Bib-Rambla y ayer departí con Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales en BCNegra sobre su magistral ‘Blacksad’.   

Encuentros como Gravite o Granada Noir cobran todo su sentido si también llegan a ese público joven. Y para ello, el concurso de personas como Ana, Puri, Agustín y Mariela es esencial. ¡Gracias por estar siempre ahí!

Jesús Lens

Magia, lectura y buenas maestras

Ayer estaba leyendo el IDEAL y, al llegar a la página 40, a la apertura de Culturas, una maravillosa foto de Ramón L. Pérez me saltó a la vista. “Magia de cerca para quienes vinieron de lejos” era el igualmente elocuente titular de José Antonio Muñoz. En la imagen, chicas y chicos de diferentes partes del mundo mostraban ojos como platos soperos durante la actuación del mago Rovala, uno de los participantes en la presente edición de Hocus Pocus.

Al leer la información vi que el escenario de la actuación era la Biblioteca Almudena Grandes de la plaza de las Palomas y que el alumnado venía del IES Veleta. ¡Ay, el instituto Veleta! Entonces me acordé de que hace una semana estuvimos allí con la escritora Mónica Rouanet, que inauguró su particular escalón. Porque en el Veleta, diferentes tramos de escaleras están vestidos con los títulos de los libros que lee y comenta su alumnado y los nombres de sus autores. 

Voy a personalizar ese trabajo en dos personas, pero sé y me consta que son más. Ana Gámez y Puri Manzano, dos de las mujeres más vitalistas y entusiastas que conozco, son dos ‘maestras’ en una misión: que sus niños lean. Ellas les llaman así: sus niños. Da lo mismo que sean o no sus alumnos directos. Los acogen a todos bajo su ala lectora y los incitan, provocan, animan, refuerzan y recompensan por su disfrute lector. 

No hay nada más bonito que ver la ilusión de la chavalada que interroga a un autor cuya obra ha leído y disfrutado. Y después, su necesidad compulsiva de recabar su dedicatoria en el propio libro. O en un marcapáginas especialmente diseñado para la ocasión. Como nos escribía Lorenzo Silva en las redes sociales, conectar a los autores con el joven público lector es el mejor fomento de la lectura posible. “Quizá la única acción de un escritor que de veras merece llamarse así. Aparte de escribir lo mejor posible, claro”. ¡Gracias a Ana, Puri y al resto de maestras que, más allá de sus estrictas obligaciones laborales, se vuelcan con sus niños!

Jesús Lens    

Dos distopías con aroma noir

La nueva novela de ‘nuestra’ Clara Peñalver, nacida en Sevilla, pero más granaína que la malafollá, se titula ‘Sublimación’, es radicalmente distópica y nació como una serie original para Storytel, narrada por Ramón Langa. Pronto hablaremos del auge del audiolibro y de las muchas posibilidades que ofrece, pero hoy me quiero centrar en la novela pura y dura.

Clara Peñalver es una consumada autora de género negro y criminal. En ‘Sublimación’ hay noir, por supuesto, pero también ciencia ficción distópica. Y acción. Mucha acción.

Hasta hace relativamente poco tiempo aún era necesario explicar qué era la distopía. Desde que vivimos inmersos en una de ellas, sin embargo, es un término familiar y cotidiano. Por resumirlo brevemente: es la antiutopía o la utopía negativa. Es una proyección aterradora del futuro que nos espera.

Pandemias, hackeo y piratería informática, pobreza y desigualdad, cambio climático, populismos neofascistas y neocomunistas, corrupción, empoderamiento de grandes bandas criminales y mafiosas… ¿Distopía futurista o descripción de un aquí y un ahora que nos cuesta asumir y sobre el que no actuamos como deberíamos?

La propuesta que Clara Peñalver hace en ‘Sublimación’, publicada por Ediciones B, nos sitúa en un futuro hipotético en que un accidente biológico ha diezmado a la población, lo que hace de la muerte un negocio muy boyante. Deshacerse de los cadáveres es tan perentorio como lucrativo, no en vano el Banco Central de Finados desempeña en la sociedad un papel casi tan importante como el Banco Central al que tan acostumbrados estamos.

Hasta para morirse hay clases. Que se lo pregunten a León, que lo ha empeñado todo para conseguir un trato VIP al cadáver de su hermana. O a Dante, el recién nombrado nuevo gerente del BCF, que se enfrenta a la desaparición de un cuerpo. Y ahí entra Elia Melgar, una periodista de raza que sabe cómo y dónde buscar información, otra de las divisas esenciales por las que se rige el mundo. Adrenalina, crítica social y personajes apasionantes en una novela de la máxima actualidad que vuelve a demostrar el talento de Clara Peñalver.

Con ‘La anomalía’, recién publicada en España, el escritor y matemático francés Hervé Le Tellier ha ganado el prestigioso premio Goncourt. La novela es extraña y fascinante y propone una teoría de lo más inquietante. Un consejo: no lean nada sobre el argumento. Ni siquiera la información de la contraportada del libro editado por Seix Barral. Gracias al consejo de la profesora y activista literaria Puri Manzano, me sumergí en ella sin saber lo que me iba a encontrar y… ¡qué maravilla!

Solo les diré que es una novela coral y metaliteraria en la que cada pieza encaja a la perfección en el mapa trazado por un escritor que pertenece al grupo Oulipo, un taller de experimentación que combina la literatura y las matemáticas. Literatura potencial, se llama. ¡Y qué posibilidades ofrece!

Una novela que tiene parte de thriller, parte de ciencia ficción y una ambición global que te lleva de París a Nueva York, recorriendo otros muchos escenarios en el ínterin, de Londres a Lagos, como en una partida de ajedrez planetaria. Y está el humor, nada desdeñable.

Con referencias a ‘Matrix’, ‘Dune’ y al cine de Christopher Nolan, ‘La anomalía’ es una novela total que podría entrar por derecho propio en la programación de nuestros dos festivales: Granada Noir y Gravite, cabalgando a lomos de un ‘gusano’ cuántico que va camino de un agujero negro.

Le Tellier ya ha vendido los derechos a una productora francesa y no tiene empacho en avanzar que participará activamente en la destrucción del libro, “porque para que esta serie funcione tendremos que romper la estructura de la novela”. ¡Eso es tenerlo claro!

Jesús Lens

CEIPSO: Cómo cerrar institutos

A Puri Manzano la conocí en una charla que organizó la Feria del Libro, no recuerdo si hablando del Ripley de Patricia Highsmith o de la ‘Canción dulce’ de Leila Slimani. Fue una de las primeras en apuntarse al club de lectura que tenemos en Granada Noir y no ha fallado ni a una sesión.

El año pasado, volviendo al Zaidín en el 4, coincidí con Puri. Regresaba a su instituto, el Veleta, con la chavalada a la que da clase. Los ‘había sacado por ahí’, como a ella le gusta decir. Siempre que hemos tramado diferentes aventuras culturales hemos podido contar con el alumnado de Puri, que lo mismo aseteó a preguntas a Fernando Marías, hablando sobre el libro de relatos para la igualdad que coordinó para Anaya, que flipó con la exposición dedicada a Blacksad.

El pasado jueves, en la reunión mensual de nuestro club de lectura, Puri estaba distraída. Había llegado indignada a nuestra sede, en el 4U Hostel, y no intervino excesivamente en la tertulia literaria: acababa de saber que cierran su instituto.

Me está costando trabajo entender el tinglado de Imbroda con lo de la reordenación de la enseñanza. Cuando a los nuevos centros escolares refundidos se les pone un nombre como CEIPSO, la cosa resulta poco prometedora, la verdad. Y cuando los docentes se quejan de desinformación, ocultismo, falta de transparencia o, en determinados casos, acusan a la administración de mentirles a la cara; pinta peor aún.

De momento, no se sabe cómo se hará la fusión en los CEIPSO ni cómo afectará a los respectivos profesorados, equipos directivos y personal laboral. Por no hablar del futuro de los diferentes programas culturales implementados en los centros que se verán obligados a cerrar sus puertas.

El pasado verano, el plan de refuerzo escolar impulsado por la consejería de Educación fue un fracaso: se ofertaron 100.000 plazas en Andalucía y sólo se inscribieron 2.144 alumnos. Imbroda adujo “errores de comunicación”. No parece que con esto de los CEIPSO la cosa haya mejorado un ápice. No podemos ser inmovilistas, cierto es. Pero en antiguo BUP aprendimos que algunos experimentos, mejor hacerlos con gaseosa.

Jesús Lens